Defender la Revolución Cubana
UNA REVOLUCIÓN que ha transformado cuarteles en escuelas; que ha entregado las lujosas mansiones de los ricos a estudiantes becados por el gobierno; que ha llevado a la educación a un millón de adolescentes y adultos; una revolución que ha suprimido radicalmente la desigualdad y la segregación racial; que ha logrado el milagro de eliminar, en tres años, el desempleo y el subempleo en las zonas rurales, un mal notorio en todas las economías subdesarrolladas; una revolución cuyos ministros y funcionarios hacen su turno de guardia asignado frente a edificios públicos, como simples milicianos; una revolución que ha eliminado del ejército ¡que ahora, además, se llama Ejército Rebelde! todos los rangos superiores al de comandante (el único ejército del mundo que no incluye en sus filas coroneles, generales y mariscales); una revolución que, incluso según informes de sus enemigos estadounidenses, ha asegurado, por primera vez, que todos los niños tengan suficiente para comer e ir a la escuela. ¿Qué socialista cuyo corazón esté en el lugar correcto podría no sentirse emocionado por una revolución así?