lahaine.org
Cuba :: 09/09/2006

Cuba es más que una democracia (I)

Carlos Tena
¿Decide el votante español el precio de la vivienda, de la gasolina, de la leche, el teléfono, la luz, el agua? ¿Decide acaso quiénes han de dirigir los colegios, las empresas, las universidades? ¿Decide acaso qué personas deben formar las listas de un partido político?

La democracia debe ser un comienzo, no un final, me recordaba Julio Anguita cuando aún era Secretario General del PCE, ante el espectáculo que formaban algunos diputados y miembros del gobierno y del parlamento español, cuando se les llenaba la boca con el sagrado vocablo, como si en verdad supieran su significado y España hubiera cruzado el Rubicón. Resultaba patético escuchar a un franquista como Fraga Iribarne o a un presunto socialista como Felipe González, dar lecciones sobre ella...

El transcurso del tiempo puso a cada uno en su sitio y hoy, aquella democracia por la que se combatió en la clandestinidad, pero por la que también se lucha en el siglo XXI (la Ley de Partidos que controla a esos colectivos es una aberración jurídica del tamaño de Europa, aprobada para callar la opinión de cientos de miles de ciudadanos desinformados), es solo una sombra, un esbozo de lo que debería haber sido para nosotros, los españoles.

Desde hace ya más de 28 años, una monarquía borbónica, impuesta por la dictadura, preside un país que imita el mal ejemplo de otras naciones, cuyos votantes no pueden participar en las cuestiones más fundamentales, ni tener un auténtico poder de decisión en delicados asuntos políticos (por ejemplo apoyar una invasión, el envío de tropas a Irak o al Líbano), si no es, a través de esos grupos de presión, dirigidos salvo honrosas excepciones, por un empresariado más que reaccionario, a los que se llama partidos políticos, cuyos militantes (o no) deciden, en nombre de millones de personas todo lo que esos ciudadanos no pueden evitar.

Porque ¿decide el votante español el precio de la vivienda, de la gasolina, de la leche, de la fruta, la verdura, el teléfono, la luz, el agua? ¿Decide acaso quiénes han de dirigir los colegios, las empresas, las agrupaciones, los institutos, las universidades? ¿Decide acaso qué personas deben formar las listas de un partido político? ¿Sabe por qué se dispara el Euríbor, alimaña que destruye la frágil economía de una familia hipotecada treinta años? ¿Sabe por qué su salario siempre pierde valor ante el encarecimiento continuado de los bienes más elementales?.

En suma ¿cómo va a estar interesado el pueblo español en la política, cómo puede hablarse de democracia cuando es más cierto que en las últimas consultas efectuadas, no han ejercido su derecho al voto ni el 51 por ciento del electorado? Por suerte, hay naciones donde la palabra "partido" tiene un único significado: el pueblo.

Todo el pueblo

En su trabajo "Nuestro Camino: Análisis del proceso de rectificación", el filósofo, escritor y ensayista cubano Darío Machado, escribió hace ya algunos años: "...No escapa a la sociología política el hecho irónico de que se nos exija a los cubanos fórmulas aparentemente democráticas, como el pluripartidismo, que hace tiempo no puede exhibir nada ejemplar respecto a ese tema".

Cuba encontró, tras el triunfo de la Revolución sobre la dictadura de Batista, su propio modelo de democracia, basado en un sistema económico y político cuyos fines debían ser, por encima de cualquier otra condición, la justicia, la plena soberanía y la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, asegurando a la población su derecho inalienable a la educación, la sanidad, una vivienda digna, el acceso a la cultura y al deporte, además de garantizar la independencia del país, así como la identidad del pueblo cubano.

Aunque muchas democracias basadas en el pluripartidismo, igiladas por las grandes multinacionales, y que ya no puede exhibir nada ejemplar respecto a los derechos fundamentales del ser humano, dicen asegurar que han logrado las mismas o similares conquistas que en la isla, nada más lejos de la realidad. Por cuanto esos partidos políticos, cuyos principales cabecillas jamás se presentan ante sus conciudadanos sino en listas cerradas que la mayor parte de la población desconoce, se dedican a exhibir programas de acción política exterior e interior que nunca cumplirán, ofreciendo mítines en los que la mentira es el principal objetivo. Ya que las promesas que se hacen a los posibles votantes, nunca llegan a ser realidad, excepto en casos puntuales, como fue el gesto simbólico del presidente Zapatero retirando las tropas de Irak, pero bendiciendo aquella invasión ilegal, aliándose finalmente, como toda la Comunidad Levinsky (o sea, la Europea), junto a un personaje de raíces tan fascistas como George W. Bush.

Hoy puede decidirse sin temor a engaño que en EE.UU. la censura, la vigilancia y espionaje de las personas, la delación, detenciones arbitrarias y ejecuciones sumarísimas, convierten al país en un inmenso campo de concentración, donde la participación política del ciudadano se limita de forma exclusiva a depositar un voto cada cuatro años. El éxito de esta formula es tal, que más de la mitad de la población rechaza ese derecho por considerarlo absolutamente inútil, al saber que uno u otro partido, republicano o demócrata, son prácticamente gemelos. Un bipartidismo exportado con éxito a Europa, que se mueve entre dos corrientes liberales, a cuál más radical, sin que el ciudadano tenga una real oportunidad de que su vida mejore. Ningún sistema que se diga democrático puede negar a sus ciudadanos el principal de sus derechos: una economía al servicio de la sociedad, que garantice así el resto de los derechos.

En Cuba la democracia se encarna en un verdadero socialismo

En Cuba, esta democracia se encarna en un verdadero socialismo, que no obstante los ataques y bloqueos, que han costado al país miles de millones de dólares, que han sido condenado decenas de ocasiones en la ONU, sin que EE.UU. haya cumplido jamás lo allá exigido, ha sabido llegar a unos niveles mínimos de subsistencia, siendo el primer país de Latinoamérica en esperanza de vida, el ultimo en índice de mortalidad infantil, el primero en erradicar absolutamente al analfabetismo (cosa que ni EE.UU., ni España, han logrado aun), con un nivel de asistencia sanitaria que en USA deja fuera a más de 45 millones de personas, siendo en fin, un país que está por encima de muchas de las naciones del entorno, aunque se exhiban cifras falsas y engañosas como el producto interior bruto, el salario medio, etc. Y es que la economía de mercado es incompatible con la verdadera democracia; con los verdaderos derechos humanos.

Desde el final de la II Guerra Mundial, esas llamadas democracias pluripartidistas han tratado de destruir el socialismo, y lo han logrado, al menos en la llamada área soviética, mas no han conseguido desterrar el sistema político y social que China defiende con un éxito económico apabullante, aunque ciertos ortodoxos tilden de hipócrita e insostenible un sistema donde una doble economía ha elevado a la categoría de millonarios a algunos ciudadanos, mientras otros muchos siguen anclados en la pobreza. Aunque así fuera, China sigue desarrollando programas de un extraordinario calado político y social, para conseguir que, sobre todo la población campesina, tenga acceso a los bienes y avances de las sociedades urbanas. ¿Con qué derecho se exige a los demás lo que no se cumple en la propia casa?.

Es obvio que los experimentos europeos no tienen nada que ofrecer a Cuba. El ejemplo de los Estados Unidos tampoco sirve, porque su régimen político machaca los derechos humanos de la gente, al discriminar a las minorías étnicas, estableciendo enormes desigualdades sociales, con un sistema electoral complicado, dominado por la propaganda y el dinero, en manos de las presiones de las clases más pudientes. Cuando se elige un presidente, es apenas por una cuarta parte de la población, ya que la abstención creciente demuestra el absoluto desinterés y al desencanto en la participación política. Más allá del pluripartidismo, se puede afirmar que la economía de mercado, el neoliberalismo salvaje, tuvieron ya su oportunidad en la historia cubana (Machado, Batista) y no resolvieron los grandes problemas sociales.

Una examen meticuloso del mundo hoy, permite que los cubanos hayan ganado en experiencia, viendo la parte positiva (insignificante) y la negativa (mucho mayor) de las sociedades contemporáneas de ese llamado primer mundo. En esta isla, donde casi el 95 por ciento de la población dispone de energía eléctrica, agua potable, sanidad, trabajo y educación, se puede afirmar también que un sistema "a la europea" suprimiría de un plumazo ese estado de cosas, abriendo una enorme zanja entre los ciudadanos, al establecer un sistema basado en el dominio de las clases sociales más elevadas, la diferenciación, la injusticia, la violencia policial, la censura, la vigilancia extrema, la delación y la desigualdad más rastrera. Ese no es el modelo que el cubano sueña. El suyo es manifiestamente mejorable, pero el ciudadano conoce perfectamente que el bloqueo asesino al que está sometido desde hace 45 años, impide un avance que no por veloz deja de ser constante. El período especial, que marcó a una generación entera, ha sido enterrado de forma definitiva, y las buenas relaciones con países como Venezuela, Bolivia o China, aseguran que las mejoras se reflejen a pie de calle, aunque, insisto, el transporte urbano o la vivienda en las grandes ciudades, sean todavía un grave problema a resolver. Pero miles de ciudadanos, de políticos, de verdaderos demócratas, trabajan por ello, a pesar de las ingentes dificultades de acceso a los materiales por culpa del embargo y el asedio constante que ejerce EE.UU., chantajeando incluso a los países que mantienen relaciones comerciales con la isla. El proceso democrático cubano se ha desarrollado pues entre las agresiones constantes del imperialismo.

El objetivo de la democracia cubana

El objetivo de la democracia cubana es que todo ciudadano se sienta y se sepa pueblo, parte fundamental de la sociedad, en igualdad de condiciones y oportunidades. El ideal que persigue la democracia socialista cubana, no se puede basar en la fórmula para asignar a cada cual un sueldo que provenga de un mercado dirigido por manos privadas, promovido cansinamente por la publicidad y la mentira. La democracia socialista cubana no puede caer en la trampa de identificar la felicidad y el bienestar, con la sola posesión de recursos materiales. Aquí se aspira a ofrecer un consumo responsable, adecuado, que permita también crear las condiciones para asegurar un desarrollo más completo del ser humano, huyendo de la idea de elevar a la categoría de religión la tenencia de objetos innecesarios, ofrecidos como imprescindibles por medio de spots de televisión, anuncios en prensa y radio, concursos, etc., cuando lo verdaderamente necesario no se promociona o destaca.

La democracia socialista exigió de una Revolución y de un tiempo para convertirse en lo que hoy es, y la mejora continua manteniendo y desarrollando en la conciencia y la energía de los trabajadores. Con su unidad. En la sociedad cubana se ha desarrollado, al mismo tiempo, una cultura que permite a un número siempre mayor de ciudadanos, comprender que su vida de cada día y su participación en las tareas de la sociedad, son básicas para construir un estado en el que todos se sientan iguales en lo fundamental.

Continuará...

inSurGente

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal