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Venezuela :: 07/10/2012

Venezuela: Democracia feudal

Alberto Pradilla
La hipocresía clasista es obscena. Para esta gente, las clases populares están constituidas por brutos a quienes se compra con cuatro lonchas de jamón

"Chávez ha comprado a los pobres" o "la manifestación del jueves se llenó con funcionarios" son dos ideas-fuerza repetidas por los partidarios de Henrique Capriles en el último tramo de la campaña. La lógica no es nueva, y se ha aplicado en todos los procesos emancipatorios que han irrumpido en los últimos años en América Latina. La hipocresía clasista es obscena. Para esta gente, las clases populares están constituidas por brutos a quienes se compra con cuatro lonchas de jamón. Los funcionarios, siervos de un sueldo que solo genera beneficios para si mismos. Por el contrario, los de arriba no velan por sus propios privilegios, sino que actúan por puro altruismo. En los pobres decide el estómago de forma irracional y servil, mientras que a los ricos les mueven las decisiones profundas, ponderadas y acordes a su condición social. Aunque todos se moviesen en un mismo nivel de egoísmo, establecer equivalencias resultaría tan insultante que mejor nos lo ahorramos.

Escuchando todo el bombardeo, uno se pone a pensar y reflexiona. ¡Coño! Claro que las clases populares votan a quien plantea un programa de redistribución de la riqueza. Claro que quieren comer, aprender a leer, vivir mejor; cuando antes no lo hacían. Si antes no tenías nada y aparece alguien que no cree que los recursos sean caridad sino derecho, no solo es lógico, sino casi obligatorio, sumarte a la subversión. Lo contrario sería tirarse piedras contra su propio tejado o caer en la trampa de que "algún día seré yo", que es el eterno tocomocho con el que los pudientes mantienen la sumisión del resto.

Quien todavía defiende este discurso peca de un pequeño (modo ironía ON) problema: considerar que todo el mundo piensa como ellos. Más allá. Incluso aunque así fuese, su problema es que piensan que todo el mundo vive como ellos. Que actúa con su misma lógica clientelar.

A Nancy, una mujer estupenda que conocí en el 23 de Enero, la revolución bolivariana le permitió aprender a leer a sus treintaymuchos. ¿Es interés que vote Chávez? Nos ha jodido. La IV República no le permitió ni pensárselo. Por lógica, y sin interpretaciones peyorativas, interés de las clases sociales que nunca han ido a la escuela y sufren el día a día como cuestión de supervivencia es, precisamente, no soportar penurias. Luego hablamos de otras cosas, pero primero lo esencial. ¿Se puede saber entonces por qué coño se carga sobre ellos como si su decisión estuviese motivada por razonamientos espúreos?

Siguiendo esta lógica, y para ser honestos, quizás deberían de proponer abiertamente que los pobres no voten. Tampoco los funcionarios públicos, ya que se ven sometidos a la presión del Estado. Porque, claro, solo chupan de la teta, sin curar gente ni enseñar ni vigilar que los corruptos paguen impuestos. Quizás lo mejor sería establecer una línea roja a través de los ingresos. Y si esto no excluye lo suficiente, mirar también el currículum. Así, podríamos construir una democracia feudal donde únicamente los caballeros, aquellos que de verdad saben, decidiesen sobre cuestiones que solo atañen a si mismos, sin necesidad de que nadie les tildase de populistas.

 

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