Francia: El fin de la luna de miel con Sarkozy
Una creciente rivalidad entre el presidente y el primer ministro y la multiplicación de luchas intestinas en el gabinete y la creciente distancia de la UMP (Unión por un Movimiento Popular) de su principal referente dan como resultado una creciente “deconstrucción” de la hegemonía sarkozysta antes incluso de que la clase obrera haya golpeado en forma contundente.
Una acelerada pérdida de popularidad de la figura presidencial
La pérdida de popularidad de Sarkozy ha sido brutal, como lo testimonia su deriva en los sondeos en el curso de las últimas semanas: en cinco meses, después de septiembre de 2007, la cuota de apoyo de la población ha caído 23 puntos, según la encuestadora Sofres. Pareciera que todo lo que lo había beneficiado al comienzo de su mandato y hasta el otoño, se ha convertido bruscamente en su contrario, en lo que algunos analistas llaman un efecto boomerang.
La prensa da testimonio de esta nueva realidad del presidente frances. El izquierdista Le Nouvel Observatour titula: “El presidente que hace piff”. Pero más expresivo es lo que dicen revistas claramente derechistas que hasta hace poco no se cansaban de contar las bondades del habitante del palacio del Elyseo: Le Point anuncia en su última tapa con la foto de Sarkozy “El que cojea” o l’Espress que titula otra foto del mandatario con “La decepción”. Pero junto con esto también ha cambiado la actitud de las radios, la televisión y los periódicos que antes se dejaban hipnotizar por su magia y ahora al calor de los sondeos desfavorables comienzan a cambiar de actitud y se tornan más desinhibidos y críticos. Para una persona que hacía ostentación de sus manejos mediáticos, es un duro golpe.
De ahí el nerviosismo y las querellas judiciales que ha empezado a lanzar contra los medios de prensa, rompiendo una tradición posterior a la primera presidencia de François Miterrand de que los presidentes no suelen demandar judicialmente a un órgano de prensa. Así el 7 de feberero su abogado denunció a la edición digital de Le Nouvel Observateur, que colgó en la red un supuesto mensaje del presidente francés hacia su ex mujer, Cecilia: "Si vuelves, lo anulo todo", antes de casarse con Carla Bruni, la ex modelo y cantante italiana.
A su vez la presidencia francesa ha ganado una querella contra la compañía aérea irlandesa Ryanair a causa de un anuncio publicado en el periódico Le Parisien para promocionar sus billetes utilizando una foto del presidente y su entonces novia. De la boca de Carla Bruni sale un bocadillo de cómic que dice: "Con Ryanair, toda mi familia puede venir a mi boda". También han proliferado los chistes de todo tipo contra la investidura presidencial. Pero vayamos a las razones de fondo de la caída.
Una economía que no mejora, aun empeora
Lejos del shock de confianza que había prometido Sarkozy la economía francesa no mejora sino que por el contrario empeora.
Por cuarto año consecutivo, Francia acusa en 2007 un saldo negativo de su balanza comercial -39170 millones de euros. Un récord después de un 2006 que registró 28.200 millones de euros de déficit y 22.800 millones de euros en 2005 [1].
Este deterioro de su frente económico externo no se debe solo a elementos coyunturales como el aumento de los precios del petróleo o la apreciación del euro, sino que refleja una realidad más estructural: la pérdida de competitividad de la economía francesa y la pérdida de porciones del mercado mundial. El retroceso es significativo en la zona euro comparado por ejemplo con el superávit comercial (215.000 millones de euros en 2007) y fiscal de Alemania.
El saldo de intercambios se degrada -o, como mucho, se estabiliza de forma negativa- en todas las ramas de producción, sean los bienes de producción, los bienes de consumo o los bienes intermedios (productos químicos, metales, minerales, materiales eléctricos, papel cartón, textiles, neumáticos, madera, etc.). En el sector automotriz la caída es constante desde 2003. En 2007, la venta en Francia de automóviles fabricados en el extranjero ha aumentado un 8,8%, dando cuenta de 994.000 vehículos, es decir un 48,2% del mercado (frente a 45,7% en 2006).
Estos datos globales muestran una debilidad de la industria francesa y una fuerte dificultad para posesionarse en los productos de alto contenido tecnológico. Así, las empresas que exportan han pasado de 110.000 en 2000 a 98.000 en la actualidad, las exportaciones se concentran en un núcleo cada vez más reducido (las 100 primeras empresas representan un 40% del total, y el 1% de las casi 100.000 compañías exportadoras dan cuenta de un 70% del valor de las exportaciones) y lo más preocupante es que en el segmento de alta tecnología, las mismas están ligadas solamente al sector aeronáutico, lo que hace estrechamente dependiente a la balanza comercial francesa de las ventas de Airbus.
Pero esta debilidad de la economía francesa no significa que las ganancias de sus más grandes grupos no haya aumentado en forma importante. Las ganancias de las empresas del CAC 40 [2] han progresado un 26% entre 2004 y 2005 y un 10% entre 2005 y 2006, alcanzando casi los 100.000 millones de euros. Sin embargo, esta alza de las ganancias no se explica fundamentalmente por la conquista de nuevos mercados ni por un crecimiento de la producción, sino por las fusiones, las reestructuraciones, la deslocalización así como también por el aumento de la tasa de explotación de los trabajadores con el consiguiente incremento de la precariedad laboral, la reducción de los planteles de empleados, las horas suplementarias, etc. La debilidad de la inversión sigue las características del desarrollo de la economía mundial de las últimas décadas [3] y es una expresión de la falta de perspectivas de largo plazo del capitalismo francés y mundial [4].
De conjunto, la economía francesa se estanca. Durante 2007 ha crecido un magro 1,9% contra las previsiones del gobierno de que lo haría entre el 2% y el 2,5%. El agravamiento constante de su deuda pública es otra expresión de la crisis del capitalismo francés. A fines de 2006 el déficit público daba cuenta del 3% del PBI y la deuda acumulada llegaba a 64,2% del PBI. Según estimaciones del FMI, podría alcanzar un 67% del PBI a fines de 2008. Tengamos en cuenta que el máximo de endeudamiento autorizado por el “Pacto de estabilidad y crecimiento” (Tratado de Maastricht) es de 60% del PBI. Los intereses devengados por el Estado por el pago de su deuda se acercan al 17% del presupuesto estatal, una suma superior a la totalidad de los ingresos por el impuesto a la renta.
En 2008, la tasa de crecimiento se pronostica aun más débil al calor de la recesión norteamericana y sus efectos en la economía mundial en general y en la zona euro en particular [5]. Para colmo, a diferencia de muchos de sus socios europeos, Francia no tiene margen de maniobra presupuestario - “sus cajas están vacias”, ha dicho recientemente el presidente para negar todo aumento salarial-, lo que la priva del único elemento disponible de política económica contracíclica frente a la crisis.
El otro, la devaluación monetaria, desde la existencia del euro como moneda común ya no depende de las autoridades francesas sino del BCE. De ahí los crecientes choques de Sarkozy con esa entidad, que refleja las posiciones económicamente más ortodoxas y los intereses del más fuerte imperialismo alemán, a pesar de estar dirigido por un francés. Estos pueden crecer en el segundo semestre con el ejercicio de la presidencia de la UE por parte de Francia. Muchos en Bruselas temen esta perspectiva.
Una creciente pérdida de su base social de derecha y conservadora
Junto a las perspectivas económicas negras para el futuro, la caída de popularidad de Sarkozy se explica porque sus políticas y accionar no conforman al núcleo duro de su base social, los electores de derecha y conservadores. Es sorprendente que los farmacéuticos, los peluqueros, los notarios, los taxistas, sectores tradicionales de la derecha, estén enervados contra el presidente y puedan vengarse de él en las próximas elecciones municipales.
Las razones de la cólera son variadas y van desde la ostentación de la función pública que hace el presidente con su vida privada convertida en espectáculo mediático y sus gustos de nuevo rico y contactos con los poderosos; pasando por la oposición a la liberalización de muchos de los métiers profesionales y/o artesanales como los que se proponen en la reforma Attali, avalada en todas su medidas por el presidente con el desagradado de la misma UMP, hasta las ventajas que reciben los grandes grupos en detrimento de los pequeños patronos de las Pymes (pequeñas y medianas empresas).
En realidad todas se combinan. Las revistas y diarios recogen las expresiones de esta furia: “Yo siempre he votado a la derecha, madame, pero con un presidente así de indecente...” [6]. Es que los romances presidenciales chocan profundamente en un electorado de derecha burguesa, provinciano y grande en edad. Pero esto sería un comentario moral si no se combinara con otras iras. Estas son las que han desatado las propuestas de reformas de la comisión “para liberar el crecimiento” encabezada por Jacques Attali, socialdemócrata y antiguo consejero de Miterrand. Su propuesta de aumentar el numero de taxis y permitir la entrada de remises, ha insubordinado a los taxistas que bajo el lema de “No toquen mi taxi” han paralizado durante dos días las arterias de las grandes ciudades y en particular de París, haciéndolo recular al gobierno sobre esta reforma.
Pero los peluqueros no se quedan atrás: la Féderation nationale de la coiffure (6.000 adherentes sobre 147.000 activos) está indignada con la idea de suprimir la exigencia de un diploma profesional para abrir un salón. El Consejo Superior de Escribanos no quiere saber nada de la libertad de instalación ni de la supresión de las tarifas reglamentadas. Los abogados también rechazan los considerandos del informe Attali “basados en afirmaciones erronéas y caricaturescas”.
Por izquierda, digamos de paso, que las direcciones sindicales han denunciado el caracter “antisocial” y “ultraliberal” de las proposiciones del Informe. Los sindicatos de docentes denuncian la “libertad de elección total” de los establecimientos escolares por los padres que va a profundizar las diferencias entre ellos, así como también rechazan que los jefes de los establecimientos educativos puedan elegir a los docentes. Es significativo a su vez que el Informe ha sido saludado por Segolène Royal, la candidata del PS a la última elección presidencial.
Junto a estas fuentes de ira, la base social de derecha del actual mandatario también está enervada por las ventajas que reciben los poderosos. En Alsacia, donde Sarkozy había ganado ampliamente en las presidenciales, se escuchan los siguientes comentarios de ciudadanos de derecha: “Sarkozy no apoya a las empresas familiares" [7]. "’El artesano no encuadra con ese delirio de grandeza. Sarkozy forma parte de las elites económicas mundializadas, siempre entre dos aviones, que hacen las reuniones en inglés por teléfono’, deplora Jean Pierre Beschler, artesano panadero forzudo y presidente de la Cámara de los oficios desde 2000... ’Yo había votado por Sarkozy, yo era sensible a su voluntad de liberar el trabajo. Pero después comprendí que él no conocía el terreno y que nosotros no tendríamos nada que ganar” [8].
Y todas las iras se mezclan como demuestra el siguiente comentario de este pequeño comerciante: "Nosotros depositamos mucha esperanza en Nicolás Sarkozy. Estuvimos esperando y por ahora no pasó nada... Estamos dispuestos a esperar todavía más que nuestras cargas fiscales disminuyan, también a ganar más aunque sea trabajando un poco más. Pero es necesario que él también se ponga los pantalones. Está claro que él tiene el derecho a casarse y salir de vacaciones, pero lo podría hacer más discretamente. No está obligado a tomar un yate para descansar” [9].
La espada de Damocles del aumento de precios y la caída del poder adquisitivo
Pero si hay algo que enerva, eso sí, al conjunto de las masas y en particular a las masas trabajadoras y asalariadas, es el aumento de los precios de los productos de consumo, el alquiler de la vivienda y la merma constante del poder adquisitivo. Tan así de palpable es la situación, que el famoso lema de la campana electoral sarkozista de “Trabajar más, para ganar más”, con el que había dado una respuesta por derecha a un punto ampliamente sentido por la población trabajadora -la caída del poder adquisitivo del salario- se ha transformado en su opuesto “Trabajar más para pagar más”.
Es así que según los sondeos, más del 58% de los franceses juzgan mala su política económica contra un 39% que aún la estima buena. Más aún cuando el presidente se aumentó su sueldo un 140% y frente al creciente malestar popular por el poder adquisitivo solo se atreve a provocar diciendo que “las cajas están vacías”.
Esta desilusión y esta necesidad cada vez más apremiante para millones de asalariados con ingresos super bajos, es la que está detrás de fenómenos nuevos de la lucha de clases como ha sido el paro de una o dos horas en todas las cadenas de supermercados de Francia donde trabajan 650.000 trabajadores y la amenaza de las tres centrales sindicales que han llamado a la medida (CGT, CFDT y FO), de proseguir con nuevas acciones en febrero si las patronales no oyen sus reclamos. Las cajeras de estas grandes cadenas, uno de los sectores más explotados de la clase obrera francesa cuyo salario apenas llega a 600 euros al mes y que siempre sufren su brutal explotación en silencio, han empezado a hablar.
Pero también la caída del poder adquisitivo es la discusión de los llamados “cadres”, un sector de profesionales (ingenieros, arquitectos, diseñadores, etc.) que se encuentran en el sector más aristocratizado o de los llamados trabajadores de “cuello blanco”. En el marco del creciente aumento de los productos alimenticios que se viene manifestando y que se puede acelerar a lo largo del año el reclamo de un aumento inmediato de salarios puede ser la piedra de toque que galvanice de una vez los reclamos de los distintos sectores asalariados contra el sarkozismo.
Tensiones de Palacio y en el partido del gobierno
Al calor de la pérdida acelerada de popularidad del presidente, han empezado emerger en forma abierta o encubierta todas las tensiones dentro de la mayoría de derecha. El Primer Ministro, François Fillon, cuenta con más popularidad que Nicolás Sarkozy. Esto se había registrado dos veces usando el mismo barómetro IFOP, en 1981 para la pareja Miterrand-Mauroy y en 1995 para el tandem Chirac-Juppe. Pero lo novedoso es que esto se da solo siete meses después de la elección presidencial. Esto es inédito en la historia del régimen de la V República, donde la figura del Primer Ministro actúa como válvula de escape de la acción gubernamental preservando a la figura presidencial del desgaste.
Sin embargo, el sarkozysmo ha implicado una inversión de roles donde la hiperconcentración y el hiperactivismo de Sarkozy ha relegado la figura del Primer Ministro a un rol enteramente pasivo. Esta nueva función de la presidencia no es solo una expresión del carácter de Sarkozy sino una expresión de la necesidad de la burguesía francesa, que después de años de parálisis y de resistencias que bloquearan parcialmente la aplicación del plan neoliberal, creyó encontrar en Sarkozy una figura que aquí y ahora, lo más rápidamente posible y hasta el final, sin desperdiciar la ola inicial de apoyo, avanzara cualitativamente con las reformas capitalistas postergadas. Pero el prematuro desgaste de la autoridad presidencial está llevando a una relación inestable con Fillon, de competencia y desconfianzas, que puede terminar con la renuncia del Primer Ministro más temprano que tarde.
Pero las tensiones de la pareja de gobierno se extienden y multiplican en el seno del gabinete, que se ha convertido en una cueva de intrigas y conspiración. Los rumores sobre la dimisión de la ministra de economía, la crítica por los miembros del gobierno a la política de sus colegas, la promoción de Xavier Bertrand, actual ministro de Trabajo, por Sarkozy como un recurso útil contra la figura ascendente de Fillon, así como los calificativos que entre ellos se dirigen (Rachida Dati, ministra de Justicia, es bautizada como “reina de la intriga” por uno de sus colegas masculinos en tanto que Xavier Bertrand ha sido eregido como cabeza de turco por su “activismo, su ambición y su actitud lameculo” [10]) son una muestra del ambiente podrido que se huele en el palacio a semanas de las elecciones municipales.
Más significativas aún son las distancias con respecto a Sarkozy de los intendentes o de los candidatos de la UMP en Marsella, Lyon, Toulouse, Arles, Angers y otras numerosas ciudades, que no quieren bajo ningún aspecto una visita de apoyo del presidente por sus tierras. Alain Juppe, el intendente de Burdeos, y quien fuera ministro del actual gobierno hasta su derrota en las pasadas elecciones parlamentarias, llegó al punto de publicar un comunicado diciendo que rechazaría un puesto en el gobierno e hizo desaparecer de sus volantes y documentos electorales toda referencia al partido sarkozista, la UMP.
La gota que ha colmado el vaso ha sido la obligada dimisión del “sarko boy” y vocero presidencial, David Martinon [11], de la carrera a la intendencia en Neuilly-sur-Seine -el feudo de 60.000 habitantes de clase alta y aristocrática que dirigió Sarkozy durante años-, debido a su inevitable derrota a mano de un jefe de empresa, Jean-Christophe Fromantin, toda una revolución para esa fortaleza aristocrática. Incluso ahora la UMP se apresta a apoyar a este candidato de derecha pero no miembro de la UMP y no al hijo de Sarkozy, Jean Sarkozy, que ha sido presionado por su padre a dar un paso al costado.
Las primeras “deconstrucciones” de la hegemonía sarkozysta
Todo lo anterior no solo grafica una pérdida de popularidad del presidente sino que, más profundamente, comienza a mostrar las primeras brechas de la hegemonía sarkozista. El sarkozismo como fenómeno bonapartista, es expresión de una salida por derecha a la “inestabilidad hegemónica” [12] que se había abierto en Francia a los inicios del siglo XXI. Fuerte en apariencia frente a la debacle y cobardía del PS y el PC y de las direcciones oficiales del movimiento obrero y de la ausencia de respuestas por izquierda se está demostrando estratégicamente demasiado débil frente a las gigantescas tareas que implican liquidar el conjunto de las conquistas obtenidas por la clase obrera francesa desde la Liberación y restaurar la competitividad y el lugar de Francia en el mundo.
En otras palabras, antes de que la clase obrera haya dado golpes decisivos, la hegemonía sarkozista empieza a “deconstruirse” por sus propias contradicciones, expresión en última instancia de la declinación del capitalismo francés.
Esto es lo que prueba la política y el accionar sarkozysta que no se decide, en el terreno económico, entre un “ofertismo” a la Reegan-Thatcher o una política de la demanda o keynesiana, cuestión que lo hace chocar con Bruselas, aplicando trozos de ambas sin convencer a nadie. Lo mismo en el terreno de la desregulación y liberalización de los negocios capitalistas donde su liberalismo a ultranza en el discurso y en ciertas de sus proposiciones, como las recomendadas por la Comisión Attali, choca con sus políticas intervencionistas o estatistas como frente a la crisis y plan de dimisiones de la fábrica siderúrgica Arcelor-Mittal de Gandrange, propiedad del magnate hindú y uno de los hombres más ricos del mundo, Lakshmi Mittal, donde Sarkozy se ha comprometido a que el Estado hará “todas o parte de las inversiones necesarias”, o su injerencia para reemplazar al presidente de la Société Génerale, Daniel Bouton, después del escandaloso y masivo fraude. Sin nombrar las contradicciones de su política exterior entre su discurso que enfatizaba los derechos del hombre y las necesidades de la Realpolitik.
Todas estas ambigüedades, a pesar de sus avances en liquidar las “jubilaciones especiales” de los ferroviarios, empleados de la RATP y trabajadores de Gaz de France y de EDF (proveedora de energía eléctrica), entre otros, o de los pasos dados en acordar con las direcciones sindicales la “flexibilización laboral a la francesa” a comienzos de enero, lleva a muchos sectores patronales o de los principales medios financieros franceses o de Europa a dudar de su camino y de su promesa de “ruptura”, quedando para ellos en un frustrante "mitad de camino".
Este comienzo de pérdida de hegemonía del sarkozysmo (su gran logro político que, al estilo gramsciano según las mismas palabras del entonces candidato Sarkozy, le permitiría reformar Francia), comienza a notarse con el viraje al sakoescepticismo de algunos intelectuales que lo habían apoyado y que habían ayudado a construir ese nuevo discurso hegemónico. Estos intelectuales atlantistas, liberales, la flor y nata de la intelligentsia “anti-antinorteamericana” están en una severa desilusión con el actual presidente.
La política exterior sarkozyana los deja estupefactos y así como ayer lo alabaron, hoy montan en cólera, como es el caso Pascal Bruckner quien escribe un artículo titulado “El deshonor”: “Ah, ¡es bella la ruptura! Ya habíamos tenido la visita humillante al régimen antisemita de Bouteflika [13], el llamado caluroso al autócrata Putin, la invitación a París del bufón Chávez. ¿Para cuándo la alfombra roja delante de Ahmadinejad [14]?". [15]
Para otros como el plácido Marc Weitzmann, un sarkófilo asumido durante toda la campaña electoral, el frente de rechazo que sucita Sarkozy se compone en gran parte de una “burguesía legitimista, reticente en forma innata al liberalismo, que toma al presidente por un nuevo rico” [16]. Otra gran rama de desilusión son los intelectuales abiertamente liberales que habían creido en él. “En todo caso -confiesa a media voz el pope de la sociología liberal, Raymond Boudon-, yo lamento vivamente que, desde su elección, el presidente no haya clarificado los principios bajo los cuales fundamenta su acción. Hubiera debido ser posible explicar a los franceses que el impuesto sobre las fortunas era un dispositivo absurdo. Suecia, que no es un ejemplo de ultraliberalismo, abandonó ella misma ese impuesto!” [17].
Para el ensayista liberal conocido mundialmente, Guy Sorman: “el contrato está roto. El [Sarkozy] fue elegido bajo un programa relativamente preciso: en política exterior, el apoyo a la democracia; en política interna, la necesidad de encaminar a Francia hacia un sistema económico más liberal. Ese programa no fue ejecutado. Es el demócrata en mí quien está decepcionado” [18].
Para los trabajadores es fundamental aprovechar este comienzo de declinación de la hegemonía sarkozista, que puede tener su primera gran manifestación política en las elecciones municipales de marzo, para pegar un salto en su resistencia contra la ofensiva capitalista. Pero para esto, no solo deben desembarazarse de la nefasta influencia de la burocracia sindical -que se ha pasado con armas y bagajes al campo de la contrarreforma capitalista- sino también del caracter limitadamente corporativo de sus luchas, que junto a la acción de las direcciones sindicales fue, aunque en menor medida, lo que impidió un verdadero “tous ensemble” en el primer test de fuerza contra el gobierno en noviembre pasado [19].
Sólo una lucha que recoja todas las miserias e injusticias a que son sometidos el conjunto de los trabajadores, desde los bajos salarios, el desempleo masivo o la discriminación de los jóvenes de las banlieues [periferias pobres], así como contra las intervenciones imperialistas francesas en su patio trasero como es el caso actual del Chad, puede unificar las filas de la clase obrera francesa contra las divisiones que impone la patronal y avala la burocracia.
De esta manera, una reconquistada “centralidad obrera” podría ser capaz de oponer una contra hegemonía a la Francia burguesa y aristocrática, que sea una salida para los millones de asalariados a la vez que de ganarse a centenares de miles de pequeños artesanos, comerciantes y miembros de otras profesiones, sin cuya simpatía o al menos neutralidad es impensable la perspectiva de la revolución socialista en un país imperialista como Francia.
Notas
[1] Es interesante notar que la degradación de la balanza comercial ha sido espectacular al cabo de una década si tenemos en cuenta que en 1997 la economía francesa tenía un excedente de 23.800 millones de euros.
[2] Principal índice de la Bolsa de París.
[3] Ver Estrategia Internacional N° 24.
[4] La inversión en el sector industrial aumentó 1% en 2001, cayó 13% en 2002 y en los años siguientes su evolución es cercana a cero.
[5] Aunque ha mantenido invariable las tasas de interés a diferencia de su contraparte de la Reserva Federal norteamericana, el Banco Central Europeo (BCE) comienza a mostrarse inquieto por la economía europea como demuestran las declaraciones de su presidente que ha abierto las puertas a una eventual baja de las tasas en los próximos meses. Jean-Claude Trichet ha juzgado “inusualmente elevadas” las incertidumbres que rondan sobre la economía, un lenguaje poco habitual en él. El 29 de enero, el FMI publicó un análisis donde predice que la zona euro podría pasar de + 2,6% en 2007 a + 1,6% en 2008.
[6] Marianne N° 564, del 9 al 15 de febrero.
[7] Ídem.
[8] Ídem.
[9] Ídem. Igual bronca tienen los dueños de bares que deben respetar la prohibición de fumar desde comienzos de este año, que ha llevado a una considerable pérdida de clientela en particular en las zonas de provincia donde el bar es el refugio de obreros y campesinos después de una dura jornada laboral, cuando ven a Sarkozy fumar sus grandes cigarros como muestran las fotos de París Match. Muchos se están organizando para resistir a esta medida, incluso realizando huegas de hambre.
[10] Le Monde, 11/02/08.
[11] David Martinon, 36 años, al comienzo de los años 90 fue secretario general de los colectivos de estudiantes liberales de Francia. Entró en la función pública luego de su promoción en 1998 en la ENA, la Escuela Nacional de Administración de donde surgen las elites que van a dirigir Francia.
[12] Esta expresión poulantziana de los años 70 la utiliza Stathis Kouvélakis en su libro “La France en révolte”. Allí la define en los siguientes términos: “La capacidad de dirección y de obtención de consenso de ’los de arriba’ está disminuida, una crisis de representación y de gobernabilidad (una ’crisis de Estado’ en los términos de Poulantzas) se desarolla y se profundiza, sin que ’los de abajo’ sean sin embargo capaces de imponer sus propias soluciones y de ir más allá de infligir derrotas (bien entendido decisivas) a las ofensivas parciales de la clase dominante”. Este periodo se manifiesta abiertamente el 21 de abril de 2002 cuando en las elecciones presidenciales el Partido Socialista no llega al ballotage relegado por Le Pen, pasando por la derrota del Tratatado Constitucional Europeo en el plebiscito de mayo de 2005 y tiene su punto culminante en la revuelta de las banlieues de fines de ese mismo año y el movimiento de masas contra el CPE de febrero-abril de 2006.
[13] Presidente de Argelia.
[14] Presidente de Irán.
[15] Le Monde, 14/12/07.
[16] Marianne N° 564, del 9 al 15 de febrero de 2008.
[17] Ídem.
[18] Ídem.
[19] Ver La Verdad Obrera N° 260 y 261.
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