Argentina: Un industricidio planificado
Destrozó el poder adquisitivo y afectó profundamente las ventas; aumentó las tarifas de luz y gas lo que incrementó los costos de producción; promovió la apertura de las importaciones y posibilitó el reemplazo de producción local por productos de traídos de afuera; y elevó la tasa de interés lo que alentó la actividad especulativa por encima de la productiva y encareció el crédito. Los últimos datos del INDEC revelan la tendencia del deterioro: hubo una caída del -1,9% con respecto al año anterior. Las pequeñas y medianas empresas son las más afectadas.
Cambiemos es sinónimo de desindustrialización. Los números confirman el deterioro ininterrumpido desde 2018. El índice de producción industrial manufacturero (IPM) manifestó una caída de -1,9% con respecto al año anterior. Los pilares de la política económica macrista son letales para la actividad productiva, particularmente de la industria. Uno de los principales síntomas, fue la gran cantidad de PYMES que debieron cerrar sus puertas y los despidos y suspensiones de un gran número de trabajadores y trabajadoras del sector productivo.
Las dificultades que atraviesa la producción argentina quedan de manifiesto en las fuertes críticas de los industriales a la gestión macrista. El propio Presidente de la UIA, Miguel Acevedo, criticó duramente la gestión de Macri y consideró que el mandatario “ignoró la industria”. Además, el Día de la Industria, Guillermo Moretti, vicepresidente de la UIA, afirmó que el sector se encuentra “virtualmente paralizado”. En el mismo sentido, José Urtubey, dirigente de la entidad, afirmó que “los empresarios están decepcionados, su gestión es mala, él decidió darle la espalda a la industria”.
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) analiza los cuatro pilares de la política económica que posibilitaron el derrumbe del sector industrial: la caída del poder adquisitivo, que afectó profundamente las ventas; los tarifazos de luz y gas, que incrementaron los costos de producción volviéndolos, en muchos casos, inviables; la apertura importadora, que posibilitó el reemplazo de producción local por productos de traídos de afuera; y la elevadísima tasa de interés, que alentó la actividad especulativa por encima de la productiva y encareció el crédito.
Muchos espacios críticos de la actual gestión vienen alertando, desde hace tiempo, sobre los efectos sumamente nocivos para la producción de los principales elementos que componen la política económica y monetaria. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) lo sintetiza en cuatro grandes ejes que contribuyeron, de forma decisiva, al derrumbe del sector: la evolución del poder adquisitivo, el incremento de las tarifas de luz y gas, la apertura importadora y la elevadísima tasa de interés.
En primer lugar, la caída del poder adquisitivo afecta, fundamentalmente, a la industria orientada hacia el mercado interno en rubros como alimentos y bebidas, textiles y calzado, muebles, línea blanca, etc. La menor capacidad de compra limita, evidentemente, la posibilidad de consumir para la mayoría de los sectores de la población en prácticamente todos los rubros. Así lo indican los datos de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que registra una caída acumulada del consumo minorista del 12% hasta julio de 2019 con respecto a 2018.
En segundo lugar, el incremento sideral de las tarifas de gas y luz, además de contribuir al deterioro del poder adquisitivo y la capacidad de compra, constituye un costo de producción elevadísimo que, en muchos, casos volvió inviable la actividad productiva. Además, en un contexto de retracción generalizada de las ventas, la posibilidad de afrontar estos costos es cada vez más cuesta arriba. Cuando se observa la evolución del precio de las tarifas se observa que, a medida que dichos costos se incrementan, la cantidad de PYMES disminuye.
El tercer elemento que contribuyó de forma decisiva al proceso de desindustrialización, fue la apertura importadora. Especialmente durante 2016 y 2017, la apertura importadora posibilitó el reemplazo de gran parte de la producción local por producción importada. La merma en 2018 y 2019 se debe, esencialmente, a las sucesivas devaluaciones que encarecieron los productos e insumos traídos desde el exterior, pero que no trajo aparejado un crecimiento de la producción local.
Por último, el cuarto elemento que terminó de desarticular la actividad industrial, es la elevadísima la tasa de interés, sobre todo a partir de 2018 y 2019. Para frenar la inflación, el dogmatismo económico que caracterizó a la actual gestión llevó a implementar altas tasas de interés como instrumento fundamental de la política monetaria. A pesar del fracaso en el control del nivel de precios, actualmente la tasa de interés ronda el 85% volviendo inviable cualquier actividad productiva por dos motivos. En primer lugar, porque resulta mucho más rentable la actividad especulativa y los inversores prefieren volcarse al mercado financiero antes que invertir en actividades productivas. En segundo lugar, la tasas tan elevadas vuelven inaccesible el crédito, que resulta fundamental para llevar adelante y ampliar sus actividades.
Las pequeñas y medianas empresas que integran el sector industrial se encuentran entre las principales generadoras de empleo en argentina. Como es de esperar, un retroceso en la actividad industrial, conlleva un impacto relevante sobre el nivel de empleo. Tal como se observa en el gráfico posterior, la caída en la cantidad de PYMES operando evolucionó a la par con la caída en la cantidad de los trabajadores y trabajadoras industriales.
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