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Europa :: 25/10/2024

Demografía de la extinción

Franco 'Bifo' Berardi
El inconsciente femenino sintoniza con una percepción distópica del futuro que se orienta hacia la no generación de víctimas del infierno climático y militar que se dibuja en el horizonte

«Si las cunas están vacías, la nación envejece y decae.»
(Benito Mussolini)

Las cunas de los países del norte del mundo están vacías desde hace tiempo, y lo estarán cada vez más por una serie de motivos que vale la pena conocer.

Más del 50% de la población mundial vive en países con tasas de natalidad inferiores a dos hijos por mujer. Como consecuencia, en todo el norte del mundo la población disminuye y tiende a envejecer. Los demógrafos prevén que esta tendencia no se limitará al norte, sino que arrollará también el sur del mundo.

La población del planeta se multiplicó por cuatro durante el pasado siglo, pasando de dos a ocho mil millones, pero es probable que durante el siglo XXI tenga lugar el proceso contrario: la población podría reducirse con la misma velocidad con que se ha expandido.

Con una diferencia decisiva: la mayoría de la población en crecimiento, naturalmente, era joven, inquieta, proclive a la expansión y la conquista.

La mayoría de una población en contracción es necesariamente anciana. Y como ya hoy podemos ver en las sociedad europeas, una población senescente, privada de energía e imaginación, teme el futuro y percibe lo que ocurre a su alrededor como una amenaza de invasión; y por ello reacciona rabiosamente, usando las herramientas de que dispone, que no son aquellas propias de la energía psicofísica, sino las de la técnica. Una población anciana tiende a proteger sus haberes (aunque sea una mísera pensión obtenida cuando aún existía el derecho a la pensión), en contra de una población joven y extranjera que resulta indispensable para la población anciana, pero que es percibida como un peligro para la redistribución de los recursos.

Por estos motivos los europeos son cada vez más abiertamente racistas.

No por razones ideológicas (por eso todo el mundo os dirá: no, no, yo no soy racista), sino por razones psicopatológicas. La demencia senil (egoísmo, victimismo, fobia a lo imprevisto, miedo agresivo a la muerte) es la fuerza impulsora de la monstruosa entidad política que sigue llamándose Unión Europea, heredera de cinco siglos de colonialismo de los que nadie quiere asumirse la responsabilidad.

¿Pero por qué el declive demográfico representa una tendencia irreversible, a pesar de las limosnas con que los charlatanes que gobiernan pretenden comprar el vientre de las mujeres?

La primera causa es la caída de la fertilidad masculina debida a la difusión de los microplásticos. Recientes investigaciones (de las que habla un reportaje de la BBC que incluye entre otras cosas un vídeo de Shanna Swan, autora del libro Count Down) demuestran cómo las moléculas liberadas por el plástico y absorbidas por el organismo han producido y siguen produciendo una disfunción hormonal que desactiva la capacidad reproductiva.

Niveles decrecientes de testosterona y reducción de la velocidad del esperma han llevado a una reducción de la fertilidad masculina que, según Shana Swan, es del 58% en los últimos cuarenta años.

Puesto que la producción de plástico no está disminuyendo (en 2023 batió todos los récords), tenemos que prever que la reducción de la fertilidad continuará, tendiendo hacia el cero absoluto.

Al mismo tiempo (la segunda causa), la frecuencia de las relaciones sexuales ha disminuido de forma drástica: distintos investigadores (Spiegelhalter, 2015; Jean Twinge, 2018; Luigi Zoja, 2022) coinciden en que se está produciendo una mengua de la frecuencia de los encuentros sexuales entre humanos.

En cierta medida, se trata de un efecto de la reducción de testosterona, pero sobre todo de un efecto de la virtualización conectiva: creo que es posible hablar de sublimación virtual consecuente a la hipersemiotización del deseo. Además, la pandemia viral hizo que precipitara una tendencia que desde hacía tiempo se estaba manifestando: la sensibilización fóbica a los labios, al sexo y al cuerpo ha quedado profundamente anidada en el subconsciente colectivo de la generación que, no por nada, se autodefine como «última».

Una tercera causa de la desnatalidad —quizás la más interesante— es de orden cultural, o más bien psicocultural. La conciencia femenina (y sobre todo el inconsciente femenino) se sintoniza con una percepción distópica del futuro que invade el imaginario contemporáneo, orientándose hacia la no generación de víctimas del infierno climático y militar que se dibuja en el horizonte.

Para acabar, tenemos que tener en cuenta que este tipo de procesos se autoalimentan. Cuando la tasa de fertilidad baja por debajo del umbral de reproducción durante un periodo prolongado, el número de mujeres en edad reproductiva se reduce respecto a la población general, al mismo tiempo que aumenta progresivamente el número de viejos infecundos.

Por eso, la decisión del gobierno italiano de repartir generosamente mil euros a las parejas que tengan un hijo (no a todas, claro está) no es sino un patético intento de llenar las cunas con treinta monedas. Es un intento destinado a no tener efecto alguno, porque las dinámicas biopolíticas escapan al control de la voluntad política.

Il Disertore

 

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