El mundo ha cambiado en estas dos ultimas semanas
Comencemos con una nota cómica: el «líder del mundo libre» se ha comprometido a evitar que China se convierta en la nación «líder» del planeta. Y para cumplir una misión tan excepcional, volverá a postularse para presidente en 2024. No como un holograma y con la misma compañera de fórmula. Ahora que el «mundo libre» ha dado un suspiro de alivio, volvamos a los asuntos serios, como los contornos de la geopolítica del siglo XXI.
Lo que sucedió en Anchorage y Guilin todavía continúa siguen resonando. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, acaba de declarar que «Bruselas destruyó» la relación entre Rusia y la Unión Europea y que al contrario la “asociación estratégica integral de Rusia y China es cada vez más fuerte”.
La siguiente sincronicidad de los acontecimientos no es casual. Mientras Lavrov se reunía en Guilin con Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores chino, el secretario de Estado estadounidense Tony Blinken visitaba la sede de la OTAN en las afueras de Bruselas.
En conferencia de prensa Lavrov dejó bastante claro que el núcleo de Rusia-China gira en torno al establecimiento de un eje económico y financiero para defenderse del vetusto acuerdo de Bretton Woods. Esto implica hacer todo lo posible para proteger a Moscú y a Pekín de las “sanciones por parte de otros estados”; una desdolarización progresiva; y avances en la implementación de criptomonedas.
Esta «triple amenaza» es lo que ha desatando la furia del hegemón.
En un espectro más amplio, la alianza estratégica Rusia-China también significa otro paso en la interacción entre las Nuevas Rutas de la Seda (BRI) y la Unión Económica de Eurasia. O dicho de otra forma, la alianza de ambas naciones se mantendrá a buen ritmo en Asia Central, el Sudeste Asiático, partes del Sur y del Sudoeste de Asia: se darán todos pasos necesarios para la construcción de un mercado eurasiático unificado.
En Alaska, el equipo Blinken-Sullivan aprendió que no puede meterse impunemente con un maestro Yoda como Yang Jiechi. Y ahora están a punto de aprender lo que significa meterse con Nikolai Patrushev, el jefe del Consejo de Seguridad de Rusia. Patrushev, tan Yoda como Yang Jiechi, ha mandado un mensaje nada críptico: «Washington debe ser responsable de los pasos que está dando”.
¿Qué está haciendo realmente la OTAN?
Pareciera que, en Bruselas, Tony Blinken está actuando para la comedia la “Pareja Perfecta” con la ineficaz presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. El guion es algo como esto: “Nord Stream 2 es realmente malo para Europa. Un acuerdo de comercio y de inversión con China también es realmente malo. Ahora sentemosnos juntos, querida niña buena”.
Como era de esperar, luego vino la OTAN con su gran espectáculo. Con pose de tipos duros los Ministros de Relaciones Exteriores se fotografiaron frente a la sede de la organización militar. La escena fue parte de una cumbre que, no «celebró» el décimo aniversario de la destrucción de Libia por parte de la OTAN o, la gran patada en el trasero que debió y deberá soportar en Afganistán.
En junio de 2020, el secretario general de cartón de la OTAN, Jens Stoltenberg (en realidad los que manejan los hilos son militares estadounidenses) presentó lo que ahora se conoce como la estrategia OTAN 2030, o un mandato político-militar del Robocop global.
En la cumbre, los ministros debatieron sobre Oriente Medio y el norte de África y, con “seriedad” analizaron «qué podría hacer la OTAN para construir la estabilidad en la región»… A sirios, iraquíes, libaneses, libios, malienses les encantaría saber de qué están hablando las viejas potencias colonialistas europeas. Según un Stoltenberg insensible a una ironía que ha resultado mortal para los pueblos de la región, la OTAN apoya con «energía renovada los procesos de paz».
Después de la cumbre, el noruego Stoltenberg dio una conferencia de prensa en la que el foco principal era, lógicamente, Rusia y su «patrón de comportamiento represivo en casa y agresivo en el extranjero». Pero toda su retórica sobre la «construcción de la estabilidad» se desvanece cuando uno examina lo que realmente hay detrás del programa OTAN 2030. El documento redactado por “expertos” occidentales tiene tres elementos esenciales:
1. «La Alianza debe responder a las amenazas y acciones hostiles rusas … salvo que se produzcan alteraciones en el comportamiento agresivo de Rusia y regrese al pleno cumplimiento del derecho internacional».
2. China es descrita como un tsunami a la “seguridad”: “La Alianza debe responder el desafío de China a las estructuras existentes y considerar la posibilidad de establecer un organismo consultivo para discutir todos los aspectos de seguridad de los Aliados con respecto a China”. La prioridad para la OTAN es «defenderse de cualquier actividad china que pueda afectar la defensa colectiva, la preparación militar o la resistencia en el Área de Responsabilidad del Comandante Supremo Aliado de Europa (SACEUR)».
3. “La OTAN debería delinear un plan global para utilizar mejor sus asociaciones con el objeto de promover nuestros intereses estratégicos. Debemos pasar a un enfoque que promueva nuestros intereses y considerar la posibilidad de proporcionar flujos de recursos más estables para las actividades de la asociación. La política de puertas abiertas de la OTAN debe mantenerse y revitalizarse. La OTAN debería ampliar y fortalecer las asociaciones con Ucrania y Georgia”.
Una cosa está clara: oculto tras la palabrería de los “expertos” están los jugosos contratos de complejos industriales-militares. De hecho, la OTAN está leyendo un libreto escrito por el Estado Profundo en Washington.
Este guion sostiene, sin pruebas, que Rusia está «buscando la hegemonía al expandirse con una guerra híbrida, cometer envenenamientos utilizando armas químicas y utilizar la coerción política y otros métodos que violan la soberanía de los Aliados».
Beijing, por su parte, estaría utilizando “la fuerza contra sus vecinos, así como la coerción económica y la diplomacia intimidatoria mucho más allá de la región del Indo-Pacífico. Durante la próxima década, dice el documento, China probablemente desafiará la capacidad de la OTAN para desarrollar la resiliencia colectiva”.
Para los atlantistas, los pueblos del Sur Global deberían saber que el compromiso de la OTAN es “salvar al mundo libre» de los males autocráticos. Para la OTAN el «Sur» abarca el norte de África y el Oriente Medio, desde África subsahariana hasta Afganistán. Como se puede ver cualquier similitud con un concepto presuntamente desaparecido, el “Gran Oriente Medio” no es un accidente.
La OTAN afirma que esta vasta región del mundo se caracteriza por “fragilidad, inestabilidad e inseguridad”, pero, por supuesto, se niega a reconocer el papel de la organización militar occidental, que se ha transformado en un perpetrador en serie de la inestabilidad en Libia, Irak, Siria y Afganistán.
Porque en última instancia … todo es culpa de Rusia: “Para el Sur, el desafío incluye la presencia de Rusia y, en menor medida, China. Rusia se ha reinsertado en Oriente Medio y el Mediterráneo Oriental. En 2015, intervino en la Guerra Civil Siria y permanece allí. Es probable que la política de Rusia en Oriente Medio exacerbe las tensiones y los conflictos políticos en la medida que extiende su actividad a sectores políticos, financieros, operativos y logísticos de sus socios. La influencia de China en Oriente Medio también está creciendo. Firmó una asociación estratégica con Irán, es el mayor importador de petróleo crudo de Irak, participa en el proceso de paz de Afganistán y es el mayor inversor extranjero en la región”.
Aquí, en pocas palabras está la hoja de ruta de la OTAN hasta 2030. Su objetivo será hostigar y tratar de desmantelar en todos los rincones de la región el proceso de integración de Eurasia, especialmente en aquellos lugares directamente vinculados a los proyectos de conectividad e infraestructuras de las Nuevas Rutas de la Seda (inversión en Irán, reconstrucción de Siria, reconstrucción de Irak, reconstrucción de Afganistán) [sin descuidar aquellos países que pueden perjudicar la seguridad del régimen de Israel].
El giro es un «enfoque de seguridad de 360 grados» que «se convertirá en un imperativo para los aliados». Traducción: La OTAN pretende dirigir su actividad a grandes extensiones del Sur Global con el pretexto de “abordar tanto las amenazas tradicionales que emanan de esta región como el terrorismo, como los nuevos riesgos, incluida la presencia creciente de Rusia y, en menor medida, China. «
Guerra híbrida en dos frentes
Y pensar que en un pasado no tan lejano solía haber algunos destellos de lucidez en el establishment estadounidense.
Muy pocos recordarán que en 1993 James Baker -exsecretario de Estado de Bush padre- propuso la idea de expandir la OTAN a Rusia, cuando el país era gobernado por Yeltsin y una banda de “Chicago Boys”. Pero, al día siguiente de asumir el poder Bill Clinton descartó esta idiotez, terminando de plano con una fantasía propia de ignorantes de la historia.
Seis años más tarde, nada menos que George Kennan – el inventor de la estrategia de contención de la URSS – consideró que la anexión de la OTAN de las antiguas repúblicas ex socialistas es “un trágico error”.
Es inmensamente esclarecedor volver a leer la década entre la caída de la URSS y la elección de Putin en el libro de Yevgeny Primakov: “Rusia en la encrucijada: Hacia el Nuevo Milenio” (publicado en EEUU por Yale University).
Primakov, que comenzó como corresponsal de Pravda en Oriente Medio, fue ministro de Relaciones Exteriores y Primer Ministro. Observó de cerca el alma de Putin y le gustó lo que vio, un hombre íntegro y un profesional. Primakov fue un “avant la lettre” del multilateralismo, el impulsor conceptual de la RIC (Rusia-India-China) que más tarde evolucionó hacia el BRICS.
Hace exactamente 22 años, cuando Primakov viajaba en avión a Washington atendió una llamada del entonces vicepresidente Al Gore: EEUU estaba a punto de comenzar a bombardear Yugoslavia, un país aliado y amigo de Rusia desde siempre. En ese momento la antigua superpotencia no podía hacer nada al respecto. Primakov ordenó al piloto que se diera la vuelta y volara de regreso a Moscú.
Ahora Rusia es lo suficientemente poderosa como para promover el concepto de Gran Eurasia, que en el futuro debería complementar las Nuevas Rutas de la Seda de China. Ante el poder económico de esta Doble Hélice -que atraerá inevitablemente a sectores clave de Europa Occidental-, EEUU y los eurócratas pretenden confundir a los europeos y al sur global.
Glenn Diesen, uno de los mejores analistas de la integración de Eurasia, lo resume de esta manera: “EEUU ha tenido grandes dificultades para convertir la dependencia europea de la seguridad en lealtad geoeconómica; así lo evidencia el hecho que los europeos siguen comprando tecnologías chinas y energía rusa.
Por lo tanto, divide y vencerás, ¿los medios?; engatusar, forzar, sobornar y todo lo anterior junto, para que el Parlamento Europeo rechace el acuerdo comercial y de inversión entre China y la UE.
Wang Yiwei, director del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Renmin explica lo que significa este escenario geo-económico: «China no está aislada ni de EEUU, ni de Occidente, ni menos aún de la comunidad internacional. Cuanta más hostilidad muestran, más ansiedad tienen. Cuando los mandatarios estadounidenses viajan por el mundo para pedir apoyo y ayuda a sus aliados, esto significa que la hegemonía estadounidense se está debilitando".
Wang analiza lo que esta pasando: «No hay que dejarse engañar por las sanciones de la UE a China, estas son inofensivas. Los lazos comerciales y económicos de China y la UE son muy importantes para Europa. Sus líderes no serán tan estúpidos como para abandonar el Acuerdo Integral de Inversión China-UE, porque saben que nunca obtendrían un trato tan bueno cuando el trumpismo regrese a la Casa Blanca”.
La geopolítica del siglo XXI esta siendo conmocionada en estas dos últimas semanas. El mundo unipolar ya está seis pies bajo tierra. El hegemón nunca lo admitirá públicamente; de ahí el contragolpe en la OTAN. En última instancia, EEUU ha decidido no participar en acuerdos diplomáticos, sino librar una guerra híbrida en dos frentes contra una asociación estratégica implacablemente demonizada.
Y como señal de estos tiempos lamentables, ya no hay un George Kennan que desaconsejen semejante locura.
Asia Times / observatoriocrisis.com