Gaza expuesta a “migración voluntaria”: ¿qué objetivo esconde el plan?
La ‘migración voluntaria’ es un término eufemístico para referirse a la expulsión masiva y coercitiva de palestinos de Gaza, una propuesta realizada por altos funcionarios del régimen israelí, como el ministro de finanzas, Bezalel Smotrich, o el propio primer ministro Netanyahu.
Ese lenguaje pone de manifiesto la voluntad de llevar a cabo una limpieza étnica en Gaza, aunque esté envuelto en un supuesto lenguaje de "buen Samaritano". Este tipo de lenguaje se autojustifica al explicar que Israel está "mediando desinteresadamente con gobiernos extranjeros para encontrar nuevos hogares para palestinos desposeídos y desesperados". Es en el lenguaje donde se manifiestan los primeros signos de aniquilación.
La utilización por parte del sionismo del eufemismo "migración voluntaria" apunta hacia la voluntad de aniquilación del pueblo palestino. Sin embargo, detrás de ese eufemismo se encuentra la realidad política de la Entidad Sionista como colonialismo de asentamiento. La expulsión de los palestinos de su tierra natal para ser reemplazados por colonos extranjeros siempre ha sido el único principio organizador del Estado de Israel. La movilización del discurso de la "migración voluntaria" no logra ocultar las conexiones de larga duración entre el momento actual sionista y su momento fundacional. Ambos se basan en la desposesión y eliminación de los nativos palestinos.
La limpieza étnica en Palestina tiene una larga genealogía que se remonta a los inicios del movimiento sionista a finales del siglo XIX. Desde sus primeros momentos, los líderes del movimiento sionista adoptaron el lema: "Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra". Una vez más, los primeros signos de aniquilación aparecen en el lenguaje. Los líderes sionistas sabían perfectamente que Palestina no era una tierra vacía sino que era necesario despojarla de sus habitantes nativos para poder lograr su objetivo colonial.
Ya en 1895, Theodor Herzl, el fundador del movimiento sionista contemporáneo, expresó la necesidad de trasladar a los habitantes de Palestina de la siguiente manera: "Intentaremos llevarnos a la población empobrecida al otro lado de la frontera, proporcionándole empleo en países de tránsito, al tiempo que le negamos cualquier oportunidad laboral en nuestro propio país... la expropiación y la eliminación deben llevarse a cabo de manera discreta y cautelosa".
El momento actual en Palestina conecta con esos momentos pre-fundacionales del Estado Sionista, aunque hoy en día la eliminación de la población nativa no se está llevando a cabo de manera discreta ni cautelosa (en realidad nunca se ha realizado de esta manera). La búsqueda de la espectacularidad en la brutalización de Palestina no debe entenderse como algo secundario, a modo de "daños colaterales". La brutalidad es el mensaje del sionismo.
Volviendo a los mitos fundacionales sionistas y a la voluntad de expulsión de los palestinos, es importante recordar que Ben Gurión, Presidente del Comité Ejecutivo de la Agencia Judía para Palestina y posteriormente primer ministro de Israel, fue más directo que Herzl. En una carta de 1937 a su hijo, escribió: "Debemos expulsar a los árabes y ocupar su lugar".
Todo lo anterior debe ser entendido no como una crítica individual a las dos figuras sionistas, sino como un ejemplo de cómo el sionismo, concebido como ideología colonial, siempre ha tenido como último objetivo la expulsión masiva de los palestinos de sus territorios.
En este sentido, la obra del historiador palestino Walid Khalidi es fundamental. Khalidi, en su artículo "Plan Dalet: Master Plan for the Conquest of Palestine", publicado en 1961, explica que el llamado Plan Dalet fue el nombre dado por el Alto Comando Sionista al plan general de operaciones militares en el marco del cual los sionistas lanzaron sucesivas ofensivas en abril y principios de mayo de 1948 en diversas partes de Palestina. Estas ofensivas, que implicaron la destrucción de la comunidad árabe palestina y la expulsión y empobrecimiento de la mayoría de los palestinos, estaban calculadas para lograr el hecho militar consumado sobre el cual se basaría el establecimiento del estado de Israel.
Las premisas ideológicas del "Plan Dalet" se encuentran en el propio concepto del sionismo. Los sionistas del siglo XIX en Europa Oriental compartían características con muchos otros nacionalistas de la época. Sin embargo, a diferencia de otros movimientos nacionalistas, el sionismo no poseía entonces una tierra que pudiera considerar como propia. Mientras que otros movimientos nacionalistas básicamente intentaban separarse territorialmente de un poder extranjero dominante o bien obtener mayores concesiones en sus propios territorios de esos poderes, los sionistas estaban literalmente en busca de un territorio.
Es esta búsqueda de un territorio lo que explica la Nakba de 1948, durante la cual más del 80% de los palestinos fueron expulsados de su territorio para lograr la realización del proyecto sionista de "tener un territorio propio". Este proyecto de desposesión es, al mismo tiempo, una estrategia para asegurar que aquellos palestinos que han sido expulsados de sus hogares no regresen nunca. Es decir, el proyecto sionista de colonización tiene dos fases complementarias: la expulsión de los nativos y la implementación de dispositivos legales, militares, etc., que impiden su regreso.
Esta parte del proyecto sionista suele pasar desapercibida frente a la parte más visible, como es la expulsión, pero es fundamental para entender el sionismo en su dimensión total. La idea movilizada por el sionismo, facilitada por sus aliados políticos y mediáticos occidentales, es que los palestinos abandonaron sus hogares y territorios de manera voluntaria, lo cual se interpreta como que no tienen ningún tipo de derecho al retorno.
Por otro lado, el movimiento sionista utiliza nuevamente un eufemismo al explicar su supuesto derecho al "retorno". El proyecto colonial del sionismo se basó en la afirmación de que los judíos europeos contemporáneos eran descendientes de los antiguos hebreos de Palestina, y que su plan de colonización no era más que una estrategia para "devolver" a los judíos a la tierra de sus presuntos ancestros después de una ausencia de dos milenios. Así, el concepto de "retorno" fue, y sigue siendo, la piedra angular ideológica del sionismo y del estado de Israel.
Sin embargo, este supuesto derecho al "retorno", además de ser una mentira históricamente [ya en el siglo II apenas quedaban unos pocos judíos en Palestina; los actuales judíos descienden de los jázaros del mar Caspio, que se convirtieron al judaísmo después del siglo VII], no es más que un eufemismo utilizado para ocultar el proyecto colonial que es el motor político del estado de Israel.
El concepto de "retorno" sionista, por tanto, está construido sobre la premisa de la expulsión del pueblo palestino y la negación de su derecho al retorno. Todo este aparato discursivo colonial está encapsulado en el eufemismo de "migración voluntaria".
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