Candidaturas

Quienes tienen más chances electorales se inscriben en el consenso de respetar el acuerdo con el FMI, sostener políticas de saqueo y precarización laboral y de alinearse, en la disputa geopolítica, con EEUU.

Por el lado del oficialismo, Frente de Todos (peronista), la despedida de Cristina parece haber avalado la fórmula Massa-Wado de Pedro, que desde hace bastante tiempo circulaba como probable. La candidatura de Sergio Massa a quien en numerosas oportunidades referentes kirchneristas calificaron como “el chico de la Embajada” (de EEUU), es un sapo difícil de tragar. Sin embargo, el kirchnerismo en general y Cristina en particular avalaron que se convirtiera en Super-ministro, y sus últimas acciones de gobierno le reconocen haber agarrado la “papa caliente” de la economía, y su hiperactividad, más que sus resultados para contener la inflación.

Más cercano al “Albertismo” y a los gobernadores del interior, ha empezado a presentarse en público la dupla Daniel Scioli y Victoria Tolosa Paz. Scioli es un empresario absolutamente pragmático, mucho más interesado en los negocios que en la política y que ya mostró sus cartas desempeñándose como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Tolosa Paz llegó al Ministerio de Desarrollo Social impuesta por el Presidente Fernández, y no ha podido revalidar su supuesta “sensibilidad social”. Por el contrario, ha protagonizado un fuerte enfrentamiento con el conjunto de las organizaciones piqueteras [por eliminar planes sociales].

La retirada de Cristina ha acentuado la atención en el Gobernador Kicillof, que parece contar con posibilidades de ser reelecto. Este dirigente fue presionado para que se transformara en candidato a Presidente, pero no parece interesado en poner en riesgo una estructura tan importante como la Provincia de Buenos Aires, que puede servir de refugio a muchos funcionarios que pueden caerse del Estado Nacional. Incluso el propio Kicillof ha abierto la posibilidad de despegar las elecciones provinciales de las presidenciales.

Por el lado de Juntos por el Cambio [derecha], se especula que finalmente se concluirá en una PASO donde se enfrenten Horacio Rodriguez Larreta y Patricia Bullrich.

El actual Jefe de Gobierno de Buenos Aires se mostrado en dos gestiones de la administración porteña como un político que combina una gran vocación por los negocios, enorme capacidad para proveerse de un blindaje mediático, y mucha habilidad para negociar alianzas y fragmentar opositores. Larreta, que también fue socio de Massa, ahora tiene acuerdos con el radical Gerardo Morales y es el personaje ideal para concretar la instrucción del embajador norteamericano de armar una alianza de los partidos más grandes que garantice la gobernabilidad.

Patricia Bullrich sintoniza más con el votante del PRO, fervorosamente antiperonista y partidario de “poner orden”, desvalorizando o reprimiendo cualquier tipo de manifestación popular. Ha tejido lazos y hecho negocios con políticos y empresarios israelíes, y miembros del Partido Republicano de EEUU. Cuenta con el apoyo de Macri y los sectores más racistas y clasistas del círculo rojo de los grandes empresarios. La candidatura de Bullrich se ha visto afectada por el mayor peso tomado por Milei [ultraderecha]. Sus operadores temen que en las PASO, Milei les reste votos, pero aseguran que si entran en ballotage con el Frente de Todos, va a sumar los votos de Avanza Libertad.

Javier Milei se ha convertido en un extraño fenómeno político, porque sin más estructura que el apoyo mediático ha ido creciendo en las encuestas y hoy se ubica cercano a Juntos por el Cambio y al Frente de Todos. Algunos analistas lo comparan con Bolsonaro, pero el brasileño llegó a articular una base social con las comunidades evangélicas y sectores de la policía y el ejército. Milei ha sabido capitalizar el rebrote individualista que promovió el neoliberalismo y la frustración de sectores que se están cayendo de la clase media. Da la impresión que el círculo rojo y la Embajada de EEUU le reconocen a Milei su aporte para correr la agenda política del país hacia la derecha, pero que no avalan su candidatura porque no garantizaría gobernabilidad.

Las candidaturas del FIT [izquierda], tienen a su favor que sus diputados han mantenido posturas coherentes, han denunciado el acuerdo con el FMI, y han acompañado numerosos conflictos sociales. Pero también es evidente que no han conseguido articular una respuesta política que capitalice la bronca popular. Enfrentados a la posibilidad de sintetizar una candidatura única, parecen no haberlo logrado y lo más probable es que la fórmula que impulsa el PTS ( Bregman-Vilca), compita en las PASO con la que impulsa el Partido Obrero y el MST (Solano- Ripoll).

Con un menú electoral restringido a candidaturas que se inscriben con claridad en el consenso de respetar el acuerdo con el FMI, sostener políticas de saqueo y precarización laboral y de alinearse en la disputa geopolítica con EEUU, y a propuestas como la del FIT, que se autolimitan en la refirmación de su identidad (y sus diferencias internas), la decisión de a “quién ponerle el voto” será una elección difícil para muchas argentinas y argentinos.

Esa falta de expectativas han empezado a expresarse en las elecciones provinciales, por medio del voto en blanco o la abstención electoral. Apuntando a llenar esos espacios vacíos y a esos votantes, hoy otras fuerzas políticas intentan armar propuestas de apuro, que solo parecen sustentadas en la astucia de algunos dirigentes. Llegan a ese lugar, después de que se les acabó el juego político en iniciativas que apostaban a otros proyectos. Esta realidad no invalida la existencia de los espacios vacíos, y de los votantes sin candidatos, pero refirma que deben ser ocupadas por construcciones sólidas de mediano y largo plazo, con preocupaciones y prácticas que excedan, en mucho, las convocatorias electorales.

www.tramas.ar