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Argentina :: 04/01/2025

Empresas recuperadas: resistencias de la clase trabajadora al ultraliberalismo en Argentina

Damián H. Cuesta
Entrevista con Andrés Ruggeri. En el libro '¿Qué son las empresas recuperadas?' detalla los retos que los trabajadores deben afrontar desde el momento en el que deciden ocupar

La recuperación de empresas por los trabajadores (ERT) es un movimiento que, desde su aparición, a partir de la segunda mitad del siglo XX en Argentina, no ha parado de crecer, extendiéndose por otros países del continente americano. Los últimos datos dicen que el número de empresas expropiadas existentes en la actualidad, sólo en el área de Buenos Aires, Argentina, se aproxima al medio millar. Sin embargo, con la llegada del gobierno ultraliberal de Milei, negras tormentas dibujan un futuro incierto para estas empresas autogestionadas.

Desde el Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA) hemos querido preguntar sobre este asunto al profesor Andrés Ruggeri, director del Programa de documentación de empresas recuperadas por los trabajadores, adscrito a la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coordinador de los Encuentros internacionales de la economía de los trabajadores, cuyo último encuentro se celebró el pasado octubre (2024) en Barcelona. Es autor del libro: '¿Qué son las empresas recuperadas? Autogestión de la clase trabajadora', cuya última edición (2017) ha sido publicada en España por la editorial Descontrol.

En primer lugar, por ponernos un poco en situación, ¿de qué hablamos cuando hablamos de empresas recuperadas por los trabajadores (ERT)?

Bueno, las empresas recuperadas es una denominación que surgió acá en Argentina alrededor de la crisis del 2001, consecuencia del periodo neoliberal que veníamos sufriendo desde el año 89 y explotó por los aires produciendo una enorme crisis. Durante esa crisis aparecieron una serie de tomas de fábrica que generaron mucho impacto en la opinión pública y, especialmente, en las organizaciones obreras populares que vieron cómo una cantidad de trabajadores ocupaban fábricas para ponerlas a producir. Ese fenómeno se empezó a llamar por los propios protagonistas, ya por esa época, empresas recuperadas por sus trabajadores. No es una denominación que venga del campo académico, del campo político, teórico, ideológico, sino que fue la forma que los mismos protagonistas de estos sucesos usaron para denominar lo que estaban haciendo, recuperar empresas que habían quebrado, o que habían cerrado, y que estaban siendo ocupadas y puestas en producción nuevamente por sus trabajadores, generalmente bajo formas de cooperativas de trabajo o bajo prácticas autogestionarias. A partir de este momento se empezó a utilizar este término también en otros países, no solamente en Argentina, también en Uruguay, en Brasil, etc., y así se fue expandiendo y terminó imponiéndose esa forma de llamar a aquellos procesos en los que empresas que eran capitalistas, tradicionales, verticales, con un propietario y empleados, pasan a ser empresas gestionadas por el colectivo de trabajadores, que la logra poner en funcionamiento nuevamente a través de distintos procesos de lucha.

En línea un poco con lo que acabas de comentar, estas movilizaciones surgen como una respuesta dramática de los y las trabajadoras a una situación económica y social trágica originada por las políticas neoliberales aplicadas desde los años 80 y 90 ¿En este sentido, podríamos decir que el movimiento de las ERT fue un proceso de maduración de los y las trabajadoras, directamente proporcional a la agresividad de las políticas neoliberales ejecutadas durante los últimos veinte años?

Sí, seguramente. En el 2001 lo que apareció fue una crisis que hizo que el gobierno cayera, en ese momento fue el gobierno de la Rúa, que era continuidad del gobierno de Menem, que fue el que inició el proceso neoliberal en esa etapa, antes también hubo otros, la dictadura militar, del 76 al 83. Fue durante este periodo de dictadura donde se pusieron las bases de todo el modelo neoliberal que después se continuará hasta el día de hoy. Ahora tenemos a este personaje tan notorio, Milei. Hay una continuidad en todos estos procesos, y, específicamente, en los años 90, se promovió una gran transformación de la estructura socioeconómica y laboral de la Argentina. No fue un proceso único de acá, pero lo que sí sucedió en la Argentina es que el proceso fue profundo y, en pocos años, una gran parte de la clase obrera quedó fuera de las relaciones salariales del trabajo, pasando a ser trabajadores desocupados, trabajadores sin trabajo.

Estos trabajadores, en un primer momento, se empezaron a organizar como movimientos piqueteros. Piquetes que salían a cortar las rutas, las calles, etc., es decir, se produjeron toda una serie de procesos de resistencia, pero fuera del lugar de trabajo, por lo que aquellos trabajadores no podían hacer mucho más que tratar de llamar la atención, reclamar al Estado algún tipo de respuesta, lo que sea, pero, ya era tarde, además de haber perdido el puesto, también habían sido expulsados de sus lugares de trabajo.

En los casos de las empresas recuperadas, a diferencia de estos otros, los trabajadores, que estaban viendo eso que estaba pasando, en el momento de cerrar la planta deciden no abandonarla, deciden tratar de conservar ese lugar en el que estaban trabajando, aunque no estuvieran los patrones. Entonces sí, respondiendo a tu pregunta, efectivamente, lo sucedido se puede entender como un proceso de maduración, es decir, al principio, la gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras no pudieron pensar siquiera en la posibilidad de quedarse en los centros de trabajo antes de ser despedidos, mientras que, en un momento dado, en algunos casos muy puntuales, muy concretos, empezó a pasar. Talleres de metalurgia, en el sur de Gran Buenos Aires, empezaron a plantear la estrategia de la ocupación y la formación de cooperativas como la forma de defender los puestos de trabajo. En la Patagonia, la cerámica Zanón, que se pasó a llamar después Fasinpat, fábrica sin patrones, y algunos otros casos muy concretos, que al principio no se relacionaban entre sí, que estaban aislados, con la gran crisis del 2001 empezaron a unirse y adquirir una identidad común, y a partir de entonces es cuando el movimiento adquiere otra escala.

Respecto a la actitud de las élites políticas hacia las empresas recuperadas, vienes a decir que, mientras que los gobiernos neoliberales en Argentina, han llevado a cabo políticas de estrangulamiento, los gobiernos social-liberales (por llamarlos de alguna manera) de los Kirchner, han mantenido una relación de consentimiento o, mejor dicho, de ninguneo, pero ahora ¿cómo afrontan las ERT la amenaza de un gobierno ultraliberal liderado por un "pirado" como Milei?

Sí, se trata de un gobierno mucho peor que cualquiera de los anteriores. De un ultraliberalismo tan desenfrenado que, aunque tiene puntos en común con los anteriores, no puede compararse.

Estamos intentando anticiparnos, tratando de ver cómo se puede organizar mejor el movimiento porque está muy disperso y también fragmentado entre distintas organizaciones. Hay que tener en cuenta que el movimiento de ERT tiene más de 30 años de evolución y, en ese tiempo, como bien dijiste, hubo distintas políticas desde el estado.

Lo que puedo decirte es que, hasta ahora, el gobierno solamente se ha expresado una vez, no directamente Milei, pero sí su vocero que se llama Adorni. Este vocero habló en contra de las cooperativas en general, diciendo que eran una caja que financiábamos los argentinos, como si las cooperativas fueran de empleo estatal, y como si fueran un producto de y para la corrupción política. Esta es la mirada que tienen, en general, sobre las cooperativas, pero creo que, respecto de las ERT, ni siquiera saben de qué se trata. Si logran armar un gobierno con cierta coherencia es cuestión de tiempo que se fijen. Por el momento no son más que un rejuntado de actores improvisados, una especie de plataforma de rockstars, como él mismo se denomina, de la ultraderecha rocambolesca, lo cual no deja de ser una enorme oportunidad de negocios para las megacorporaciones, una destrucción absoluta de todo lo público y una agresión infinita hacia los trabajadores... Sin duda, llegado el caso, en algún momento pondrán el ojo en las empresas recuperadas y en la autogestión, y ahí les estaremos esperando.

En el libro ¿Qué son las empresas recuperadas?, detallas las diferentes barreras y retos que los trabajadores deben afrontar desde el momento en el que deciden ocupar y expropiar el establecimiento de trabajo. Uno de estos momentos fundamentales, dado su carácter existencial, es la ocupación y la posterior resistencia a la persecución judicial ¿Cómo es el proceso?

Es bastante complicado de entender estas cuestiones judiciales, porque primero hay un proceso económico, de base económica y de lucha de los trabajadores. Hay una empresa que quiebra, una empresa que cierra, pero aquellos cierres habitualmente eran, producto de maniobras fraudulentas por parte de los empresarios.

Argentina es un país con bastante industria, una de las mayores de América Latina, aunque lejos de los países europeos, sin embargo, con una capacidad productiva relativamente importante. Cuando los gobiernos neoliberales abren el país a las importaciones, quitan todas las barreras de protección de la industria y hacen una maniobra con el tipo de cambio, la famosa convertibilidad, que consistía en equiparar un peso a un dólar, lo que era una cuestión absolutamente ficticia, artificial. Su efecto fue que era mucho más económico importar que producir. Por lo tanto, la mayoría de los empresarios industriales empezaron a convertirse en importadores, importando, generalmente, lo mismo que antes producían. En la nueva situación, estos empresarios veían como una carga económica tanto sus propias fábricas como los trabajadores. Entonces procedieron a quitarse estas cargas de la forma más barata posible, eludiendo el pagar indemnizaciones, cubrir las deudas, etc. La quiebra fraudulenta era la forma de sacarse de encima todos esos gastos. Los trabajadores se encuentran de golpe sin trabajo.

La fábrica cierra o se va degradando poco a poco dentro de procesos que podrían durar meses o años. No se reparan las maquinarias, pagan a los trabajadores con retraso, etc., es decir, la táctica empresarial consistía en que los trabajadores se fueran por sí solos.

Antes de ese momento se produce la toma de la fábrica, los trabajadores y trabajadoras no quieren que se subaste la fábrica, quieren seguir usándola como bien productivo y como recurso de trabajo. Ahí es donde entra la contradicción judicial ¿qué está primero, la propiedad privada (en realidad ni siquiera era la defensa de la propiedad privada, sino del beneficio de su subasta) o el derecho a la continuidad laboral?

Aquí ya encontramos una primera complejidad, ya que en muchos de esos casos también los propietarios, quienes, utilizando toda una serie de maniobras realmente complejas, se presentan como acreedores, y ante la ocupación de la fábrica por los trabajadores y trabajadoras reaccionan denunciando a éstos como usurpadores.

Por su parte, los trabajadores reclaman su derecho al trabajo, defendiendo sus puestos, tratando de conservar la maquinaria porque es de lo que viven. Ahora no se sabe (se refiere a las ERT que están viviendo este proceso bajo el gobierno de Milei), pero en su momento, gracias a la resistencia de los trabajadores y trabajadoras ocupantes, se logró que estos conflictos llegaran a las cámaras legislativas de las distintas provincias y se votaran leyes de expropiación.

En los últimos encuentros de la economía de trabajadores, se ha hablado de la necesidad de exigir un marco legal que reconociera esta forma de expropiación por los trabajadores de las empresas quebradas ¿Cómo se ha avanzado en esto? ¿El movimiento de ERT ha definido un modelo de regulación en el que se reconozca el trabajo autogestionado?

Hay cierto consenso en que tiene que ser reconocido el trabajo autogestionado como una forma diferente de trabajo, con sus propias formas, sus propias lógicas, su propia legislación, su propio establecimiento de derechos, de seguridad social, de salud, de resolución de conflictos, etc. Irrumpir de alguna manera en la legislación de las formas capitalistas de producción con una forma de trabajo colectivo y de propiedad colectiva, obviamente, es muy difícil, porque es una ruptura profunda respecto a la lógica a través de la cual se organiza la sociedad capitalista, las formas legislativas, jurídicas de la sociedad capitalista. Pero eso es, de alguna manera, lo que se plantea.

Hay proyectos de ley, proyectos más avanzados, menos avanzados, intermedios, etc., hay un poco de todo, hay debates sobre la financiación, si todo tiene que salir de la propia actividad de las organizaciones, o también tiene que haber financiación pública para determinadas cuestiones. En general, se plantea como una cuestión de justicia, si los capitalistas reciben subsidios, ¿por qué no van a recibir también la economía autogestionaria su parte? No es que se plantee que tiene que ser financiado por el Estado, sino participar del mismo reparto del que participan los demás.

Una vez los trabajadores han superado el momento de expropiación viene el momento de la reanudación productiva. En el libro comentas que los trabajadores tuvieron que replantearse conceptos como "viabilidad económica" u "objetivos económicos" ¿cuáles serían las claves de esta resignificación?

Sí, ese es un debate realmente interesante y estratégico ¿Para qué se hacemos esto? En el caso de las empresas recuperadas está claro que el primer objetivo es trabajar, es tener medios de vida, entonces, toda la lucha tiene primero ese primer escalón que es fundamental. Puede darse el caso de empresas que después de haberse ocupado terminan siendo lugares que no son productivos, dando lugar a cosas muy valiosas en términos culturales y sociales, pero el primer escalón es recuperar la actividad laboral de forma que los trabajadores puedan llevar una vida digna.

Y ahí es donde aparece, como consecuencia directa, la cuestión de la viabilidad. En términos capitalistas, no es viable que un conjunto de trabajadores "únicamente" logren recuperar la fábrica y logren vivir bien. No es lo que en términos capitalistas implica un éxito, es decir, alcanzar ciertos niveles de acumulación.

Muchas veces venían ingenieros, venían economistas, técnicos, a visitar las empresas recuperadas y decían: "esto no es viable", "cuando pase esto, o lo otro, no van a poder responder". Y a veces, a largo plazo, se empiezan a ver este tipo de limitaciones. Por ejemplo, en el momento de renovar la maquinaria, de hacer algún tipo de inversión, inversiones grandes, fuertes, o si hay que buscar un lugar más grande, o más chico, ahí es donde aparecen esas limitaciones. Pero el concepto de viabilidad tiene que repensarse:

¿Para qué se recupera la fábrica? ¿Para qué se autogestiona una empresa? ¿Para acumular capital o para que puedan vivir dignamente las personas que forman parte de esa organización?

Pero, no solamente es necesario repensar qué significa vivir dignamente, lo que en sí es ya toda una discusión, sino también cuáles son los efectos sociales de lo que se produce, o los efectos ambientales, cómo es la relación de ese emprendimiento. En este sentido, los desafíos que enfrentan las ERT dentro del capitalismo son enormes. Generalmente los trabajadores buscan seguir trabajando y aparecen estos debates ¿qué es viable y qué no lo es? ¿qué es deseable para un proyecto de sociedad más justo? ¿cómo se relaciona la ERT con la comunidad? Al final se produce, necesariamente, una resignificación del propio concepto de empresa. Todo el mundo está acostumbrado a pensar en una empresa en los términos del capitalismo: La empresa es un centro productivo propiedad de un empresario.

Pareciera que el único responsable de la empresa es el empresario, sin embargo, la empresa en realidad es una organización donde hay múltiples relaciones sociales. La empresa sola, por sí misma, no tiene una red de intercambios con otras organizaciones económicas, produce actividad económica secundaria con un montón de gente, y así podemos ir pelando las capas de la cebolla y viendo todo el entramado social que hay alrededor de una organización económica. Las empresas recuperadas hacen visible todas estas cosas.

Estoy pensando en la revolución social del 36, en Aragón y Cataluña y la propuesta totalizante de la CNT llevando la autogestión de las organizaciones económicas a unas dimensiones macro, más allá de lo local (partiendo de lo local). Y pensando un poco en vuestra experiencia en torno a la recuperación de empresas ¿os habéis encontrado casos en los que se han recuperado empresas con un número grande de trabajadores y trabajadoras y que, digamos, se ubique en una dinámica económica en niveles nacionales o/e, incluso, internacionales?

Se han recuperado algunas fábricas que tienen 100, 200, hasta 400 trabajadores. Y en esos casos, generalmente, sí hay desafíos, desafíos muy importantes porque implica un nivel de actividad económica, de capital, muy grande para mantenerse. Hay que pensar que una fábrica con la tecnología de ahora, con 400 personas trabajando, equivale a una de unos cuántos miles de trabajadores hace 30 o 40 años. Son niveles de producción importantes. Y ahí hay una cuestión de cómo mantener la actividad económica que pueda soportar unos 400 salarios o 300 salarios. Casos así, implican tener que pensar en términos de una complejidad mucho mayor que un pequeño taller o una fábrica más sencilla.

Ya son tres décadas de expropiaciones obreras en Argentina y, habida cuenta de su necesidad perentoria frente al colapso que viene, parece que se nos queda pequeño este espacio para tratar todos los aspectos de los que nos gustaría seguir hablando.

Sí, aún quedan muchas cosas sobre las que conversar, sin duda, pero hay instancias, encuentros de debate, en los que podemos hacerlo.

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