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Medio Oriente :: 01/11/2006

Entrevista con el gran poeta palestino Mahmud Darwish: Israel tiene miedo de la paz

Mahmud Darwish/Geraldina Collotti
[Traducido del francés para La Haine por Felisa Sastre] Israel habla de un peligro demográfico, un problema que puede solucionarse de dos maneras: bien sea restituyendo sus derechos a los palestinos, reconciliándose y viviendo como buenos vecinos, o bien sea aniquilando con un bomba atómica todo un continente poblado de árabes en el cual, desde siempre, viven algo más de millón y medio de judíos.

Usted tenía siete años cuando los israelíes atacaron su pueblo y les obligaron a huir a Líbano, donde vivió exiliado, y donde cantó las odiseas de Beirut en un espléndido poema recogido en la antología palestina publicada por Manifestolibri (N.T. francesa: editorial de Il Manifesto). Sin embargo, este verano, cuando nuestro periódico le llamó por teléfono, no quiso hacer declaraciones sobre la nueva agonía del Beirut agredido por Israel. ¿Por qué?

Los medios de comunicación me asediaban buscando del poeta respuestas que sólo los políticos podían dar. Sé que esa no era la intención de Il Manifesto- le presento mis excusas con retraso- pero quería alejarme del griterío. Hoy querría plantear una pregunta a quienes llamaban desde Europa, afirmando que "estaban desorientados" ante la nueva guerra de agresión: ¿Dónde está la el sentido común de Israel si, para combatir la resistencia libanesa o la palestina, origina las condiciones que la generan? ¿Creen que las Granjas de Sheeba tienen yacimientos mineros? Pues no valen nada y, si Israel se retirara de la zona, Hezbollah no tendría motivo para empuñar las armas. Si Israel no quiere resistencia palestina alguna, debe retirarse a las fronteras de 1967. Si quiere paz con los árabes, debe abandonar el Golán. ¿Qué hace todavía en Ramala y en Gaza? Los palestinos sólo piden el 22% de su territorio nacional histórico. Todos los problemas de Oriente Próximo se podrían resolver si se nos reconociera al menos eso. Los israelíes son similares a los blancos de Sudáfrica y nosotros somos sus negros. Hemos asumido ser los negros, pero no les parece suficiente: para ellos, nosotros no podemos ser ni blancos ni negros: ¿Qué quieren entonces? Mi única respuesta es la siguiente: los israelíes no están maduros para la paz, tienen miedo de la paz.

Destruir el Estado de Israel, sin embargo, es un eslogan utilizado desde hace mucho tiempo...

Los israelíes están obsesionados por la seguridad debido a dos tipos de miedo: uno, legítimo y comprensible, que se debe a lo que han sufrido a manos de los europeos. Pero de ese sufrimiento han sido indemnizados, en parte, a costa de Palestina, y aprovechándose del sentimiento de culpabilidad de Europa, viven con un crédito inagotable moral, económico y militar, hasta que el punto de que, hoy, criticar la política de Israel es sinónimo de antisemitismo. Pero hay otra clase de miedo que es imposible de superar aunque apareciera un nuevo Freud: es el miedo a lo que nos han hecho. Sin embargo, nosotros estamos dispuestos a olvidar y a perdonar si se nos restituyen algunos derechos. El odio y el rencor no duran eternamente si la víctima obtiene una indemnización y sólo Israel puede hacerlo.

Un año después de los trágicos acontecimientos de 1948, su padre volvió a Palestina y encontró su casa ocupada por colonos. Se instaló entonces en el pueblo de Deir al-Asad, para vivir como "refugiado en su propio país" y para transmitirle ese sentimiento de "desarraigo" que inspira lo mejor de su poesía. En su calidad de dirigente de la OLP, usted se opuso a los Acuerdos de Oslo que fracasaron principalmente por el derecho al retorno. ¿Cree que hoy todavía es el obstáculo principal para las negociaciones?

El problema de los refugiados no es el obstáculo principal para la paz, tal como pretende Israel. Puede resolverse mucho más fácilmente que el problema de los colonos. Nadie pide que regresen todos lo refugiados, ni los propios refugiados quieren volver en masa a Palestina. Ese momento ya pasó. De lo que se trata es de ratificar un principio. ¿Por qué los refugiados judíos, que se marcharon hace dos mil años, pueden volver, y los palestinos expulsados en 1948 no pueden hacerlo? Si Israel es un Estado tan fuerte, podría presentar sus excusas al débil y aceptar la vuelta de unos miles de refugiados. El derecho al retorno podría quedar reducido a un texto legal. ¿Por qué no lo hacen y, por el contrario, siguen favoreciendo a los colonos llegados del exterior? ¿Quieren un Estado judío puro? Podrían conseguirlo retirándose de los territorios donde viven árabes. ¿Por qué oprimen a dos millones de palestinos en Cisjordania? Si se van, tendrán un Estado judío puro sin árabes. La verdad, sin embargo, es que desde el principio Israel nunca ha sido exclusivamente judío porque existía otra comunidad, la árabe. Ellos hablan de un peligro demográfico, un problema que puede solucionarse de dos maneras: bien sea restituyendo sus derechos a los palestinos, reconciliándose y viviendo como buenos vecinos, o bien sea aniquilando con un bomba atómica todo un continente poblado de árabes en el cual, desde siempre, viven algo más de millón y medio de judíos.

En los últimos años, incluso en Italia- donde el apoyo a la causa palestina siempre ha inspirado su política exterior, incluso la de los gobiernos anti-populares- la percepción de los palestinos ha cambiado, y se han transformado de víctimas en peligrosos y bárbaros terroristas. ¿Cómo lo explica usted?

Los israelíes, siempre a lo largo de la historia, han intentado monopolizar el papel de víctimas y no soportan que existan competidores. Incluso Bush se considera víctima del terrorismo. Pero, ¿cómo puede una víctima ocupar Iraq y Afganistán, aterrorizar al mundo entero e incluso imponer su hegemonía política en Europa, una Europa que ya no es independiente como lo fue antes? No represento el papel de víctima. Entre el verdugo y la víctima hay un tercer papel: ser una persona normal. Pero los israelíes no quieren ser un Estado normal porque podrían perder su signo distintivo y su unidad interna. Una vida normal podría suscitar preguntas sobre la naturaleza de la sociedad israelí.

Mucha gente ha interpretado la guerra contra Líbano como la primera señal de un proyecto de agresión más amplio contra " la media luna chií" en el ámbito del Gran Oriente Próximo imaginado por Bush.

Me pregunto si los propios estadounidenses tienen un definición precisa de ese Gran Oriente Próximo. Hace dos años, hablaban de un Nuevo Oriente Próximo- denominación compartida por Simon Pérès-. Todos queremos un Oriente Próximo nuevo, un mundo árabe nuevo, un Oriente Próximo sin ocupación, sin dictaduras, sin pobreza, sin analfabetismo, donde no haya tensiones ni guerra: eso es lo que querríamos, pero no comprendo lo que quiere Bush. No puedo entender el significado de sus palabras pero sí comprendo el de sus acciones. Soy consciente de que ha destruido Iraq, que con el ex dictador todavía era, al menos, un país unido: los iraquíes estaban seguros, no existía conflicto entre sunníes y chiíes, ni entre kurdos y árabes, y ahora, por el contrario, en cada rincón del país hay un proyecto de Estado. Si el Nuevo Oriente Próximo va a seguir el modelo iraquí- es decir un Estado totalmente desunido y desintegrado- no se trataría de nada nuevo sino de algo muy viejo: el Oriente Próximo de la cavernas, anterior incluso al concepto de ciudadanía y de los derechos humanos. Un Oriente Próximo bárbaro. Nos enfrentamos a un régimen estadounidense nuevo, un gobierno fundamentalista, muy ideologizado, que desarrolla una política de ultra derecha y cree que en el proyecto del Imperio estadounidense. Un régimen feroz con sus propios ciudadanos. Bush está a punto de llevar al mundo al borde del abismo, pero hay algo que ya ha conseguido: reforzar los extremismos en Oriente Próximo, y ser responsable de esta guerra de extremismos que podría conducirnos al "choque de civilizaciones".

Por lo que respecta a la guerra, creo que no hay que enfatizar demasiado en su significado yendo más allá del episodio concreto: Hezbollah secuestró a dos soldados israelíes para intercambiarlos por presos libaneses. Fue un simple incidente de frontera, sin mayores designios estratégicos. Hezbollah, probablemente, no calculó la posible reacción israelí e Israel evaluó mal la reacción de Hezbollah. Después, como suele suceder, las guerras crean sus propias dinámicas y se vuelven incontrolables.

En marzo, Epochè publicará un libro de entrevistas en el que usted habla de la guerra desigual y del concepto de crimen.

Yo me siento verdaderamente asqueado cuando se asesina a un civil en Iraq. Pero, ¿por qué no percibo la misma indignación cuando un piloto extermina a millares de personas, o cuando se produce la masacre de Cana? El piloto aprieta un botón y en diez minutos está en su casa, quizás a punto de jugar con sus hijos. No ha visto que ha matado a otros. Cuando un crimen se comete con instrumentos muy sofisticados, ¿acaso no es un crimen? Secuestrar a un periodista estadounidense es un crimen, pero secuestrar a un país completo, ¿no lo es? No quiero establecer equívocos: no defiendo el secuestro de periodistas en Iraq pero es preciso definir el concepto de crimen: cuanto más limpio es un crimen tanto más grave resulta. Las noticias sobre los asesinatos de palestinos se asemejan a la información sobre el tiempo: hay una media de cinco víctimas cada día: se asesina en los puestos de control y al pie del Muro, pero cuando el asesinato se convierte en rutina, nadie se indigna y el sufrimiento y la solidaridad se convierten en algo fastidioso. El mundo entero celebró la caída del Muro de Berlín, que no era más que una pequeña pared, y ¿cómo ese mismo mundo puede aceptar el muro de 600 kilómetros que ha levantado Israel alrededor de los palestinos? El mundo entero que celebró la caída del régimen de apartheid en Sudáfrica, ¿qué dice ahora cuando Israel aplica el mismo régimen a los palestinos? Nosotros, no sólo vivimos ocupados, sino en celdas, en cárceles igualmente ocupadas. ¿Sabe usted cuántas personas mueren en los puestos de control debido a que no se les deja llegar al hospital? ¿Cuántas mujeres tienen que parir a sus hijos ante el puesto de control? Todo ello refuerza el odio y el rencor, transforma a las personas en monstruos. Pero, a pesar de ello, estamos dispuestos a convivir con los israelíes, siempre que paguen un precio mínimo: el reconocimiento de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania

Usted ha estado preso en varias ocasiones, en cárceles israelíes, y ahora ha presentado su poesía de la época de la cárcel en L"Aquila. ¿Qué piensa sobre el documento propuesto por los presos palestinos, como Marwan Barguti, a las fuerzas políticas en libertad?

Ese documento, suscrito por militantes de gran experiencia que representaban tendencias políticas diferentes, tenía el propósito de presionar a los responsables palestinos. Esos presos, con gran peso y credibilidad, habían conseguido dialogar entre ellos en la cárcel mucho más fácilmente de lo que ocurre fuera. Y todos ellos, en principio, declararon estar de acuerdo con el documento, pero nada de ello se ha puesto en práctica. Fuera, cada grupo ha intentado interpretar el documento a su manera, lo que al final lo ha vaciado de contenido. Algunos dirigentes han demostrado que gobernar no era un servicio a su pueblo sino a sus ansias de poder.

¿Qué salida prevé para los conflictos internos entre los palestinos?

Como ciudadano palestino, no comprendo cómo ciertas personas pueden seguir en el poder sin resolver la crisis. Si estuviera en su lugar, reconocería el fracaso y me iría a la oposición. Pero parece que el poder siempre sigue la misma lógica: cuando alguien lo consigue cambia de mentalidad. Mientras tanto, con el embargo, la sociedad palestina tiene hambre y ha desplazado su interés de los asuntos nacionales a los asuntos cotidianos. Lo que está a punto de ocurrir es una catástrofe política, social y moral, y no sé de qué manera lo resolverá la sensatez palestina.

¿Qué temas influyen en su poética en la actualidad?

Todo influye en mi mundo poético, pero la poesía no puede abarcarlo todo. Con frecuencia, se pregunta al poeta qué podría hacer en tiempos de guerra. Mi opinión es que los poetas no deberían utilizar el lenguaje bélico para oponerse a la guerra. Un poema, por duro que sea, jamás derribará un avión, pero puede influir en la mentalidad del piloto, de ahí que el poeta debiera buscar los aspectos humanos, los elementos universales que subyacen a los acontecimientos. Debería entrar en el universo íntimo de las víctimas de la guerra. La poesía debería ser un himno a la alegría de vivir, debería luchar contra la fealdad mediante la belleza, y contra la guerra a través de la paz. El regalo mayor que la literatura palestina podría hacerle a la ocupación israelí sería quedar prisionera de los argumentos bélicos, y de las actividades de la ocupación. De esa forma el mundo interior del palestino permanecería totalmente oculto y las personas se convertirían en máscaras, en clones. Hemos escrito mucho contra la ocupación, la humillación y la injusticia pero ahora los palestinos tienen derecho, incluso el deber, de escribir poemas de amor.

Geraldina Colotti.


(Esta versión es la entrevista íntegra e inédita con Mahmud Darwish- recogida en L"Aquila por Geraldina Colotti-, para el diario Il Manifesto, publicada en versión reducida en la edición del viernes 20 de octubre de 2006.)

ón del italiano por Marie-Ange Patricio (Palestine13)
Michelcollon.info / Il Manifesto (versión íntegra)

 

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