Arrancaron con protestas los Juegos Olímpicos de París
La noche anterior a la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, varios miles de activistas se movilizaron en la Place de la République para pronunciar diversos discursos, escuchar a un pinchadiscos y entrevistarse con multitud de periodistas internacionales. El acto, denominado «Contraceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos», contó con la participación de más de 80 organizaciones de base que firmaron una declaración titulada «des Jeux, mais pour qui?» («Juegos, ¿pero para quién?»). Entre las organizaciones había sindicatos, grupos ecologistas, organizaciones de defensa de las libertades civiles y residentes de Saint Denis, una zona del norte de la ciudad profunda y negativamente afectada por los Juegos de París. El colectivo activista Le Revers de la Médaille (El reverso de la medalla) coordinó la ruidosa concentración.
Antes de la movilización, Le Revers de la Médaille publicó una declaración conjunta en nombre de una coalición más amplia en Libération, importante diario francés, titulada «¿Olimpiadas inclusivas, populares y neutras en carbono? De ninguna manera». En su mordaz misiva, arremeten contra los organizadores olímpicos y los cargos electos por una serie de falsas promesas. «Vemos que los Juegos Olímpicos están trastornando profundamente la vida de los franceses, sin que se cumpla el legado prometido», escribió el grupo. «Surge entonces la pregunta: ¿quién se beneficia de los Juegos?».
Antoine de Clerck, de Le Revers de la Médaille, nos explicó que el objetivo de la «Contraceremonia de Inauguración» era «sensibilizar a la opinión pública sobre lo que está ocurriendo, pero también celebrar juntos una pequeña fiesta». Debido a la intensificación de los desplazamientos que han provocado los Juegos, dijo, «han sido unos últimos días y semanas verdaderamente difíciles».
La solidaridad con Palestina atravesó la protesta como un rayo. Banderas, kufiyas y oradores mostraron el férreo vínculo existente entre la causa palestina y la lucha contra los Juegos Olímpicos. La presencia de atletas israelíes en los Juegos -y el modo en que normaliza al régimen de Israel, mientras se prohíbe a Rusia y Bielorrusia - se considera un ejemplo especialmente brutal de «blanqueamiento deportivo». Muchos de los oradores mostraron este vínculo entre las Olimpiadas y la necesidad de solidaridad palestina. «El genocidio no es un deporte de espectadores» se ha convertido en un lema omnipresente entre los manifestantes. Hasta los oradores de los mítines, como un grupo de inmigrantes africanos cuya casa ocupada se vio destruida como parte de la «limpieza social» olímpica, relacionaron su desplazamiento con Gaza.
La manifestación también puso de manifiesto el internacionalismo de lo que se ha convertido en un «movimiento antiolímpico» en todo el mundo. Cuando Natsuko Sasaki, del grupo antiolímpico Saccage 2024, subió al escenario, desveló «la antorcha antiolímpica», un desatascador de retrete adornado con cintas de tela con lemas contra los Juegos. Esta antorcha nació hace 14 años de la mano de activistas de Canadá que se oponían a los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver de 2010. En aquel momento, Jean Swanson, activista contra la pobreza desde hacía mucho tiempo, compró unas cintas en una tienda de todo a un dólar y decoró el desatascador con ellas. No sabía que la antorcha daría la vuelta al mundo.
Los activistas de Vancouver pasaron la antorcha al organizador londinense Julian Cheyne, que la llevó a las protestas contra los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Se la pasó luego a un grupo de activistas circasianos de Nueva Jersey que protestaban contra los Juegos Olímpicos de Sochi de 2014. La antorcha alternativa acabó llegando a Río para los Juegos Olímpicos de Verano de 2016 y a Pyeongchang para los Juegos de Invierno de 2018, antes de llegar a Tokio, donde ocupó un lugar destacado en la primera cumbre antiolímpica transnacional de la historia en 2019, justo antes de los Juegos de 2020, plagados de Covid.
Impregnaba los actos un espíritu democrático mientras los miembros de esta resistencia francesa hablaban con periodistas y transeúntes. El Comité Olímpico Internacional, que ha alquilado el Hotel du Collectionneur por la friolera de 22 millones de euros, no está a la altura de este espíritu. Según el periodista y observador olímpico alemán Jens Weinreich, el COI ha prohibido a los reporteros la entrada al recinto, algo inédito en decenas de años. El COI se ha convertido en un bastión del autoritarismo con el actual presidente Thomas Bach, justamente lo que los franceses han rechazado en las urnas. Pero los trabajadores del hotel no dejan que el COI viva en una burbuja. La víspera de la ceremonia inaugural organizaron una huelga para exigir aumentos salariales. Su sindicato, la Union Départementale CGT Paris, tuiteó: «No podemos esperar a que los trabajadores del mundo descubran nuestra manera francesa de hacer huelga».
¿Que empiecen los Juegos? Han empezado ya.
The Nation. Traducción: Lucas Antón para Sinpermiso.