Elecciones en Ecuador: el movimiento indígena, un actor clave
Aunque sus divisiones internas no garantizan un apoyo cerrado a un aspirante a la presidencia.
El escrutinio parcial del Consejo Nacional Electoral (CNE) ecuatoriano apunta a una segunda vuelta en la que, sin embargo, resta definir quién acompañará en esa instancia al economista y candidato del correísmo, Andrés Arauz. Esta noche el segundo lugar se disputa voto a voto entre el empresario Guillermo Lasso y el sorprendente candidato de Pachakutik, Yaku Pérez. Aunque casi ninguna encuestadora lo vio venir, el exgobernador de la provincia de Azuay llegó a meterse en la pelea por la presidencia de Ecuador coqueteando con las organizaciones ecologistas e intentando superar la "grieta" entre Arauz y Lasso.
En un escenario abierto, el movimiento indígena quiere aprovechar el impulso de la revuelta de 2019 que puso contra las cuerdas al presidente Lenín Moreno, aunque sus divisiones internas no garantizan un apoyo cerrado hacia ninguno de los aspirantes a la presidencia.
Los 14 pueblos autóctonos de Ecuador representan solo al 7,4 por ciento de la población de acuerdo al censo de 2010. "Sin embargo, el movimiento indígena es el mejor organizado y el más potente entre los movimientos sociales, pues el movimiento de los trabajadores sigue en una larga crisis", aseguró el historiador Juan Paz y Miño. En la misma línea, el politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Franklin Ramírez, sostuvo que se trata de "un actor fundamental de nuestra democracia que puede moverse al mismo tiempo en la esfera institucional y en la contienda social".
La declaración durante el gobierno de Rafael Correa del Estado Plurinacional en la Constitución del 2008 significó un importante logro para los indígenas: con el establecimiento de un nuevo modelo de Estado se consagró la legalidad de sus reclamos y se instauró una práctica jurídica que persigue la verdadera igualdad entre las distintas comunidades del país. Pero el permiso que otorgó el expresidente ecuatoriano al extractivismo en territorios indígenas generó un quiebre en la relación.
Los años pasaron y en octubre de 2019 el movimiento indígena se puso al frente de una marea de manifestantes que jaquearon al gobierno de Lenin Moreno logrando la suspensión de la eliminación de subsidios a los combustibles. Aquellas movilizaciones contaron con el protagonismo indiscutible de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la organización indígena más grande de Ecuador, formada en 1986.
"El movimiento salió a la calle y mostró al país que hay un relevo generacional. Recuperó la dimensión más radical y plebeya que no llegó a tener en los diez años de correísmo", planteó Ramírez. "De todos modos, la inédita represión que sufrieron los indígenas y después la persecución judicial sobre varios de sus dirigentes han sido golpes que afectaron al movimiento. Se sumó, de inmediato, la pandemia del coronavirus en 2020", agregó Paz y Miño.
La apuesta por Yaku Pérez
La Conaie aglutina a 14 nacionalidades y cerca de 15 mil pueblos originarios. Desde su creación tuvo un papel central en la política ecuatoriana formando parte de movimientos que llegaron incluso a derrocar presidentes. El Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik se creó en 1995 como el brazo político de ese colectivo indígena. Ese partido eligió como candidato presidencial a Yaku Pérez, que en palabras de Ramírez representó el "desarrollo acelerado de un ecologismo quizás algo liberal, muy conectado con ONGs del primer mundo".
Pero la elección de Pérez también evidenció las fracturas internas del movimiento. "Los indígenas no estaban alineados detrás de un solo candidato ni tampoco votaron todos por candidatos indígenas. Conocer Ecuador significa que estamos hablando de muchos pueblos que no comparten una misma ideología", explicó el analista político Guillermo Holzmann.
¿Qué pasará en la segunda vuelta?
Las especulaciones son varias de cara al proyectado ballottage del próximo 11 de abril. "Creo que el de Yaku Pérez no será el voto decisor", planteó Paz y Miño. Para el doctor en Historia Contemporánea, frente a una segunda vuelta entre Arauz y Lasso, lo más previsible es que el candidato del correísmo tenga un apoyo masivo de las bases indígenas. "Pero si el ballotage enfrenta a Pérez y Arauz, no es posible definir lo que podría pasar. Buena parte de las derechas del país apoyarían a Pérez a fin de evitar el triunfo del correísmo", agregó.
En cambio Ramírez cree que cualquier escenario de ballotage podría no ser del todo favorable para el correísmo. "El gran límite del correísmo es que no tiene mucho margen de maniobra política para ampliar sus alianzas", explicó el sociólogo e investigador ecuatoriano, aunque alertó que el movimiento indígena "puede tener un papel muy relevante frente a esa situación".
Para Holzmann es muy importante considerar la mencionada división del movimiento indígena. "Tenemos un sector radical ideológicamente identificado con las propuestas de izquierda, donde la pluralidad es un elemento esencial", advirtió el analista político. Allí se encuentra la Conaie, que con un gobierno progresista representado por Arauz tendría mayores posibilidades de obtener una cuota de poder político.
"Pero también hay un sector indigenista pragmático que concuerda con la recuperación de los recursos naturales y apuesta por mejores condiciones de vida, pero está dispuesto a obtener mayores logros con un gobierno de derecha que con uno de izquierda. Se visualizan como mucho más proclives a una negociación política permanente, y votando por la visión empresarial que representa Lasso en una hipotética segunda vuelta tendrían mayores posibilidades", agregó Holzmann.