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Europa, EE.UU. :: 12/07/2023

Cumbre de la OTAN, un teatro del absurdo

Scott Ritter
El exOficial de inteligencia de EEUU afirma que la OTAN fracasó al optar por una guerra por poderes para lograr la "derrota estratégica" de Rusia en Ucrania

Los líderes de los 31 estados miembros de la OTAN han comenzado a reunirse en Vilnius, la capital de Lituania, para la 33ª cumbre de la alianza, un evento que se ha convertido en un símbolo de la tarea cada vez más difícil de esta organización militar: transformar su voluntad política en una realidad tangible.

Desde la Cumbre de Gales de 2014, cuando la OTAN hizo de Rusia una máxima prioridad tras el referéndum para la adhesión de Crimea a Rusia, y la Cumbre de Varsovia de 2016, cuando la OTAN acordó desplegar «grupos de batalla» en el suelo de cuatro miembros de la OTAN (Letonia, Estonia, Lituania y Polonia) en respuesta a la percepción de "una agresión" rusa en la región, la Federación Rusa ha dominado la agenda de la OTAN y, por extensión, su identidad.

La cumbre de Vilnius promete no ser diferente

Uno de los principales problemas que enfrentan los líderes de la OTAN es que la cumbre de Vilnius opera bajo la sombra de la cumbre de Madrid del año pasado, convocada a finales de junio tras el inicio de las operaciones militares de Rusia contra Ucrania.

La cumbre de Madrid se produjo inmediatamente después del sabotaje deliberado de Boris Johnson de un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia que se suponía que se firmaría el 1 de abril de 2023 en Estambul, y la decisión de EEUU (en mayo de 2023) de extender la asistencia militar a Ucrania, superando los $ 45 mil millones como parte de un nuevo acuerdo de «préstamo y arrendamiento».

En resumen, la OTAN había optado por no participar en una resolución pacífica del conflicto entre Rusia y Ucrania y, en cambio, optó por librar una guerra por poderes, con mano de obra ucraniana alimentada con equipos de la OTAN, diseñada para lograr lo que la embajadora de EEUU ante la OTAN, Julianne Smith, llamó la "derrota estratégica" de Rusia en Ucrania.

La cumbre de Madrid generó un comunicado oficial de la OTAN que declaró: "Rusia debe detener inmediatamente esta guerra y retirarse de Ucrania", y agregó que "Bielorrusia debe poner fin a su complicidad en esta guerra".

En lo que respecta a Ucrania, la declaración de Madrid fue igualmente firme. "Nos solidarizamos plenamente con el gobierno y el pueblo de Ucrania en la heroica defensa de su país".

"Reiteramos nuestro apoyo inquebrantable a la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas que se extienden hasta sus aguas territoriales. Apoyamos plenamente el derecho inherente de Ucrania a la autodefensa y a elegir sus propios arreglos de seguridad. Damos la bienvenida a los esfuerzos de todos los Aliados comprometidos en brindar apoyo a Ucrania. Los atenderemos adecuadamente, reconociendo su situación específica".

Confianza en una derrota estratégica de Rusia

La OTAN, al parecer, tenía una confianza en su capacidad para lograr el resultado que tanto deseaba: la derrota estratégica de Rusia. La asistencia de la OTAN a Ucrania resultó en una parcial contraofensiva que obligó a Rusia a retirarse del territorio alrededor de la ciudad de Jarkov, así como a abandonar partes del óblast de Kherson ubicado en la margen derecha del río Dniéper. Una vez que las defensas rusas se solidificaron y el ataque ucraniano se estancó, tanto la OTAN como Rusia comenzaron a prepararse para la siguiente fase del conflicto.

La OTAN comenzó un esfuerzo de meses para equipar y entrenar a nueve brigadas del ejército ucraniano según sus estándares proporcionándoles tanques, vehículos blindados y artillería y entrenándolos en la guerra de armas combinadas al estilo de la Organización Atlántica.

Por su parte, Rusia llevó a cabo una movilización parcial tanto de su mano de obra (llamando a unos 300.000 reservistas mientras reclutaba entre 150.000 y 200.000 voluntarios) y fortaleció su industria de defensa (aumentando drásticamente su producción de tanques, misiles y municiones de artillería). Además, Rusia preparó posiciones defensivas endurecidas de acuerdo con una doctrina militar que había sido actualizada considerando las lecciones del primer año de la Operación Militar Especial en Ucrania.

Esperanzas frustradas

La OTAN había depositado grandes esperanzas en que el ejército ucraniano fuera capaz de llevar a cabo una contraofensiva contra Rusia que lograría resultados perceptibles tanto en términos de territorio recuperado como de bajas infligidas al ejército ruso. Los resultados, sin embargo, han sido pésimos. Hasta la fecha se cuentan decenas de miles de víctimas ucranianas y miles de vehículos militares destruidos sin romper ni siquiera la primera línea de las defensas rusas.

Uno de los desafíos a los que se enfrentará la OTAN en Vilnius es la cuestión de cómo recuperarse de este revés. Muchos países de la OTAN están comenzando a mostrar la «fatiga de Ucrania» al ver sus arsenales han sido despojados y sus arcas están vacías en lo que parece ser una causa perdida.

El alcance y la escala de la derrota militar ucraniana es tal que muchos miembros de la OTAN están cambiando el poco realista objetivo de derrotar estratégicamente a Rusia (o siquiera tácticamente) a un objetivo más realista: lograr un cese del conflicto que preserva a Ucrania como un estado-nación viable.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, asistirá a la cumbre de la OTAN. Sin embargo, sus demandas de membresía en la OTAN no serán satisfechas. El propio Biden intervino en el asunto y dijo que esto no será posible mientras Ucrania esté en guerra con Rusia.

Gestos para salvar las apariencias

Habrá gestos políticos por parte de la OTAN, como la creación de un Consejo OTAN-Ucrania y conversaciones sobre eventuales garantías de seguridad posteriores al conflicto. Pero la realidad es que la presencia de Zelensky hará más daño que bien a Ucrania, ya que solo acentuará el desacuerdo interno dentro de la OTAN sobre el tema de la membresía de Kiev y resaltará la impotencia de la OTAN cuando se trata de hacer cualquier cosa que pueda alterar significativamente la trayectoria actual en el campo de batalla. Una trayectoria que se dirige hacia una derrota estratégica tanto para Ucrania como para la OTAN.

La visión de la cumbre de Madrid era que la OTAN capitalizara una victoria estratégica contra Rusia que le permitiera expandir aún más sus filas en Europa (tanto Finlandia como Suecia fueron invitadas) y para impulsar su influencia en el Océano Pacífico. Si bien los socios de la OTAN en el Pacífico (Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur) han sido invitados a Vilnius, las esperanzas que su presencia coincida con el anuncio de la apertura de una oficina de enlace de la OTAN en Japón han sido anuladas por Francia, que se opone a que la OTAN se involucre en el Océano Pacífico.

Si bien Finlandia se ha unido a la OTAN, Suecia no lo ha hecho aún. El reciente anuncio del presidente turco, Recep Erdogan, de que Turquía aceptará la membresía sueca en la OTAN cuando la Unión Europea admita que Turquía es una democracia parece ser una transacción envenenada.

Lo más probable es que la cumbre de Vilnius se defina por la incapacidad de la Alianza para alcanzar un consenso significativo y sobre la mejor manera de abordarlo.

Uno puede esperar una plétora de giros retóricos y posturas por parte de los miembros de la OTAN, pero el hecho es que la verdadera misión de la cumbre de Vilnius es la mejor manera de lograr un aterrizaje suave a la objetivos incumplidos establecidos el año pasado en Madrid.

Normalizar el fracaso

Cualquier intento fallido de detener la acumulación de debacles que representa la política actual de la OTAN hacia Ucrania resultará en un colapso mayor de la situación militar en Ucrania y de la situación política en Europa, que al parecer empieza a empujar a la OTAN al momento de la su desaparición.

Esta perspectiva no es un buen augurio para aquellos cuya tarea es dar un giro positivo a la actual realidad militar y política. Pero hace mucho que la OTAN dejó de lidiar con un mundo basado en hechos, su accionar se ha convertido paulatinamente en un teatro del absurdo donde los actores se engañan a sí mismos creyendo la historia que están contando, mientras la audiencia mira consternada.

Sputnik / observatoriocrisis / La Haine

 

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