lahaine.org
Medio Oriente :: 07/09/2007

Bush empuja a la guerra entre Israel y Siria

Michel Warschawski
Nubes de guerra oscurecen el cielo de Asia del Oeste y los titulares de los periódicos anuncian una confrontación militar inminente entre Israel y Siria.

Estas últimas semanas, en Galilea, se ha podido ver largos convoyes de blindados subir hacia el norte, y en los altos del Golán, divisiones de blindados terminan importantes maniobras que fueron abundantemente cubiertas por los medios locales e internacionales.

¿Quién puede estar interesado en el desencadenamiento de tal guerra?

El presidente Bashar al-Assad ha declarado en numerosas ocasiones que Siria no quería la guerra y, efectivamente, se dice dispuesto a negociaciones de paz inmediatas con Israel. Según fuentes extranjeras, ha habido ya discusiones oficiosas desde hace algunos meses. Cualquier analista de las situaciones local y regional puede confirmar que Siria, que intenta desesperadamente salir de la lista del “eje del mal” establecida por la administración neoconservadora estadounidense, no tiene ningún interés en tomar la iniciativa de una guerra contra Israel, a pesar de que el estado judío ocupe, desde hace cuatro decenios ya, los altos del Golán sirios.

Los diplomáticos europeos han hecho saber al gobierno israelí que el presidente Assad no preparaba ninguna guerra y no quería ninguna guerra contra Israel y, lo que es interesante, las estimaciones de los servicios de información militar israelíes acaban de confirmar esta opinión. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, no está tampoco interesado en una guerra, sabiendo bien que, al contrario que en el pasado, todo estado árabe posee los medios operativos para golpear el territorio de Israel y su población. Olmert no es muy astuto, pero tiene la suficiente memoria para recordar la capacidad de represalias de Hezbollah de hace un año. Y sea cual sea la potencia de Hezbollah, Damasco puede multiplicar sus efectos por 20, incluso más: cada ciudad de Israel puede convertirse en un objetivo para los misiles de medio alcance sirios si Israel se lanza a una guerra. Si los dos protagonistas parecen particularmente poco inclinados a una confrontación militar, ¿porqué entonces esta guerra parece más inminente que nunca?

Porque hay un tercer elemento, que tiene mucho poder en nuestra región, una influencia determinante y una relación estructural con las élites dominantes en Israel: es la administración neoconservadora de Washington.

Aunque una mayoría entre los dirigentes americanos da la espalda a la estrategia de “guerra preventiva mundial permanente” (un giro confirmado por el informe Baker-Hamilton establecido por una comisión independiente copresidida por un demócrata y un republicano), la pequeña banda de neo-cons que rodean a George W. Bush, y apoyada por el lobby cristiano fundamentalista, no está de acuerdo en un cambio estratégico así: la reacción del presidente estadounidense tras el informe Baker-Hamilton es extremadamente reveladora: lo ha descartado públicamente, decidiendo enviar inmediatamente más soldados a Irak y elevar la voz contra Siria. Se puede razonablemente suponer que en los dos próximos años de su administración, Bush tendrá la posibilidad de poner en práctica su filosofía político-teológica de la guerra preventiva contra las fuerzas “satánicas” del Islam.

Durante decenios, la superpotencia EE.UU. no ha tenido una dirección tan ofensiva, ignorante y fanática como la de la administración actual, dotada de una visión del mundo que tiene más que ver con clichés ideológicos que con análisis concretos de la realidad en el mundo. En la filosofía política supersimplista de los neocons, no se encuentra ningún matiz ni contradicción menor: el mundo está dividido en dos: los buenos, es decir la civilización llamada judeo-cristiana, representada por la democracia americana (con la mayor disparidad entre ricos y pobres del mundo occidental) y los malos, es decir “los musulmanes”, siempre definidos como fundamentalistas y terroristas.

Bush parece ignorar que existen tensiones entre chiítas y sunnitas, que un gobierno musulmán dirige un país que se encuentra entre los aliados más importantes de Washington en Europa (Turquía), y que uno de los regimenes musulmanes más fundamentalistas es el socio clave para la estrategia estadounidense en el Golfo arabo-pérsico (Arabia Saudita). Y la retórica de la administración EE.UU. es de un chauvinismo amenazador que globaliza a ultranza.

Durante los dos años que le quedan, la administración primitiva y fundamentalista podría convertirse en dramática y hundir al mundo en un caos sangriento. Tras el fracaso americano en Irak, la frontera sirio-israelí podría encontrarse en primera línea para tal guerra, precisamente debido a la presencia de los halcones neoconservadores en el corazón mismo de los centros de decisión israelíes, que comparten los objetivos estratégicos de Bush. En primer lugar, Ehud Barak, que es actualmente ministro de Defensa y uno de los principales ideólogos de la estrategia: “Aquí no tenemos interlocutor, no habrá paz”. Barak es un peligroso aventurero que cree que lo que no puede ser obtenido por la fuerza militar puede serlo con más fuerza militar aún, y prepara en este momento al ejército israelí para una ofensiva contra Siria. Luego, está Benjamín Netanyahu, el arquetipo de los neoconservadores israelíes. Podría muy bien convertirse en el próximo primer ministro israelí, con las próximas elecciones que serán, sin duda alguna, anticipadas.

En uno de los escenarios más clásicos, Israel será, una vez más la vanguardia armada en la guerra de Washington. ¿No es para eso para lo que la administración estadounidense acaba de votar un proyecto de ley concediendo 30 millardos de dólares para el presupuesto militar israelí (y no civil) para los 10 próximos años?. Hace un año, Israel recibió dinero y no lo ha utilizado. A pesar de las presiones de los neocons, Ehud Olmert ha preferido mantenerse alejado del Líbano tras su fracaso de Julio. Los neocons no permitirán que esto se repita: como en una serie mafiosa barata de Hollywood, Dick Cheney le dice hoy a Olmert: “¡Tenéis el dinero, ahora tenéis que hacer el trabajo, y no me vengáis a molestar con lo que eso va a costar a vuestra gente!”. Y el pueblo de Israel va a tener que pagar el precio: según el controlador de las finanzas del estado de Israel, la mayor parte de las carencias que se manifestaron en la última guerra contra el Líbano en el tema de la protección de la población civil israelí no han sido subsanadas. Pronto, civiles israelíes morirán por causa de la cruzada fundamentalista cristiana, decidida en la Casa Blanca.

19 de agosto de 2007 – Alternative Information Center
Traducción: Alberto Nadal

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal