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Europa :: 24/09/2019

Cómo han vencido a una parte del fascismo en Grecia

Hibai Arbide
Amanecer Dorado, partido de extrema derecha griego, está vendiendo sus sedes y ni siquiera su web funciona

El movimiento antifascista ha derrotado a Amanecer Dorado. Pocas veces, se puede afirmar con tal contundencia algo así, pero Amanecer Dorado ya es historia. Su web oficial dejó de funcionar hace semanas. Las oficinas de lo que, hasta hace poco, eran sus sedes están en venta. Entre ellas, su cuartel general de la avenida Mesogeion y la sede del Pireo desde donde se coordinaron ataques durante años, incluido el que terminó con el asesinato del cantante antifa Pavlos Fyssas, conocido como “Killah P”.

Amanecer Dorado ha pasado de ser la tercera fuerza parlamentaria a no tener representación en el hemiciclo. Las elecciones recientes -europeas, municipales y legislativas- fueron desastrosas: solo obtuvieron un eurodiputado, Yanis Lagos, que se dio de baja de la organización con la intención de fundar otro partido sin mucho éxito -su presentación fue cancelada porque algunas de las personas anunciadas en el acto rechazaron participar-. Lagos fue quien dio la orden de matar a Fyssas, según las pruebas aportadas por la familia en el juicio. Lagos está, como toda la cúpula neonazi, pendiente de una posible sentencia que le podría suponer muchos años de prisión.

La derrota de Amanecer Dorado va mucho más allá de un simple batacazo electoral. Amanecer Dorado no es -no era- un partido político. Era una organización paramilitar neonazi creada a imagen de las SA hitlerianas. Las consecuencias de su desaparición van mucho más allá del parlamento. Refugiados, personas trans, izquierdistas, migrantes, personas de color… Son millones las personas que ahora caminan más tranquilas por las calles de Grecia. Este es un detalle que olvida a menudo quien compara a Amanecer Dorado con Vox o cualquier otro partido ultraconservador. Amanecer Dorado no era eso, era una estructura paramilitar que perpetró ataques organizados y sistemáticos, porque hacía un uso sistemático e instrumental de la violencia.

Igual que sus consecuencias trascienden por mucho el parlamento, las razones de su derrota hay que buscarlas más allá de la lógica electoral. Es cierto que la falta de fondos derivada de su fracaso electoral ha sido la gota que ha colmado el vaso, pero el vaso estaba a rebosar gracias al incansable movimiento antifascista que ha acosado a Amanecer Dorado por tierra, mar y aire.

Las estrategias antifascistas

En el capítulo dedicado a Amanecer Dorado del libro Epidemia Ultra: La ola reaccionaria que contagia a Europa (2019), además de un repaso histórico más profundo sobre esta organización neonazi, perfilo las cuatro líneas estratégicas con las que ha actuado el antifascismo heleno: las movilizaciones masivas, las plataformas amplias, la persecución judicial y la confrontación callejera. La clasificación solo tiene por objetivo facilitar la explicación y, por supuesto, no se trata de elegir entre ellas. Han funcionado porque se hicieron todas a la vez.

Las movilizaciones masivas han sido habituales durante el último lustro. Las calles de Atenas, Salónica y otras ciudades, se han llenado de miles de personas, muchas veces, para luchar contra el fascismo, contra el racismo, a favor de refugiados y migrantes. La fecha más obvia del calendario antifa es el 18 de septiembre, aniversario del asesinato de Pavlos Fyssas. Pero no es, ni mucho menos, el único día que ha habido manifestaciones multitudinarias.

Hay varias coordinadoras antifascistas. Se organizan por barrios y su objetivo es que, en el día a día, más allá de las citas multitudinarias, los fascistas sientan que no tienen espacio. Creen que la fuerza del movimiento no reside solo en acciones masivas y espectaculares, sino en devenir una gota malaya contra Amanecer Dorado. En todo momento, en cada barrio. Solo en 2017 y 2018, esta presión constante consiguió forzar el cierre de 32 sedes de este partido en el área metropolitana de Atenas. Convocaban manifestaciones casi cada semana en las que participaba gente de todas las edades. Solían ser manifestaciones tranquilas que no terminaban en disturbios. Organizaban charlas, pegadas de carteles, actos pequeños y puesta en marcha de comités locales. Es la parte más cuantiosa y más distribuida del movimiento. La más transversal.

Por otro lado, hay equipos de abogados que se han dedicado a coser a querellas a los líderes y a los matones nazis. Abogados que, después, han ejercido la acusación en los procesos penales contra Amanecer Dorado. En especial, en el macrojuicio que quiere demostrar que no son un partido político, sino una organización paramilitar. Un juicio que ha cumplido ya cuatro años de vistas, con la complejidad que ello implica: cientos de testigos, cientos de horas de grabaciones, miles de folios como prueba testifical, abogados dedicados de manera casi exclusiva a este juicio, organizaciones que toman acta de cada una de las sesiones, colectivos que informan puntualmente sobre cómo transcurren las sesiones, etc. Pero no solo ha sido el macrojuicio: la intención ha sido perseguirles por todos y cada uno de los ataques que han perpetrado.

Y, además, el antifascismo griego es una fuerza de choque en la calle. Una parte sustancial del movimiento ha decidido no delegar la defensa de los espacios antifascistas, ni de los barrios, en manos de una policía, que ha demostrado, muchas veces, que simpatizaba o colaboraba con los neonazis. Se convirtió en habitual la imagen de cordones de seguridad formados por cientos de militantes con cascos y bastones dispuestos a enfrentarse, cuerpo a cuerpo, con los nazis. Un ejemplo de ello es el centro social Distomo, situado en Agios Panteleimonas, la plaza que un día fue el bastión de Amanecer Dorado. Allí es donde los nazis hacían su reparto de comida “solo para griegos”, las “donaciones de sangre helena” o la clausura de los columpios para evitar que los niños griegos se mezclaran con los hijos de las migrantes. La apertura de un centro social antifascista allí se consiguió, literalmente, a hostias. Hubo peleas, enfrentamientos contra fascistas y policías, antifascistas torturados por policías que, en la comisaría, se identificaban a sí mismos como miembros de Amanecer Dorado. La expresión “sangre, sudor y lágrimas” se suele usar como metáfora. Aquí, no.

Hay otro hecho que, sin duda, influyó en que Amanecer Dorado tuviera menos presencia en la calle. Pero es algo de lo que los antifascistas no suelen hablar en público, por las implicaciones legales y éticas que plantea. El 1 de noviembre de 2013, mes y medio después del asesinato de Pavlos Fyssas, una moto se detuvo junto la sede de Amanecer Dorado de Neo Iraklio, periferia de Atenas. Dos personas con cascos se bajaron de ella y dispararon contra cuatro neonazis que estaban en la puerta de la sede. Alexandros Gerontas fue herido de bala, pero logró escapar. Uno de los cuatro consiguió meterse en la sede y salvar su vida. Yorgos Fountoulis, de 27 años, y Manolis Kapelonis, de 22, murieron en el acto.

Los asaltantes dispararon trece balas. Fue una ejecución completamente aleatoria para que el mensaje quedara claro: cualquier miembro de Amanecer Dorado sería objetivo potencial a partir de entonces, no solo los que ostentaban cargos de responsabilidad. Los autores nunca fueron identificados. Desde entonces, las sedes de Amanecer Dorado se convirtieron en fortalezas a las que entraban sus miembros, pero no lugares que congregaran a los partidarios.

Y ahora qué

La disolución de Amanecer Dorado no significa la desaparición de la extrema derecha en Grecia. Uno de los partidos ultraconservadores históricos, LAOS, se integró en Nueva Democracia y varios de sus dirigentes son ministros en el nuevo gobierno.

El ministro de agricultura, Makis Voridis, fue el secretario general de las juventudes del EPEN, el partido fascista fundado por el coronel Yorgos Papadópoulos tras la dictadura militar. Voridis coincidió allí con Nikos Mijaliliakos, caudillo de Amanecer Dorado. En la foto más conocida de Voridis de joven, en 1985, lleva un hacha durante el ataque de un escuadrón fascista a estudiantes de izquierda.

Adonis Yeoryiadis es otro de los ministros provenientes de LAOS. En su etapa anterior como ministro, durante los años más duros de la crisis, eliminó la universalidad de la sanidad pública y privó de la misma al 25 por ciento más pobre de la población.

Kyriakos Velopoulos también era dirigente de LAOS. En vez de integrarse en Nueva Democracia, fundó el partido Solución Griega. Es nacionalista, euroescéptico, proruso y cercano a la iglesia ortodoxa. Una combinación extravagante, una especie de Salvini, si no fuera porque Salvini es un hereje católico para los ortodoxos. En las elecciones parlamentarias de 2019, Solución Griega entró por primera vez en el Consejo de los Helenos, con un 3,7 por ciento de los votos y diez diputados.

Ante este panorama, elementos ultraconservadores en el gobierno e irrupción de un nuevo partido facho, hay quien ha afirmado que la desaparición de Amanecer Dorado es un simple trasvase de votos, pero la extrema derecha sigue suponiendo el mismo problema. Es un análisis completamente erróneo. Como hemos repetido, Amanecer Dorado no era un partido político ultraconservador, era una organización paramilitar neonazi. No tiene nada que ver, en este sentido, ni con Solución Griega ni con, por ejemplo, Vox. Entender los matices y las diferencias internas de la extrema derecha es fundamental. Sin un análisis riguroso del neofascismo, toda estrategia antifascista será inútil.

El espacio que ocupaba Amanecer Dorado queda huérfano. No hay, hoy por hoy, ninguna organización tan bien estructurada, tan extremista y tan bien conectada con el “Estado profundo” como lo estaba Amanecer Dorado. En el corto plazo, como mucho, se reforzarán algunos de los grupúsculos neofascistas, cuya capacidad de incidencia se limita a perpetrar atentados menores o ataques aislados.

Las victorias no caen del cielo. Esta ha costado un esfuerzo terrible y se ha pagado un precio brutal en términos de muertos, heridos y encausados por enfrentarse a los nazis. Hay que celebrarlo como merece, porque un movimiento que no reconoce ni celebra las victorias está destinado a la derrota. No pasaron; no pasarán.

La Tinta

 

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