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Europa :: 08/04/2025

'ReArm': Belicismo en Europa

Barbara Spinelli
El canciller aleman designado Merz no esperó a que sus colegas de la UE anunciaran su propio plan de rearme. Los aliados socialdemócratas, la 'izquierda' y los Verdes están de acuerdo

Es necesario aclarar el Plan Rearme-Europa, rebautizado como Readiness 2030 por iniciativa de la ultraderechista italiana Meloni y del 'socialista' español Sánchez y que en esencia sigue siendo lo que es: la instauración de una economía de guerra gracias a la cual los Estados europeos movilizan 800.000 millones de euros contra los dos «enemigos estratégicos» que son Rusia y China, además de Corea del Norte, Irán y partes no especificadas de África (mayormente ex-colonias francesas).

La palabra ReArm desaparece del título, pero no del texto, escrito por dos bálticos neo-fascistas: la estonia Kaja Kallas, Alta Representante de Política Exterior, y el lituano Andrius Kubilius, Comisario de Defensa.

Según el Libro Blanco de la UE, las amenazas rusas y chinas son múltiples: "la libertad de acción en el aire y el espacio" está en peligro; "Las amenazas híbridas están creciendo, con ciberataques, sabotajes, interferencias electrónicas en sistemas de navegación y satélite, campañas de desinformación, espionaje político e industrial, y la instrumentalización de la migración."

Como en los tiempos de la guerra antiterrorista global contra Al Qaeda desatada por EEUU tras el ataque de 2001 (pero concebida años antes), el enemigo existencial "amenaza nuestra forma de vida y nuestra capacidad de elegir nuestro futuro a través de procesos democráticos". ¿Que estilo? Si se trata de un estilo basado en la justicia social y el pluralismo de ideas, el rearme lo cuestionará: el bienestar se reducirá aún más y el llamado modo de vida será confiado al aparato militar-industrial.

En cuanto al uso de la desinformación por parte de Rusia y China, sería mejor actuar con cautela. Describe una "China autoritaria que extiende su poder sobre nuestras economías y sociedades" e ignora la inmensa red de influencias/interferencias occidentales en el mundo. Para los partidarios de ReArm Europe -un término sin sentido: el Estado europeo no existe, así que cada uno lo hará por sí mismo- la interferencia rusa o china es una guerra híbrida, mientras que la interferencia occidental global se llama poder blando, incluso cuando derroca gobiernos democráticos como en Ucrania en 2014, con dinero y violencia, o deslegitima resultados electorales que no están alineados con la OTAN, como el de Rumanía en diciembre de 2024.

El orden que hay que defender es el "orden basado en reglas" que desde el fin de la Guerra Fría ha violado todo el derecho internacional en defensa de una única regla: la dominación unipolar estadounidense del planeta, que también ha fracasado. Las dificultades que enfrentamos -migraciones, desinformación- nunca tienen su origen en casa. Son bombas lanzadas desde fuera contra el inmaculado y gentil Occidente. "Las fábricas rusas producen millones de noticias falsas cada día", advierte Roberto Benigni (el actor de la temible 'La vida es bella').

Pero la cuestión central es otra. El Plan de Rearme desintegrará la Unión de formas que no son inmediatamente perceptibles, pero que ya son evidentes: de hecho, sólo hay un Estado que hoy puede ampliar la deuda más allá de toda medida, asumiendo las enormes sumas destinadas al rearme y a las infraestructuras (1 billón de euros): y ese es Alemania. La mayoría de los demás, incluidos Roma y París, están tan endeudados que la UE, si va demasiado lejos, corre el riesgo de declararse en quiebra. También corre ese riesgo al persistir en armar la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, justo cuando Trump intenta hacer la paz, injusta como todas las paces, con Zelensky y Putin.

Macron promete protegernos con armas nucleares, pero tiene pocas: con 290 ojivas contra 6.000 rusas no se puede crear el equilibrio de disuasión. Además, el presidente no sabe lo que dice, vende la piel del oso sin haberlo atrapado: el próximo jefe de Estado, en 2027, será un nacionalista. Marine Le Pen, si puede presentarse y gana, quiere inscribir en la Constitución la soberanía inalienable de la bomba atómica.

LA NUEVA SUPREMACÍA DE ALEMANIA

De este modo, Alemania, que en el atlantismo original de la posguerra había que contener (Lord Ismay decía que la Alianza se había creado «para mantener a los rusos afuera, a los norteamericanos dentro, y a los alemanes debajo»), resurge con serios objetivos hegemónicos. El canciller designado Merz no esperó a que sus colegas de la UE anunciaran su propio plan de rearme, en su discurso ante el Parlamento el 18 de marzo, y lo opusiesen a una agresión rusa que se consideraba segura e inminente contra los alemanes y el resto de Europa. Los aliados socialdemócratas y los Verdes, que son los primeros que desprecian a la Rusia "de Putin", están de acuerdo. En la votación más sensible, el 21 de marzo en la Cámara Baja de los Länder, Linke ("Izquierda") votó a favor, con la excusa de que una parte de los fondos de la deuda irán a parar a los gobiernos estatales en los que participa.

Hablar de abandonar la austeridad porque se está superando el techo de la deuda es la mitad de la verdad. El giro alemán destrozará aún más a Europa. Mientras tanto, Merz destinará menos fondos al aumento del salario ciudadano (Bürgergeld) y a la integración de los inmigrantes. Por último, impondrá el silencio de la UE sobre las guerras de exterminio del régimen israelí en Palestina.

Es la confirmación de la revolución mental iniciada por Scholz con el «cambio de época» anunciado en 2022 en materia de defensa (100.000 millones de euros, tres días después de la intervención rusa en Ucrania) y ampliado al máximo por Merz.

Así termina una larga era de la nación alemana y en particular de su socialdemocracia, que vuelve a sus orígenes prenazis de Weimar, cuando el ministro de Defensa socialdemócrata Gustav Noske reprimió varias insurrecciones sociales y dejó miles de comunistas muertos, entre ellos Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht ("Si hace falta un sabueso, un Bluthund, aquí estoy").

El rearme de Merz es la culminación de un largo proceso que comenzó con la supremacía económica y financiera alemana, que impuso las restricciones del Pacto de Estabilidad en 1997, y luego se volvió contra Grecia, humillando a un país miembro como nunca antes había sucedido en la UE. El acontecimiento sigue siendo calificado como un "gran éxito del euro" y de todo lo que sea necesario. Los griegos votaron en referéndum contra las medidas de austeridad de la UE (privatizaciones y recortes sociales). Los silenciaron como si no hubieran votado.

La regresión alemana es espectacular, comparada con los años 60 y 70 del siglo pasado. La experiencia de Willy Brandt, que tras años de atrincheramiento antisoviético construyó la distensión -la Ostpolitik- que condujo a la Conferencia sobre Seguridad Europea de Helsinki de 1973-1975, está siendo sepultada. El Acta Final de la Conferencia obligó a los firmantes, incluidos los EEUU y la URSS, a respetar las fronteras, a resolver los conflictos pacíficamente, a no interferir en los asuntos internos de cada uno y a defender los DDHH.

Si la ley hubiera durado, habría reemplazado a la OTAN cuando el Pacto de Varsovia y la URSS se disolvieron en 1991. Los occidentales habrían protegido a las minorías rusas en la Europa postsoviética (en el Báltico, Ucrania, Georgia). No lo hicieron. La lengua y los derechos de los rusos son pisoteados hoy en Kiev como en los países bálticos: el 25% de la población letona es rusa, y lo mismo puede decirse del 24% de los estonios y del 4,5% de los lituanos.

Si no se resuelve la cuestión de la diáspora rusa, será difícil afirmar que Moscú atacó en 2022 sin haber sido jamás provocada, después de 14 ampliaciones de la OTAN y ocho años de guerra de Kiev contra los rusos y los rusófonos en el Donbass (14.000 muertos).

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