El Congo: vida y muerte de Patrice Lumumba
Los actos de barbarie y de desalmada crueldad cometidos por las razas que se llaman cristianas en todas las regiones del mundo y contra todos los pueblos del orbe que pudieron subyugar, no encuentran precedente en ninguna época de la historia universal… William Howyitt.
Durante siglos hemos sufrido discriminación política, explotación económica y degradación social… Malcolm X
Nosotros teníamos la Tierra y ellos trajeron la Biblia. Ahora nosotros tenemos la Biblia y ellos tienen nuestra Tierra… Lider Lakota
África es el continente que tiene la historia más antigua en el planeta, en donde se originó la evolución del ser humano hace millones de años. Con una superficie de 30 millones de kilómetros cuadrados, 1’200.000 habitantes, 2.000 lenguas originarias, 54 países, 23 lenguas oficiales, es también el continente que ha logrado mantener la mayor diversidad cultural y lingüística a pesar de siglos de dominación colonial e imperialista.
La esclavitud de la población africana (rapto, prisión, traslado, compra, venta, explotación extrema, castigos corporales, cepo, grillete, tortura, human zoos) se inició en el siglo XVI, cuando Europa instauró el sistema colonial, debido a que los avances científicos y técnicos, de navegación y producción de armamentos posibilitaron la exploración, invasión y dominio de continentes, archipiélagos e islas hasta entonces desconocidos para los europeos.
Arrancados de sus comunidades de origen a través de guerras, raptos, cacería humana, hombres y mujeres en edad productiva pero también niños y niñas eran encarcelados en insalubres depósitos en espera de ser trasladados.
Encadenados e inmovilizados; casi sin agua y sin comida; obligados a hacer sus necesidades biológicas en el mismo sitio en el que se encontraban, más del 30 por ciento del grupo transportado en las bodegas de los barcos, a veces hasta el 50 por ciento, moría durante la travesía por el océano Atlántico.
Portugal, España, Holanda, Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Estados Unidos, Génova, Alemania, fueron los países que desarrollaron su riqueza -y grandes fortunas- a través de la captura, tráfico, venta, compra y explotación de seres humanos. No hubo actividad económica o de servicios en que no participaran esclavos y esclavas provenientes de África.
Es necesario recalcar que el tráfico y explotación de seres humanos de origen africano, así como la explotación indígena en las colonias americanas y el saqueo de recursos naturales tanto de África como de Centro y Sur América, fueron la base de la acumulación del capital que dio origen a la Revolución Industrial y al sistema capitalista.
A pesar de la idea que se ha querido instaurar, la resistencia por parte de la población africana en los siglos que duraron los sistemas de esclavitud y colonización fue constante: resistencia violenta a su captura; rebeliones cotidianas en las factorías o depósitos; levantamientos y sublevaciones en las colonias; huida de las haciendas y plantaciones; formación de comunidades cimarronas libres en todas las regiones del continente americano -con excepción de Estados Unidos.
Los castigos, en caso de ser vencida la rebelión o capturados los fugitivos, eran de una crueldad extrema: castración, mutilación, azotes o muerte después de terribles torturas.
A manera de ejemplo: en los siglos XVII, XVIII y XIX, la esclavitud fue la base económica de Estados Unidos y, se puede afirmar, que el desarrollo y engrandecimiento del país entero se debió al tráfico, comercio y explotación de seres humanos provenientes de África. A diferencia de México, Centro y Sur América, en Estados Unidos el sistema de esclavitud no convivió con los métodos de explotación indígena (mita, obrajes, repartimientos, diezmos y primicias). En 1790, la población de origen africano en Estados Unidos era la quinta parte de la población total, para pasar a 25 millones en 1850.
Fue el Código Racial Anglosajón el que introdujo de manera formal el concepto de superioridad de lo que llamaron raza blanca y de inferioridad de lo que llamaron raza negra. Los términos como negro, black, neger, fueron términos impuestos por la minoría propietaria de esclavos y de esclavas por lo que su uso es absolutamente peyorativo. Este Código Racial Anglosajón -que fue la base de la segregación establecida en Estados Unidos- tiene orígenes bíblicos: Maldición de Cam.
Quizás para justificar las atrocidades cometidas, los colonialistas europeos han negado sistemáticamente la existencia de avanzadas civilizaciones en África: Benín, Mali, Ghana, Pueblo Bantú, Pueblo Zulú.
La civilización Bantú, por ejemplo, ocupó la mitad del territorio africano, tuvo gran desarrollo agrícola-ganadero-minero y una lengua común cinco mil años antes de la invasión europea.
La abolición de la esclavitud no eliminó la apropiación y explotación de territorios y de sus habitantes en el África por parte de las potencias europeas. La creciente demanda de materias primas y de mano de obra barata o gratuita, determinó la apropiación de África posterior a dicha abolición: a fines del siglo XIX, un quinto del territorio del planeta pasó a formar parte de posesiones coloniales de Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica, Italia, Portugal, España.
Hasta 1914, el 30% de la población total africana, estuvo bajo control británico; el 15%, francés; el 9%, alemán; el 7%, belga.
Entre 1884 y 1885, la Conferencia de Berlín proclamó el derecho de cualquier potencia europea a explotar el territorio -y sus habitantes- que lograra explorar con solo hacer pisado y dominado sus costas. Y fue en esta misma Conferencia de Berlín, que se realizó el reparto oficial de África:
Francia: Argelia,Túnez, Protectorado de Marruecos (ahora parte de Marruecos), Mauritania, Senegal, Sudán francés (ahora Malí), Guinea, Costa de Marfil, Níger, Alto Volta (ahora Burkina Faso), Dahomey (ahora Benín), Camerún francés, Gabón, Congo Medio (ahora República del Congo), Chad, Ubangui Chari (ahora República Centroafricana), Madagascar, Islas Comoras.
Reino Unido: Egipto, Sudán Anglo-Egipcio (ahora Sudán y Sudán del Sur), Kenia, Uganda, Sierra Leona, Gambia, Costa de Oro Británica (ahora Ghana), Somalía Británica, Rodesia del Sur (ahora Zimbawe), Rodesia del Norte (ahora Zambia), Botswana, Unión Sudafricana, Nigeria, Malawi.
Alemania: Camerún, Togo, parte de Ghana, Burundi, Rwanda, Tanzania, Namibia.
Bélgica: Estado Libre del Congo (ahora República Democrática del Congo).
España: Parte de Marruecos, África Occidental Española, Río de Oro (ahora Sáhara Occidental), Ifni (ahora parte de Marruecos), Guinea Española (ahora Guinea Ecuatorial).
Italia: África del Norte Italiana (ahora Libia), África Oriental Italiana, Eritrea Italiana, Somalilandia Italiana (ahora Somalia)
Portugal: África Occidental Portuguesa (ahora Angola), Mozambique, Islas de Cabo Verde, Guinea.
Cobre, caucho, oro, coltán, uranio, diamantes, hojalata, marfil, algodón, té, cacao, caña de azúcar, café, los más importantes productos explotados.
República Democrática del Congo
Comunidades pigmeas, bantú y upemba fueron las principales en poblar durante centenares de años el territorio que hoy constituye la República Democrática del Congo. Se trataba de sociedades ricas y desarrolladas (agricultura, minería, marfil). En lo que luego sería la provincia de Katanga, de grandes riquezas minerales, existió el Reino de Luba, también avanzado. La lengua dominante en toda la región era la lengua bantú.
En el siglo XV, cuando las primeras exploraciones europeas, estos territorios se hallaban organizados bajo el mando de un gobernante único (Mwene Kongo). El llamado Reino del Congo comprendía además Angola.
El explorador inglés Henry Morton Stanley, financiado por Leopold II, rey de Bélgica, recorrió esta zona y realizó el primer mapa de los territorios que constituirían el Estado Libre del Congo, propiedad privada del rey belga durante varias décadas en las que impuso una feroz explotación. En la Conferencia de Berlín, el rey belga oficializó sus derechos de dominio y explotación de esta extensa región (una superficie 75 veces mayor a la de Bélgica), instituyendo la capital Leopoldville -ciudad de Leopold- e impulsando la construcción de la vía férrea entre el Atlántico y Leopoldville.
Los colonizadores belgas, al servicio de su rey, persiguieron y atraparon a cientos de miles de habitantes de esta región del Congo, obligándoles a trabajar en las minas de cobre y oro, así como en la recolección de diamantes y caucho. Pocos colonizadores fueron tan brutales como los belgas: incendiaron casas, destruyeron pueblos, arrancaron de su medio a mujeres, niños, ancianos y hombres para -con métodos humano-europeos- obligarles a trabajar de sol a sol y así producir la riqueza que ostentaría Bélgica –y ostenta hasta hoy. Se calcula en diez millones las víctimas de la cruel explotación de los colonialistas belgas en el Congo.
Para intensificar la explotación en las plantaciones de caucho, por ejemplo, Leopold II creó la Force Publique, que aterrorizaba a la población con castigos como azotes, corte de labios, mutilación de manos y pies si incumplía las cuotas de producción impuestas o intentaba escapar.
Por presiones internacionales, el parlamento belga quitó a Leopold II la explotación de sus territorios y habitantes y transformó el Estado Libre del Congo en Congo Belga, modificando muy poco la situación que sufría la población.
Como se ha mencionado anteriormente, la resistencia a la brutal explotación ejecutada por los europeos a través de siglos de esclavitud y colonización fue constante, pero es a partir de la década del 50 del siglo pasado, que se fortalecieron los movimientos revolucionarios y se organizó la lucha por la independencia y la expulsión de los europeos: Argelia, Ghana, Mali, Madagascar, Congo, Conferencia de Accra, son algunos ejemplos.
Patrice Lumumba nació en Katako-Kombe en 1925. Trabajó en una sociedad minera y ejerció el periodismo en las actuales ciudades de Kinshasa y Kisangani. De formación autodidacta y temprana militancia anticolonialista, fundó en 1958 el Movimiento Nacional Congolés con la finalidad de instaurar un Estado independiente y laico. Ese mismo año, participó en la Conferencia Panafricana de Accra.
El 30 de junio de 1960, después de años de lucha, Congo logró su independencia de Bélgica. El Movimento Nacional Congolés ganó las elecciones convocadas, convirtiéndose Lumumba en Primer Ministro.
El discurso de Patrice Lumumba en la ceremonia de proclamación de la Independencia del Congo, el 30 de junio de 1960, nos ilumina sobre su pensamiento revolucionario, independentista y pan africanista.1
«Hombres y mujeres del Congo,
Victoriosos luchadores de la independencia,
Los saludo en nombre del gobierno congolés.
Les pido a todos ustedes, amigos míos, quienes pelearon incansablemente en nuestras filas, marcar este 30 de junio de 1960, como una fecha ilustre que quedara por siempre grabada en sus corazones, una fecha cuyo significado explicarán orgullosamente a sus hijos, para que ellos en su momento puedan contar a sus nietos y bisnietos la gloriosa historia de nuestra lucha por la libertad.
Aunque esta independencia del Congo está siendo proclamada hoy en acuerdo con Bélgica, un país amistoso, con el que estamos en igualdad de términos, ningún congolés olvidará que la independencia se ganó en lucha, una lucha perseverante e inspirada que ocurrió en el día a día, una lucha, en la que no nos intimidamos por la privación o el sufrimiento y no escatimamos fuerza o sangre.
Estuvo llena de lágrimas, fuego y sangre. Estamos profundamente orgullosos de nuestra lucha, porque era justa y noble e indispensable para poner fin a la humillante esclavitud que nos fue impuesta.
Esa fue nuestra suerte durante los ochenta años de dominio colonial y nuestras heridas están muy frescas y son demasiado dolorosas para ser olvidadas.
Hemos experimentado trabajo forzoso a cambio de una paga que no nos permitía satisfacer nuestra hambre, vestirnos, tener alojamiento decente o criar a nuestros hijos como seres amados.
Mañana, tarde y noche éramos sometidos a burlas, insultos y golpes porque éramos “Negros”. ¿Quién podrá olvidar que el negro era tratado como “tú”, no porque fuera un amigo, sino porque el respetuoso “usted” estaba reservado para el hombre blanco?
Hemos visto nuestras tierras confiscadas en nombre de leyes aparentemente justas, que daban reconocimiento sólo al derecho de la fuerza.
No hemos olvidado que la ley nunca fue la misma para el blanco y para el negro, que era indulgente para unos, y cruel e inhumana para los otros.
Hemos experimentado sufrimientos atroces, hemos sido perseguidos por convicciones políticas y creencias religiosas, y exiliados de nuestra tierra natal: nuestra suerte fue peor que la muerte misma.
No hemos olvidado que en las ciudades las mansiones eran para los blancos y las chozas en ruinas para los negros; que un negro no era admitido en los cines, restaurantes y tiendas reservadas para los “europeos”; que un negro viajaba en el compartimento, bajo los pies de los blancos en sus cabinas de lujo.
¿Quién podrá olvidar los tiroteos que mataron a tantos de nuestros hermanos, o las celdas en las que eran arrojados sin piedad aquéllos que no estaban dispuestos a someterse por más tiempo al régimen de injusticia, opresión y explotación usado por los colonialistas como herramienta de su dominación?
Todo eso, hermanos míos, nos trajo un sufrimiento indecible.
Pero nosotros, que fuimos elegidos por los votos de sus representantes, representantes del pueblo, para guiar a nuestra tierra natal, nosotros, que hemos sufrido en cuerpo y alma la opresión colonial, nosotros les decimos que de ahora en adelante todo eso está terminado.
La República del Congo ha sido proclamada y el futuro de nuestro amado país está ahora en las manos de su propio pueblo.
Hermanos, comencemos juntos una nueva lucha, una lucha sublime que llevará a nuestro país hacia la paz, prosperidad y grandeza.
Juntos estableceremos justicia social y aseguraremos para cada hombre una remuneración justa por su trabajo.
Le mostraremos al mundo lo que el hombre negro puede hacer cuando trabaja en libertad, y haremos del Congo el orgullo de África.
Vigilaremos que las tierras de nuestro país nativo realmente beneficien a sus hijos.
Revisaremos todas las viejas leyes y las convertiremos en unas nuevas que sean justas y nobles.
Detendremos la persecución del libre pensamiento. Vigilaremos que todos los ciudadanos disfruten en toda su extensión las libertades básicas previstas por la Declaración de Derechos Humanos.
Erradicaremos toda discriminación, cualquiera que sea su origen, y aseguraremos para todos, un paso por la vida adecuado a su dignidad humana y que corresponda a su trabajo y su lealtad con el país.
Instituiremos en el país una paz basada no en las armas y las bayonetas sino en la concordia y la buena voluntad.
Y en todo esto, mis queridos compatriotas, podemos confiar no solo en nuestras propias enormes fuerzas y riqueza inmensa, sino también en la asistencia de los numerosos estados extranjeros, cuya cooperación aceptaremos cuando no esté encaminada a imponernos una política foránea, sino sea dada en un espíritu de amistad.
Incluso Bélgica, que finalmente ha entendido la lección de la Historia y no necesita oponerse más a nuestra independencia, está preparada para darnos su ayuda y amistad; para ese fin un acuerdo acaba de ser firmado entre nuestros países iguales e independientes. Estoy seguro que esta cooperación beneficiará a ambos países. Por nuestra parte, trataremos, mientras permanecemos vigilantes, de observar los compromisos que hemos hecho libremente.
Así, tanto en la esfera interna como externa, el nuevo Congo siendo creado por mi gobierno será rico, libre y próspero. Pero para alcanzar nuestro objetivo sin demora, les pido a todos ustedes, legisladores y ciudadanos del Congo, darnos toda la ayuda que puedan.
Les pido a todos que entierren sus riñas tribales: nos debilitan y pueden hacer que nos desprecien en el exterior.
Les pido a todos que no retrocedan ante cualquier sacrificio por el bien de asegurar el éxito de nuestra gran empresa.
Finalmente, les pido incondicionalmente que respeten la vida y propiedad de los ciudadanos y extranjeros que se han asentado en nuestro país; si la conducta de estos extranjeros deja mucho que desear, nuestra Justicia los expulsará pronto del territorio de la república; si, por el contrario, su conducta es buena, deben ser dejados en paz, pues ellos, también, están trabajando por la prosperidad de nuestro país
La independencia del Congo es un paso decisivo hacia la liberación del continente africano entero.
Nuestro gobierno, un gobierno de unidad nacional y popular, servirá a su país.
Hago un llamado a todos los ciudadanos congoleños, hombres, mujeres y niños, para que adopten con resolución la tarea de crear una economía nacional y asegurar nuestra independencia económica.
¡Gloria eterna a los luchadores de la liberación nacional!
¡Viva la independencia y la unidad africana!
¡Viva el Congo independiente y soberano!«
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1. Según testigos que estuvieron presentes en la ceremonia de proclamación de Independencia, en la que también participó el rey belga, la incomodidad que el discurso de Lumumba provocó al monarca, los militares belgas y los dirigentes congoleños pro-Bélgica, fue clara y evidente.
Uno de estos testigos declara incluso que este discurso fue la sentencia de muerte de Lumumba. (MCG).
Ya en el gobierno, como buena parte de los funcionarios y jefes del ejército continuaban siendo belgas, uno de los primeros decretos de Lumumba fue la africanización del ejército, la retirada del ejército belga. Esta medida dio paso a disturbios, ataques a la población blanca y desorden. Al mismo tiempo, Bélgica y Estados Unidos, para mantener el control de la zona minera, promovieron la escisión de la rica provincia de Katanga. Utilizaron para este fin a Tschombé, quien ejecutó para sus amos la separación de estos territorios el 11 de julio de 1960. Lumumba, por su parte, en un intento de controlar la situación que se había generado, pidió ayuda a Naciones Unidas y al no ser escuchado, se dirigió a la URSS. Es a partir de este acercamiento a la Unión Soviética que Estados Unidos -Eisenhawer- ordenó la eliminación física de Patrice Lumumba y la CIA encargó a uno de sus agentes (Carlucci) ejecutar la orden. La CIA entregó para la operación 100.000 dólares.
El 14 de septiembre de 1960, a solo 4 meses de su posesión como Primer Ministro, el ejército dirigido por Mobutu Sese Seko, impulsado y apoyado por las fuerzas colonialistas, perpetró un golpe de estado y se produjo la destitución y detención de Patrice Lumumba, quien logró huir y trató de dirigirse hacia Stanleyville, a dos mil kilómetros, en donde se había producido un levantamiento de la población y miembros del ejército en su apoyo. Perseguido por fuerzas belgas, agentes de la CIA y fuerzas entreguistas congoleñas, Lumumba y dos de sus ministros fueron detenidos nuevamente en la localidad de Mweka el primero de diciembre de 1960. Golpeado, amordazado y torturado, es trasladado a Katanga.
El 17 de enero de 1961, en presencia de autoridades militares congoleñas, militares belgas y los asesores norteamericanos (CIA), Patrice Lumumba y sus dos compañeros fueron ejecutados. Los restos de estos tres luchadores por la independencia del Congo fueron despedazados y disueltos en ácido.
Patrice Lumumba, Malcom X, Ernesto Che Guevara, Salvador Allende, Víctor Jara, Thomás Sankara, Julian Assange… Revolucionarios perseguidos, martirizados, asesinados por las fuerzas de dominación colonialistas e imperialistas y sus lacayos… La historia está llena de casos de traición y muerte, pero también de seres ejemplares, de lucha y esperanza por la definitiva independencia y liberación de nuestros pueblos.
Quito, 13 de marzo de 2021. Resumen Latinoamericano