Bolsonaro alimenta el caos para justificar un golpe militar
Tras la victoria de Lula da Silva, miles de seguidores del aún presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que aún hoy se niegan a aceptar la derrota, pidieron en las calles y frente a cuarteles del Ejército la intervención militar y la anulación de los resultados de las elecciones, incluso haciendo el saludo nazi.
La derrota de la ultraderecha en las elecciones presidenciales del último domingo, que fue la batalla central de la guerra fascista-ultraderechista para perpetuarse en el poder, no significa que renuncien a continuar la guerra contra la democracia y el estado de derecho.
Las manifestaciones se registraron en 24 estados de Brasil y la Policía supuestamente investiga a grupos de seguidores de Jair Bolsonaro que hicieron el saludo nazi. Sus seguidores no aceptaron la derrota del domingo pasado, y decidieron manifestarse en contra de la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, prevista para el primero de enero de 2023.
La negativa de Bolsonaro a aceptar la victoria de Lula es fundamental para la estrategia de desestabilización del futuro gobierno de Lula-Alckmin y para mantener el ambiente de conflicto, inestabilidad y malestar, pese a las advertencias de los gobiernos estadounidense y europeo de seguir los caminos democráticos. Es más. Ya no hablan con Bolsonaro, sino que tratan los distintos temas –políticos, comerciales, ambientales, de integración- con Lula, que asumirá el primer de enero.
“Los actuales movimientos populares son fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia por como se dio el proceso electoral”, dijo Bolsonaro el martes en un discurso breve pero cuyo objetivo central era el de deslegitimar la victoria de Lula y deflagrar una movilización permanente y violenta en contra del resultado de las elecciones y de combate a las reglas democráticas.
A los cortes de carreteras que llevan adelante camioneros y simpatizantes de Bolsonaro en decenas de ciudades desde el lunes se sumó el pedido de los ultraderechistas de una intervención militar, lo que implica un acto inconstitucional y un ataque a la democracia.
Manifestantes bolsonaristas haciendo el saludo nazi en São Miguel do Oeste, Santa Catarina, el 1 de noviembre de 2022.
Lo cierto es que nunca tuvo nada que ver con la democracia. Bolsonaro defiende la dictadura, la tortura, los torturadores y a los sanguinarios dictadores, mientras desde el gobierno alimenta el accionar de bandas fascistas para crear el caos permanente que decida a los militares a tomar el poder.
El vicepresidente general Hamilton Mourao negó que se esté gestando un golpe y señaló que hará oposición a la administración de Lula y la centroizquierda, para garantizar el regreso al poder en 2026.
Piden golpe, pero…
Mucho se habla de golpe: lo piden a los militares millares de personas a lo largo y ancho del país, pero la realidad es que debido al desastre del gobierno y al aislamiento político y social -a nivel nacional e internacional- Bolsonaro y los líderes conspirativos de las Fuerzas Armadas han perdido las condiciones para proceder con el plan golpista concebido originalmente hace varios años, mucho antes de las elecciones de 2018.
La última y más reciente articulación para perpetrar un golpe de Estado contra la institucionalidad fue el miércoles inmediatamente anterior a la votación, 26 de octubre, cuando el Alto Mando del Ejército se opuso a la propuesta de Bolsonaro y los generales Luiz Eduardo Ramos, Braga Netto, Villas Bôas y Augusto Heleno de postergar la elección.
Ni Bolsonaro ni el núcleo duro de los mandos militares lograron asimilar la victoria de Lula, ni con palabras ni con gestos. El aún presidente afirmó su “indignación y un sentimiento de injusticia por cómo se desarrolló el proceso electoral”, razón que legitimaría el motín fascista que bloquean las carreteras en todo el país y amenaza con el riesgo de escasez de combustibles.
En Santa Catarina el Grupo de Apoyo al Combate de Organizaciones Criminales de la Policía registró en un vídeo a un grupo de bolsonaristas haciendo el gesto nazi “Sieg Heil”. Vestidos de amarillo, azul y verde, los colores de la bandera nacional, se expresaron también cantando el himno nacional y portando insignias de Israel.
CLAE