Evaluando a través de la dialéctica histórica la actual guerra arancelaria (fantasma) de EEUU


Tras las dos grandes conflagraciones interimperialistas -y contra la URSS- que fueron bautizadas como Guerras Mundiales, EEUU emergía como la mayor potencia económica que jamás haya tenido el mundo.
Concentrando un poder mundial sin precedentes, que pasaba por la centralización del poder financiero y empresarial, el monopolio virtual sobre la liquidez mundial y la concentración de la capacidad productiva y de la demanda efectiva (con más de un cuarto del PIB mundial, producía cerca de la mitad de los bienes manufacturados de todo el mundo y disponía del 65% del total de las reservas de oro del planeta).
No obstante, era precisamente esa concentración de la riqueza y del poder la que entorpecía las posibilidades de continuar la propia expansión estadounidense. Dada la pobreza del resto del planeta, el comercio y sus inversiones exteriores quedaban seriamente dificultadas. Cuanta más riqueza acumulaba EEUU, menos posibilidades de acrecentarla le iban quedando y más comprometida resultaba su aparente postura aislacionista.
Necesitaría, por eso, de la recuperación económica subordinada de los otros centros capitalistas. Su masiva intervención en Europa occidental y en Japón fue destinada a ello. Un dólar vinculado al oro serviría en adelante no sólo como moneda mundial de reserva e intercambio, sino como acicate y engrase de la economía del Sistema Mundial capitalista.
Ciertos factores venían a coincidir en ello:
- La posibilidad de imprimir a voluntad la moneda de curso mundial.
- La necesidad de que EEUU se convirtiera en el gran comprador del mundo para posibilitar la recuperación económica de otras formaciones estatales y por ende la dinámica de acumulación de capital a escala global, relación que forzosamente debía llevar con el tiempo a déficits comerciales con numerosas formaciones estatales.
- El hecho de que los superávits de buena parte del resto del mundo en general retornaban a EEUU en forma de inversiones de capital o bien bursátiles-especulativas, así como de ahorros.
Así que pronto EEUU se hizo deficitario frente a las otras dos potencias económicas (el Mercado Común europeo y Japón) y se había convertido también en un deudor general "por encima de sus posibilidades", desde el momento en que su capacidad de imprimir su dinero a voluntad como moneda de cambio mundial había excedido su capacidad de responder mediante sus propias reservas, y desde que había inundado de dólares las economías europeas para pagos e inversiones y éstas habían empezado a reclamar una parte creciente de esos pagos en oro.
A pesar de las presiones en contra por parte de sus más destacadas elites, la principal potencia tuvo que hacer frente en cierta medida a esas demandas (en 1961 su reserva de oro había descendido al 43% del total mundial, y en 1968 ya sólo era del 26%). Cada vez le resultaba más difícil mantener el cambio fijo. Cada vez era más complicado también, por tanto, mantener el plan estratégico de la postguerra entre las principales potencias de la Tríada (EEUU, Alemania y Japón). El sistema de Bretton Woods necesitaba un apuntalamiento.
En eso es que los años 70 verían un conjunto de factores que modificarían las condiciones del capitalismo, con el desligamiento del dólar respecto del oro y las consecuentes tasas de cambio flotantes, un reciclaje de petrodólares (los que habían acudido a los principales países extractores de petróleo, que los devolvían hacia la Banca y las finanzas de las formaciones centrales y muy especialmente de EEUU), un alto nivel de demandas de la fuerza de trabajo en las formaciones centrales del Sistema Mundial y una suave política monetaria. Pero, al final de esos años, la principal potencia capitalista sufriría una inflación de doble dígito, la declinación del dólar y la pérdida de grandes sumas de capital que fluían hacia otros lugares para su valoración.
Es por eso que al final de esa década EEUU dará un giro para hacer valer su carácter de imperio mundial, a través de lo que se ha conocido como "shock de Volcker", en referencia al entonces director de la Reserva Federal (entre 1979 y 1982, con los gobiernos de Carter y Reagan), quien va a tener un gran protagonismo en la consolidación de la infraestructura de la especulación (cuyo comienzo se dio en 1971 con la pérdida del patrón oro). Se iniciaría así por parte de EEUU lo que fue llamado "imperialismo mediante deuda".
El hegemón se fijaría como principales metas limitar el crecimiento de la oferta de dinero y la elevación de las tasas de interés al nivel necesario como para revertir la inflación e impedir cualquier rebrote de la misma, atraer el excedente del resto del mundo (para, entre otros grandes objetivos, financiar su "guerra de las galaxias" contra la URSS) y extraer mucha más riqueza de sus deudores (disparándose la "crisis de la deuda" que sacudió a bastantes de las economías periféricas y especialmente a las americanas).
La tasa de interés base de la Reserva Federal estadounidense escaló desde un promedio de 8% en 1978 hasta alrededor del 19% a comienzos de 1981, y no retrocedió a menos de dos dígitos hasta después de 1984. Todo ello acompañado de medidas de desinversión productiva o "enfriamiento" de la economía, encaminadas a provocar la recesión y con ella el debilitamiento de la fuerza colectiva del Trabajo y su poder social de negociación en torno al salario. En esa estrategia lo urgente era desmontar los dos mecanismos básicos del keynesianismo: el pleno empleo y la indexación salarial a la productividad.
De esa manera, además, se tendrían más posibilidades de rebajar la inflación. En el tipo de capitalismo que venía, tal objetivo se hacía vital para que el resultado de acreencias, especulaciones y rentas financieras no perdiese valor (la inflación, por sí misma, devalúa las deudas y es un indicador de gran alcance para medir las luchas de clase en torno a la apropiación del producto social).
Todos estos procesos concatenados arrastraron un enorme flujo de capital hacia la primera potencia mundial, fortaleciendo el dólar al tiempo que se elevaba la deuda pública debido al gran incremento de los gastos militares llevado a cabo bajo la presidencia de Reagan y como consecuencia de la propia recesión inducida (que conllevaba aumento del desempleo y de las prestaciones sociales, a la vez que un retroceso de los ingresos fiscales).
La inversión externa directa aumentó de 18.500 millones de dólares entre 1975-78, a 22.900 millones de promedio entre 1981-87, atraída por la seguridad comparativa, la liquidez y los altos retornos ligados a la participación en los mercados financieros estadounidenses y en su economía en general. El conjunto de las circunstancias que se describen permitió que Wall Street desplazara a la City londinense al tiempo que abría el camino a un nuevo tipo de capitalismo.
Sin embargo, el excesivo fortalecimiento del dólar perjudicaba gravemente las posibilidades exportadoras de la industria norteamericana, lo que terminó forzando el Acuerdo del Plaza en 1985, con Japón y Alemania, para la aceptación de la bajada del dólar.
Los inconvenientes en esas economías capitalistas que ello acarreó obligaron a su reestructuración (Alemania cada vez se apoyó más en el descenso del valor de su fuerza de trabajo y en su orientación a expandirse a su hinterland europeo, expansión que iría acrecentándose a partir de los años 90, hasta que haría coincidir a aquél con toda la UE. Japón, en cambio, desprovisto de ese espacio económico circundante inmediato, optó por la inversión inmobiliario-especulativa, con las conocidas consecuencias recesivas de larga duración que tuvo su particular burbuja).
Finalmente, el deterioro de la situación económica de sus "socios" condujo a mediados de los 90 a un Acuerdo del Plaza al revés, que hacía subir el dólar para dar oxígeno económico a esas economías y facilitar sus exportaciones a EEUU. Esto dio el golpe de gracia a buena parte del sector industrial estadounidense, favoreciendo su entramado financiero.
No pareció entonces importarle gran cosa a la potencia mundial, pues en adelante acentuaría su "Sistema de Reciclaje del Excedente Global" (en palabras de Varoufakis).
EEUU se expandía gracias al ahorro e inversión del resto del mundo, al tiempo que el resto de potencias capitalistas amén de otras economías, se beneficiaban del poder de compra de una formación socio-estatal despreocupada de sus déficits.
En el momento álgido de este entramado, en 2005, el gobierno federal de EEUU, alcanzó un déficit de 574 mil millones de dólares. Ese mismo año los consumidores y empresas norteamericanas absorbieron 781 mil millones de importaciones netas de capital (de 3000 a 5000 millones por día laborable llegaban a EEUU en los mejores años del Sistema de Reciclaje del Excedente Global, en el primer lustro de los años 2000). Casi el 70% de los beneficios de los productores extranjeros de esos bienes regresaron a Wall Street.
El incremento en las tenencias internacionales de letras del Tesoro estadounidense altamente líquidas promovió el desarrollo masivo de los mercados secundarios en bonos. Lo que permitió a EEUU expandirse a costa de las reservas financieras mundiales.
La ingente masa de dinero privado creado, más el capital que afluía a EEUU del resto del mundo se reinyectaba a las corporaciones empresariales estadounidenses, engrasaba el mercado doméstico a través del préstamo al consumo y financiaba los déficits del gobierno norteamericano (por la masiva compra de bonos del Tesoro). Permitía, además (dado que el déficit comercial no preocupaba, al ser permanentemente enjugado con el dinero exterior) una ciclópea demanda estadounidense suficiente como para mantener a flote las exportaciones netas del resto del mundo, así como la exportación de capitales desde EEUU para inflar burbujas en cualquier lugar del globo.
En adelante el complejo financiero que se ligaba a Wall Street (impulsando un doble crecimiento global -tanto ficticio como real-, con sus multidimensionales e innovadores lazos con los negocios y su absorción de los ahorros de las poblaciones mundiales) utilizaría la imposición de su disciplina para romper en todas partes las barreras sociales a la acumulación capitalista, forzando la reestructuración neoliberal de otras economías y endureciendo las barreras contra cualquier intento de desligarlas del entramado financiero global creado desde EEUU ("Nuevo Sistema de Wall Street", lo llamó Peter Gowan).
La repetida provocación de crisis financieras iría encaminada precisamente a remover los obstáculos a los intereses de aquel entramado en unas y otras formaciones sociales, al tiempo que fungió de detonante del hundimiento del modesto contrapoder alcanzado por las periferias (Bandung, Tricontinental, G77...), con la explosión de la deuda.
Fue así como, gracias al fortalecimiento estructural del complejo financiero, EEUU pudo reflotar el capitalismo global, aunque fuera a costa de enormes déficits, una gran deuda y una dinámica especulativo-ficticia que no haría sino aumentar en bucle. La financiación exterior de sus déficits lejos de ser un signo de debilidad, evidenciaría su gran poder estructural en el campo de las relaciones financieras.
¿Y ahora?
Entonces, ¿qué es lo que está haciendo hoy EEUU y por qué? Para empezar, lo que es evidente es que se está desembarazando de buena parte del entramado que tan cuidadosamente levantó para su dominio mundial. Las medidas trumpistas son un claro reconocimiento de que su momento de unilateralidad, su hegemonía mundial sin contestación ha comenzado a pasar. También de que sus indicadores económicos no son ya sostenibles y por tanto tampoco pueden sostener por más tiempo ese tinglado de reciclaje global, por otra parte indefectible para cualquier hegemón dentro del orden mundial capitalista.
El déficit comercial de EEUU en 2024 alcanzó los 918.400 millones,un aumento del 17% impulsado por un incremento del 6,6% en las importaciones y del 3,9% en las exportaciones. La deuda pública en 2023 llegó a casi 30 billones y medio, 90.797 dólares por habitante.
La deuda total de los hogares en EEUU alcanzó un récord de 18 billones en el cuarto trimestre de 2024. El gasto fiscal del gobierno actual se hace insostenible, incluso con sus grandes recortes. Es previsible que el déficit seguirá aumentando hasta llegar a un gasto proyectado de 8.600 millones de dólares mensuales para 2028. Resulta altamente probable que el gobierno estadounidense incumpla el pago de su deuda. Debe refinanciar más de 30 billones de deuda en cuatro años. Esto podría elevar las tasas de interés y hacer insostenible su pago: 2 billones anuales estimados en 2028.
Tiene, además, un mercado interno seriamente dañado (hacia principios de 1980 el 1% más rico de la población absorbía entre el 7 y el 8% del ingreso nacional. En 2000 ya concentraba casi el 16%. En 2007 rondaba el 20% (el más alto nivel de concentración de la riqueza desde finales de los años 20), más aún si no le llegan las exportaciones chinas.
Entre 1945 y 1950 su economía llegó a representar la mitad del PIB mundial, con más de la mitad de las reservas de oro mundiales. Su descenso desde entonces le ha hecho acabar 2022 por debajo del 26% del PMB. El valor del PIB nominal de los EEUU está ya en el entorno del 25% del PMB. Aunque en términos de paridad de poder adquisitivo y en saldo neto entre haberes y deudas, China le ha superado desde 2018.
En cuanto a relaciones comerciales, y si se quiere ver la razón de la amenaza arancelaria trumpista, basta con echar una mirada al siguiente mapa:
Fuente: HowMuch.net - Understanding Money
Además, la cuota del dólar en las reservas mundiales pasó del 73% en 2001 al 55% en 2021 y al 47% en 2022. En ese último año la cuota del dólar cayó 10 veces más rápido que la media de las dos últimas décadas. Muchas formaciones socioestatales han empezado a no acumular tantas reservas en dólares, e incluso cada vez más a deshacerse de parte de las que tenían, diversificando las fuentes de sus reservas, máxime desde que EEUU ha violado todas las normas de seguridad respecto a su moneda en su guerra contra Rusia, congelando sus reservas en dólares. Por ello mismo la compra de oro también se acentúa y en general, la reducción de la exposición a los bonos del Tesoro estadounidense.
Las medidas de Trump no harán sino acelerar y acentuar estos últimos procesos. Y pensemos que sin la confianza en el dólar a EEUU le costará cada vez más mantener a su mastodóntico ejército, lo cual como en bucle vicioso debilitará aún más la credibilidad del dólar, de hecho una moneda cada vez más ficticia sostenida por el puro poderío militar.
Así que la política comercial fingidamente errática de Trump muestra que la globalización tal como la hemos conocido ya no favorece a EEUU, y que probablemente intentará reemplazarla por una dinámica internacional de bloques en disputa. Con (la amenaza de) los aranceles la primera potencia mundial pretende que cada quién se (re)sitúe dentro de esa dinámica (por eso amaga que golpea y se retira).
El mensaje parece ser: "si me sigues disciplinadamente, y renegocias tus relaciones comerciales conmigo (y con China), puedo darte contrapartidas en forma de (más) 'protección militar' o financiera, o acceso a mi mercado y mi tecnología, por ejemplo".
Romper ciertas cadenas globales de suministros y sustituirlas por otras al interior de su propio bloque de poder, en detrimento de la supremacía comercial mundial que había obtenido China, está también dentro de los objetivos estadounidenses (los cuales, por cierto, no son en absoluto "un antojo loco" de Trump, como nos quieren hacer ver en la puesta en escena teatral de estos meses). Eso pasa por asegurarse el control del "hemisferio occidental" y de al menos parte del Ártico, sus flujos y vías comerciales, sus recursos (de ahí su "necesidad" de controlar el canal de Panamá, la punta sur del continente americano, Canadá, Groenlandia...), así como hacer de América un continente-fortaleza (¡ojo Venezuela, Cuba, Nicaragua y otros posibles díscolos!).
Se trata, en suma, de buscar nuevas reglas del juego para un hegemón en decadencia, al que ya bastantes de las instituciones previamente diseñadas para su dominio mundial no le sirven (todavía sí el FMI y el Banco Mundial, pero no la OMC ni la ONU ni los Tratados y Acuerdos internacionales -que nunca cumplió, por cierto-), ni tampoco gran parte del entramado de relaciones económico-legales pergeñado con el mismo fin.
Así que se ha puesto a desmontar el Orden Mundial creado por él mismo tras la Segunda Guerra Mundial y a sustituirlo por uno que le permita hacer frente a su degeneración manteniendo a raya al Mundo Emergente, con el que cada vez puede competir menos. Y muy en concreto apuntando a China.
Para eso puede precisar de un "shock económico" que limpie el panorama de estancamiento y decadencia, con una serie de consecuencias en cadena, además de la devaluación de la moneda global -y por tanto del enjuague de buena parte de la deuda estadounidense-, tales como la subida de precios, la retracción del consumo, la elevación de tipos de interés para intentar detener la inflación, encarecimiento del crédito, crecientes dificultades para las empresas especialmente en el sector productivo ante la caída de la demanda, encogimiento económico generalizado... en un intento de "caos constructivo" o de activar una crisis balsámica, que además golpee aún más el poder social de negociación de la fuerza de trabajo mundial.
Pero todo ello significa también que EEUU tiene que hacer más explícitas, más crudas y patentes, sus dinámicas de Dominio, renunciando a la hegemonía o liderazgo por consenso. Lo cual implica la exhibición sin tapujos ni vergüenza alguna de la Guerra, el Genocidio, la Sobreexplotación, la Extorsión y el Saqueo de las poblaciones del mundo, incluida la suya propia. En un intento desesperado de crecimiento militarizado y represivo sin auténtica acumulación de capital.
El que China sea su principal objetivo deja abierta la cuestión de la actitud bélico-política de EEUU frente a Rusia (y a Irán). Pero lo que está claro es que USA se prepara también para la guerra directa contra (al menos alguna de) esas potencias.
Los distintos frentes de la Guerra Total que lleva desatada contra el Mundo Emergente (Ucrania, Palestina, Sahel, Congo, Cáucaso...) puede que ya no le sean suficientes. De cierto, la Administración Trump ha aprobado un presupuesto militar de alrededor de un billón de dólares. "En palabras del propio presidente estadounidense, el presupuesto será el mayor que EEUU haya aprobado nunca para sus FFAA.
El jefe del Pentágono, Hegseth, dijo que Trump está reconstruyendo el Ejército estadounidense 'muy rápidamente'. Técnicamente, es un 'presupuesto de seguridad', pero de hecho es una señal directa: las prioridades de EEUU han cambiado a la preparación de guerras a gran escala. No se trata de proxies, ni de juegos de sanciones, sino de una acumulación sistemática de recursos que permitirá la imposición de un escenario de poder en cualquier parte del mundo, desde Asia hasta Europa del Este.
Todavía no hay cifras concretas sobre dónde y cómo se gastará el dinero, pero un aumento presupuestario de esta magnitud pone en marcha una reacción en cadena: acelerar la producción, ampliar el complejo militar-industrial, aumentar las compras de armas de largo alcance y alta precisión, y revisar la logística. De hecho, Trump está invirtiendo en hacer que la presión militar sea una herramienta aún más eficiente en la agresiva diplomacia estadounidense" (LineasRojas_bot).
Sin reacción de las sociedades del mundo, todo lo aquí indicado significa la instalación planificada del Caos y la Barbarie a escala planetaria. Palestina puede ser, desgraciadamente, sólo un terrorífico ejemplo adelantado de todo ello.
* Profesor de la universidad Jaume I, Castellón de la Plana, España.
observatoriocrisis.com