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Argentina :: 07/10/2010

CTA, elección y después?

Prensa de Frente
Elecciones en la segunda central sindical: dejan un sabor amargo a quienes participaron y observaron la definición de su nueva conducción

A diez días de las elecciones del 23 de septiembre, sus resultados, en lo relativo a quién será el próximo secretario general, siguen siendo un misterio. Mejor dicho, el misterio es cómo quedará la CTA luego de las idas y vueltas en torno a los resultados y, sobre todo, por las acusaciones cruzadas entre los referentes de las dos lista principales.

Los últimos números aportados por la Junta Electoral, organismo aprobado por unanimidad en el Congreso Nacional de la Central realizado a comienzos de año para organizar y monitorear el acto electoral, se hicieron públicos el último viernes 1° de octubre y aseguran que participaron menos afiliados de los principales gremios que en los anteriores comicios de la Central en 2006. Según estos datos habría un ganador contundente, la lista 1, que se alzaría con la secretaría general por una diferencia de más de 18.000 votos. La lista 10, conducida por Hugo Yasky, impugnó muchos de los distritos y provincias donde la Junta Electoral dio por ganador a su rival Pablo Micheli, argumentando maniobras.

Siguiendo esta lógica, y según lo anunciado por Yasky, quien terminará de definir será el Comité Arbitral conformado por un equipo de destacados abogados laboralistas, que designaron de conjunto las listas conducidas por el dirigente de Cetera y por Pablo Micheli respectivamente. La situación se haría aún más engorrosa si alguna de las listas se decidiera a no acatar la decisión del comité veedor, ya que la última instancia sería recurrir al Ministerio de Trabajo, al que se priorizó dejar de lado reafirmando que una institución estatal, y por tanto la patronal de varios sectores centrales de CTA, no debe inmiscuirse en la vida interna de una organización sindical de nuevo tipo.

Más allá del resultado final, hay varios elementos que aportan a entender qué es lo que sucedió en la CTA en las últimas elecciones y que aportan para retratar los desafíos y problemas que debe sortear el campo popular en la actualidad. Una de las cuestiones más destacables fue la carencia de propuestas políticas o programáticas explícitas a las que debería abocarse la Central los próximos años, las necesidades y problemáticas de los trabajadores y las formas de encararlas. Así, las campañas de las listas mayoritarias de CTA centraron el debate sobre la posición que debería asumir la Central en torno al kirchnerismo, apuntalando estas estrategias con el cruce de acusaciones sobre teóricos vínculos de un sector con las patronales del campo y el carácter traidor y converso de otro de los sectores.

Tampoco estuvo claro cuál es el papel de CTA cuando se apelaba al trabajo desplegado en la Constituyente Social, así como no terminaba de cristalizarse en una propuesta sólida la intención de consolidar un trabajo centralmente sindical como tarea principal.

Uno de los mayores temores que se avizoraban antes de las elecciones de septiembre era la incumbencia abierta del ejecutivo nacional a favor de la lista de Yasky, mediante la puesta en marcha del aparato bonaerense del PJ y de las “organizaciones sociales” del kirchnerismo. Lo cierto es que la posible participación explícita y desequilibrante del kirchnerismo no pasó del aporte, muy poco discreto por cierto, de los aparatos de prensa y sus principales periodistas. A pesar de las hipótesis variopintas que se elucubran en función de para quién actuó y a quién benefició, la que sí tuvo un papel central en la definición de la contienda fue la organización barrial jujeña Tupac Amaru, que conduce Milagro Sala. Por una de esas extrañas u ocultas razones de la política de nuestro país, la Tupac le aportó a la lista conducida por Pablo Micheli los votos necesarios para vencer al espacio encabezado por Hugo Yasky, quien a su vez es acusado por el sector de Micheli y de Víctor De Gennaro de ser un aliado del gobierno nacional.

De haber terminado ahí el asunto, estaríamos ante un cruce de alianzas probable en el juego electoral. Pero lo paradójico sucedió días después, cuando la propia Sala anunció su desvinculación de la CTA porque su agrupación es kirchnerista; final confuso y desprolijo si los hay para la participación en CTA de una agrupación que tuvo en sus manos la definición de las elecciones.

Lo cierto es que las elecciones de la segunda central sindical más grande del país, sin haber llegado aún a un resultado definitivo, ya dejan un sabor amargo a quienes participaron y observaron la definición de su nueva conducción. Los sucesos que se dieron en su seno, promovidos por el conjunto de los actores involucrados, abren el interrogante sobre quiénes capitalizarán esta nueva demostración de mezquindades y la fragmentación producida. Seguramente, los beneficiados no serán los trabajadores.

 

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