Fiestas Patrias: "El Rodeo es un deporte criollo"
Pues revelarían su historia ancestral que es justo lo que quieren ocultar. Se consideran “descendientes europeos, nacidos fuera de Europa”. Son así, arribistas y desclasados. Y les gusta el apelativo “criollos”, tanto, que hasta tienen páginas virtuales que con escasa creatividad bautizan con ese mismo nombre: “criollos”.
En una de esas páginas hablan de lo “injusto” que es que sometan a juicio a tipos que han agredido, en “fiestas patrias”, desde el año 2010 a jóvenes animalistas que protestan en sus medialunas. Escriben sobre el agresor CRISTIAN HERMOSILLA, quien el 18 de septiembre del 2010 “laceó” en el Estadio Nacional, a una jovencita, como si él fuese un mártir.
Pero de la tortura que infringen a los animales que les producen plata en sus circos romanos, ni una palabra: Novillos a los que les quiebran la columna vertebral, las patas, los tratan de obligar a pararse y el animal quebrado, claro, no puede caminar, entonces le aplican corriente con la picana, lo golpean con palos, y de paso entierran sus espuelas de acero entre las costillas del caballo sobre el que se desplazan, para que éste someta aún más al novillo. Caballo y novillo terminan lastimados, los novillos agonizan y ellos ríen estúpidamente tratando de hacernos creer que son “heroicos”, “épicos”, osados -qué se yo- y que todo el territorio que habitamos es su latifundio.
El Impulsor del Rodeo, uno de tantos genocidas
El 10 de enero de 1962, durante el Gobierno de Alessandri (hijo), el Consejo Nacional de Deportes y Comité Olímpico de Chile, reconoció el Rodeo -esa práctica de maltrato animal- como deporte. Pero no empieza ahí, esta gente dice con orgullo que el primer impulsor del Rodeo, en el siglo 16 -durante la invasión española a Wallmapu- fue “don” García Hurtado de Mendoza. Y coincide: García fue Gobernador de Chile entre 1556 y 1561 y aunque se quedó poco por estos lares, alcanzó a sembrar suficiente tortura, muerte y rapiña.
Se encargó de organizar la administración española y dicen que era bueno en las finanzas. Se podría decir que fue un eficiente tecnócrata de la invasión, pero no sólo eso, él y su grupo apresaron al cacique Galvarino en una batalla y le cortaron las dos manos. Luego en la batalla de Millarapue ahorcaron a 30 mapuche que se les resistían. Con la ayuda de un soplón indio amigo derrotó a Caupolicán, y sus topas lo empalaron, es decir, vivo lo sentaron en una pica, atravesando su cuerpo con ésa lanza, dejándolo morir lentamente en ese suplicio. (Los abusos contra las mujeres en esas “heroicas batallas”, la Historia no los registra).
Más tarde, y como si el territorio fuese un juego de Monopolis, para “pagar” a sus compañeros de fechorías, García Hurtado de Mendoza, les entregó toda una ciudad, Concepción. Igualmente, ni eso lo salvó de las enemistades entre sus propios correligionarios que lo describían como “iracundo, obcecado”, de “nebuloso orgullo”. Parece que solía humillarlos. Partió a Perú y allá fue virrey. A la larga en Lima lo juzgaron por arbitrariedades. También parece que era bastante fanfarrón ya que en España, dicen, se presentaba como “el gran vencedor de la Guerra de Arauco” y la verdad, no le dio para tanto.
A este dechado de virtudes que nombran como “avezado oficial de caballería” es a quien los “huasos” $hilenos reconocen como su “pater”, son sus “descendientes”, y dicen que “el Rodeo llegó con la Patria misma”. Entonces, esto es la “Patria” y su deporte nacional son: invasión, renegación y arribismo, pacificación con métodos como la picana, tortura y pillaje… ¡Viva la Patria (una) mierda!