El destino del régimen de Zelensky está sellado
Los comentarios crípticos o burlones de Occidente que dudan de la declaración del Kremlin sobre el intento fallido de Ucrania de asesinar al presidente Vladimir Putin no restan valor al hecho de que Moscú no tiene ninguna razón para fabricar una acusación tan grave.
Un hecho que probablemente provocará la reducción de sus celebraciones del Día de la Victoria en la II Guerra Mundial, el 9 de mayo, que es un momento triunfal en la historia de Rusia, especialmente ahora que está luchando contra el recrudecimiento de la ideología nazi en el panorama político de Europa sin ayuda de nadie otra vez.
La prontitud con la que el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, desacreditó la acusación del Kremlin [porque fallaron, que si hubieran acertado...], tal vez, delata el juego. Está en el ADN neoconservador agacharse en momentos tan decisivos. Dicho esto, como era de esperar, Blinken también distanció a Biden del ataque al Kremlin.
Anteriormente, el presidente del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el general Marks Milley, hizo algo similar en una entrevista con la revista Foreign Affairs, negando de antemano cualquier responsabilidad por la próxima “contraofensiva” ucraniana. Este es el nuevo estribillo de la Administración Biden: no escuches las cosas que van fatal, no hables de ellas. Ya no se habla, tampoco, de respaldar a Kiev hasta el final “sin importar lo que cueste”, como Biden solía decir hasta la saciedad.
El quid de la cuestión es que la tan cacareada «contraofensiva» de Kiev está luchando con el pronóstico occidental de que está destinada a ser un fracaso. Lo más destacado esta semana fue el podcast de Foreign Affairs con el general Milley quien también mostró su desconfianza sobre el resultado. Milley se negó a afirmar categóricamente que Kiev fuera a lanzar su «contraofensiva»
Existe un gran dilema hoy en día, ya que toda la narrativa occidental de una derrota rusa se expone a ser tratada como un gran paquete de mentiras y, al mismo tiempo, el mito de la destreza militar de Kiev para enfrentarse al poderío militar de una superpotencia se ha evaporado. El ejército ucraniano está siendo reducido a polvo sistemáticamente. En realidad, Ucrania se ha convertido en una herida abierta que rápidamente se gangrena, y queda poco tiempo para cauterizar esta herida.
Peor aún, el régimen de Kiev está plagado de facciones. Hay camarillas poderosas que se oponen a las conversaciones de paz con Rusia a menos que Moscú capitule y, en cambio, quieren una escalada para que las potencias occidentales sigan comprometidas [y ellos sigan llenándose los bolsillos]. E incluso después de la salida de Boris Johnson, esta posición tiene seguidores en Occidente.
La camarilla instalada en la estructura de poder en Kiev bien podría haber sido la autora de este peligroso acto de provocación dirigido contra el Kremlin con una agenda oculta para desencadenar una represalia rusa.
A partir del comentario vacuo de Blinken, parece que los neoconservadores de la Administración Biden liderados por Victoria "Fuck Europe" Nuland tampoco están de humor para frenar a los inconformistas en Kiev. En cuanto a Europa, como se sabe, ha perdido su voz independiente.
Esto probablemente aparecerá en los libros de historia como el gran fracaso del liderazgo europeo contemporáneo y, en esencia, allí radica la paradoja de que no es Francia sino el gobierno alemán el que se ha aliado más con los EEUU, en una época de confrontación.
Estos son tiempos fatídicos, que están reduciendo todas las capacidades de Francia e Italia y que también están debilitando a la propia Alemania, con el telón de fondo de la pandemia, la guerra y la inflación. Es importante destacar que no es solo una cuestión económica, ya que el declive político y la desindustrialización en Europa están estrechamente relacionados y el tejido social que sustentaba el centro económico se ha desmoronado.
Alemania, la potencia de Europa, ha sido relativamente afortunada hasta ahora. Se benefició de la mano de obra barata de Europa del Este y del gas barato de Rusia. Pero eso ya pasó y el declive de la industria alemana es previsible. Cuando la sociedad se fragmenta, el sistema político también se fragmenta y se requerirá un esfuerzo progresivamente mayor para gobernar esos países. Alemania e Italia tienen coaliciones tripartitas; Holanda tiene cuatro partidos; Bélgica tiene una coalición de siete partidos.
Por el momento, los intransigentes del régimen de Kiev han marcado el ritmo de los acontecimientos y los europeos los seguirán dócilmente. Pero hay un ‘escalofrío en la habitación’, tomando prestadas las palabras de Judie Foster en la famosa película «El silencio de los corderos».
No hay que equivocarse, este es un punto de inflexión; el torpe atentado contra la vida de Putin sacude el caleidoscopio, más allá de su reconocimiento o no. El único pensamiento reconfortante es que los líderes del Kremlin no se dejarán llevar por las emociones.
La cuidada reacción de Moscú está en el comentario del embajador ruso en los EEUU, Anatoly Antonov : “¿Cómo reaccionarían los estadounidenses si un dron golpeara la Casa Blanca, el Capitolio o el Pentágono? La respuesta es obvia tanto para cualquier político como para un ciudadano medio: el castigo sería duro e inevitable”.
El embajador pasó a dibujar el resultado final: “Rusia responderá a este ataque terrorista insolente y presuntuoso. Responderemos cuando lo consideremos necesario. Responderemos de acuerdo con las evaluaciones de la amenaza que Kiev representaba para el liderazgo de nuestro país”.
No se esperan reacciones instintivas. No obstante, la reducción de las celebraciones del Día de la Victoria en la Plaza Roja debe haber sido una decisión difícil. El Día de la Victoria, el 9 de mayo, es la festividad más importante de Rusia cuando los ciudadanos y el Estado se unen en una celebración patriótica durante la cual la gente recuerda a los miembros de su familia que sacrificaron sus vidas [27 millones de personas] para derrotar al nazismo.
Muchas de las características del día (desfiles, canciones y ceremonias conmemorativas) se remontan a la era soviética. El Día de la Victoria es el único día festivo importante que se mantuvo durante la transición a la Rusia postsoviética. En un país que perdió muchos de sus logros heroicos con la disolución de la Unión Soviética, el triunfo sobre el nazismo siguió siendo una fuente de enorme orgullo colectivo y personal.
Pero las manos del presidente Putin están atadas aunque el país está furioso y exige una respuesta contundente, como se desprende de las palabras del vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitry Medvedev: “Después del ataque terrorista de hoy, no hay quedan opciones excepto la eliminación física de Zelensky y su camarilla”.
En cuanto a Zelensky, simplemente se fue de Kiev a Helsinki, y luego a La Haya, y llegará a Berlín el 13 de mayo en una visita de Estado, tal vez presintiendo el peligro. De hecho, el destino del régimen de Zelensky parece sellado. Zelensky nos recuerda al Judío Errante, que se burló de Jesús en el camino a la Crucifixión y luego fue maldecido a deambular sobre la tierra hasta una mítica segunda venida del «salvador».
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