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Europa :: 05/07/2023

Guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania: Retos logísticos

Nahia Sanzo
Tanques Leopard atacados por misiles o drones rusos que precisan de reparación. Polonia y Alemania que se pelean por dónde repararlos y quién paga la factura

El pasado enero, el canciller alemán Olaf Scholz cedía a las presiones políticas, mediáticas y diplomáticas de una campaña que había durado semanas y daba la orden de autorizar el envío de tanques Leopard a Ucrania. El 27 de ese mes, el diario alemán Spiegel hablaba del “último tabú” y calificaba a los tanques de fabricación alemana como “un punto de inflexión”.

En aquel momento, ese era, sin dudas ni matices, el discurso al que se adhirió la prensa y es el que ha seguido el régimen de Ucrania prácticamente hasta el inicio de la ofensiva, en la que ha podido comprobarse que los tanques occidentales chocan con los mismos problemas que los viejos tanques de fabricación rusa que tiene Ucrania: la artillería y las minas. Varios son ya los tanques Leopard que han podido verse ardiendo o destruidos en el frente de Zaporozhie. En otros casos, tanques dañados han quedado atrás en el campo de batalla a la espera de ser, con mucha suerte, recuperados para poder ser reparados.

Evidentemente, esta situación es común a ambos bandos en liza. Tanto Rusia como Ucrania precisan de una cadena logística que no solo se limita al suministro de las tropas, sino también a la reparación y recuperación de ese material que, aunque dañado, puede ser recuperado. Con una guerra que se prevé larga, la capacidad de realizar un correcto mantenimiento y reparación del equipamiento utilizado en el frente puede hacerse casi tan importante como la producción y recepción de nuevo material.

Y aunque la esperanza de los países occidentales fuera la de minar a la industria militar rusa a base de sanciones, la falta de materiales no ha supuesto un lastre que la industria rusa no haya podido superar. De ahí que Rusia, pese a algunos errores logísticos que han debilitado parte de su esfuerzo bélico en ciertos momentos, mantenga la ventaja de la independencia que implica disponer de una industria militar propia.

En el caso ucraniano, pese a que se han escrito ya artículos que argumentan que es más útil disponer de la industria ajena, es decir, de los suministros de los aliados, la dependencia de terceros países sigue siendo un problema. Desde que se produjo el anuncio de la entrega de tanques y vehículos blindados occidentales, la cuestión del reto logístico que eso iba a suponer para Ucrania ha sido una certeza. Es más, uno de los muchos motivos por los que EEUU se ha mostrado reticente a enviar sus tanques Abrams es precisamente las dificultades logísticas que implica su mantenimiento, que harían prácticamente imposible que Ucrania pudiera cumplir en las condiciones en las que se encuentra.

En varias ocasiones, el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksiy Reznikov, ha mostrado su esperanza de que el centro logístico que se encargara del mantenimiento y reparación del equipamiento occidental estuviera situado “lo más cerca posible”.

Objetivo militar claro, todo centro de mantenimiento, especialmente de armamento occidental, sería fácilmente atacado por los misiles rusos, que dificultarían notablemente el proceso. El reto logístico ucraniano no solo es el de incorporar toda una serie de vehículos occidentales de diferentes modelos y países, sino lograr disponer de las piezas de repuesto y capacidad de reparar ese mosaico de material y hacerlo en un lugar lo suficientemente alejado de los misiles rusos y lo suficientemente cercano al frente.

El triunfalista discurso ucraniano, al que se ha adherido sin excesivos matices gran parte de la prensa occidental, ha preferido no tener en cuenta las dificultades asociadas a la dependencia de la financiación, equipamiento y reparación occidental del material entregado. Sin embargo, esas dificultades no solo han existido siempre, sino que continúan sin ser resueltas por los socios occidentales de Ucrania.

Aunque los países encargados del suministro de armamento, y especialmente el país que es fabricante de los tanques más importantes, los Leopard, han dispuesto de seis meses para organizar esas infraestructuras logísticas para garantizar el uso del material, los problemas perduran. El domingo, el medio alemán Der Spiegel informaba de las dificultades existentes entre Alemania y su crecientemente importante vecino polaco en relación precisamente con el mantenimiento de los tanques. “Para mantener los tanques entregados a Kiev dispuestos para el combate, debía abrirse en Polonia un centro de reparación a finales de mayo”, afirma el medio.

Los tiempos son coherentes con la planificación de la ofensiva ucraniana, que desde hacer varios meses parecía que iba a retrasarse a finales de la primavera. Sin embargo, continúa Der Spiegel, “a día de hoy, Alemania y Polonia no han sido capaces de llegar a un acuerdo. Y no es solo por dinero”.

En abril, el ministro de Defensa de Alemania, convertido ya en uno de los países más favorables al envío de material bélico a Ucrania “mientras sea necesario”, Boris Pistorius, había anunciado orgulloso la apertura de un centro de mantenimiento ubicado en Polonia y en el que podría realizarse el mantenimiento ordinario y extraordinario de los tanques enviados al frente. La seguridad con la que el ministro realizó el anuncio daba a entender que existía ya una planificación previa. El coste de tales talleres quedaba estimado en 150 millones de euros. Sin embargo, como recoge ahora Der Spiegel, esos planes no han fructificado y el borrador de acuerdo sigue sin firmarse.

“Inicialmente, los dos fabricantes de tanques alemanes, Rheinmetall y Krauss-Maffei Wegmann iban a crear una empresa conjunta. Según el plan, se crearía un taller conjunto en las ciudades polacas de Gliwice y Poznan junto con la empresa estatal polaca PGZ. El Gobierno federal [alemán] iba a asumir los costes por la reparación de los Leopard”, explica el medio alemán. Sin embargo, quizá como una consecuencia más del intento de Polonia de presionar a Alemania, la empresa estatal polaca ha supuesto una barrera para estos planes, comenzando por una estimación exageradamente sobrevalorada del coste de las reparaciones. Mientras Alemania valora esas reparaciones en 12.000 euros, Polonia eleva esa cantidad a 100.000.

Sin embargo, la continua presión polaca al Gobierno alemán desde el inicio de la intervención militar rusa hace pensar que la disputa no se debe únicamente a diferencias económicas. Hace seis meses Alemania era acusada de ser el país que, con su negativa a aprobar la entrega de tanques, impedía la victoria de Ucrania. Ahora, con la ofensiva en marcha, Kiev no precisa de más anuncios de entrega de tanques -aunque sigue exigiendo otro tipo de armamento como misiles de largo alcance que Alemania no quiere entregar ante la certeza de que serán utilizados para escalar aún más la guerra- sino que precisa de garantías de mantenimiento.

Según Der Spiegel, son varios los tanques Leopard atacados por misiles o drones rusos que han llegado ya a Polonia y que precisan de reparación. En ese contexto, Alemania no puede permitirse más retrasos por los que será irremediablemente culpada. Polonia, que con la llegada de la guerra a sus fronteras se ha hecho fuerte en Europa y ha adquirido la confianza necesaria para presionar constantemente a Alemania, puede permitirse, en cambio, exigir a Berlín someterse a sus condiciones.

Como uno de los países más beligerantes de la escena europea, Polonia ha encontrado así una herramienta más para presionar a su vecino occidental. La guerra es de desgaste también en el plano diplomático y político y se libra también entre los teóricos aliados dentro de un mismo bloque.

slavyangrad.es / La Haine

 

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