De la rebelión popular al fiasco constitucional, ¿qué pasó en Chile?
¿Cuál es la explicación de esta derechización? Referentes del Rechazo salieron a festejar el triunfo contra el «revanchismo», el «octubrismo radical» y un texto constitucional «refundacional» y opuesto al «alma de Chile» y al «sentido común de los chilenos». ¿Qué ocurrió en Chile que después de todo, no cambió nada?
¿Cómo un proceso que comenzó con un nivel de apoyo pocas veces visto en la historia terminó truncado? ¿Adónde fue a parar el apoyo al proceso constituyente? Todo indica que pudo más el poder de quienes vieron desmoronarse los ilegítimos privilegios adquiridos desde la dictadura e incrementados en los años de esta interminable transición, quienes jugaron la guerra más sucia conocida en la historia de Chile.
Estas son algunas de las interrogantes que dejaron los resultados del plebiscito constitucional del 4 de setiembre que trataremos de explicar, sumando análisis propios y ajenos:
- La derrota comenzó a gestarse el 15 de noviembre de 2019, cuando la derecha, la ex Concertación y el Frente Amplio, firmaron el Acuerdo por la Paz para salvar al gobierno del neoliberal Sebastián Piñera, y desviar la fuerza de la movilización hacia el institucional camino de un proceso constituyente absolutamente condicionado por el empresariado, para que no fuese ni libre ni soberano. El acuerdo permitió golpear a los más combativo de la movilización, transformándolos en presos políticos, o reprimiéndolos brutalmente, garantizándole impunidad a la policía de Carabineros.
- Con el 80% de apruebo en el primer plebiscito para establecer la Convención Constitucional, los independientes, los trabajadores y el pueblo llano creyó constituir una institución que se opusiera a los corruptos de siempre, pero luego vino la decepción y la ruptura de millones con el proceso constituyente. Porque la Convención dejó gobernar tranquilamente a Piñera, nada hizo frente a la pérdida de puestos de trabajo y el crecimiento de la pobreza, ni por los presos políticos ni contra los represores. Se convirtió en otro parlamento más, como querían la derecha, la ex Concertación y -lamentablemente- los que hoy componen el gobierno actual.
- En la Convención la mayoría de los “independientes” cedió el control a los partidos, que dejaron fuera del nuevo texto constitucional demandas tan importantes como la nacionalización de las riquezas naturales para imponer la propuesta de una nueva constitución que, aunque con avances democráticos, dejó intacto el modelo económico que ha causado la desigualdad profunda en el país. Y cundió la confusión frente a una propuesta que no tomaba las principales demandas por las que el pueblo salió a las calles.
- En los medios, algunos cientistas políticos atribuyen la derrota de la nueva Constitución a un rechazo al proceso de redacción por parte de la Convención Constitucional más que al texto propuesto. Otros, a la manipulación mediática financiada por los grandes empresarios y a la falta de claridad del gobierno, que mostró sus diferencias con el texto propuesto por la Convención elegida por voto popular.
- Se produjo un rechazo a la política de espectáculo en la Convención (algunos presentaron propuestas maximalistas, llamativas y simbólicas, aunque no contaran con los votos para ser aprobadas), la homologación de ésta con la política tradicional en el contexto de una fuerte pulsión destituyente y antiestablishment político, y la reacción de las identidades tradicionales ante la fuerza que tuvieron identidades subalternas en el proceso: junto con la definición de Chile como Estado plurinacional, se reconocía derechos colectivos a las comunidades indígenas y se instauraría un sistema de justicia indígena. No se logró plantear el plurinacionalismo en el marco de un sentido patriótico inclusivo.
- Un plebiscito que tenía en la papeleta dos alternativas en realidad terminó teniendo cuatro opciones: aprobar, aprobar para reformar, rechazar y rechazar para renovar. En la última encuesta preplebiscito, 17% se declaraba a favor de rechazar a secas, 35% de rechazar para renovar, 32% de aprobar para reformar y solo 12% de aprobar y aplicar el nuevo texto tal como salió de la Convención. El Rechazo ganó en todos los niveles socioeconómicos, sin mayores diferencias. El Apruebo ganó los jóvenes de entre 18 y 30 años y el Rechazo en todas las demás edades: la campaña del Rechazo había logrado conformar una alianza social y política más diversa que el Apruebo.
- El nuevo gobierno, con el Partido Comunista y el Frente Amplio a la cabeza, significó una gran decepción. Gabriel Boric y su gabinete negaron las medidas más básicas para evitar el descalabro ante la inflación, sueldos de miseria, la ayuda estatal directa y dejaron intactos los beneficios de los grandes empresarios. Y continuó con la dura represión contra el pueblo mapuche y chileno. Estar contra el proceso constituyente pasó a ser una forma de ser oposición al nuevo gobierno. Parte de la energía contra la institucionalidad política había pasado al lado del Rechazo.
- Boric y sus partidos firmaron con febril apuro un acuerdo para reformar la nueva constitución en beneficio del empresariado, negociando -como querían los expresidentes “socialistas” Ricardo Lagos y Michelle Bachelet-, la nueva constitución con el rechazo, sosteniendo que había que hacer una “constitución de todos”. Tampoco hubo movilizaciones de las principales organizaciones sindicales, estudiantiles y populares del país, dirigidas por estos mismos partidos
- La campaña de la derecha y el rechazo, las mentiras y el miedo, recorrieron las brechas de desilusión abiertas por quienes hoy dirigen el gobierno, que encabezaron el apruebo, que negociaron con la derecha en la convención, y que durante la rebelión popular salvaron a Piñera. Por eso, millones de trabajadores, estudiantes, mujeres, pueblos originarios, votaron expresando esta confusión, o directamente castigando las medias tintas y engaños de un gobierno que prometió cambiar las cosas.
- Lo cierto es que la derechista Apruebo Dignidad y los viejos partidos han logrado conducir todo el proceso político hasta hoy, porque no se logró construir una alternativa política, que luche por las demandas más sentidas por el pueblo, o que permitiera enfrentar las maniobras y engaños en la Convención.
- El triunfo del rechazo le permite a la derecha seguir empujando a un gobierno que ya tendió todos los puentes con los jefes del pinochetismo, no tocando a Piñera ni a los oficiales que impusieron el terror en la rebelión popular, militarizando el Wallmapu y reprimiendo movilizaciones. Y, sobre todo, comprometiéndose a un acuerdo nacional para construir la “constitución de todos”.
- Ambos bandos habían acordado que cualquiera de las dos opciones que ganara, debía conducir a un nuevo camino de reformas, pero ahora dirigida totalmente por el corrupto parlamento. Y para eso se proponen instalar un escenario de reformas que tranquilicen a los de abajo. El caldo de cultivo del descontento social crece, y el coyuntural triunfo del rechazo no les hace olvidar esta situación.
- Era importante aprobar la nueva Constitución porque el triunfo del rechazo fortalecerá a los sectores más reaccionarios del país. Boric hizo el primer cambio de su gabinete, incluyendo a cuadros de la Concertación y del partido por la Democracia, mientras la primera manifestación estudiantil era reprimida con dureza por Carabineros, como si el presidente fuera Piñera
- Se habla de un eventual segundo tiempo del proceso constituyente y del gobierno mismo. Pero para ello es indispensable un cambio estructural y profundo, no solo de rostros y personas, sino también del relato, las prioridades, la forma de comunicar y de la ampliación de la coalición de gobierno. Los resultados del 4 de setiembre dejaron una nación que rechaza en forma mayoritaria la Constitución vigente, pero que no logró formular un consenso y ni siquiera una mayoría para un documento alternativo. Y, por más que resulte ineludible la necesidad de dejar atrás la constitución pinochetista, quedó en la indefinición el camino y el calendario que habrán de seguirse para elaborar una nueva Carta Magna.
- El desafío es lograr un acuerdo que permita finalmente sacar adelante un nuevo texto constitucional con un amplio y transversal apoyo popular, pero eso, ahora, quedó en manos de los partidos y el Congreso. Sería bueno que el gobierno de Gabriel Boric recordara lo rápido que el apoyo y la esperanza depositadas en un proceso pueden caer si se traicionan esas expectativas. Y también que si las vías institucionales para los cambios se cierran, siempre los pueblos saben cómo abrirlas… incluso con la represión desatada en las calles.
CLAE