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Europa :: 29/05/2023

Guerra y robo

Alejandro Marcó del Pont
Levantar la moratoria sobre la venta de tierras agrícolas en Ucrania y crear un mercado de tierras ha sido una demanda clave de las instituciones financieras occidentales desde 2014

La tierra es para quien la trabaja
(Emiliano Zapata)

Ucrania antes de la guerra era el segundo país más corrupto de Europa, un paraíso de contrabandistas, traficantes, mafiosos y nazis. Cuando la guerra comenzó en el 2022 milagrosamente su colocación en el ordenamiento de descomposición mundial se vio abruptamente alterado pasando al puesto número 116 de los 180 países, extraño caso porque se había mantenido desde el 2012 la zona entre 140 y 150 de los más corruptos del mundo, según el relato occidental de datos históricos. En el mismo intervalo de tiempo dejó para los medios occidentales de ser un país excesivamente corrupto.

De la misma manera se perdieron en la narrativa occidental los extraños vínculo entre Ihor Kolomoisky un banquero ucraniano dueño de PrivateBank que catapultó a la presidencia al actor Volodimir Zelenski. Además era el dueño de Burisma Holdings, la mayor empresa de gas natural de Ucrania, quien por casualidad contrató a Hunter Biden, hijo del presidente de EEUU, como CEO, alianza laboral que le ha traído a la familia presidencial, en igualdad de importancia, incrementos en las cuentas bancarias y en dolores de cabeza.

Pero no estamos hablando de este acto de corrupción puntual, sino de las imputaciones actuales donde el dueño de PrivaBank es acusado por EEUU de lavar dinero que alegremente se desplazaba desde Chipre al mundo, terminando su recorrido en el paraíso fiscal Delaware, una eventualidad que esté históricamente representado por Joe Biden como senador, vice-presidente y presidente en funciones, motivo que lo compromete en la actualidad.

En 2019, Kolomoysky indicó a los medios ucranianos que tenía dos socios comerciales uno de ellos era el exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, quien fue asesor político del expresidente estadounidense Donald Trump. Y para terminar el festín, Reuters público el 23 de mayo del corriente año que el empresario ucraniano-estadounidense Lev Parnas, que fue arrestados en 2019, acusados ​​por el gobierno de EEUU de canalizar el dinero de un oligarca ruso hacia campañas políticas estadounidenses, al parecer también tenía como destinatario de las donaciones al gobernador de Florida, Ron DeSantis, touché debe haber pensado Biden, todos en el mismo bote.

Pero como esta historia inició con un pasado tenebroso de corrupción y negocios que persigue a los participantes de esta guerra de la OTAN, también hay algunas imágenes de un futuro apocalíptico con diversos escenarios poco felices para Ucrania, que van desde su desaparición como Estado, ser una parte de Polonia o quizás un protectorado de algunas empresas norteamericanas que administren el país. Nosotros hemos especulado en algunos artículos sobre la reconstrucción y quienes podrían ser los ganadores de tal preciado botín, pero en este caso, nos centraremos en las 41 millones de hectáreas ucranianas, algunas de las tierras más fértiles del mundo, lo que lo llevo a obtener el apodo del “granero de Europa”, ¿Quién controla esas tierra? Quien las gobierne controlará el futuro de este país, y eso ya comenzó.

Oakland Institute realizo un informe llamado “Guerra y robo, la toma de las tierras de Ucrania” en el que se identifican los intereses que controlan la tierra agrícola en Ucrania y luego analiza la dinámica en torno a la propiedad de la tierra en los últimos años en el país, lo que incluye la reforma agraria de 2021, parte del duro programa de ajuste estructural diseñado bajo los auspicios de las instituciones financieras occidentales, específicamente Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, FMI, y Banco Mundial.

Antes de entrar de lleno en la propiedad de la tierra hay que situar a los lectores en la economía ucraniana actual, para que entienda que sus problemas económicos datan de un tiempo atrás. Desde la instalación de un gobierno pro­-UE tras golpe de Estado de Maidan en 2014, el Banco Mundial, el FMI y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) han sentado las bases para la privatización a gran escala en Ucrania a través de un programa de ajuste estructural masivo.

En 2014, Ucrania tuvo que comprometerse con una serie de medidas de austeridad a cambio de un paquete de rescate de 17.000 millones de dólares del FMI y un paquete de ayuda adicional de 3.500 millones de dólares del Banco Mundial. Estas medidas incluyeron la reducción de pensiones, de salarios en el sector público, la privatización del suministro público de agua y energía, la privatización de los bancos y la modificación del sistema de IVA. Pero además, la privatización de tierra que se llevará a cabo en este caso levantando la moratoria sobre la tierra y liberalizando su tenencia.

Paralelamente, mientras eso se va cumpliendo la deuda aumenta. En julio de 2022 la deuda del sector público ascendía a 60.000 millones de dólares, mientras que las empresas privadas ucranianas debían un total de 68.000 millones de dólares. Ucrania es ahora el tercer mayor deudor del FMI en el mundo, después de Argentina y Egipto

La enorme y creciente deuda externa de Ucrania presagia que la reconstrucción -si triunfa la OTAN- será impulsada por instituciones financieras internacionales e intereses extranjeros. Se estima que era de 140 mil millones de dólares y ha seguido aumentando debido a la guerra. El país pudo resistir en gran parte debido a la ayuda militar y económica masiva de Europa y EEUU. En 2022, Ucrania se convirtió en el principal receptor de ayuda exterior de EEUU. Es la primera vez desde el Plan Marshall que un país europeo ocupa este puesto. En diciembre de 2022, menos de un año después del inicio de la guerra, la ayuda estadounidense por sí sola ascendía a más de 113.000 millones,

De las 41 millones de hectáreas que hablamos antes, 33 millones son cultivable. Alrededor de 4,3 millones de hectáreas se dedican a la agricultura industrial y la mayor parte, unos tres millones, están en manos de una docena de grandes agronegocios. Otros 5 millones de hectáreas, según el gobierno – el tamaño de dos Crimeas- ­ han sido robadas al estado ucraniano por intereses privados, lo que da más de nueve millones de hectáreas, o el 28% de la tierra cultivable del país. A esto hay que agregarle unos 7 millones en poder del estado, en total casi el 50%; la otra mitad la utilizan más de ocho millones de agricultores ucranianos

En principio parecería fácil determinar que quienes controlan las tierras ucranianas hoy en día son una mezcla de oligarcas ucranianos y diversos intereses extranjeros, en su mayoría norteamericanos y europeos, incluido un fondo de inversión privado con sede en EEUU y un Fondo de Riqueza Soberana de Arabia Saudita. Con una sola excepción, las diez empresas que controlan más suelo están registradas en el extranjero, principalmente en paraísos fiscales como Chipre o Luxemburgo. Incluso cuando están dirigidas y aún controladas en gran medida por un oligarca fundador, varias de estas son controladas por bancos y fondos de inversión occidentales ahora controlan una parte significativa de sus acciones. O sea sus dueños, no son tan dueños.

La idea camuflada es realmente simple, la mayoría de estas empresas de oligarcas ucranianos están endeudadas con instituciones financieras occidentales, en particular el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la Corporación Financiera Internacional (IFC), la rama del Banco Mundial dedicada al sector privado. Juntas, estas instituciones han sido importantes prestamistas para las agroindustrias en Ucrania, con casi 1.700 millones dólares prestados a solo seis de las agroindustrias más grandes en los últimos años. Este financiamiento internacional beneficia directamente a los oligarcas, muchos de los cuales están acusados de fraude y corrupción, así como a fondos extranjeros y empresas asociadas como accionistas o acreedores.

Las 10 principales empresas que controlan la tierra en Ucrania

A Kernel Holding S.A, la primera empresa, la utilizaremos como ejemplo para aclarar como es el juego. Posee la mayor cantidad de tierra y también es el mayor productor y exportador de aceite de girasol de Ucrania. Su propietario, Andriy Verevskyi, es la decimosexta persona más rica del país. El 42% de las acciones las tiene NN Investment Partners Holdings, una empresa de inversión privada con sede en los Países Bajos que fue adquirida por el banco de inversión Goldman Sachs y fusionada con Goldman Sachs Asset Management, de los cuales Vanguar y BlackRock ostentan el 16%. Pero además un 7% restante está en manos de Vanguard. Kopernik Global Investors LLC, es una firma de inversión privada con sede en EEUU que posee acciones en Kernel, MHP y Astarta, es decir en la primera, tercera y sexta empresas más grande.

En síntesis cada una de las empresas ucranianas no es la dueña de sus activos, la mayoría de las acciones se encuentran en manos extranjeras. Los inversores son principalmente fondos de inversión líderes, incluidos Vanguard Group, Kopernik Global Investors, BNP Asset Management Holding (Varguard Grup es uno de los inversores), Goldman Sachs, y Norges Bank Investment Management, que gestiona el fondo soberano noruego.

Antes de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, toda la tierra era propiedad del estado y los agricultores trabajaban en granjas estatales y granjas colectivas. En la década de 1990, guiado por el FMI y otras instituciones internacionales, el gobierno privatizó gran parte de las tierras agrícolas de Ucrania, lo que llevó a una creciente concentración de tierras en manos de una nueva clase de agricultores oligarcas. Para detener este proceso, el gobierno introdujo una moratoria en 2001, que detuvo más privatizaciones e impidió casi todas las transferencias de tierras privadas. El 96 % de las tierras agrícolas de Ucrania, o aproximadamente 40 millones de hectáreas, estaba sujeto a la moratoria. Aunque la moratoria impidió nuevas compras, todavía se podían alquilar tierras de cultivo.

Aunque se suponía que la moratoria sería temporal, se prorrogó varias veces hasta que se levantó en julio de 2021 bajo la presión de las instituciones financieras internacionales. Levantar la moratoria sobre la venta de tierras agrícolas y crear un mercado de tierras ha sido una demanda clave de las instituciones financieras occidentales desde 2014. Como se indica a continuación, el BERD, el FMI y el Banco Mundial han impulsado esta reforma para ampliar el acceso a las tierras agrícolas de Ucrania para la agroindustria y los inversores privados.

El BERD ha prestado más de U$S 2.000 millones, en 2020 y 2021, el BIRF aprobó los préstamos por un total de U$S 700 millones, el Primer y el Segundo Préstamo para Políticas de Desarrollo para la Recuperación Económica, ambos condicionados a reformas destinadas a “establecer un mercado transparente para las tierras agrícolas". En 2017, el FMI pidió “una gran aceleración de las reformas estructurales esenciales”, impulsando una “reforma agraria para levantar la moratoria sobre la venta de tierras”, entre otras medidas de privatización.

El 31 de marzo de 2020, Ucrania aprobó la ley que legaliza la venta de tierras agrícolas y levanta la moratoria de 19 años sobre las transacciones de tierras. El levantamiento de la moratoria formaba parte de una serie de reformas políticas a las que el FMI había condicionado la concesión de un préstamo de 8.000 millones de dólares

Las empresas más grandes explotan esos 4,4 millones de hectáreas de tierra, cuando se levanten las restricciones legales en 2024 y las corporaciones puedan comprar hasta 10 000 hectáreas, estas agroindustrias podrán expandir su acceso a la tierra, un proceso que ya está en marcha. Por ejemplo, en octubre de 2021, Kernel anunció planes para aumentar su banco de tierras a 700 000 hectáreas desde las 506 000 hectáreas que poseía en ese momento.

Los pequeños y medianos agricultores de Ucrania también juegan un papel importante, de hecho crucial para garantizar la seguridad alimentaria del país. Son responsables de más del 50 % de la producción agrícola del país, incluido el 99 % de las papas, el 89 % de las verduras, el 78 % de la leche y el 74% de la carne de res. Sin embargo, la mayoría de los pequeños agricultores tienen un acceso muy limitado a la financiación, que favorece a las grandes fincas y agronegocios. Los bancos trabajan principalmente con agricultores cuyas fincas superan las 500 hectáreas.

La operación militar rusa tuvo muchas repercusiones para la agricultura ucraniana, incluida la escasez de fertilizantes, semillas y combustible. Además de bloquear los puertos del Mar Negro, destruir la infraestructura y apoderarse del grano ucraniano, el ejército ruso también ha atacado las instalaciones agrícolas utilizadas como infraestructura militar ucraniana. Las pérdidas de tierra también afectaron a la oligarquía de Ucrania, 100.000 hectáreas en la región sur de Kherson y 6.500 hectáreas en la región oriental de Lugansk, grandes pérdidas aunque sin precisar en en la región de Donetsk y más de 95.000 hectáreas de tierra cerca de Mariupol.

En 2022, Ucrania pagó U$S 4.300 millones en el servicio de su deuda a pesar de la guerra, U$S 496 millones al Banco Mundial y U$S 2 mil millones al FMI. Estos pagos de deuda pesan mucho sobre una economía ya tensa por la guerra y la crisis económica, y superan el gasto del país en sectores clave. Privatización forzada por deuda, extranjerización de recursos naturales, perdida de tierras por la guerra. Ucrania será con estas condiciones un paraíso de BlackRock y Vanguard Grup. Reconstrucción y agronegocios son los objetivos; una de los condicionantes de la deuda, en este caso la tierra, y ya las tienen.

eltabanoeconomista.wordpress.com

 

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