Colombia: una elección histórica de alto impacto para EEUU y la región
Este 29 de mayo, Colombia está a las puertas de una elección histórica, en la cual por primera vez un candidato progresista podría ser presidente del país. Más de 39 millones de electores podrán elegir y según todas las encuestas el primer lugar sería ocupado por Gustavo Petro, del Pacto Histórico, una coalición de partidos de centroizquierda, movimientos sociales, dirigentes de otros partidos, como el Liberal.
La pregunta es si obtendría el porcentaje necesario de más de 50% para ganar en primera vuelta, o si debería ir a una segunda vuelta el 19 de junio. La pregunta siguiente es a quien enfrentaría Petro. El panorama hasta fin de abril marcaba que un balotaje sería contra Federico Fico Gutiérrez, exalcalde derechista de Medellín, con vínculos con el exnarcopresidente Álvaro Uribe, pero las últimas semanas mostraron el ascenso en tercer lugar de Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, con un perfil de outsider y discurso anticorrupción, apodado el Trump criollo en las redes sociales de Colombia.
El crecimiento de Hernández vino acompañado de otro dato: tendría más posibilidades que Gutiérrez frente al Pacto Histórico en una segunda vuelta. Comenzaron entonces a abrirse diferentes especulaciones acerca de cuál sería mejor candidato para derrotar a Petro, y, en consecuencia, por quién apostar en las urnas.Como muestran las encuestadoras, Colombia pide mayoritariamente un cambio, terminar con el actual statu quo, algo que pudo verse en el estallido social de 2021 y puede percibirse en conversaciones en las calles en los días previos a las elecciones.
Las calles y los cierres de campaña
Se vive un clima electoral en las calles de Bogotá, capital de Colombia. La campaña no genera indiferencia y son muchos quienes se preguntan por quién votar. "Todos hablan de Petro, algunos para votarlo, otros porque le tienen miedo", dice un taxista que maneja el tradicional taxi de color amarillo por la zona sur de la ciudad.
Vista de la capital, Bogotá.
Muchos ven en Petro la oportunidad de cambiar el país: "La elección profundiza el punto de quiebre alrededor de la discusión de lo que debería ser una vida digna en el país. No significa que un posible gobierno progresista vaya a significar las grandes transformaciones, pero sí genera un cambio en la concepción de lo que debería significar un territorio, las ciudades, el barrio, el campo", explica Pilar Lizcano, integrante del movimiento social Ciudad en Movimiento, que, como muchos jóvenes, se moviliza por la victoria del Pacto.
La derecha reconoce la necesidad de cambio que se vive en el país, y su estrategia ha sido la de generar miedo alrededor de lo que podría significar un Gobierno de Petro: "Necesitamos generar un cambio, pero para mejorar, no un cambio que signifique un salto al vacío sin paracaídas, como ya les ocurrió a otros países de la región", señaló Fico Gutiérrez en referencia al candidato progresista.
El domingo 22 tuvo lugar el último acto de campaña con Petro y Márquez en la Plaza Bolívar de Bogotá, con mucha juventud, y nuevamente un dispositivo de seguridad antibalas. En simultáneo Gutiérrez cerró su campaña en Medellín, y Hernández en la ciudad de Piedecuesta, vecina a Bucaramanga (ciudades donde la poca participación no se nota tanto).
Las fotografías del último domingo de campaña mostraron a un país con grandes niveles de movilización en el marco de una elección antecedida no solamente por las protestas del año pasado, sino también por las de 2020 y 2019. En esas marchas, así como en esta campaña, algo quedó en evidencia: una parte del país quiere terminar con el uribismo, asociado, al actual narcopresidente Iván Duque, al exmandatario Álvaro Uribe, a un modelo de gobierno, economía y violencia.
Antiuribismo y amenazas
Uribe resultó electo presidente hace 20 años, en 2002, y gobernó hasta el 2010, para dejar como sucesor a su exministro de Defensa, Juan Manuel Santos, con quien se enfrentó respecto al acuerdo de paz, firmado por este último con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en el año 2016.Santos, presidente entre 2010 y 2018, fue seguido por Duque, del Centro Democrático, partido del uribismo.
El actual presidente termina su mandato con cerca de 70% de desaprobación, y esa baja popularidad es parte de la crisis que enfrenta el expresidente y hombre fuerte de Colombia, acusado de delitos de soborno, fraude procesal, así como de su responsabilidad en los llamados falsos positivos, es decir los asesinatos cometidos por el Ejército contra civiles haciéndolos pasar por guerrilleros durante su mandato.
El uribismo llegó así en malas condiciones a la contienda del 2022. Su candidato, Óscar Zuluaga, declinó de su aspiración tempranamente y llamó a votar por Gutiérrez, por lo que el Centro Democrático renunció a acceder de manera directa a la presidencia. La baja popularidad del espacio político se tradujo en que el mismo Gutiérrez afirmó no ser parte del uribismo y, al contrario, ser un candidato enteramente independiente.
Apoyo a la candidata a vicepresidenta por el Pacto Histórico, Francia Márquez.
El antiuribismo se conformó así en un elemento de la contienda. Eso, junto a la expectativa por Petro explican el primer lugar en las encuestas del candidato del Pacto Histórico. Una victoria suya significaría el ascenso del primer Gobierno progresista de la historia de Colombia, y podría abrir, según Lizcano, "un cambio de periodo y lo que puede significar en términos económicos, políticos, sociales, culturales, porque acá siempre ha gobernado la derecha".
El uribismo, ante esa amenaza de derrota, redobló en los últimos el cuestionamiento al proceso electoral y su fiabilidad. La senadora del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, puso, por ejemplo, en duda las empresas contratadas por la Registraduría, y el expresidente Andrés Pastrana (1998-2002) sostuvo que existió un fraude en las elecciones legislativas de marzo a favor del Pacto Histórico, y atacó al registrador afirmando que "no constituye garantías para unas elecciones limpias".
Las declaraciones provocaron alertas en numerosos sectores. "Hay que ponerle mucha atención a los resultados, la derecha no se va a quedar quieta, el uribismo no se va a quedar quieto, ni la oligarquía, y se buscará atacar a la posibilidad de un proyecto de un gobierno progresista por todos lados y de distintas las maneras", señala Lizcano.
Biden y la OTAN, pendientes del resultado electoral en Colombia
El país tiene un lugar central para la política estadounidense en la región, algo que el presidente Joe Biden ratificó al firmar el lunes 23 de mayo el memorándum para designar a Colombia como "aliado principal fuera de la OTAN". El resultado del domingo 29, así como en una posible segunda vuelta, guarda entonces una importancia mayor para Washington, que mira de cerca lo que sucede en el principal país productor de cocaína del mundo.
Para el país sudamericano un Gobierno progresista podría significar, a su vez, más condiciones favorables para el fortalecimiento de los instrumentos de integración latinoamericanos, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), fundada en 2011, que incluye a los treinta y tres (33) países de América Latina y el Caribe menos EEUU y Canadá, agrupa 600 millones de habitantes y es actualmente presidida por el Gobierno de Argentina. Colombia, con el primer presidente progresista, podría dejar atrás una política exterior que mira exclusivamente a EEUU, y ser parte activa de la integración continental.
Los últimos días están marcados por preocupaciones acerca de lo que pueda pasar. El Pacto Histórico, que realiza campaña bajo amenazas, denunció que el uribismo busca destituir al registrador nacional del Estado Civil, Alexander Vega Rocha, máxima autoridad electoral, lo que abriría un escenario de crisis político-electoral, en el marco de una contienda que ya comenzó a partir del lunes 23 fuera de Colombia.
La tensión es grande con las cifras alarmantes de asesinatos de líderes sociales y de DDHH, así como de masacres, que ya ascienden a 44 en lo que va del año. El impacto de una victoria de Petro guarda implicancias no solamente en Colombia, que pide un cese de la violencia política sistemática, sino también a nivel internacional, tanto en EEUU como en América Latina.
Sputnik / La Haine