EEUU: Mintieron sobre Afganistán e Irak y ahora mienten sobre Ucrania
El manual de jugadas estratégicas que los proxenetas de la guerra utilizan para arrastrarnos a un fiasco militar tras otro, incluyendo Vietnam, Afganistán, Irak, Libia, Siria y ahora Ucrania, no cambia: La libertad y la democracia están amenazadas. El mal debe ser derrotado. Hay que proteger los derechos humanos. Está en juego el destino de Europa y de la OTAN, así como el «orden internacional basado en reglas». La victoria está asegurada...
Los resultados también son los mismos. Las justificaciones y las narrativas quedan expuestas como mentiras. El pronóstico optimista es falso. Aquellos en cuyo nombre se supone que luchamos son tan venales como aquellos contra los que se supone que luchamos.
La invasión rusa de Ucrania fue una respuesta provocada por la expansión de la OTAN y el apoyo estadounidense al golpe neofascista del «Maidán» de 2014, que derrocó al presidente ucraniano democráticamente elegido, Víktor Yanukóvich. Yanukóvich quería la integración económica con la Unión Europea, pero no a costa de los lazos económicos y políticos con Rusia. La guerra sólo se resolverá mediante negociaciones que den a los rusos étnicos de Ucrania autonomía y protección frente a Kiev, así como neutralidad ucraniana, lo que significa que el país no puede entrar en la OTAN.
Cuanto más tarden estas negociaciones, más sufrirán y morirán los ucranianos. Sus ciudades e infraestructuras seguirán reduciéndose a escombros.
Pero esta guerra por poderes en Ucrania está diseñada para servir a los intereses de EEUU. Enriquece a los fabricantes de armas, debilita a Europa y aísla a China y Rusia de Europa. Lo que le ocurra a Ucrania es irrelevante.
«En primer lugar, equipar a nuestros amigos en el frente para que se defiendan es una forma mucho más barata -en dólares y en vidas estadounidenses- para degradar la capacidad de Rusia de amenazar a EEUU», admitió el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.
«En segundo lugar, la eficaz defensa ucraniana de su territorio nos enseña cómo mejorar las defensas de los socios amenazados por China. No es sorprendente que altos funcionarios taiwaneses pudieran ayudar a Ucrania a derrotar a Rusia».
«En tercer lugar, la mayor parte del dinero destinado a ayudar a la seguridad de Ucrania no va realmente a Ucrania. Se invierte en la fabricación de material de defensa estadounidense. Está financiando nuevas armas y municiones para las fuerzas armadas estadounidenses con el fin de reemplazar los equipos más antiguos que hemos suministrado a Ucrania.
«Seamos claros: esta ayuda significa más puestos de trabajo para los estadounidenses y nuevas armas para las fuerzas armadas de EEUU».
Una vez que la verdad sobre estas guerras interminables, y en su mayoría perdidas, se ha infiltrado en la conciencia pública, los medios de comunicación, que promueven servilmente estos conflictos, materializan la cobertura. Las debacles militares, como las de Irak y Afganistán, permanecen en gran medida ignoradas. Para cuando EEUU admite su derrota, la mayoría de la gente apenas recuerda que estas guerras están en curso.
Los proxenetas de la guerra que orquestan estos fiascos militares pasan de una administración a otra. Entre un puesto y otro, tienen su base en think tanks - Project for the New American Century, American Enterprise Institute, Foreign Policy Initiative, Institute for the Study of War, The Atlantic Council y The Brookings Institution - financiados por corporaciones y la industria bélica.
Una vez que la guerra en Ucrania llegue a su inevitable conclusión con el triunfo ruso, estos Dr. Strangelove tratarán de promover una guerra nada menos que contra China. La Armada y el Ejército de EEUU ya están amenazando y rodeando a China. Que Dios nos ayude si no los detenemos.
Vieja retórica de manual
Esos proxenetas de guerra atraen a los estadounidenses a un conflicto tras otro con relatos halagüeños que presentan a EEUU como el salvador del mundo.
Ni siquiera tienen que ser innovadores. La retórica está sacada del viejo manual de jugadas estratégicas. Los estadounidenses se tragan ingenuamente el anzuelo y abrazan la bandera -esta vez azul y amarilla- para convertirse en agentes involuntarios de nuestra autoinmolación.
Ya no importa -al menos a los proxenetas de la guerra- si estas guerras son racionales o prudentes. La industria bélica ha hecho metástasis en las entrañas del imperio estadounidense para vaciarlo desde adentro. EEUU es vilipendiado en el extranjero, se ahoga en deudas, tiene una clase trabajadora empobrecida y está lastrado por ruinosas infraestructuras y servicios sociales de mala calidad.
¿No se suponía que el ejército ruso iba a derrumbarse hace meses? ¿No se suponía que el Presidente ruso Vladimir Putin iba a ser expulsado del poder? ¿No se suponía que las sanciones llevarían a zambullir el rublo en una espiral mortal? ¿No se suponía que la separación del sistema bancario ruso de SWIFT, el sistema internacional de transferencia de dinero, paralizaría la economía rusa?
¿Cómo es posible que las tasas de inflación en Europa y EEUU sean más altas que en Rusia a pesar de estos ataques a la economía rusa? ¿No se suponía que los casi 150.000 millones de dólares en equipamiento militar avanzado y ayuda financiera y humanitaria prometidos por EEUU, la UE y otros 11 países al régimen ucraniano habrían cambiado el curso de la guerra? ¿Por qué más de un tercio de los tanques suministrados por Alemania y EEUU se convirtieron rápidamente en pedazos de metal carbonizados por las minas, la artillería, las armas antitanque, los ataques aéreos y los misiles rusos al comienzo de la tan cacareada contraofensiva?
¿No se suponía que esta última contraofensiva ucraniana, originalmente conocida como la «Ofensiva de Primavera», iba a romper las fuertemente fortificadas líneas del frente ruso y recuperar enormes franjas de territorio? ¿Cómo explicar las decenas de miles de bajas militares ucranianas y el reclutamiento forzoso del ejército ucraniano?
Ni siquiera nuestros generales retirados y ex funcionarios de la CIA, el FBI, la Agencia de Seguridad Nacional, que sirven como analistas en cadenas como CNN y MSNBC, pueden decir que la ofensiva tuvo éxito.
Proteger la «democracia»
¿Y qué pasa con la democracia ucraniana que luchamos por proteger? ¿Por qué el Parlamento ucraniano revocó el uso oficial de las lenguas minoritarias, incluido el ruso, tres días después del golpe de Estado de 2014? ¿Cómo se racionalizan los ocho años de ataques militares contra los rusos étnicos en la región de Donbass antes de la invasión rusa de febrero de 2022? ¿Cómo se explica la matanza de más de 14 200 personas y el millón y medio de desplazados antes de la invasión rusa del año pasado?
¿Cómo defender la decisión de Zelensky de prohibir once partidos de la oposición, entre ellos la Plataforma de Oposición por la Vida, que tenía el 10% de los escaños en el Consejo Supremo, el parlamento unicameral de Ucrania, así como el Partido Shariy, Nashi, Bloque de Oposición, Oposición de Izquierda, Unión de Fuerzas de Izquierda, Estado, Partido Socialista Progresista de Ucrania, Partido Socialista de Ucrania y Bloque Volodymyr Saldo? ¿Cómo podemos aceptar la prohibición de estos partidos de la oposición -muchos de los cuales son de izquierdas- mientras Zelensky permite que florezcan los fascistas de los partidos Svoboda y Sector Derecho, así como el batallón Azov - que ensalza al líder nazi Bandera- y otras bandas extremistas?
¿Cómo hacer frente a las purgas antirrusas y a las detenciones de las llamadas «quintas columnas» por paramilitares que recorren Ucrania, dado que el 30 % de sus habitantes son ruso-parlantes?- ¿Cómo responder a los grupos neonazis apoyados por el régimen de Zelensky que acosan y atacan a la comunidad LGBTI, a la población romaní, a las manifestaciones antifascistas y amenazan a concejales, medios de comunicación, artistas y estudiantes extranjeros?
¿Cómo aceptar la decisión de EEUU y sus aliados de bloquear las negociaciones con Rusia para poner fin a la guerra, cuando Kiev y Moscú estaban a punto de negociar un tratado de paz?
Hice un reportaje sobre Europa Central y Oriental en 1989, en el momento de la desintegración de la Unión Soviética. La OTAN, suponíamos, había quedado obsoleta.
El Presidente Mijail Gorbachov propuso acuerdos económicos y de seguridad con Washington y Europa. El Secretario de Estado James Baker de la administración de Reagan, así como el Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania Occidental Hans-Dietrich Genscher, aseguraron a Gorbachov que la OTAN no se extendería más allá de las fronteras de una Alemania unificada.
Ingenuamente pensamos que el final de la Guerra Fría significaba que Rusia, Europa y EEUU ya no tendrían que desviar ingentes recursos a sus ejércitos.
Sin embargo, los llamados dividendos de la paz eran una quimera. Si Rusia no quería ser el enemigo, se vería obligada a convertirse en el enemigo. Incumpliendo todas las promesas, los belicistas occidentales reclutaron a las antiguas repúblicas soviéticas para la OTAN presentando a Rusia como una amenaza.
Los países que se unieron a la OTAN, que ahora incluyen a Polonia, Hungría, la República Checa, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Albania, Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte, reconfiguraron sus ejércitos para que fueran compatibles con el material militar de la OTAN. Esto ha reportado miles de millones de beneficios a los fabricantes de armas.
Tras el colapso de la Unión Soviética, en Europa Central y del Este se comprendió universalmente que la ampliación de la OTAN era innecesaria y una peligrosa provocación. Pero sí tenía sentido comercial. La guerra es un negocio. Y también tenía sentido geopolítico: balcanizar a la potente Rusia y dejar más sola a China.
En un cable diplomático clasificado -obtenido y publicado por WikiLeaks- fechado el 1° de febrero de 2008, escrito desde Moscú y enviado a la Junta de Jefes de Estado Mayor de EEUU, la OTAN, la UE, el Consejo de Seguridad Nacional, el Secretario de Defensa y el Secretario de Estado de EEUU, existía un entendimiento inequívoco de que la ampliación de la OTAN entrañaba el riesgo de un conflicto con Rusia, especialmente en relación con Ucrania.
«Rusia no sólo percibía el cerco [por parte de la OTAN] y los esfuerzos por socavar la influencia de Rusia en la región, sino que también temía consecuencias impredecibles e incontroladas que afectarían gravemente a los intereses de seguridad rusos», afirma el cable.
«Los expertos nos dicen que a Rusia le preocupa especialmente que las fuertes divisiones existentes en Ucrania en torno a la adhesión a la OTAN, con una gran parte de la comunidad étnica rusa en contra de la adhesión, puedan provocar una gran división, con violencia o, en el peor de los casos, una guerra civil. En esta erradicación, Rusia tendría que decidir si interviene o no, una decisión a la que Rusia no quiere tener que enfrentarse...».
«Dmitri Trenin, subdirector del Carnegie Moscow Center, dijo que le preocupaba que Ucrania fuera, a largo plazo, potencialmente el factor más desestabilizador en las relaciones ruso-estadounidenses, dado el nivel de emoción y neuralgia que provoca su búsqueda de la adhesión a la OTAN...» decía el cable.
«Dado que la adhesión ha seguido siendo una fuente de división en la política interna ucraniana, ha creado una apertura para la intervención rusa». Trenin expresó su preocupación por el hecho de que se animara a elementos del establishment ruso a interferir, estimulando abiertamente el fomento de fuerzas políticas opuestas al gobierno ruso por parte de EEUU y defendiendo una postura clásica de confrontación.
La invasión rusa de Ucrania no habría tenido lugar si la alianza occidental hubiera cumplido sus promesas de no extender la OTAN más allá de las fronteras de Alemania y si Ucrania hubiera permanecido neutral.
Los belicistas conocían las posibles consecuencias de la ampliación de la OTAN. Sin embargo, la guerra es su única vocación, incluso si conduce a un holocausto nuclear con Rusia o China.
La industria bélica, y no Putin, es nuestro enemigo más peligroso.
ScheerPost / El Correo / La Haine