Fracasa el plan estadounidense en el Líbano
Durante varias semanas, una gran parte de la población libanesa ha estado criticando a los líderes políticos tradicionales y cuestionando el sistema político corrupto del país. Aquellos que han estado dirigiendo el país durante décadas han realizado pocas reformas, no han mantenido las infraestructuras y han hecho poco, o nada, para crear empleos fuera de su círculo de apoyo.
Los manifestantes también han sido empujados a las calles por las sanciones estadounidenses, que han estrangulado la economía libanesa, incluidos los obstáculos para que la mayoría de los 7 a 8 millones de expatriados libaneses transfieran dinero a sus familias en su país de origen. La administración estadounidense tomó estas medidas para tratar, en vano, de poner de rodillas a Irán y sus aliados. EEUU parece creer que, al sembrar el caos en países donde opera el Eje de la Resistencia, puede obligar a Irán a caer en los brazos del régimen de Bush. EEUU quiere doblegar a Irán y sus aliados e imponer sus condiciones y hegemonía en Oriente Medio.
En el Líbano, desde el comienzo de las manifestaciones, el precio de los bienes se ha disparado. Faltan medicinas y bienes de consumo en el mercado y la libra libanesa ha perdido más del 40% de su valor frente al dólar estadounidense. Muchos libaneses han perdido sus empleos o terminaron con un recorte salarial a la mitad. El Líbano se acercó a la guerra civil cuando los partidos políticos pro-estadounidenses cerraron las carreteras principales e intentaron bloquear las líneas de comunicación desde el sur del Líbano shií hasta la capital y desde Beirut al Valle de la Bekaa.
La guerra se evitó porque Hezbolá emitió una directiva que ordenaba a todos sus miembros y partidarios que regresaran a sus hogares. Las instrucciones eran claras: “Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ponle la otra mejilla”.
Hezbolá entendió lo que ocultaban los bloqueos de Beirut: una invitación a comenzar una guerra. La evidencia: durante más de un mes, el Ejército libanés se negó a reabrir las carreteras principales, dejando no solo a los manifestantes legítimos, sino también a los matones hacer lo que quisieran.
La situación ha cambiado hoy: el Ejército ha levantado los bloqueos y el presidente libanés utiliza la Constitución para su ventaja, al igual que el primer ministro dimitido, que no tiene una fecha límite para formar un gobierno. El presidente Michel Aoun devolvió a los cristianos lo que habían perdido después del Acuerdo de Taif: antes de pedirle a un miembro del gabinete candidato al cargo de primer ministro que forme un nuevo gobierno, quiere asegurarse de que este sea efectivo y equilibrado, esté apoyado por todos los partidos políticos y tenga una alta probabilidad de éxito.
Aoun no ofrecerá el mandato al nuevo candidato, Samir al Jatib, porque el primer ministro sunní, Saad Hariri, quien inicialmente nombró a Jatib, le pidió en el último momento que se retirara y solicitó a los ex primeros ministros, a la autoridad religiosa sunní y a los partidos políticos que lo apoyaran para que el nuevo primer ministro sea nombrado por él en persona y por nadie más. El nombramiento del primer ministro probablemente se posponga a una fecha desconocida e incluso podría ser el propio Hariri el que ocupara de nuevo el cargo.
Sea como fuere, los manifestantes no han obtenido mucho porque los partidos políticos tradicionales mantendrán su influencia. El nuevo gobierno, una vez formado, no podrá levantar las sanciones de EEUU para aliviar la economía nacional. Por el contrario, el régimen de EEUU tiene la intención de reimponer sus sanciones contra el Líbano e imponer otras nuevas a otras personalidades, como dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, hace unos meses.
Hoy en día, ningún ciudadano libanés puede disponer de sus propios ahorros o los activos de su negocio en los bancos debido a las restricciones a los retiros de dinero, un verdadero “control del capital”. Solo puede obtener pequeñas cantidades de efectivo, alrededor de 150 a 300 dólares por semana, en un país donde se paga principalmente en efectivo. Nadie está autorizado a transferir dinero al extranjero, a excepción de las tasas universitarias o pedidos especiales de bienes esenciales.
Sin embargo, Hezbolá, el objetivo principal del acuerdo entre EEUU e Israel, no se ha visto directamente afectado por las sanciones estadounidenses o las nuevas restricciones financieras. A los combatientes se les pagó, como cada mes, en dólares estadounidenses con un aumento del 40% (debido a la devaluación de la moneda local).
Hezbolá no solo evitó la guerra civil, sino que también logró fortalecer la posición de sus aliados. El presidente Aoun y el líder de la Corriente Patriótica Libre (CPL), el ministro de Relaciones Exteriores Gebran Bassil, se encontraban en un estado de confusión durante las primeras semanas de protestas. Hezbolá ha sido fiel a sus aliados y los ha apoyado. Hoy, la situación está nuevamente bajo control y el presidente y el líder de la CPL están un paso por delante de sus oponentes políticos.
Hezbolá será parte del nuevo gobierno. El Eje de Resistencia dijo que si la presencia de Hezbolá en el nuevo gobierno perturba a la administración de EEUU, esta no es razón para que el partido deba doblegarse y salir. Todo lo contrario. Debe permanecer en el gabinete o nombrar ministros en su nombre. Hezbolá tiene derecho legítimo a estar representado en el gobierno porque, junto con el Movimiento Amal, representa a más de un tercio de la población del Líbano y el gobierno es el resultado de una gran coalición en el Parlamento.
¿Quién impedirá a EEUU dar su visto bueno a que Israel se anexione las aguas marítimas en disputa del Líbano? ¿Quién va a hacer campaña en favor del regreso de los refugiados sirios a su país de origen? ¿Quién puede impedir, como quiere EEUU, que sean desplegadas fuerzas de la ONU en las fronteras entre el Líbano y Siria?
Hezbolá cuenta con un amplio apoyo popular y una base social que sufre, como todos los demás en el país, por la corrupción del sistema libanés. A pesar de tal hecho, las bases sociales de Hezbolá están al lado del Eje de Resistencia y sus esfuerzos para neutralizar las sanciones estadounidenses.
La administración norteamericana no ha logrado su objetivo, incluso surfeando en la ola de las demandas legítimas de los manifestantes. Tampoco pudo empujar a Hezbolá a una lucha callejera. No logrará llevar al ostracismo a Hezbolá y sus aliados, quienes están decididos a ser parte del nuevo gobierno.
EEUU no ha logrado aislar a Hezbolá, como lo ha hecho con Hamas, porque el Líbano está abierto a Siria y de allí a Iraq e Irán. El Líbano también está abierto al mundo exterior gracias a su costa mediterránea y puede importar los bienes necesarios [mientras Israel no imponga un bloqueo]. A pesar de todo, el Eje de la Resistencia ha pedido a sus amigos y seguidores que cultiven la tierra para limitar el aumento de precios de los alimentos.
El Eje de la Resistencia también está abierto a Rusia y China. Hezbolá continúa tratando de convencer a los partidos políticos para que diversifiquen las relaciones y dejen de depender únicamente de EEUU y Europa. Rusia tiene una trayectoria comprobada en el ámbito político internacional, aunque todavía no tiene mucha influencia en el Líbano, y puede hacer frente a la hegemonía estadounidense. Europa también está feliz de ver a Hezbolá y sus aliados en el poder porque teme la afluencia de millones de refugiados sirios y libaneses.
China está lista para abrir un banco en el Líbano, recoger y reciclar desechos, proporcionar agua limpia y construir generadores eléctricos, y también para invertir casi 12.500 millones en Líbano, mucho más que los 11.000 millones ofrecidos por la Conferencia CEDRE de los Amigos del Líbano de París, que a su vez exige la privatización de las infraestructuras libanesas.
Las puertas del Líbano están abiertas a una alternativa a EEUU. Por lo tanto, cuanto más intente Washington doblegar al gobierno libanés y a sus habitantes, más se acercarán estos a Rusia y China.
Los libaneses han perdido mucho desde el comienzo de las manifestaciones. Pero todo lo que Washington ha ganado es que la sociedad libanesa en su conjunto quiera ahora escapar a su hegemonía, sin mencionar que EEUU y sus aliados no han logrado aislar a Hezbolá.
Sin embargo, los manifestantes lograron hacer sonar la alarma y advertir a los políticos que su corrupción no puede durar para siempre y que podrían terminar en un tribunal. Una vez más, los agentes del caos han fallado y el Eje de Resistencia ha expandido su influencia en el Líbano.