El expediente Wagner: ¿Crepúsculo de los dioses o engaño militar?
Yevgeny Prighozin, el maestro de la empresa militar privada Wagner, nunca es tímido a la hora de actuar también como un maestro comunicador / troller / especialista en 'psyop' [operaciones sicológicas'. Así que no es de extrañar que cuando lanzó un reciente misil retórico en una entrevista se levantaran bastantes cejas.
En el fragor de la guerra, y en vísperas de la incesantemente mitificada «contraofensiva» ucraniana -que puede o no producirse en miríadas de formas suicidas- Prighozin se lanzó a destrozar absolutamente al Ministerio de Defensa ruso (MdD), al ministro Shoigu personalmente y a la burocracia del Kremlin.
Las revelaciones bomba causaron ondas en serie entre los expertos rusos, pero no entre el público anglófono, que parece no haber captado la enormidad de todo ello, como me dijeron personas de dentro de Rusia que analizaron en detalle toda la entrevista. He aquí una excepción digna de mención, centrada en los puntos clave.
Prighozin coquetea con algunos absurdos, ofrecidos sin pruebas. Por ejemplo: Rusia no ganó las dos guerras chechenas; Putin pagó un soborno al padre de Kadyrov para que lo arreglara todo. O la afirmación de que el caldero de Debaltsevo, en Donbass, no existió; en su lugar, el ejército de Poroshenko simplemente realizó una retirada ordenada intacto.
Sin embargo, son las acusaciones graves las que destacan. Entre ellas: la Operación Militar Especial (OME) demostró que el ejército ruso está esencialmente desorganizado, sin entrenamiento, indisciplinado y desmoralizado; no existe un verdadero liderazgo; y el Ministerio de Defensa miente, de forma rutinaria, sobre lo que ocurre en el campo de batalla así como sobre las maniobras de Wagner.
Prighozin insiste en que fue Wagner quien lanzó una operación para estabilizar el frente cuando el ejército ruso se retiraba sumido en el caos tras un contraataque ucraniano.
Su principal argumento es que Rusia tiene todo lo necesario para ganar, rápida y decisivamente; pero «la dirección» aleja los recursos de los actores que los necesitan a propósito (presumiblemente, Wagner).
Y eso enlaza con el éxito en Bajmut/Artemyovsk: todo el plan fue ideado por Wagner junto al «general Armagedón» Surovikin.
«Mátame, eso sería mejor que mentir»
Prigozhin confía en saber dónde se guardan todos los suministros militares necesarios, suficientes para luchar otros seis meses. Wagner necesita al menos 80.000 proyectiles diarios. El motivo por el que no los reciben es un «sabotaje político».
Debido a la burocracia rusa -desde el Ministerio de Defensa hasta el FSB (Inteligencia), nadie se salva- el ejército ruso «se ha transformado del segundo mejor ejército del mundo en uno de los peores: Rusia ni siquiera puede hacer frente a Ucrania. Las defensas de Rusia no aguantarán si no se entregan suministros a los soldados».
Prighozin afirma ominosamente en la entrevista que Wagner podría tener que retirarse a menos que reciban sus suministros. Suponía la contraofensiva ucraniana como inevitable, fijando un posible 9 de mayo – Día de la Victoria soviética en la II Guerra Mundial – como punto de partida.
Este miércoles redobló la apuesta: ya ha comenzado, en Artyomovsk, un nuevo avance con «efectivos y municiones ilimitados» y amenaza con desbordar a sus tropas, insuficientemente abastecidas.
Prighozin ensalza con orgullo la información de Wagner; sus espías y satélites le dicen que las fuerzas de Kiev podrían incluso alcanzar las fronteras rusas. También refuta ferozmente las acusaciones de quintacolumnismo: haciendo hincapié en la necesidad de cortar por lo sano la propaganda estatal, afirma que «el pueblo ruso necesita saberlo porque tendrá que pagar con sangre por ello. Los burócratas simplemente huirán a Occidente. Ellos son los que temen la verdad«.
Esa puede considerarse la cita del dinero: «No tengo derecho a mentir a la gente que tendrá que vivir en este país en el futuro. Mátenme si quieren, eso sería mejor que mentir. Me niego a mentir sobre esto. Rusia está al borde de una catástrofe. Si no apretamos inmediatamente estos tornillos sueltos, este avión se desintegrará en pleno vuelo«.
Y también expone un argumento geoeconómico bastante decente: ¿por qué debería Rusia seguir vendiendo petróleo a Occidente a través de la India? Dice que esto es «una traición. Las élites de Rusia están en negociaciones secretas con la élite occidental«. Ese resulta ser un argumento clave de Igor Strelkov (ministro de Defensa de la República Popular de Donetsk (RPD)).
El «Club de los Patriotas Enfadados»
No hay duda: si Prighozin está diciendo esencialmente la verdad, esto es – literalmente – nuclear. O Prighozin sabe todo lo que casi todo el mundo ignora, o se trata de una 'maskirovka' (engaño militar) espectacular.
Sin embargo, los hechos sobre el terreno desde febrero de 2002 parecen respaldar su acusación principal: el ejército ruso no puede luchar adecuadamente debido a una banda burocrática completamente corrupta en lo más alto del Ministerio de Defensa, hasta llegar a Shoigu, todos ellos interesados únicamente en hacer su agosto financiero.
Y la cosa empeora: en un entorno rígidamente burocratizado, los comandantes en primera línea no tienen autonomía para tomar decisiones y adaptarse rápidamente, y tienen que esperar órdenes de muy lejos. Esa debería ser la principal razón por la que la contraofensiva de Kiev tiene posibilidades de imponer dramáticos reveses.
No cabe duda de que Prighozin no está solo entre los patriotas rusos a la hora de expresar su análisis. De hecho, no hay nada nuevo: sólo que esta vez ha sido más contundente. Strelkov lleva diciendo exactamente lo mismo desde el comienzo de la guerra. Incluso llegó a formar un «Club de Patriotas Enfadados» que publicó un video explosivo el 19 de Abril.
Así que aquí tenemos a un pequeño pero muy ruidoso grupo con impecables credenciales patrióticas haciendo sonar una seria señal de alarma: Rusia corre el riesgo de perder por completo esta guerra por poderes a menos que se produzcan cambios drásticos de inmediato.
O, una vez más, podría tratarse de una brillante 'maskirovka': dejar al enemigo totalmente desorientado.
Si ese es el caso, está funcionando a las mil maravillas. Los medios de propaganda a favor de Kiev adoptaron triunfalmente las acusaciones de Strelkov con titulares como «Rusia está al borde de la derrota, Strelkov amenaza al Kremlin con un golpe«.
Strelkov sigue insistiendo en que el Estado ruso realmente no se toma en serio esta guerra y que planea llegar a un acuerdo sin luchar realmente, incluso cediendo territorio en Ucrania.
Su prueba: el «corrupto» (Prighozin) ejército ruso no hizo ningún esfuerzo serio para preparar la economía, o la opinión pública, para una ofensiva – en términos de entrenamiento y logística. Y eso es porque las élites del Kremlin y del ejército no se reúnen para creer en esta guerra, ni la quieren; preferirían volver al statu quo anterior a la guerra.
Así que ya estamos otra vez. ¿'maskirovka'? ¿O una especie de venganza del MdD contra Wagner? Es un hecho que al comienzo de la OME el ejército ruso no se puso de manera precisa las pilas, realmente necesitaban a Wagner sobre el terreno. Pero ahora es un juego de pelota diferente, y puede que el MdD se dedique a reducir gradualmente el papel de Wagner para que los hombres de Prighozin no acaparen todo el resplandor de la gloria cuando Rusia empiece a lanzarse a la yugular.
Drones sobre el Kremlin
Y entonces, justo en medio de este incandescente enfrentamiento, tenemos la irrupción en plena noche de un par de enclenques drones kamikazes sobre el Kremlin.
No se trataba de un intento de asesinar a Putin, sino más bien de un truco barato de relaciones públicas. La inteligencia rusa ya debe haber reconstruido toda la historia: los drones fueron lanzados probablemente desde el interior de Moscú o sus suburbios, por células de ataque ucranianas vestidas de paisano y con identificaciones falsas.
Habrá más maniobras de relaciones públicas de este tipo: desde coches bomba y trampas explosivas hasta minas terrestres improvisadas. Rusia tendrá que intensificar la seguridad interna para pasar a una verdadera situación de guerra.
Pero, ¿Qué hay de la «respuesta» a -en la terminología del Kremlin- un «ataque terrorista»?
Elena Panini de Russtrat.ru, ha ofrecido una valoración impagable y nada histérica:
El objetivo del golpe nocturno, a juzgar por las imágenes de vídeo, no era el Kremlin en sí y ni siquiera la cúpula del Palacio del Senado, sino el mástil de la bandera en la cúpula con un duplicado del estandarte del presidente de la Federación Rusa. El juego de simbolismos ya es puramente británico. Una especie de «recordatorio» de Londres en vísperas de la coronación de Carlos III de que el conflicto en Ucrania sigue desarrollándose según el escenario anglosajón y dentro del marco establecido por ellos.
Así que sí: esos chuchos neonazis de Kiev son sólo herramientas. Las órdenes que importan siempre vienen de Washington y Londres, sobre todo cuando se trata de traspasar líneas rojas.
Panini sostiene que es hora de que el Kremlin tome la iniciativa estratégica definitiva. Eso debería incluir elevar la OME a la categoría de guerra real; declarar a Ucrania como Estado terrorista; y poner en práctica lo que ya se está debatiendo en la Duma: la transición al uso de «armas capaces de detener y destruir el régimen terrorista de Kiev«.
El insignificante doble ataque con drones -una provocación neoconservadora anglosajona combinada- ha ofrecido a Moscú el regalo perfecto: un casus belli inequívoco.
¿Un «intento de asesinato» de Putin combinado con una campaña para sabotear el desfile del 9 de mayo, Día de la Victoria? El estupidómetro dictamina que sólo a los neoconservadores se les puede ocurrir semejante brillantez. Así que a partir de ahora su mensajero, el belicista comediante en camiseta sudada, junto con su círculo oligárquico cercano, son todos hombres muertos andando.
Pero incluso eso, en última instancia, es irrelevante. Moscú podría haber designado a Ucrania como Estado terrorista justo después del ataque al puente de Kerch, allá por octubre de 2022. Pero entonces la OTAN habría sobrevivido.
Quizá el escenario del Crepúsculo de los Dioses de Prigozhin haya olvidado que lo que el Kremlin realmente quiere es ir tras la cabeza de la serpiente. Putin sí dio una seria pista, hace más de un año:
La interferencia del Occidente colectivo llevaría a «consecuencias tales que nunca han visto en su historia».
Y eso explica el pánico de la OTAN. Es posible que algunos en Washington con un coeficiente intelectual superior a la temperatura ambiente hayan visto a través de la niebla: de ahí las provocaciones -acrobacia con drones del Kremlin incluida- para obligar a Moscú a acabar rápidamente con la OME.
Oh no, eso no va a ocurrir. Para Moscú el estado de las cosas es estupendo; hundimiento incesante de las armas y las finanzas de la OTAN en un agujero negro inconmensurable. El Kremlin afirma despreocupadamente que sí, que responderemos, pero cuando lo consideremos oportuno. Eso, querido camarada Prighozin, es la 'maskirovka' definitiva.
Strategic Culture Foundation. Traducido por https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com. Revisado por La Haine.