Con o sin Sinwar, Netanyahu no tiene interés en poner fin a la guerra
El ejército israelí tardó más de un año en encontrar y matar al líder de Hamas, Yahya Sinwar, en Gaza, y finalmente lo hizo por casualidad, solo descubriendo su identidad después de matarlo. El régimen israelí había afirmado repetidamente que Sinwar se escondía en un búnker subterráneo, rodeado de escudos humanos en forma de rehenes israelíes. Pero en lugar de rastrearlo allí abajo, los soldados lo encontraron en un apartamento en un edificio de varios pisos en Rafah, cuando abrió fuego contra ellos. Sinwar no sólo no se escondía sino que estaba luchando cara a cara con la tropas sionistas, y había estado tres días sin comer.
El ejército, los políticos y los medios de comunicación de Israel celebraron a coro el asesinato del hombre responsable de orquestar los ataques reivindicativos del 7 de octubre. Las fotos del cuerpo mutilado y cubierto de polvo de Sinwar, recostado en una pila de escombros, y los videos de sus últimos momentos dentro del edificio donde fue asesinado circularon ampliamente como una especie de "imagen de victoria". "El hombre que cometió la masacre más terrible en la historia de nuestro pueblo desde el holocausto fue eliminado hoy", declaró Netanyahu, después de que el ejército confirmara que el cuerpo pertenecía a Sinwar. "Hamas ya no gobernará Gaza. Este es el comienzo del día después de Hamas".
Los responsables políticos y analistas de todo el mundo rápidamente comenzaron a interpretar el asesinato de Sinwar como el principio del fin de la guerra. Biden, la vicepresidenta Kamala Harris y muchos otros líderes mundiales enfatizaron que su muerte abría la puerta a un acuerdo para liberar a los rehenes y llegar a un alto el fuego. Incluso los familiares de los rehenes argumentaron que no había una excusa real para continuar con las hostilidades. "Sinwar ha sido eliminado", dijo Einav Zangauker, la madre de un rehén que todavía está retenido en Gaza, en un mitin en Tel Aviv. "¿Qué otro objetivo hay para seguir luchando [allí]?"
Pero Israel está lejos de terminar la guerra. Tras el asesinato de Sinwar, Netanyahu aclaró que "nuestra misión aún no está completa". Y mientras hablaba sobre el "día después de Hamas", no fue coincidencia que no se molestara en dilucidar quién gobernará Gaza cuando llegue ese día.
Además de Hamas, solo hay un organismo que puede estar dispuesto y posiblemente ser capaz de asumir la responsabilidad de gobernar y reconstruir Gaza después de la guerra: la Autoridad Palestina (AP) controlada por Fatah o algún derivado de la misma. En julio, Hamas y Fatah firmaron un acuerdo de unidad para garantizar el control palestino sobre Gaza después de la guerra. Mientras tanto, los estados árabes dispuestos a participar en el esfuerzo de posguerra para asegurar y reconstruir la Franja dicen que solo entrarán en el enclave si la AP los invita.
Este es exactamente el resultado que Netanyahu busca evitar. En noviembre del año pasado, argumenté que el primer ministro tenía como objetivo prolongar la guerra para salvar la misión de su vida de bloquear el estado palestino. Si la AP se hiciera cargo del gobierno de Gaza, uniendo los territorios ocupados bajo su único gobierno, Israel estaría bajo una inmensa presión internacional para negociar con la AP.
Para diciembre, Netanyahu ha hecho de evitar esta posibilidad un tercer objetivo de guerra no oficial, además de destruir a Hamas y traer a casa a los rehenes. "No traeremos a Gaza a aquellos que educan para el terrorismo, que apoyan el terrorismo [y] financian el terrorismo", dijo. "Gaza no será ni 'Hamastan' ni 'Fatahstan'".
Casi un año después, ese objetivo no ha cambiado. En este sentido, el asesinato de Sinwar en realidad hace las cosas más difíciles para Netanyahu. Después de todo, mientras el líder de Hamas estaba vivo, había un consenso entre el público israelí, así como en la administración estadounidense, de que el ejército israelí debía seguir luchando para evitar un escenario en el que un Hamas liderado por Sinwar continuase controlando Gaza después de la guerra.
Ahora que esta posibilidad ya no existe, la restauración del régimen de la AP en la Franja parece cada vez más inevitable, ciertamente para los líderes mundiales (aunque no para sus habitantes). Y eso, para Netanyahu, plantea un gran problema.
Santificar un nuevo status quo
En este momento, Israel se enfrenta a tres opciones: aceptar un acuerdo de alto el fuego para poner fin a la guerra y devolver a los rehenes a cambio de prisioneros; continuar luchando en Gaza y Líbano con la futil esperanza de que Hamas y Hezbolá se debiliten tan severamente que ya no representen una amenaza para Israel; o intentar imponer un dominio israelí completo sobre Gaza, mientras la limpia de su población palestina y restablece los asentamientos judíos, como muchos de la derecha están exigiendo.
Incluso después del asesinato de Sinwar, las posibilidades de que Netanyahu elija la primera opción parecen escasas. Ciertamente hay razones convincentes para que acepte un acuerdo: le permitiría disputar las próximas elecciones como el líder que eliminó a los dos "architerroristas" Sinwar y Hassan Nasrallah, y devolvió a los rehenes (al menos aquellos que todavía están vivos) a sus familias. Pero sus socios de la coalición, Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich y tal vez también Gideon Sa'ar, nunca se lo permitirán.
Además, como se mencionó, tal medida corre el riesgo de poner en peligro su legado al allanar el camino hacia un estado palestino. Y simplemente no hay suficiente presión, ni de Washington ni del público israelí, para forzar su mano.
La segunda opción, continuar la guerra indefinidamente, parece ser la elección natural para un hombre que ha pasado los últimos 15 años santificando el status quo. La situación actual es, por supuesto, mucho menos soportable para muchos israelíes que la que existía antes del 7 de octubre, con más de 60 soldados muertos sólo en Gaza desde principios de mes (sin contar los que mueren peleando contra Hezbolá, un número mucho mayor), decenas de miles de colonos todavía desplazados en el norte y el sur, comunidades de todo el país que se ven obligadas a utilizar sus refugios anti-cohetes todos los días y el severo deterioro de la economía. Sin embargo, para Netanyahu, este nuevo status quo sigue siendo preferible a un acuerdo político con los palestinos.
Pero también existe la tercera opción: intentar la expulsión total o parcial de los palestinos de Gaza y el restablecimiento de los asentamientos judíos. Es posible que Netanyahu haya declarado en la Asamblea General de la ONU que Israel "no quiere establecer asentamientos en Gaza", y es muy consciente de que tal medida sigue siendo impopular entre el público israelí, incluso cuando se está volviendo cada vez más popular a nivel político. Sin embargo, su total indiferencia por las vidas palestinas y su obsesión por negar la autodeterminación nacional de los palestinos, combinada con la presión de sus socios de coalición para "limpiar" el norte de la Franja de Gaza y reconstruir los asentamientos judíos allí, puede empujar a Netanyahu a adoptar esta opción. Y con lo que está sucediendo actualmente en el norte de Gaza, es posible que ya lo haya hecho.
Después de la muerte de Sinwar, "hay una oportunidad"
El mes pasado imaginé lo que podría pasar si el ejército israelí implementara el llamado Plan de los Generales. Ese plan, encabezado por el mayor general (res.) Giora Eiland, propone dar a los residentes del norte de Gaza una semana para evacuar al sur del Corredor Netzarim que divide la Franja, antes de imponer un asedio total en el área para evitar que entren alimentos, agua, electricidad o medicamentos.
Me preguntaba qué pasaría si los cientos de miles de palestinos que viven en el norte de la Franja se negaran a irse. ¿El ejército los expulsaría a la fuerza, o los sometería a "un proceso de inanición o exterminio", como sugirió uno de los defensores del plan?
Este escenario distópico se está materializando ahora. Según los residentes locales y las agencias de ayuda, desde que comenzaron las masacres israelíes a principios de octubre de este año, ha sido imposible llevar alimentos o medicamentos a las áreas sitiadas al norte de la ciudad de Gaza. Como se sospechaba, la mayoría de los residentes se negaron a abandonar sus hogares o refugios, por lo que el ejército sionista intensificó sus bombardeos, matando a más de 2.000 personas en el norte de la Franja. Los socorristas se han visto obligados a suspender toda actividad en las áreas sitiadas debido a la incesante focalización.
El ejército ha bombardeado refugios, asaltado hospitales y reunido a miles de residentes, algunos de los cuales fueron llevados a la fuerza hacia el sur a punta de pistola, mientras que otros fueron despojados, atados y llevados a campos de detención donde la tortura y el abuso sexual son frecuentes. Y después de vaciar los refugios de sus ocupantes desplazados, los soldados incendiaron los edificios para evitar que los residentes regresaran.
El portavoz de las FDI ha negado que el ejército esté implementando el Plan de los Generales, y afirma, sin sonrojarse, que "la evacuación de la población se llevó a cabo temporalmente y solo por necesidad militar". Sin embargo, Eran Etzion, ex subdirector del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, ha alegado que el régimen de Netanyahu aprobó en secreto el Plan de los Generales, mientras que Netanyahu supuestamente ha rechazado la solicitud del Secretario de Estado de EEUU Antony Blinken de que declare públicamente que no se está implementando. No es de extrañar que los gobiernos occidentales estén cada vez más preocupados de que Israel esté tratando de expulsar a todos los palestinos del norte de Gaza. Preocupación que no les impide seguir armando a Israel.
El asesinato de Sinwar no detuvo esta operación; en todo caso la aceleró, ya que el ejército afirma -en una típica patraña de comunicado militar- que la noticia de la muerte del líder de Hamas ha roto la fuerza de voluntad de los residentes para permanecer en las áreas sitiadas. "Esta es una oportunidad para que ustedes, la gente de Gaza, finalmente se deshagan de la tiranía [de Sinwar]", dijo Netanyahu después del asesinato.
Para el régimen israelí y sus partidarios, pareciera que la muerte de Sinwar es una oportunidad para deshacerse de los palestinos y su presencia en Gaza. Como dijo recientemente Yehuda Yifrah, asesor jurídico del periódico israelí de derecha Makor Rishon: "Gaza no puede ser un lugar adecuado para que vivan en el palestinos... La única opción de una vida decente para los habitantes de Gaza no está en la Franja de Gaza, sino fuera de ella, en el gran mundo que anhela manos trabajadoras".
No es casualidad que, como el Canal 12 reveló recientemente, las huellas dactilares de las organizaciones a favor de los asentamientos de colonos supremacistas estuvieran por todas partes en el Plan de los Generales, que buscan un trampolín para la anexión. Mientras tanto, el ejército está cooperando con la campaña, y el público israelí la está respaldando voluntariamente.
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