Dos millones de personas en la tercera ola de protestas en Francia contra reforma de pensiones
‘Francia intenta financiar gastos militares de la OTAN con retrocesos sociales’
Este martes, en la tercera jornada de movilización que coincide con la llegada del proyecto de ley a la Asamblea Nacional, decenas de miles de franceses han vuelto a hacer huelga y a salir a la calle en diferentes ciudades de Francia para protestar contra la reforma del sistema de pensiones, que retrasa la edad de jubilación en dos años a 64.
“Estamos ante un presidente (...) que, por un ego inflado, quiere demostrar que es capaz de aprobar una reforma independientemente de la opinión pública”, ha advertido el líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, a la prensa.
En varias de las pancartas exhibidas durante la multitudinaria manifestación en París se podía leer ‘Francia intenta financiar gastos militares de la OTAN con retrocesos sociales’
De acuerdo con los medios locales, se cancelaron los servicios ferroviarios, se cerraron las escuelas y las entregas de las refinerías dejaron de funcionar en toda Francia en respuesta a los llamamientos de los sindicatos para salir a las calles en gran número. Las autoridades calculan que las marchas de este martes reunirán más de un millón de personas.
Conforme a la CGT, en el sector energético, un 75% y un 100% del personal de las refinerías y de los depósitos de TotalEnergies se han unido este martes a las huelgas, lo que ha causado una caída de 4500 MW de producción de energía, equivalente a más de cuatro reactores nucleares en todo el país galo.
Dos millones de personas salieron a la calle contra las políticas antisociales de Macron
Eduardo Febbro.- Una presencia siempre sólida en las calles del país. La tercera jornada de huelgas y manifestaciones contra el proyecto de reforma de las pensiones francesas volvió a movilizar a decenas de miles de personas. Según los sindicatos hubo 400 mil personas en París para un total de dos millones de manifestantes en toda Francia.
Lo cierto es que esta jornada fue un nuevo éxito. Los ocho sindicatos se reunieron anoche en la Bolsa del Trabajo (París) y volvieron a reiterar su pedido de “manifestar masivamente el próximo sábado 11 de febrero”.
Las organizaciones sindicales aseguran que “el gobierno debe retirar el proyecto sin esperar a que se cumpla el proceso parlamentario". El Secretario General de la CFDT, Laurent Berger, declaró que “sería una locura democrática permanecer sordo”. El responsable de la CGT, Philippe Martinez, recalcó que “si el gobierno persiste en no escuchar harán falta huelgas más duras, más numerosas”.
El gobierno, por ahora, hace como que no le presta demasiada atención a lo que ocurre en las calles a pesar de la fortaleza del movimiento de rechazo a su proyecto. El Ejecutivo está concentrado en resolver el enredo que tiene en la Asamblea Nacional. Como carece de mayoría absoluta para aprobar un proyecto de ley le son indispensables los votos de sus aliados de la derecha, Los Republicanos, con los cuales pactó parte del texto. Sin embargo, un diputado de Los Republicanos, Aurélien Pradié, seguido por otros 15 desafían la línea de su partido y rehúsan votar la reforma en su estado actual.
Con lo cual, el presidente francés, Emmanuel Macron, se enfrente a la Asamblea Nacional a cuatro oposiciones: los diputados reticentes de su propia mayoría, los Republicanos rebeldes que lo alejan de los 289 votos indispensables para la aprobación de la reforma, el frente de la izquierda, primera fuerza de oposición en la Asamblea que exige el retiro del texto, y la extrema derecha que reclama un referendo sobre el tema.
Ayer, en París, el viento helado se mezcló con el sol a lo largo del recorrido de la manifestación entre La Opera y la Plaza de la Bastilla. Los globos rojos de la CGT, los anaranjados de la CFDT, los burdeos de Fuerza Obrera y los azules de la CFTC coparon el cielo. Un enorme cartel decía: ”este es el enfrentamiento entre la Francia de los cuadros Excel y la Francia de lo Real”.
Los cánticos y la música acompañaron a los manifestantes hasta la Plaza de la Bastilla, donde, al final, se produjeron incidentes menores entre un grupito de manifestantes y la policía. ”Que lo sepa Macron y todos sus socios: de aquí no me muevo hasta que no saquen el proyecto. Dormiré en la calle si hace falta, pero a mí no me llevan a la tumba trabajando”, decía Cristopher, un profesor de historia con tres décadas de carrera.
A fuerza de mirar los juegos políticos para sumar una mayoría, el Ejecutivo se olvidó de la calle. Esta tercera manifestación consumó el divorcio entre el macronismo y la gente. La gente quiere que “se retire el corazón de la reforma”, es decir, la ampliación a los 64 años de la edad mínima para jubilarse contra los 62 actuales. Aunque también protestan contra el exceso de gasto militar para ayudar a la OTAN en su guerra contra Rusia.
Funcionarios, sector privado, empleados de los ferrocarriles, jóvenes estudiantes, bachilleres, entre la gente nadie se mostraba dispuesto a negociar ese punto esencial. Étienne, un joven muy moderno dirigente de una pequeña start-up confiesa que votó “dos veces a Macron. Era un tipo de centro liberal, inteligente, pero con su reforma nos demuestra que es un fanático. Incluso si está muy lejos para mí, no quiero una jubilación a los 64 años”.
La impugnación del proyecto de ley que apunta a aumentar la edad mínima para jubilarse se mantiene vigente. El movimiento, por el momento, no da signos de renuncia o cansancio. No es una protesta revoltosa ni insurrecta sino una suerte de masa sólida pero muy convencida de lo que quiere y donde se mezclan todas las edades.
Nadie retrocede: ni los sindicatos, ni el gobierno, ni la izquierda parlamentaria. El sábado 11 de febrero habrá una cuarta jornada de huelgas y protestas. De aquí a entonces continuará la batalla parlamentaria, que sigue incierta. La de la calle Macron ya la perdió.