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Medio Oriente :: 02/02/2011

Egipto: El factor Hermandad Musulmana

Pepe Escobar
La Hermandad se preocupa más del área social que de la política. Si Egipto lleguará a ser un Estado islámico, insisten en que la decisión será ?del pueblo?

Un millón marchó por las calles en El Cairo este martes, un millón más marchará hacia el palacio presidencial egipcio en Heliópolis durante el próximo “Viernes de la Partida”. El grafiti más común –pintado también sobre los tanques Abrams estadounidenses de color caqui– así como la consigna más popular, sigue siendo “el pueblo quiere que el sistema caiga”. El ejército parece haber elegido su lado, afirmando tácitamente que “no recurrirá al uso de la fuerza contra nuestro gran pueblo”.

Con la ruptura de la barrera de 100 dólares por los futuros del petróleo crudo Brent por primera vez desde septiembre de 2008, temores crecientes por el flujo del petróleo por el Canal de Suez, bancos, escuelas y la bolsa cerrados, comités populares dirigiendo la seguridad, la quema de sus uniformes por algunos policías que se suman a las protestas, y filas de activistas, manifestantes y blogueadores dándole a los teclados de hileras y más hileras de laptops para transmitir la palabra (antes de que el presidente Hosni Mubarak cerrara “valerosamente” el último servidor de Internet en funcionamiento), la revolución egipcia puede estarse acercando a la fase final.

La estrategia del Faraón y su “sucesor” Omar “el torturador suave” Suleiman de utilizar al ejército para intimidar, y luego recuperar la calle, sólo podría tener éxito si el Nilo se enrojeciera de sangre esta semana. Parece poco probable. A pesar de todo esta implacable dictadura militar hará todo lo posible por aferrarse al poder.

Tal como lo ve la multiforme calle egipcia, no se trata de que, como lo señala de modo tan curioso el Wall Street Journal, “tal vez la nueva fase sea feliz para Washington”. A esas masas en la Plaza Tahrir (Plaza Liberación) que protestan con sus vidas no les importa un rábano – tal como no les importa un rábano la seguridad de los suministros de petróleo a Occidente o la seguridad de Israel. Se trata de Egipto, no EE.UU.

El domingo, el presidente de EE.UU., Barack Obama llamó a un dócil “cambio en el gobierno de Egipto” – mientras las calles gritan “¡fuera el dictador!”. Al-Jazeera tuvo que salir con un editorial en el que recuerda a todos que la definición de “reforma” de Obama simplemente no puede significar el mismo régimen corrupto/represor con un retoque.

Estamos ante una situación revolucionaria clásica; los que están arriba no pueden imponer su voluntad como solían hacerlo, los muchos que están abajo se niegan a ser dominados como lo hacían. Infinitamente intrigadas, las capitales de EE.UU. y Europa pueden agregar en el mejor de los casos cantos de fondo al revuelo en la calle. La calle quiere una vida política e institucional sólida, y poner ganarse la vida decentemente en un entorno menos corrupto. Y resulta que es imposible bajo las reglas inmutables del juego – el sistema de “nuestro” dictador apoyado por Occidente industrializado.

Entre sonsas teorías conspirativas como ser que la revolución egipcia es financiada por el lobby judío, la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU., el financista estadounidense George Soros, o todos juntos, a la calle egipcia no puede importarle menos si el Faraón decide o no “dirigir una transición ordenada”; no aceptará nada menos que su pasaje sin retorno, tal vez para abrazar a sus amigos en la Casa de Saud. Especialmente ahora que la calle ha visto cómo, con Suleiman, Mubarak está imitando al Shah de Irán en 1978, cuando instaló a Shapour Bakhtiar como su primer ministro (pero no funcionó).

Hablad con la Esfinge

El camino futuro sensato apunta a una alianza cívica egipcia dominada por todos los sectores opuestos al régimen (virtualmente todos en el país) y el componente inevitable, el ejército. Por mucho que sectores del establishment en Washington y los medios corporativos de EE.UU. hayan estado elucubrando frenéticamente, no existen condiciones objetivas para una toma del poder islamista; es simplemente estúpido.

Washington puede estar a punto de dar luz verde a Mohamed ElBaradei – quien ha sido crucialmente apoyado por la Hermandad Musulmana. Pero ni siquiera la Esfinge en Giza sabe si esto será suficiente para la calle.

ElBaradei es un extraño creíble. Durante los años duros del Faraón estuvo en el extranjero. No es pusilánime, y se mantuvo firme estoicamente respecto a Irán contra el gobierno de George W. Bush como jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica. ElBaradei, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2005, puede de hecho emerger como “puente” antes de elecciones libres y limpias, una nueva constitución y un nuevo orden en Egipto.

Pero no hay evidencia de que vaya a urdir una política económica muy diferente del engaño usual del “ajuste estructural” del Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial, con muchas sospechosas privatizaciones mezcladas con ese mantra nebuloso de Davos: “buena administración”. Si es así, la calle tenderá a enfurecerse realmente – de nuevo.

Por el momento, no hay mucha evidencia de que Egipto pueda seguir el camino de Irán en 1979. La izquierda secular estuvo a cargo del gobierno post revolucionario de Irán (en Egipto, la izquierda ha sido diezmada por la represión). Irán sólo se convirtió en una república islámica meses más tarde, después de un referendo nacional (si eso sucediera, los egipcios apoyarían abrumadoramente una república secular). La perspectiva más probable, positiva, es que en 2012 Egipto pueda parecerse más, políticamente, a Turquía.

Eso nos deja con la ardiente pregunta sin respuesta que puede superarlas a todas; ¿cuál será el papel post revolucionario de la Hermandad Musulmana (HM)?

Hermanos al rescate

La HM provoca un miedo total en todo Occidente porque el régimen de Mubarak siempre la igualó efectivamente con al-Qaida. Es ridículo.

La HM fue fundada por Hasan al-Banna en el puerto de Ismailia en 1928 – luego se fue a El Cairo. Su preocupación inicial fue concentrarse en servicios sociales, estableciendo mezquitas, escuelas y hospitales. Durante las últimas décadas, la HM logró convertirse en la fuerza política fundamentalista más importante en el mundo suní. También es el mayor partido disidente en Egipto, con 88 escaños de los 454 de la cámara baja del parlamento.

La HM no apoya la violencia – aunque lo hizo en el pasado, hasta los años setenta. El aura de violencia se relaciona sobre todo con el legendario Sayyid Qutb, considerado por muchos como padre espiritual de al-Qaida. Qutb, crítico literario que había estudiado en EE.UU., se unió a la HM en 1951, y se separó años más tarde.

Las ideas de Qutb eran radicalmente diferentes de las de al-Banna – especialmente su concepto de una “vanguardia” que es más Lenin que el Corán. Estaba convencido de que la democracia era “un fracaso” en el mundo islámico (a diferencia de la abrumadora mayoría de los egipcios en la actualidad, que luchan por la democracia; la HM, además, es participante plena en la sociedad civil y política.) Qutb ni siquiera se cualifica como el pensador islamista moderno más influyente; el Islam político dominante, personificado por la autoridad del imam de al-Azhar en El Cairo, lo refutó despiadadamente.

Contrariamente a la propaganda neoconservadora estadounidense, la HM tampoco tuvo nada que ver con movimientos fascistas en la Europa de los años treinta o con partidos socialistas (en los hechos está a favor de la propiedad privada). Es sobre todo un movimiento nativista urbano, de la clase media baja, tal como lo define el profesor de la Universidad de Michigan, Juan Cole. Incluso antes de la revolución, la HM estaba comprometida con el derrocamiento del régimen de Mubarak, pero pacífica y políticamente.

La Hermandad Musulmana iraquí, fundada en los años treinta en Mosul, es ahora el Partido Islámico Iraquí, y un protagonista político importante que siempre ha tenido un diálogo con Washington. Y en Afganistán, el partido Jamiat-I Islami fue inspirado por la HM.

La HM ciertamente no rechaza la tecnología y la innovación intelectual.

Está verdaderamente por todas partes en las calles de la revolución egipcia, pero con mucho cuidado de no mostrar una actitud “descarada”. Según el portavoz Gamel Nasser, se considera como sólo un pequeño sector de la revolución. Y la revolución tiene que ver con el futuro de Egipto – no del Islam.

Algunos podrán argumentar una vez más que es lo mismo que lo que decían los mullahs en Teherán en 1978/1979. Indudablemente el shah fue depuesto por virtualmente todos los sectores de la sociedad, incluido el Partido Comunista. Entonces los teócratas se hicieron cargo – violentamente. Según sus antecedentes durante las últimas tres décadas, no existe evidencia de que la HM tendría el alcance necesario para intentar la misma acción.

A los extraños les cuesta imaginar lo brutal que ha sido la represión del Estado de la máquina de presión/policía de Mubarak. El sistema se basa en 1,5 millones de policías – son cuatro veces la cantidad de miembros del ejército. Sus salarios son pagados en gran parte con los 1.300 millones anuales de “ayuda” de EE.UU., que también ha servido para tomar medidas verdaderamente duras contra la clase trabajadora y virtualmente toda organización progresista.

Este estado de cosas ha existido desde mucho antes de Mubarak. La historia formulará preguntas directamente al fantasma del ex presidente Anwar Sadat. Sadat creó una trifecta para hacer que sus políticas intifah (puertas abiertas) funcionaran; el FMI le aconsejó que creara una economía rudimentaria de exportación, manipuló la religión para extraer fondos de Arabia Saudí y así aventajó a la HM, y obtuvo miles de millones de dólares de EE.UU. por llegar a un acuerdo con Israel. La inevitable consecuencia crucial de todo esto es que fue un monstruoso Estado policial dedicado a, entre otras joyas represivas, a una lucha brutal contra las organizaciones de la clase trabajadora.

Y este es el antídoto para al-Qaida

Incluso mientras le causaban estragos durante las décadas de Sadat y Mubarak, la HM por lo menos conservó una estructura. En elecciones libres y limpias, la HM ciertamente conseguiría por lo menos un 30% de los votos.

A los medios corporativos globales les haría bien desplazarse a la central de la Hermandad Musulmana en El Cairo, en El Malek El Saleh, y aprender algo. El nuevo jefe de la HM, Mohamed Badie, se preocupa más del área social que de la política. Sobre la posibilidad de que Egipto termine por llegar a ser un Estado islámico, insiste en que la decisión será “del pueblo”.

A diferencia de Badie, Sherif Abul Magd, profesor de ingeniería en la Universidad Helwan y jefe de la HM en Giza, fue mucho más locuaz al hablar con el periódico italiano La Stampa. Tuvo cuidado de destacar que los manifestantes no debieran oponerse a los militares. Subrayó que “nuestro pueblo ya controla las calles”.

Sobre todo bosquejó la estrategia de la HM para la próxima etapa; a un primer ministro interino deberían agregarse cinco jueces para establecer un comité presidencial encargado de reescribir la constitución y luego de convocar a elecciones para el parlamento y la presidencia.

Magd fue inflexible: “Un Estado islámico no está en conflicto con la democracia – pero el pueblo debiera poder elegirlo”. Washington ya lo sabe, pero en todo caso se alarmará porque la HM no cree en ese famoso cadáver geopolítico – el proceso de paz israelí-palestino; “la paz es imposible sin un acuerdo con Hamás”. En cuanto a al-Qaida: “actualmente es sólo una invención de la CIA para justificar la guerra contra el terror”.

La calle árabe sabe –y en gran parte aprueba– que la HM se ha opuesto permanentemente a los acuerdos de Camp David de 1978, y no reconoce a Israel. Estratégicamente, la HM ha comprendido que es contraproducente destacarse ahora; otra cosa es en el futuro. El punto crucial es que la HM se opone firmemente a la violencia contra civiles – y por lo tanto rechaza con firmeza a al-Qaida. Una HM que rechaza la violencia y que es muy activa en la política civil en Egipto no puede posiblemente asustar a Occidente. Como partido establecido del Islam político, la HM no podría ser un mejor antídoto para fanáticos al estilo de al-Qaida.

Contrariamente a sirenas alarmistas de derecha, ningún “fervor islámico” envuelve a Medio Oriente. Al contrario – lo que se ve actualmente es mucha corrupción moral, que para colmo está del lado equivocado de la historia.

La posición de Israel se explica sola – desde el Jerusalem Post que describe la revolución egipcia como “el peor desastre desde la revolución de Irán”, hasta un columnista en el periódico Ha’aretz que vocifera que Obama traicionó a “un presidente moderado egipcio que se mantuvo leal hacia EE.UU., promovió la estabilidad y alentó la moderación”.

En cuanto al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, telefoneó a Mubarak para decirle cuánto lamenta todo este lío; y luego ordenó a sus matones que impidieran que los palestinos manifestaran su apoyo para la democracia en Egipto.

No cabe duda – con la HM como parte de un gobierno egipcio, un gobierno egipcio verdaderamente soberano, el tratado de paz entre Israel y Egipto será renegociado (la HM favorece un referendo). Y así llegamos al meollo de la cuestión. Después de esta revolución, los intereses de EE.UU. e Israel no pueden posiblemente convergir – ni siquiera como una ilusión óptica.

No es una revolución anti estadounidense; es una revolución contra un régimen apoyado por EE.UU. Un gobierno post Mubarak legítimo y soberano no puede posiblemente ser un títere de Washington – con todas las implicaciones regionales que significa. Y eso va mucho más allá de la HM. Tiene que ver con el corazón milenario del mundo árabe que posiblemente esté al borde de un dramático cataclismo.

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Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.

es Online. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

 

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