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Colombia :: 08/06/2010

Elecciones presidenciales en colombia: La derecha clientelista dejó sentir su poder

Prensa de Frente
Con una participación de la mitad del padrón electoral, el domingo 30 de mayo se realizó la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia.

Ante un escenario donde se anunciaba la polarización entre Juan Manuel Santos -ministro de Defensa de Uribe- y el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, los primeros resultados desmintieron esos cálculos previos, dejando en la puerta del triunfo al candidato oficialista, que alcanzó más del 46%, doblando en votos al postulante del partido Verde. Otro candidato de la derecha, Germán Vargas Lleras (Cambio Radical), se ubicó tercero con el 10%, seguido de cerca por el Polo Democrático, alianza entre diversos sectores de izquierda y centroizquierda que obtuvo el 9%. La segunda vuelta se realizará el 20 de junio. A continuación, publicamos un análisis de la Red de Hermandad y Solidaridad, especial para Prensa De Frente.

Los antecedentes

A pesar de que algunas encuestas mostraban un empate entre los candidatos Juan Manuel Santos, candidato del uribismo, y Antanas Mockus de una coalición de tecnócratas neoliberales y sectores salidos del Polo Democrático, al finalizar el conteo, Santos le ha sacado a su contrincante algo más de tres millones de votos.

En las últimas semanas, al régimen se le han venido destapando una serie de delitos en los cuales salen seriamente comprometidos altos mandos de la administración. Los delitos no son solamente los tradicionales robos al erario público, el tráfico de influencias o los contratos de última hora, sino que tienen que ver con la aplicación de una política de exterminio a la oposición, a los sectores populares y hasta contradictores dentro del mismo establecimiento, como sucede con las “chuzadas” o intercepciones ilegales de las comunicaciones a magistrados, periodistas, defensores de derechos humanos y activistas de la oposición. Las intercepciones y la inteligencia sobre estas personas no sólo permitieron diseñar campañas de desprestigio, sino que son la base para planear asesinatos, amenazas y extorsiones.

También ha quedado plenamente comprobada la intervención estatal en las ejecuciones extrajudiciales de cientos de personas. Las Naciones Unidas, a través del Relator para las Ejecuciones Arbitrarias, señalaron hace 10 días que los asesinatos obedecen a un patrón constante a lo largo y ancho del país.

De forma simultánea, la guerra sigue. A pesar del discurso de la pacificación y de la invisibilización mediática del conflicto, lo cierto es que en los últimos tres meses las acciones bélicas por parte de la insurgencia del ELN y las FARC se han multiplicado.

Pero ¿por que la gente no se da cuenta de esto? ¿O es que se dan cuenta y no hacen nada? Además de la manipulación de la agenda mediática, los programas asistencialistas y de caridad pública explican la adhesión al autoritarismo de una buena parte de la población empobrecida.

La campaña de la derecha y los resultados

La derecha se empleó a fondo. Contratos millonarios en obras públicas entregados a conglomerados económicos nacionales y trasnacionales, amenazas a electores del Polo Democrático vía telefónica, desinformación y propaganda tergiversada aplicada al Partido Verde, amenazas con suprimir el subsidio de la miseria, hicieron que miles de pobres salieran a votar por el uribismo y desmovilizaron el voto de opinión.

Finalmente, llegado el día domingo 30, Santos ha alcanzado 6,7 millones de votos (46,5%), muchos de los cuales son votos subterráneos del partido conservador y del partido liberal; Mockus llega a los 3,1 millones de votos (21,5%), que en general son votos contra el uribismo logrados desde un discurso ambiguo de legalidad; Vargas –Partido del Cambio Radical- es el tercero con 1,4 millones (10,4%), logrados tanto a través de la clientela durante el tiempo que estuvo en el uribismo como de la opinión de la llamada “derecha pulcra”; Petro del Polo Democrático saca 1,3 millones (9%), manteniendo con vida al partido.

El triunfo de Santos permitirá que el plan de saqueo y despojo siga tal cual. No es gratuito que una de las banderas de campaña de este personaje sea el impulso de la minería transnacional. Pero también le dará continuidad al diseño de guerra regional, actuando como peón del imperio norteamericano. De remate, el triunfo de Santos significa la unidad profunda entre la tradicional oligarquía bogotana y la emergente narcoburguesía antioqueña, encabezada por Uribe. La cohesión de la derecha se ha asegurado por un buen tiempo.

Los retos de la izquierda

Para el movimiento popular y los partidos y movimientos de izquierda, el reto más importante es nuevamente resistir. La falta de cohesión política de las distintas expresiones populares sigue siendo el factor de mayor debilidad a la hora de platearse alternativas, bien sea en el campo electoral o en el extrainstitucional. La intención de arrasar y exterminar el movimiento popular por parte de la derecha narcoparamilitar sigue andando y los resultados electorales son una demostración de su capacidad de movilización, corrupción y generación de terror.

Por el momento, el futuro parece señalar que el régimen mafioso seguirá gobernando. Para la segunda vuelta, es poco factible un repunte del llamado Partido Verde y su triunfo quizás sólo sería la continuidad del régimen de oprobio por otros medios. Una opción más difícil es una alianza entre el Partido Verde, el Polo y sectores progresistas del Partido Liberal, con reformulación programática. Si esto sucediera se abriría una posibilidad de frenar el uribismo, al menos mientras los sectores populares se reconstituyen y logran entender que sin unidad no hay victoria posible.

 

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