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Europa :: 10/07/2007

Atentado de Lockerbie: La aparente ingenuidad de The Observer

Red Voltaire
El semanario británico The Observer analiza un "nuevo giro" del proceso jurídico contra Ali Al-Meghari, sospechoso de haber organizado el atentado de Lockerbie, que causó la muerte de 270 personas en Escocia el 21 de diciembre de 1988.

El supuesto giro, en realidad, no es tal. Lo que sucede es que los expertos llamados a prestar testimonio ante el tribunal acaban de reconocer que el circuito impreso presentado como prueba acusatoria nunca fue objeto de los análisis reglamentarios que debían probar su utilización como parte del dispositivo detonador de la bomba.

El hecho que, hace ya cerca de 2 años, nosotros mencionábamos en estas columnas [ver abajo] el testimonio de un policía escocés jubilado que, según el New Scotsman, acusaba a la CIA de haber introducido esa prueba falsa en el caso para incriminar a Libia.

Ya en aquel entonces, para justificar su propia reputación de publicación seria, The Observer hubiera debido empezar a plantear las necesarias interrogantes. Por ejemplo, ya eliminada la sospecha sobre Libia, ¿qué intereses podían beneficiarse con ese atentado? ¿Con qué objetivo podría la CIA haber tratado de desviar la atención de los jueces de manera tan manifiesta?

Estas revelaciones corroboran además la tesis del ex espía estadounidense Lester K. Coleman, quien, en su libro Trail of the Octopus, documenta la implicación de la DIA (Defense Intelligence Agency, la agencia de inteligencia militar de Estados Unidos) y de la DEA (Drug Enforcement Agency, la agencia estadounidense antidroga).

Sin embargo, es probablemente por razones políticas, como el reciente viaje de Tony Blair a Libia y la subsiguiente obtención de un jugoso contrato petrolero para BP, que ahora resulta urgente limpiar a Libia de toda culpa sin buscar por ello a los verdaderos culpables.


Lockerbie: hacia una reapertura de la investigación

El 21 de diciembre de 1988, el vuelo 103 de la Pan Am explotaba en pleno vuelo sobre Lockerbie (Escocia), causando la muerte de 270 personas, de ellas 189 ciudadanos de los Estados Unidos. A ello siguió la más importante investigación criminal de la historia del Reino Unido. En definitiva, el atentado se atribuyó a Ali Al-Meghari, un oficial de los servicios de inteligencia libios. El general Khadafi fue estigmatizado como el jefe del terrorismo internacional, o también como un mercenario al servicio de los ayatolás iraníes.

Libia, que fue condenada a diversas sanciones por el Consejo de Seguridad, terminó aceptando extraditar a Ali Al-Meghari quien fue juzgado por un tribunal británico, en el territorio neutral de Holanda, y condenado a cadena perpetua el 31 de enero de 2001.

Sin embargo, sus abogados acaban de reclamar la revisión de su proceso. Según el News Scotsman del 28 de agosto de 2005, añadieron al expediente el testimonio por escrito de un alto responsable de la policía escocesa hoy retirado, quien certifica que el fragmento de detonador que había desempeñado el papel de principal pieza de convicción había sido en realidad aportado por la CIA para acusar a Libia. Ese testigo sorpresa deberá responder ante la justicia sobre las razones por las cuales mantuvo el secreto durante tanto tiempo sobre los elementos en su posesión.

Así, un asunto que se creía resuelto se convierte en un misterio 17 años después de los hechos. En aquel entonces se habían estudiado otras pistas, principalmente la de un atentado organizado por la propia CIA.

 

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