"El odio es la lógica de las redes sociales"
Nada de lo humano le es ajeno a Markus Gabriel, el filósofo alemán especializado en metafísica, epistemología y filosofía post-kantiana, creador del “Nuevo Realismo” a partir de uno de sus libros más emblemáticos: El mundo no existe, donde postula que “solo existe algo cuando acontece en el mundo” y que “nadie puede hacerse una imagen del mundo ya que no existe”. La estrella de la filosofía alemana –invitado por la Embajada de Alemania, la Fundación Medifé y la UNSAM- participó de varias conferencias en La Noche de la Filosofía [Buenos Aires], dio una charla sobre la inteligencia artificial en el Centro Cultural de la Ciencia y otra sobre el espíritu humano y su cerebro en la Universidad Nacional San Martín. A Gabriel, un políglota que habla inglés, francés, español, portugués, chino, latín y griego, además de su lengua materna, le gusta la provocación que genera un pensamiento disruptivo, a contracorriente de las ideas imperantes. Su gran pelea hoy, una cruzada verbal en la que se asemeja a una especie de llanero solitario, es contra el poder económico y la ideología que ha instaurado Silicon Valley. “Internet es una estructura que produce asimetrías económicas entre los propietarios de las condiciones de producción y los usuarios.
“El desafío de la filosofía es la defensa del ser humano y de los derechos humanos contra varios procesos globales de deshumanización que generan muchos temores”, advierte Gabriel (Remagen, 1980), autor de Yo no soy mi cerebro y El sentido del pensamiento, entre otros libros. “Me preocupan las esencias locales; la idea según la cual los argentinos, los chinos y los rusos son profundamente diferentes de los otros. Que hay una esencia, por ejemplo, en el ser [norte]americano. Este tipo de esencias no existen; son una ilusión. Pero la función de esa ilusión es la dominación, es la justificación para entrar en guerra, como lo que está pasando entre EEUU e Irán: la esencia de ser musulmán contra la esencia de ser evangélico, en el caso de Donald Trump; es una lucha de esencias falsas”.
-¿Cómo se desmonta ese falso esencialismo?
-El papel de la filosofía es demostrar la falsedad de las esencias. La filosofía con sus herramientas críticas conceptuales cuestiona públicamente las falacias que gobiernan la representación del ser humano. La filosofía tiene que tener mucha sustancia científica; no es meramente especulativa. La filosofía es la promoción del saber.
-Si la crisis de representación es el dilema filosófico por excelente, ¿qué puede aportar el pensamiento filosófico sobre este dilema?
-Mucha gente cree que es muy difícil o bien imposible conocer los hechos. Deconstruir la crisis de representación presupone la divulgación de argumentos filosóficos. Si fuese imposible conocer lo real, ¿cómo podríamos saber que es imposible conocer lo real? O sabemos que no sabemos nada, o no sabemos nada. Quien promueve que la representación de lo real es imposible se contradice a sí mismo. Entonces es una tesis irrelevante. El papel de la filosofía es demostrar la falsedad de una manera de pensar.
-¿Por qué planteás que la inteligencia artificial es una ilusión?
-Los sistemas que designamos como inteligencia artificial no son inteligentes; son un hardware con cierta forma técnica, material, que procesa datos. En este caso, un dato es un flujo de energía electromagnética, nada más y nada menos, que es muy interesante desde la perspectiva del ingeniero, pero que no tiene nada que ver con la inteligencia, ¿no? Es pura materialidad sujeta a la interpretación y al uso de los humanos. AlphaGo no juega al Go; un ser humano emplea AlphaGo para vencer a otro ser humano. AlphaGo no hace nada. Se llama inteligencia artificial para vender los productos; eso es una decisión de marketing para instalar la promesa de salvación, para vender algo que sea similar a Dios.
-Las máquinas hasta ahora no pueden producir inteligencia, ¿no?
-Claro. Las únicas inteligencias que existen en la tierra son las inteligencias de los seres humanos y de otros animales. La inteligencia es la capacidad de resolver un problema dado en un tiempo dado. Mi smartphone no tiene problemas, entonces no tiene inteligencia. Si alguien no tiene problemas, no puede ser inteligente.
-En más de una oportunidad afirmaste que hace falta una revolución digital como fue la Revolución Francesa. ¿Podés ampliar esta idea?
-La Revolución Francesa quería establecer simetrías en las condiciones de acceso a una vida digna de ser vivida. Por eso, los grandes valores de esa revolución son libertad, igualdad y solidaridad, para incluir también a las mujeres. Internet es una monarquía con reyes y tenemos muchos más problemas con las monarquías de los que pensamos. Hay monarquías todavía en España, en Inglaterra, etcétera, y también en un cierto sentido en EEUU, donde hay una perversión de monarquía que es el presidente Donald Trump, un rey elegido para gobernar cuatro u ocho años. Internet es una estructura que produce asimetrías económicas entre los propietarios de las condiciones de producción y los usuarios. No hay democracia en Internet. Hay cero democracia online porque la plataforma de la máquina de búsqueda de las redes sociales define las reglas de comportamiento. Esa es la asimetría más radical. En una verdadera democracia, las reglas de comportamiento las definen las leyes. Internet todavía no está sujeto a las leyes.
-¿Por qué todavía no hay legislación en torno a Internet, el mundo digital y las redes sociales?
-Internet parece ser global, pero no lo es porque los servers están en lugares bien definidos. Internet no está en el cielo. Internet está bien en la Tierra, pero invisible. ¿Dónde están todos los servers? No se ven. La posibilidad de reglar internet debería ser a través de los servers. Para controlar la monarquía de Internet hay que atacar a los servers; es exactamente como en Matrix. En el juego, no se puede atacar a Matrix porque no está en la ilusión. La Matrix es el fundamento material, en este caso los servers. Silicon Valley es la concentración del poder económico y el poder ideológico.
-Aunque definís a Internet como una monarquía, ¿genera en los usuarios la ilusión de un pensamiento democrático?
-No, porque tiene que ser un pensamiento. Lo que sí genera en los usuarios es la ilusión de decir o de publicar su opinión. Una verdadera opinión democrática es algo muy vulnerable. Quien ataca un sistema de injusticia en un país democrático tiene problemas con su vida. Quien ataca a la extrema derecha alemana puede morir. Es muy distinto decir que no me gustan los neonazis y no hacer nada contra ellos. Decir que no me gustan los neonazis en las redes sociales no es un acto democrático porque tiene meramente consecuencias simbólicas explotadas por los que registran el hecho de que tengo una cierta opinión política. Pero eso no es una opinión realmente democrática.
-En las últimas elecciones, Alternativa para Alemania (AfD), obtuvo el 13 por cientos de los votos y es la tercera fuerza política. ¿Cómo explica este crecimiento de la extrema derecha en Alemania?
-Alternativa para Alemania es la simulación de una revolución digital; por eso el lema de campaña fue “¡Mut zur Wahrheit!, coraje para la verdad. La nueva derecha alemana es una simulación de segundo orden: simulan la crítica de la digitalización en el contexto de la digitalización. Pero las redes de los neonazis siguen existiendo. Y hay demasiado. Quienes los atacan, corren el riesgo de morir. Yo ataco otros sistemas, igualmente reales, en este caso compañías californianas. Eso también es un acto democrático. Y todavía tenemos mucho por hacer.
-Ha dicho que Silicon Valley y las redes sociales son “grandes criminales” que deberían acabar en la cárcel. Cuesta imaginar a Mark Zuckerberg preso, ¿no?
-Mark Zuckerberg es un gran criminal cuya meta es producir dinero y por la pura voluntad de poder no respeta el valor de las leyes nacionales e internacionales. Zuckerberg es el padrino de una mafia. No hay ninguna diferencia entre lo que hace Zuckerberg y la mafia en Nápoles. También muere gente debido a Facebook, una red muy violenta que transmitió en vivo un ataque terrorista en Nueva Zelanda. Muchas nuevas formas de terrorismo son el resultado de la posibilidad de publicar imágenes y videos de violencia en plataformas que no son compatibles con estas formas, pero sí la utilizan para ganar plata.
-¿Cómo se puede controlar estas “monarquías” tecnológicas?
-Lo que hace falta es voluntad. China le ganó a Silicon Valley, que tiene casi cero influencia en la República de China, si es que es una república… El paradigma de China, que tiene sus propias redes sociales, muestra que es posible. No veo ninguna razón para no censurar las redes sociales también en Europa. ¿Por qué no? ¿Por qué no censurar algo que produce efectos graves antidemocráticos?
-¿Por qué las redes sociales son espacios de consolidación y amplificación del odio?
-El odio es la lógica de las redes sociales. Una red social es pura socialidad y un sistema social presupone disenso entre los actores. Un grupo es un conjunto de perspectivas, que puede resultar en cooperación o en odio y destrucción. Lo que falta en las redes sociales es la interacción real entre los cuerpos. Entonces es mucho más fácil producir puro disenso sin solución. Odio es disenso sin solución. Las redes sociales producen odio porque no hay manera de resolver un conflicto. No hay un sistema legal en Facebook, no hay tribunales. El odio en las redes sociales no es una contingencia.
-Aunque Facebook no sea un tribunal, ¿las redes sociales no funcionan a la manera de tribunales?
-Sí, pero son tribunales sin leyes. Las redes sociales son tribunales en un sentido medieval. En la modernidad la idea de la ley es para tener una institución neutral, un juez que juzga. En las redes sociales no hay jueces. Un tribunal sin juez es raro, ¿no?
-¿Qué consecuencias han generado tus declaraciones contra Silicon Valley?
-En este momento estoy haciendo un tour con Salesforce en Alemania, una de las empresas tecnológicas un poco más ética. Marc Benioff, el CEO de Salesforce, cree en la ética. Damos conferencias juntos en donde discutimos este problema. A Salesforce le gusta mucho mi crítica de las redes sociales porque ellos son competidores. Algunas compañías norteamericanas quieren comprar mis ideas y Salesforce me ofreció firmar un contrato, que sería ilegal en Alemania, en el que establecía que lo que yo dijera en público sería de Salesforce. Se querían apropiar de mis ideas, ¿no? (risas).
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