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Medio Oriente :: 04/06/2023

El sultán 2.0 se inclinará fuertemente hacia el este

Pepe Escobar
No es que Erdogan esté contra occidente. Es sólo que las infraestructuras, el desarrollo y los proyectos geopolíticos más grandiosos del mundo están hoy todos en el este

El Occidente colectivo se moría de ganas de enterrarlo -otro error estratégico que no tuvo en cuenta el estado de ánimo de los votantes turcos en la Anatolia profunda.

Al final, Recep Tayyip Erdogan lo consiguió – otra vez. A pesar de todos sus defectos, como un envejecido Sinatra neo-otomano, lo hizo "a mi manera", conservando cómodamente la presidencia de Turquía después de que los detractores prácticamente lo hubieran enterrado.

El primer orden de prioridad geopolítica es quién será nombrado ministro de Asuntos Exteriores. El principal candidato es Ibrahim Kalin, el actual todopoderoso secretario de prensa de Erdogan y su principal asesor.

Comparado con el titular Cavusoglu, Kalin, en teoría, puede ser calificado como más pro-occidental. Sin embargo, es el sultán quien lleva la voz cantante. Será fascinante observar cómo navegará Turquía bajo Erdogan 2.0 en el fortalecimiento de los lazos con Asia Occidental y el acelerado proceso de integración de Eurasia.

La prioridad inmediata, desde el punto de vista de Erdogan, es deshacerse del "corredor terrorista" en Siria. Esto significa, en la práctica, no solo eliminar a las bandas ultras creadas por Turquía con apoyo de Occidente, sino además refrenar a la parte  kurda al servicio de EEUU, que es también la cuestión central de una posible normalización de las relaciones con Damasco.

Ahora que Siria ha sido acogida con entusiasmo de nuevo en la Liga Árabe tras 12 años de congelación, una entente mediada por Moscú entre los presidentes turco y sirio, que ya está en marcha, puede representar el último win-win para Erdogan: permitir a Assad el control de los kurdos en el norte de Siria al tiempo que se facilita la repatriación de unos 4 millones de refugiados (decenas de miles se quedarán, como fuente de mano de obra barata).

El sultán está en su mejor momento cuando se trata de cubrir sus apuestas entre oriente y occidente. Sabe muy bien cómo sacar provecho del estatus de Turquía como miembro clave de la OTAN, con uno de sus mayores ejércitos, poder de veto y control de la entrada al superestratégico Mar Negro.

Y todo ello mientras ejerce una verdadera independencia en política exterior, desde Asia Occidental hasta el Mediterráneo Oriental.

Así que se espera que Erdogan 2.0 siga siendo una fuente inextinguible de irritación para los neoconservadores y neoliberales a cargo de la política exterior estadounidense, junto con sus vasallos de la UE, que nunca se abstendrán de intentar someter a Ankara para luchar contra la entente de integración Rusia-China-Irán en Eurasia. Sin embargo, el Sultán sabe jugar maravillosamente a este juego.

Cómo gestionar a Rusia y China

Pase lo que pase a continuación, Erdogan no se subirá al barco que se hunde de las sanciones contra Rusia. El Kremlin compró bonos turcos vinculados al desarrollo de la central nuclear de Akkuyu, de construcción rusa, el primer reactor nuclear de Turquía. Moscú permitió a Ankara aplazar casi 4.000 millones de dólares en pagos energéticos hasta 2024. Lo mejor de todo es que Ankara paga el gas ruso en rublos.

Así que una serie de acuerdos relacionados con el suministro de energía rusa triunfan sobre las posibles sanciones secundarias que podrían dirigirse contra el aumento constante de las exportaciones turcas. Aun así, es un hecho que EEUU volverá a su única política "diplomática": las sanciones. Después de todo, las sanciones de 2018 empujaron a Turquía a la recesión.

Pero Erdogan puede contar fácilmente con el apoyo popular en todo el reino turco. A principios de este año, una encuesta de Gezici reveló que el 72,8% de los ciudadanos turcos privilegia las buenas relaciones con Rusia mientras que casi el 90% califica a EEUU de nación "hostil". Eso es lo que permite al ministro del Interior Soylu afirmar sin rodeos: "Acabaremos con quienquiera que esté causando problemas, incluidas las tropas estadounidenses".

La cooperación estratégica China-Turquía se enmarca en lo que Erdogan define como "girar hacia Oriente", y tiene que ver sobre todo con el gigantesco desarrollo de infraestructuras multicontinentales chinas; la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés). La rama de la Ruta de la Seda turca de la BRI se centra en lo que Pekín define como el "Corredor del Medio", una ruta comercial de primer orden, rentable y segura, que conecta Asia con Europa.

El impulsor es el China Railway Express (Expreso Ferroviario de China), que convirtió el Corredor Medio posiblemente en la espina dorsal de la BRI. Por ejemplo, las piezas electrónicas y toda una serie de artículos domésticos que llegaban habitualmente en aviones de carga desde Osaka (Japón), se cargan ahora en trenes de mercancías con destino a Duisburgo y Hamburgo (Alemania), a través del China Railway Express que parte de Shenzhen, Wuhan y Changsha, y cruza desde Xinjiang a Kazajstán y más allá por el paso de Alataw. Los envíos de Chongqing a Alemania tardan un máximo de 13 días.

No es de extrañar que hace casi 10 años, cuando desveló por primera vez su ambiciosa y multimillonaria BRI en Astana (Kazajstán), el presidente chino Xi Jinping situara el China Railway Express como un componente central de la BRI.

Los trenes de mercancías directos de Xian a Estambul recorren la ruta desde diciembre de 2020, utilizando el ferrocarril Bakú-Tblisi-Kars (BTK) con menos de dos semanas de viaje – y hay planes en marcha para aumentar su frecuencia. Pekín es muy consciente de la baza de Turquía como nudo de transporte y encrucijada para los mercados de los Balcanes, el Cáucaso, Asia Central, Asia Occidental y el norte de África, por no hablar de una unión aduanera con la UE que permite el acceso directo a los mercados europeos.

Además, la victoria de Bakú en la guerra de Nagorno-Karabaj de 2020 vino acompañada de un bonus por el acuerdo de alto el fuego: el corredor de Zangezur, que con el tiempo facilitará el acceso directo de Turquía a sus vecinos desde el Cáucaso hasta Asia Central.

¿Una ofensiva pan-turca?

Y aquí entramos en un territorio fascinante: las posibles interpolaciones entrantes entre la Organización de Estados Turcos (OET), la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), los BRICS+ – y todo ello vinculado también a un impulso de las inversiones saudíes y emiratíes en la economía turca.

El Sultán 2.0 quiere convertirse en miembro de pleno derecho tanto de la OCS liderada por China como del multipolar BRICS+. Esto significa una entente mucho más estrecha con la asociación estratégica Rusia-China, así como con las potencias árabes, que también se están subiendo al tren de alta velocidad de los BRICS+.

Erdogan 2.0 ya se está centrando en dos actores clave de Asia Central y Asia Meridional: Uzbekistán y Pakistán. Ambos son casualmente miembros de la OCS.

Ankara e Islamabad están muy sincronizados. Expresan el mismo juicio sobre la delicadísima cuestión de Cachemira y ambos respaldaron a Azerbaiyán frente a Armenia.

Pero los acontecimientos clave pueden estar en Asia Central. Ankara y Tashkent tienen un acuerdo estratégico de defensa que incluye el intercambio de información y la cooperación logística.

La Organización de Estados Turcos (OET), con sede en Estambul, es el principal dinamizador del pan-turquismo o pan-turanismo. Turquía, Azerbaiyán, Kazajstán, Uzbekistán y Kirguizistán son miembros de pleno derecho, con Afganistán, Turkmenistán, Hungría y Ucrania cultivados como observadores. La relación turco-azerí se anuncia como "una nación, dos Estados" en términos pan-turcos.

La idea básica es una "plataforma de cooperación" aún nebulosa entre Asia Central y el Cáucaso Meridional. Sin embargo, ya se han lanzado algunas propuestas serias. La cumbre de la OET celebrada en Samarcanda a finales del año pasado avanzó la idea de un bloque de libre comercio TURANCEZ, formado por Turquía, Kazajstán, Kirguizistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Azerbaiyán y, como observadores, Hungría (en representación de la UE) y Chipre del Norte.

Mientras tanto, prevalece el negocio duro. Para beneficiarse plenamente del estatus de centro de tránsito energético, Turquía necesita no sólo el gas ruso, sino también el gas de Turkmenistán que alimenta el gasoducto transanatolio de gas natural (TANAP), así como el petróleo kazajo que llega a través del oleoducto Bakú-Tblisi-Ceyhan (BTC).

La Agencia Turca de Cooperación y Coordinación (TIKA) está muy interesada en la cooperación económica, activa en una serie de proyectos de transporte, construcción, minería y petróleo y gas. Ankara ya ha invertido la friolera de 85.000 millones de dólares en toda Asia Central, con casi 4.000 empresas repartidas por todos los "stans".

Por supuesto, en comparación con Rusia y China, Turquía no es un actor importante en Asia Central. Además, el puente hacia Asia Central pasa por Irán. Hasta ahora, la rivalidad entre Ankara y Teherán parece ser la norma, pero todo puede cambiar a la velocidad del rayo, con el desarrollo simultáneo del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) dirigido por Rusia, Irán e India, que beneficiará a ambos, y el hecho de que los iraníes y los turcos puedan convertirse pronto en miembros de pleno derecho del BRICS+.

El Sultán 2.0 está llamado a impulsar las inversiones en Asia Central como nueva frontera geoeconómica. Eso en sí mismo encierra la posibilidad de que Turquía se una pronto a la OCS.

Tendremos entonces un "giro hacia Oriente" en toda regla, en paralelo al estrechamiento de lazos con la asociación estratégica Rusia-China. Téngase en cuenta que los lazos de Turquía con Kazajstán, Uzbekistán y Kirguistán también son asociaciones estratégicas.

No está mal para un neo-otomano que, hasta hace unos días, era tachado como un tipo políticamente acabado.

The Cradle. Traducción de observatoriodetrabajadores.wordpress.com. Extractado por La Haine.

 

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