Evitemos la tentación del odio
Ayer se estrenó en youtube la canción Todo por ti de Pavel Urquiza y Daymé Arocena. Insignificante como obra de arte, pretenden que funcione en términos de propaganda política. Usaron para el videoclip imágenes de “el pueblo” cuando arremete contra un auto patrullero y contra policías que, la mayoría de las veces, retrocede ante las agresiones de la gente. Extraña “fuerza represiva” que ha recibido evidentemente órdenes de evitar derramamientos de sangre.
La canción le habla a Cuba: “Lo que necesitas, Cuba, es que lo demos todo por ti.” La convocan a que despierte: “Llevas demasiado tiempo a ciegas”, le dicen; pero, por fortuna, “ya tus hijos se adueñaron sin miedo de las calles”. Estamos dispuestos, dicen, a “empezar de nuevo por ti”.
¿Qué quieren decir con “empezar de nuevo”? ¿Echar por tierra la obra de la Revolución Cubana, borrarla, suprimirla, y regresar a 1958? ¿Nuestra patria ha vivido ciega durante más de sesenta años? ¿Es la turba violenta que aparece en el videoclip la destinada a abrirle los ojos y salvarla? ¿O serán las tropas yanquis protagonistas de la “intervención humanitaria” que piden desde Miami? ¿Esa turba es realmente “el pueblo”? ¿Acaso los jóvenes que apoyan la lucha contra la covid-19 en todo el país no forman parte de nuestro pueblo? ¿Y los médicos, las enfermeras, los científicos, los profesionales de todas las ramas, los periodistas, los escritores y artistas, los trabajadores manuales e intelectuales y los hombres y mujeres humildes que defienden día a día la tranquilidad ciudadana?
La Cuba revolucionaria ha estado siempre dispuesta a rectificar sus errores y a “cambiar todo lo que debe ser cambiado”; pero, por supuesto, sobre las bases establecidas en nuestra Constitución, sobre los principios innegociables de la soberanía y el socialismo.
Por otra parte, me llegan continuamente noticias de personas abrumadas por el torrente cotidiano de insultos, ataques y mentiras que reciben en las redes sociales. Muchas han decidido cerrar sus perfiles de Facebook o bloquear, no sin dolor, a familiares y amigos. Algunas de ellas se han enfermado literalmente. Me contaron de una compañera que se encerró en su cuarto, horrorizada, como si el odio pudiera saltar de los móviles e inundar su propia casa.
Una cantante joven, comprometida con su patria, muy talentosa, ha sufrido un verdadero linchamiento en las redes y en los medios de la contrarrevolución. Se ha sentido aislada, deprimida, sola. Esa sensación irracional de que los revolucionarios estamos en minoría es lo que pretenden sembrar malignamente entre nosotros para desmoralizarnos.
Tratemos de razonar con todo aquel que no sea “incorregiblemente reaccionario, incorregiblemente contrarrevolucionario”. Debemos escucharlo civilizadamente, darle la razón allí donde la tenga, ofrecerle toda la información y todos los argumentos y proponerle construir una comunicación no contaminada por el tóxico predominante en las redes. Evitemos la tentación del odio. Es demasiado fácil y demasiado degradante. Pongámosle corazón a este momento decisivo.
Cubadebate