Desaparecidos: paran la huelga de hambre, pero la lucha sigue
Arropadas con el calor solidario de la gente más humilde, que sabe de los rigores de la tiranía militar pero que no transa con el poder ni con el olvido, tres valerosas mujeres hicieron este jueves un alto en la huelga de hambre que cumplieron por un mes y ratificaron su decisión de vida para seguir bregando en busca de los restos de los desaparecidos políticos de las dictaduras de Bolivia.
Con la salud quebrantada y pese a no haber roto la indolencia del gobierno del presidente Evo Morales, que no atendió su demanda de hacer públicos los archivos secretos y clasificados de las dictaduras militares, la huelga de 30 días de Hortensia Gutiérrez de Flores (68), Olga Flores Bedregal (52) y Marta Montiel (47) logró que el tema de los desaparecidos vuelva a estar presente en la agenda nacional, como un problema que urge respuestas y solución adecuadas y justas.
“El Gobierno ha mostrado una actitud indolente. Vamos a acabar con este proceso y vamos a luchar contra la impunidad. Nuestra disposición seguirá, pero no por la salida de la muerte”, dijo la activista Olga Flores.
Enfundadas en ponchillos blancos, en los que han pintado los rostros de sus seres queridos, las tres mujeres no desmayan y dicen que su determinación "es seguir con vida" para seguir luchando, para no "dar tregua a la impunidad".
En conferencia de prensa, al levantar la huelga, las mujeres han vuelto a ratificar sus denuncias sobre la inutilidad de la Resolución 0316 del Ministerio de Defensa que, según el Gobierno, abre los archivos de las dictaduras a las víctimas y familiares de los desaparecidos en las dictaduras, pero que a las huelguistas les sabe a una nueva y cruel burla. Ellas insisten en que es necesario un Decreto del presidente Morales para hallar y desclasificar esos archivos para saber sobre el destino de los desaparecidos y formar una "comisión de la verdad" que investigue las dictaduras de los años 60, 70 y 80. Por ahora, el presidente Morales y el Alto Mando Militar han asegurado que no existen esos archivos en manos de las Fuerzas Armadas.
Por ello, la lucha de estas mujeres cobra importancia para que el tema de los desaparecidos siga pesando en la conciencia de la nueva Bolivia, que intenta emerger echando un manto de olvido sobre los crímenes de lesa humanidad, sobre la criminal violencia organizada desde el Estado y desatada desde los cuarteles militares contra la población indefensa.
Gutiérrez, Flores y Montiel sólo consumieron agua, dulces e infusiones de hierbas medicinales durante la huelga, que iniciaron en solitario a principios de mayo y cumplieron en dependencias de la Asamblea de Derechos Humanos de La Paz. Allí, recibieron en los últimos días el apoyo de algunas organizaciones humanitarias de base, bajo el cobijo paternal del sacerdote jesuita Luis Espinal y del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, crucificados en los 80 por los militares e inmortalizados en los afiches colgados en las paredes de la sede de la Asamblea.
Generosas, las tres mujeres en huelga han recogido con agradecimiento el manto de solidaridad que habían comenzado a tejer las organizaciones de base que, con mucha humildad y amor, intentaban arroparlas contra la gélida indiferencia del gobierno de Morales, que se siente y duele más que el crudo invierno que ya hizo nido en las cumbres de La Paz.