Después de Bajmut ¿qué?. La nueva estrategia de EEUU
La declaración de 2700 palabras de los líderes del G7 sobre Ucrania, emitida en Hiroshima después de su cumbre, pasó por alto la cuestión más candente de hoy en día: la llamada contraofensiva ucraniana contra las fuerzas rusas.
Es un silencio ensordecedor, ya que circulan rumores sobre la desaparición del comandante en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, además de que el presidente-comediante Vladimir Zelensky ha estado evitando regresar a su país con una interminable gira con fines publicitarios. Ya ha visitado Helsinki, La Haya, Roma, El Vaticano, Berlín, París, Londres y Jeddah e Hiroshima. Parece que algo está podrido en Dinamarca
Coincidiendo con la cumbre del G7, el jefe del PMC de Wagner, Yevgeny Prigozhin, anunció el sábado que la operación rusa para capturar el centro de comunicaciones estratégicas de Bajmut, que duró 224 días, se completó con éxito, superando la resistencia de más de 80.000 soldados ucranianos.
Es un momento doloroso para Zelensky, quien se había jactado ante los legisladores estadounidenses en diciembre pasado que "al igual que la Batalla de Saratoga (en 1777 durante la Guerra por la independencia de EEUU) la lucha por Bajmut cambiará la trayectoria de nuestra guerra por la independencia. y por la libertad."
Mientras tanto, para distraer la atención, ahora se habla de un sutil cambio en la política estadounidense con respecto al suministro de aviones de combate F-16 a Ucrania en un futuro indeterminado. En realidad, nadie puede decir cómo se encontrara el estado ucraniano cuando lleguen los aviones, ¡si es que llegan! Según medios informados Biden todavía parece vacilar entre dos posiciones. Los F-16 son un arma muy importante para la su exportación; ¿Qué pasaría si los rusos los destruyeran en vuelo y arruinaran su prestigio?
Rusia parece haber llegado a la conclusión que sólo una victoria total hará que los estadounidenses y los británicos entiendan que Moscú habla en serio sobre los tres objetivos detrás de la operación militar especial: uno, seguridad y protección de la comunidad étnica rusa, con derecho a vivir en paz y dignidad en los nuevos territorios; dos, desmilitarización y desnazificación de Ucrania; y tres, una Ucrania neutral, soberana e independiente liberada de EEUU y que deje de ser un vecino hostil.
Sin duda, los niveles sin precedentes de hostilidad estadounidense hacia Rusia solo han endurecido la determinación de Moscú. Si la alianza anglosajona sigue con su escalada, la campaña rusa bien puede expandir la operación a toda la región al este del río Dniéper. Los rusos entienden que esta guerra será larga y la pelota está ahora en la cancha estadounidense.
Lo que me viene a la mente es un discurso del presidente Vladimir Putin cuando en julio del año pasado habló en la Duma: "Hoy escuchamos que quieren derrotarnos en el campo de batalla. ¿Bien, qué puedo decir? Dejemos que lo intenten. Hemos oído hablar de que Occidente quiere luchar contra nosotros 'hasta el último ucraniano'. Esta es una tragedia para el pueblo ucraniano, pero parece ser la opción que ha elegido la OTAN. Pero ellos deben saber que aún no hemos comenzado nada en serio".
Bueno, la operación rusa finalmente comenzó «en serio», por tanto las inquietudes detrás de la demora rusa son totalmente explicables. En ese discurso Putin también quiso dejar en claro que "Occidente debe saber que cuanto más dure la operación militar especial de Rusia, más difícil será para ellos negociar con nosotros".
Esto implica que la pregunta más importante de este momento es: ¿qué ha pasado con la contraofensiva ucraniana? Las fuerzas rusas tienen una superioridad abrumadora en todos los sentidos. Incluso si el núcleo duro de las fuerzas ucranianas -entrenadas en Occidente-, que suman entre 30 y 35 000 soldados, logran algún avance en la línea del frente de 950 kilómetros de largo, ¿qué puede suceder a continuación?
No se equivoquen, seguirá un contraataque ruso tan masivo que el ejército ucraniano solo pueden terminar en una trampa de fuego y sufrir grandes pérdidas. ¿Entonces, qué habría logrado con la contraofensiva el eje anglosajón?
Además, el ejército ucraniano se habrá agotado tanto que nada impedirá que las fuerzas rusas avancen hacia Kharkov y Odessa. Aquí radica la paradoja. Porque, a partir de ese instante, los rusos no tendrán con quién hablar en Kiev.
Si se repite el comportamiento estadounidense en Vietnam, Afganistán o Irak y Siria, tendremos algo a lo que atenerse. La reciente experiencia histórica nos dice que Washington no hará nada. El analista estratégico estadounidense, David MacGreggor (coronel retirado) ha dicho a principios de esta semana en la televisión:
"Puedo decirles que Washington no va a hacer nada. Lo he advertido antes... nosotros los EEUU no somos una potencia continental, no somos una potencia terrestre, excepto en nuestro propio Hemisferio. Somos principalmente una potencia aeroespacial y marítima, al igual que Gran Bretaña. ¿Y qué significa eso? Cuando nos va mal, volvemos a casa... Eso es lo que hacemos siempre. Simplemente nos vamos. Y creo que eso está en la agenda ahora".
El silencio sepulcral de la declaración del G7 sobre la contraofensiva ucraniana es comprensible. Esa declaración debe yuxtaponerse con un informe que apareció en 'Politico' en la víspera de la cumbre de Hiroshima. La revista, citando a altos funcionarios estadounidenses, explicó que ya hay un plan para transformar la guerra de Ucrania en un «conflicto congelado» similar a lo que ocurre en la Península de Corea o en Cachemira.
Funcionarios del Pentágono le contaron a Político que los recientes paquetes de ayuda militar a Ucrania reflejan un "cambio a una estrategia a largo plazo" de la administración Biden. Según estos funcionarios ya se está hablando con Kiev sobre la naturaleza del futuro de Ucrania.
Si la membresía de Ucrania en la OTAN se estanca, las garantías occidentales podrían variar desde un acuerdo de defensa mutua al estilo del artículo 5 de la OTAN hasta acuerdos de armas con Ucrania similares a los utilizados con Israel, de tal manera que "el conflicto se mantenga entre una guerra activa y un enfrentamiento frío".
De hecho, la declaración del G7 comenzó a conceptualizar la «europeización» de Ucrania con reformas para establecer una economía de mercado impulsada por el sector privado y las instituciones financieras occidentales, y, por supuesto, manteniendo la capacidad militar disuasoria frente a Rusia.
Es bastante asombroso. Mientras se aclara la falsa narrativa sostenida por los medios occidentales, que hablaban de una derrota militar de Rusia en Ucrania y del derrocamiento de Putin, ya se está levantando otra narrativa, esta vez quieren convencernos que Rusia simplemente se dará la vuelta y observará pasivamente a EEUU integrando a Ucrania a la alianza occidental creando una herida abierta y permanente en las fronteras occidentales de Rusia. Una amenaza que pretende consumir recursos rusos durante las próximas décadas y complicar los lazos con los vecinos.
Sin embargo, la reacción del canciller ruso Lavrov a la Cumbre del G7 confirma que Moscú no caerá en la trampa de un "conflicto congelado". Su declaración es contundente:
"¿Habrá que echar un vistazo a las decisiones que se están debatiendo y adoptando en la cumbre del G7 en Hiroshima, que tienen como objetivo la doble contención de Rusia y la República Popular China? Allí se anunció en voz alta y clara que el objetivo es derrotar a Rusia en el campo de batalla, sin detenerse en este momento táctico, porque después quieren eliminarnos como rival geopolítico. Esta decisión, por así decirlo, incluye el acuerdo de imponerse sobre cualquier otro país que reclame un lugar independiente en el mundo. El G7 ha dicho que estos países serán considerados como enemigos y habrá que reprimirlos."
Lavrov también señaló que expertos militares del G7 está discutiendo abiertamente escenarios destinados a una ruptura territorial de Rusia, y "no ocultan que la existencia de Rusia como un centro independiente es incompatible con el objetivo de la dominación global de Occidente... Tenemos que dar una respuesta firme y consistente a la guerra que se nos ha declarado".
También es cierto, que no todos los estadounidenses son incapaces de ver la guerra a través de los ojos de Rusia. Lea aquí una carta pidiendo un poco de cordura a Washington. Está escrita por un grupo de distinguidos exdiplomáticos y oficiales militares asociados a la Fundación "Eisenhower Media Network". Por cierto, pagaron para que saliera en el New York Times, pero el resto de medios del establishment optó por ignorarlo.
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