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Medio Oriente, EE.UU., Europa :: 27/01/2025

Cómo los medios occidentales ocultan la verdad sobre la guerra de Gaza

Norman Solomon
A pesar de la cobertura excepcionalmente sesgada de la guerra de Gaza, lo más importante –lo que se siente al ser masacrado, mutilado y traumatizado– ha permanecido totalmente invisible

[Foto: Una copia de un periódico satírico, "Los crímenes de guerra de Nueva York", que se burla de la cobertura sesgada de The New York Times sobre el genocidio de Gaza, el 14 de marzo de 2024 en la ciudad de Nueva York.]

Unos días antes de que terminara 2024, la revista independiente +972 informó de que

las fuerzas del ejército israelí irrumpieron en el recinto del Hospital Kamal Adwan en Beit Lahiya, culminando un asedio de casi una semana al último hospital en funcionamiento en el norte de Gaza”.

Mientras el fuego se propagaba por el hospital, su personal emitió un comunicado en el que decía que

“los departamentos quirúrgicos, el laboratorio, el mantenimiento y las unidades de urgencias han quedado completamente quemados” y que los pacientes “corrían el riesgo de morir en cualquier momento”.

La revista explicó que “el asalto a las instalaciones médicas en Beit Lahiya es la última escalada en la brutal campaña de limpieza étnica de Israel en el norte de Gaza, que durante los últimos tres meses desplazó por la fuerza a la gran mayoría de los palestinos que viven en el área”. El periodismo de +972, en marcado contraste con la cobertura dominante de la guerra de Gaza por parte de los medios occidentales, ha brindado claridad sobre los eventos en tiempo real, situándolos en un contexto general en lugar de fragmentos episódicos.

+972 Magazine es el trabajo de periodistas palestinos e israelíes que describen sus valores fundamentales como “un compromiso con la equidad, la justicia y la libertad de información”, lo que necesariamente significa “un periodismo preciso y justo que destaque a las personas y comunidades que trabajan para oponerse a la ocupación y el apartheid”. Pero los valores operativos de los principales medios de comunicación estadounidenses han sido muy diferentes.

Algunos aspectos clave de cómo el establishment occidental ha narrado la “guerra contra el terrorismo” durante más de dos décadas fueron habituales en los medios y la política occidental desde el comienzo de la guerra de Gaza en octubre de 2023. Por ejemplo:

- El discurso rutinario evitó las voces que condenaban al gobierno de EEUU por su papel en la masacre de civiles.

- El régimen aliado de EEUU generalmente elude la responsabilidad por sus atrocidades de alta tecnología cometidas desde el aire.

- Las muertes de civiles en Gaza fueron presentadas habitualmente como no intencionadas.

- Las afirmaciones de que Israel pretendía minimizar las bajas civiles normalmente se tomaron al pie de la letra.

- La cobertura mediática y la retórica política se abstuvieron de reconocer que las acciones de Israel podrían encajar en categorías como genocidio, asesinato en masa o terrorismo.

- En general, los medios de comunicación y los funcionarios occidentales transmitieron la idea de que las vidas israelíes realmente importaban mucho más que las vidas palestinas.

Los medios occidentales han prestado una enorme atención a la guerra de Gaza, pero si han comunicado la realidad verdadera de manera apropiada es otra cuestión. La creencia o la noción inconsciente de que los medios de comunicación transmitían las realidades de la guerra terminó oscureciendo aún más esas realidades. Y las limitaciones inherentes del periodismo se agravaron por los sesgos de los medios.

Durante los primeros cinco meses de la guerra, el New York Times, el Wall Street Journal y el Washington Post en EEUU, El País y otros medios europeos, aplicaron la palabra “brutal” o sus variantes con mucha más frecuencia a los palestinos (77 %) que a los israelíes (23 %). Los resultados de un estudio de Fairness and Accuracy In Reporting (FAIR) señalaron este desequilibrio “a pesar de que la violencia israelí fue responsable de más de 40 veces de las pérdidas de vidas”. Los artículos de prensa y de opinión seguían la misma línea».

A pesar de la cobertura excepcionalmente sesgada que se ha dado en ocasiones, lo más importante de la guerra en Gaza –lo que se siente al ser aterrorizado, masacrado, mutilado y traumatizado– permaneció totalmente invisible. Poco a poco, los relatos superficiales que llegaban al público estadounidense empezaron a parecer repetitivos y normales. A medida que las cifras de muertos palestines seguían aumentando y pasaban los meses, la guerra de Gaza fue perdiendo protagonismo como tema de las noticias, mientras que la mayoría de los programas de entrevistas rara vez la abordaban.

Al igual que en el caso de la matanza mediante bombardeos, la alianza entre Israel y EEUU trató la hambruna, deshidratación y enfermedades letales como un problema de relaciones públicas. En el camino, los pronunciamientos oficiales –y las políticas que intentaron justificar– se basaron profundamente en la premisa tácita de que algunas vidas realmente importan y otras no.

El enfoque propagandístico se prefiguró para el 8 de octubre de 2023, cuando Israel estaba en estado de shock por el ataque reivindicativo de Hamas el día anterior. “Este es el 11 de septiembre de Israel”, dijo el embajador israelí ante las Naciones Unidas a los periodistas en Nueva York (refiriéndose al 11S del 2001, no al de 1973), y repitió: “Este es el 11 de septiembre de Israel”. Mientras tanto, en una entrevista con PBS News Weekend, el embajador de Israel en EEUU declaró: “Este es, como alguien dijo, nuestro 11 de septiembre”.

Lo siniestro de proclamar el “11 de septiembre de Israel” fue lo que ocurrió después. Bajo un manto de victimización, EEUU utilizó la horrible tragedia como excusa para matar, para la autoprotección y, por supuesto, para la “guerra contra el terrorismo”.

Mientras Israel continuaba su guerra contra Gaza, las explicaciones a menudo eran una repetición de las razones que dio el gobierno estadounidense para la “guerra contra el terrorismo” después del 11 de septiembre: autorizar futuros crímenes contra la humanidad cuando fuera necesario a la luz de ciertos acontecimientos anteriores. El eco se sintió en el aire a finales de 2001, cuando el líder del Pentágono, Donald Rumsfeld, afirmó que “la responsabilidad de cada una de las víctimas de esta guerra, ya sean afganos inocentes o estadounidenses inocentes, recae sobre Al Qaeda y los talibanes”. Después de cinco semanas de masacrar al pueblo palestino, el primer ministro del régimen israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que “cualquier pérdida de civiles es una tragedia” y rápidamente agregó que “la culpa debe recaer directamente sobre Hamás”.

Las licencias para matar se justificaban por sí solas y sin fecha de caducidad.

original.antiwar.com. Traducido del inglés por Marwan Pérez para Rebelión. Revisado por La Haine.

 

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