Gaza y la evolución del lenguaje respecto a la lucha palestina


[En la foto: Decenas de miles de personas palestinas desplazadas regresan a sus hogares tras el acuerdo de alto el fuego el 27 de enero de 2025.]
El lenguaje es importante. Además del impacto inmediato que tiene en nuestra forma de percibir los grandes acontecimientos políticos, incluida la guerra, el lenguaje también determina cómo entendemos estos acontecimientos a lo largo de la historia, de modo que moldea nuestra relación con el pasado, el presente y el futuro.
Mientras los líderes árabes se movilizan para impedir cualquier intento de desplazar a la población palestina de la devastada por el genocidio sionista Gaza (ademas de la Cisjordania ocupada), no podía dejar de reflexionar sobre el lenguaje: ¿cuándo dejamos de referirnos al «conflicto árabe-israelí» y comenzamos a usar en su lugar «conflicto palestino-israelí»?
Al margen del problema obvio de que no se deben calificar las ocupaciones militares ilegales de «conflictos» (un término neutral que crea una equivalencia moral), el hecho de eliminar a los «árabes» del «conflicto» ha empeorado mucho las cosas, no solo para los palestinos y palestinas, sino también para los propios árabes.
Antes de hablar de las repercusiones de reemplazar palabras y modificar frases, es importante profundizar: ¿cuándo fue exactamente qué se eliminó el término «árabe»? E igualmente importante, ¿por qué se añadió en su momento?
La Liga de Estados Árabes se estableció en marzo de 1945, más de tres años antes del establecimiento de Israel. Una de las causas principales de esa recién descubierta unidad árabe fue Palestina, entonces bajo un «mandato» colonial británico. Los pocos Estados árabes independientes no solo comprendieron la relevancia de Palestina para su seguridad colectiva y sus identidades políticas, sino que también consideraron Palestina la cuestión fundamental para todas las naciones árabes, independientes o no.
Las cumbres de la Liga Árabe siempre reflejaron el hecho de que, a pesar de las rebeliones, las convulsiones y las divisiones, un valor singular, la liberación de Palestina, unía siempre a los pueblos y gobiernos árabes.
La connotación espiritual de Palestina creció a la par de su importancia política y estratégica para los árabes, de ahí la incorporación del componente religioso a esa relación.
El ataque provocado de agosto de 1969 contra la mezquita Al-Aqsa en la Jerusalén ocupada fue el principal catalizador del establecimiento de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) en ese mismo año. En 2011 fue rebautizada como la Organización de Cooperación Islámica, aunque Palestina siguió siendo el tema central del diálogo musulmán.
Sin embargo, el «conflicto» siguió siendo «árabe», ya que los países árabes eran los que cargaban con la peor parte, se involucraban en sus guerras y sufrían sus derrotas, pero también compartían sus triunfos.
La derrota militar árabe de junio de 1967 infligida por el ejército israelí, que contó con el apoyo de los EEUU y otras potencias occidentales, fue un momento decisivo. Humilladas y enojadas, las naciones árabes enunciaron sus famosos «tres no» en la Cumbre de Khartoum en agosto-septiembre del mismo año: no habrá paz, no habrá negociaciones y no habrá reconocimiento de Israel mientras el pueblo palestino permanezca cautivo.
Esa firme postura, sin embargo, no sobrevivió la prueba del tiempo. La falta de unidad entre las naciones árabes salió a la superficie, y términos como Al-'Am al-Qawmi al-Arabi (la seguridad nacional árabe), centrados a menudo en Palestina, se fragmentaron en nuevas concepciones en torno a los intereses de los Estados-nación.
Los Acuerdos de Camp David firmados entre Egipto e Israel en 1979 profundizaron las divisiones árabes (y marginaron aún más a Palestina), aunque no las crearon.
El término «árabe» fue suprimido en favor del término «palestino». Ese simple cambio fue devastador, ya que los árabes, los palestinos y las personas de todo el mundo comenzaron a hacer nuevas asociaciones con el discurso político relacionado con Palestina. El aislamiento de Palestina había traspasado así el ámbito del asedio físico y la ocupación militar para entrar en el reino del lenguaje.
Los palestinos y palestinas lucharon duro para ganar su posición legítima y merecida como guardianes de su propia lucha. Aunque la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se creó a pedido de Egipto en la Primera Cumbre Árabe en El Cairo en 1964, los palestinos, bajo el liderazgo de Yasser Arafat de Al Fatah, solo recibieron el timón en 1969.
Cinco años más tarde en la Cumbre Árabe de Rabat (1974), la OLP fue considerada colectivamente el «único representante legítimo del pueblo palestino», y posteriormente se le concedió el estatus de observador en las Naciones Unidas.
Idealmente un liderazgo palestino verdaderamente independiente debía ser aceptado por una postura árabe colectiva y unificada, que le ayudara en el difícil y a menudo sangriento proceso de liberación. Los acontecimientos que siguieron, sin embargo, atestiguaron una trayectoria mucho menos ideal: las divisiones árabes y palestinas debilitaron la posición de ambos, y dividieron sus energías, recursos y decisiones políticas.
Pero la historia no está destinada a seguir los mismos patrones. Aunque las experiencias históricas parecen repetirse, se puede orientar la rueda de la historia para que se mueva en la dirección correcta.
Gaza, y la gran injusticia resultante de la destrucción causada por el genocidio israelí en la Franja, es una vez más un catalizador del diálogo árabe y, si hay suficiente voluntad, de la unidad.
Los palestinos y palestinas han demostrado que su sumud (perseverancia) es suficiente para repeler todas las estratagemas encaminadas a su propia destrucción, pero las naciones árabes deben reivindicar su posición como la primera línea de solidaridad y apoyo al pueblo palestino, no solo por el bien de la propia Palestina, sino también por el bien de todas las naciones árabes.
La unidad es ahora la clave para volver a centrar la justa causa de Palestina, de modo que el lenguaje pueda, una vez más, cambiar, al introducir el componente «árabe» como palabra fundamental en una lucha por la libertad que debería ser la causa de todas las naciones árabes y musulmanas, y, de hecho, del mundo entero.
* Director de The Palestine Chronicle. middleeastmonitor.com. Traducido del inglés para Rebelión por Jesica Safa.