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Colombia :: 26/03/2020

Como anillo al dedo

Renán Vega Cantor
El coronavirus oculta el fraude electoral en las elecciones presidenciales, asunto que ya se había denunciado

A la memoria de Fabián Alonso Ramírez (1996-2020), mi alumno del programa de Ciencias Sociales de la UPN, cuya joven vida se apagó por el sectarismo y la intolerancia de un nuevo tipo de fundamentalismo.

La pandemia mundial de Coronavirus ha servido para desviar la atención de los graves problemas del régimen de Iván Duque (Uribe III), cuya ilegitimidad era hasta hace pocos días incuestionable. Sin embargo, de la noche a la mañana todo se ha volcado en dirección del Coronavirus, lo que ha sepultado en la práctica los graves asuntos de la sociedad colombiana, como se evidencia con la masacre infame llevada a cabo en la Cárcel Modelo de Bogotá, en donde el asesinato de decenas de detenidos no ha tenido ninguna repercusión mediática y, sin ninguna perspectiva crítica se ha aceptado la versión oficial, la única voz que se ha escuchado, y se asume como si fuera cierto que se impidió una fuga masiva de presos. Nadie menciona las razones que explican la protesta en las cárceles de Colombia, donde los detenidos soportan infrahumanas condiciones de hacinamiento, maltrato y tortura. En la versión oficial y la de los medios, inoculados por el virus de la desinformación, es como si los presos en Colombia vivieran en hoteles de cinco estrellas de los que, sin razón alguna, se quieren ir, porque desagradecidos sí que hay en la vida.

Guardando las proporciones históricas, el uso del Coronavirus para desviar la atención por parte del régimen de Duque y sus áulicos de los medios de desinformación ha tenido un impacto similar al que tuvo la avalancha de Armero con respecto a la masacre del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. Justamente, ocho días exactos después de la carnicería llevada a cabo por las Fuerzas Armadas en el centro de Bogotá, la desaparición física de la población de Armero (en el Departamento del Tolima) en donde murieron unas 25 mil personas, sirvió para ocultar por años la magnitud del crimen de Estado perpetrado en el Palacio de Justicia. Una semana después, cuando todavía se podían percibir las cenizas y oler el humo de los restos calcinados en la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, súbitamente desapareció cualquier referencia a ese brutal acontecimiento, y sobre el mismo se impuso la verdad oficial de la mentira y el silencio, y el foco de la atención se desplazó por completo hacia los infaustos sucesos de Armero, donde por supuesto tampoco nunca se quiso indagar sobre la responsabilidad estatal en el desencadenamiento de tal tragedia. Puede decirse con plena seguridad que al Estado y a las Fuerzas Armadas les cayó como un anillo al dedo lo de Armero para que se dejara de hablar por años de lo del Palacio de Justicia y no se hicieran las preguntas incomodas sobre ese hecho criminal.

Uribe Vélez, el Ñeñe y Duque, tal y como aparecen en las redes sociales del Ñeñe. También figura la ex reina nacional María Mónica Urbina, esposa del traqueto.

Hoy vuelve a suceder lo mismo con el coronavirus, con la diferencia de que no estamos ante un acontecimiento interno, sino a uno que se originó fuera del país, pero que está siendo usado con descaro por los grandes medios de desinformación para ocultar y hacer olvidar las grandes cuestiones que carcomen al régimen de los uribeños, empezando por el fraude electoral.

El asunto más inmediato y que en forma directa cuestionaba la ilegitimidad del régimen de Iván Duque es el de la “ñeñepolítica”, otro eufemismo para referirse a la compra de votos a favor del actual inquilino de la Casa de Narquiño (por aquello de los narcos) en el Departamento de la Guajira. Este no es un acontecimiento anecdótico, es un hecho trascendental hacia el que estaba concentrada la atención mediática hasta hace unas tres semanas, pero que hoy ha desaparecido de la agenda informativa, aunque uno que otro periodista intente mantener la atención sobre el mismo.

José Guillermo Hernández fue un narco, traqueto y ganadero que murió asesinado en extrañas circunstancias en Brasil en mayo de 2019 y quienha cobrado celebridad póstuma por el descubrimiento de grabaciones, registradas por organismos del Estado, en las que habla de la compra de votos a favor del entonces candidato Iván Duque. Por supuesto, en esa compra de votos está involucrado, como no podía faltar, Álvaro Uribe Vélez, cuya asesora hasta hace unos días en el Senado,Caya Daza,es una de las que habla en las grabaciones con Ñeñe Hernández sobre la compra de votos.

Ya se empezaban a desenredar los hilos de la madeja sobre el prontuario del traqueto en mención: ganadero del César ligado a clanes criminales de la costa caribe y vinculado penalmente por el asesinato de un comerciante en el 2011; testaferro de Marquitos (Marcos Figueroa), a cuya banda de matones les servía y de la que era uno de sus empleados a sueldo, tanto que después de muerto se inició el proceso de extinción de dominio sobre muchas de sus propiedades por parte de la Fiscalía; como no podía faltar en el mundo de postín de los narcotraquetos colombianos, estaba casado con una ex reina de belleza nacional, porque es una constante que en este país todo traqueto ande con su reina; amigo cercano de “honestos e importantes” políticos colombianos (Duque, Uribe Vélez, Germán Vargas Lleras, Néstor Humberto Martínez, Francisco Santos…) con todos los cuales se tomaba fotos y las divulgaba por las redes sociales como muestra de su roce social y su pertenencia a las altas cumbres del poder; amigo estrecho de altos oficiales activos de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, quienes lo llevaban y traían en los aviones y helicópteros de la FAC con toda la normalidad del caso, asegurando que lo hacían porque el Neñe era un “conocido empresario del sector ganadero”…

La camioneta del Ñeñe Hernández, en la que se hace campaña a Duque, tal y como la presentaba el Ñeñe en sus propias cuentas de las redes sociales.

En pocas palabras, el Neñe era todo un traqueto del alto mundo del hampa criolla, que, por supuesto, se codeaba con la crema de la sociedad y de la política nacional. Y esos vínculos adquieren relevancia porque fue íntimo amigo de Iván Duque, con el que se le ve en fotos y videos departiendo amistosamente (incluso el 21 de diciembre de 2017, cuando Duque no era candidato todavía, escribió al lado de una fotografía en la que posaba con el futuro presidente: “@ivanduquemarquez, hermano para adelante, con la mano de Dios”), y una camioneta de una de las empresas del Neñe, la Gloria Ganadería, estuvo al servicio directo de la campaña presidencial de Duque en Valledupar, en la que se desplazaban los directivos nacionales y regionales de esa campaña.

Para más señas, desde el 2015 (es decir, desde antes de la campaña presidencial que “ganó” Duque), la Dijin (Dirección de Investigación de la Policia) relacionaba al Neñe con la organización criminal de Marquitos Figueroa. De tal manera, que Duque sabía quién era el Neñey nunca rechazó esa amistad y ese apoyo electoral. Y ese individuo, NeñeHernandez, como para que no quedaran dudas de su cercanía con Duque y Uribe, estuvo presente en Bogotá el 7 de agosto de 2018, durante la posesión presidencial, algo digno de resaltar, puesto que a un evento de esa índole, el recién posesionado no invita a cualquier aparecido, sino que todos los que están allí son de su círculo más íntimo y cercano. Esto muestra la proximidad entre un traqueto, el Ñeñe Hernández, y Duque, e indica la altura moral de los uribeños.

Sin profundizar en el tema, lo que se evidencian son las amistades de Duque, que son las mismas de Uribe, y forman el círculo de la Bacrin de los Uribeños, entre las que se encontraba el finado NeñeHernandez, como puede verse en las fotos y mensajes de condolencia que enviaron “grandes” políticos del país luego de su muerte en Brasil, en donde lamentan la perdida de un gran patriota que engrandeció a la empresa privada y a Colombia, que es la misma empresa privada.

De igual forma, se revelan los estrechos vínculos de un traqueto y ganadero con las Fuerzas Militares del Estado, lo que es un ejemplo palpable del carácter de las mismas, como lo evidencian sus nexos permanentes con paramilitares y empresarios, a los que siempre han defendido a sangre y fuego.

El Ñeñe compartió esta foto en sus redes sociales, en la que aparece junto a altos militares, detrás del helicóptero oficial en que lo transportaban como “Ñeñe por su casa”.

En el fondo de todo está el asunto de la ilegitimidad e ilegalidad en la elección de Iván Duque, por la compra de votos y el fraude electoral. Pero acá, por supuesto, el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos (OEA) ni siquiera se pronuncia, y mucho menos “investiga” como lo hizo en forma acelerada en Bolivia, para respaldar a nombre de un supuesto fraude electoral el golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales; para no hablar del caso de Venezuela, asediada y bloqueada por no haber realizado las elecciones tal y como lo quiere la Comunidad Internacional de Delincuentes.

En resumen, lo que se está tapando con el Coranavirus es, nada más ni nada menos, que un fraude electoral en las elecciones presidenciales, asunto que ya había denunciado Aida Merlano para el Departamento del Atlántico. Sobre el asunto nunca se hará nada, y más después del Coronavirus, si se tiene en cuenta, para completar, que el nuevo fiscal es un amigo íntimo de Iván Duque y tiene nexos directos con algunos de los involucrados en la ñeñepolítica. De acuerdo a lo anterior, a los uribeños, empezando por el desprestigiado Iván Duque, el coronavirus ha sido como una bendición divina, que les ha caído como anillo al dedo, para tapar toda la podredumbre del régimen, empezando por su ilegitimidad electoral.

El Colectivo

 

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