El destino de Ucrania estaba sellado mucho antes del fracaso de su contraofensiva
Recientemente, las Fuerzas Armadas de Ucrania fueron objeto de críticas por parte de sus socios militares occidentales por realizar operaciones de apoyo a la contraofensiva en curso de una manera que se desvía de la teoría operativa de la guerra de armas combinadas.
La guerra de armas combinadas integra las capacidades correspondientes a los diversos cuerpos (infantería, artillería, unidades blindadas, medios aéreos, guerra electrónica, entre otros) en un único esfuerzo que se complementa mutuamente, aumentando la eficacia y la letalidad de las operaciones.
La teoría de la guerra de armas combinadas que sirvió de base para el entrenamiento de las fuerzas ucranianas por la OTAN en el periodo previo a la actual contraofensiva se fundamenta en la doctrina actual de EEUU y la OTAN, que hace hincapié en los principios fundamentales y en las tácticas, técnicas y procedimientos que, aplicados correctamente, están diseñados para conseguir el resultado deseado.
Según las declaraciones a los medios de comunicación de los oficiales militares estadounidenses y de la OTAN que habían formado parte del entrenamiento de las fuerzas ucranianas, el Ejército ucraniano no ha puesto en práctica las tácticas que se le habían enseñado, que hacían hincapié en un enfoque de armas combinadas que utilizaba la potencia de fuego para suprimir la defensa rusa mientras las unidades blindadas avanzaban agresivamente, tratando de combinar el choque para romper las posiciones defensivas preparadas.
De acuerdo con estos oficiales occidentales, los ucranianos han demostrado "no prestar atención a las perdidas", permitiendo que las bajas de hombres y equipos ante la resistencia rusa hicieran inútiles sus ataques, condenando al fracaso la contraofensiva.
Los ucranianos, por su parte, sostienen que el entrenamiento en armas combinadas que recibieron se basaba en principios doctrinales, como la necesidad de un apoyo aéreo adecuado, que Ucrania nunca fue capaz de poner en práctica, condenando la contraofensiva al fracaso desde el principio, y obligando a Ucrania a adaptarse a las realidades del campo de batalla abandonando el enfoque de armas combinadas en favor de una batalla basada en la infantería.
El hecho de que estas nuevas tácticas hayan producido un gran número de bajas ucranianas contradice la idea de que Ucrania se resiste a sufrir bajas. La trágica realidad es que ninguno de los dos enfoques bélicos ha permitido a Ucrania alcanzar los ambiciosos objetivos que se propuso al lanzar la contraofensiva. Kiev, con el apoyo de sus aliados de la OTAN, ha acumulado suficiente capacidad militar para llevar a cabo operaciones militares concertadas contra Rusia desde el inicio de la contraofensiva a principios de junio, pero la realidad es que este esfuerzo es insostenible. En resumen, Ucrania ha llegado al límite de sus fuerzas.
Aunque la situación táctica a lo largo de la línea de contacto con Rusia fluctúa a diario, y Ucrania ha sido capaz de conseguir algunos éxitos limitados en ciertas zonas, el costo que conllevan estos éxitos fue tan alto que Ucrania carece no solo de la capacidad de explotar estos, sino que corre el peligro de no poder mantener una presencia militar a lo largo de toda la línea del frente suficiente como para frenar cualquier operación rusa ofensiva.
Las numerosas pérdidas de Ucrania, combinadas con el fracaso de la contraofensiva a la hora de romper incluso la primera línea de las defensas rusas han llevado al Ejército ucraniano a comprometer su reserva estratégica en la lucha. Esta reserva, formada por algunas de las fuerzas mejor entrenadas y equipadas que disponen los ucranianos, estaba destinada a explotar los avances logrados por las operaciones ofensivas iniciales. El hecho de que la reserva estratégica se haya comprometido para alcanzar objetivos que todas las unidades de ataque no han logrado solo subraya la futilidad del esfuerzo ucraniano y la inevitabilidad de su derrota final.
Debido a las pérdidas sufridas por Ucrania en el campo de batalla en los meses anteriores al inicio de la contraofensiva de junio (principalmente en la batalla de Artiómovsk), las fuerzas ucranianas se vieron sometidas a una gran presión a medida que se reorganizaban las unidades a lo largo del frente para reemplazar a las que habían quedado debilitadas en la batalla. Al fracasar la contraofensiva se retiraron recursos militares de otros sectores del frente para compensar las pérdidas.
Este debilitamiento de las líneas ucranianas brindó oportunidades a las fuerzas rusas, que lograron importantes avances en los alrededores de Kupiansk. A medida que continúen las pérdidas ucranianas este debilitamiento será cada vez mayor, creando lagunas en las defensas ucranianas que podrán ser explotadas por el Ejército ruso, que cuenta con más de 200.000 reservistas bien entrenados y equipados que aún no se han incorporado a la batalla.
Esta relación de causa y efecto continuará, ya que Ucrania no dispone de más reservas para reemplazar las pérdidas en el campo de batalla que seguirán acumulándose a lo largo de toda la línea de contacto.
Finalmente, la postura ucraniana será insostenible, y el alto mando ucraniano se enfrentará a la realidad de que tendrá que ordenar una retirada general a posiciones más defensivas, quizás hasta la orilla derecha del río Dniéper, o enfrentarse a la inevitable destrucción total de su Ejército.
El destino de Ucrania estaba sellado mucho antes de que su contraofensiva fuera derribada por las defensas rusas. Las raíces de la debacle militar ucraniana se encuentran en los campos de entrenamiento de la OTAN, donde se engañó a los soldados ucranianos haciéndoles creer que el adiestramiento que estaban recibiendo les proporcionaría una capacidad similar a la de la OTAN en el campo de batalla. Pero el glosario de la guerra de armas combinadas, a menos que esté unido a principios, tácticas, técnicas y procedimientos doctrinalmente sólidos [y sobre todo del armamento necesario], no es más que una colección de palabras carentes de significado y sustancia.
La idea fundamental detrás de la guerra con armamento combinado es que se puede exigir más de cada arma porque sus debilidades inherentes se cubren por las capacidades complementarias de las otras que, cuando actúan en concierto, sirven como un multiplicador de fuerza general, donde el colectivo es mayor que la suma de todos los componentes individuales.
Sin embargo, si falta el escudo debido a una aplicación inadecuada de los fundamentos doctrinales (como avanzar sin ninguna cobertura aérea), entonces el efecto es simplemente el mismo que introducir carne cruda en una trituradora de carne. La OTAN sabía antes de la contraofensiva ucraniana que el entrenamiento era inadecuado para la tarea y, sin embargo, los oficiales de entrenamiento no solo permanecieron en silencio mientras los ucranianos a los que instruían eran conducidos por el camino a su inevitable desaparición, sino que echaron sal en las heridas ucranianas al afirmar que la culpa fue del alumno, no del profesor.
Mientras la operación militar especial llega a su fase terminal, marcada por el colapso de la cohesión del Ejército ucraniano agotado en la batalla e incapaz de reforzarse adecuadamente, uno debe reflexionar sobre cómo la situación se había deteriorado hasta este punto para una nación, Ucrania, que había sido beneficiaria de miles de millones de dólares de ayuda.
Si bien la determinación y la habilidad del Ejército ruso desempeñaron un papel importante en la configuración de los acontecimientos actuales en el campo de batalla, el hecho que los ucranianos fueran arrojados a una batalla para la que no estaban organizados ni entrenados jugó un papel enorme en el alcance y la escala de la trituradora de carne que los consumió.
Y por esto Ucrania puede culpar (y Rusia agradecer) a la OTAN.
Sputnik / La Haine