"Hay más continuidades que rupturas entre los últimos Papas"
28 de julio de 2013. Este viaje estaba previsto”, se adelanta el sociólogo Fortunato Mallimaci antes de que este cronista formule completa la primera pregunta, ni bien escucha Francisco y Brasil. “Las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) están hechas para fortalecer la imagen del Papa”, agrega y continúa, “así que de entrada se dijo que Francisco tenía que salir a movilizar a la militancia y para eso había que hacer los viajes pero antes dedicarse a los jóvenes. Las primeras se realizaron en Roma y las segundas aquí en Argentina, que casi nadie recuerda, que fueron en 1987 y la figura central es el Sumo Pontífice. Fortalecer el papado frente a la crisis, el desprestigio, el desconocimiento que mucha gente tiene. Estas JMJ tenían que hacerse el año que viene, pero está el Mundial de Fútbol y entonces decidieron hacerlas ahora”, señala el investigador del Conicet.
–En Brasil, la Iglesia Católica ha visto disminuir su grey frente a las religiones pentecostales, que además conforman un poder político también.
–En América latina, desde hace unos 30 o 40 años hay una recomposición del “mercado religioso” o del “mercado de los bienes de salvación”, como más te guste, que hizo que una parte significativa de católicos no practicantes hayan decidido, en un momento de angustia, de soledad, de perder sentido a la vida, encontrar en grupos religiosos cercanos, respuestas a los problemas. Primero de todo, a la salud; segundo, de familia; tercero, el tema de la droga, es decir, hay sectores sociales empobrecidos que encontraron en estos grupos de cercanía, cristianos, respuestas que no les dio la Iglesia Católica. ¿Por qué aclaro esto? Porque no hay templos que se hayan vaciado. No, es otro conjunto de gente. Lo interesante, en este momento histórico de Latinoamérica, es que hay más personas que se dicen sin religión que las que se manifiestan evangélicos. Y si lo hacemos por franja de edad, ni te cuento. Hay muchísimos jóvenes que se asumen sin religión que todos los conjuntos religiosos no católicos juntos. El caso típico es Río de Janeiro donde los católicos son ya primera minoría con un 40% y el 60% que se dice evangélico sin religión.
Creo que es un error suponer que el Papa vino recuperar eso. ¿Por qué? Porque no se lo puede recuperar. Es un problema estructural, de creencias, para el tipo de institución católica. Hoy, en Argentina se dice que hay gente que ha vuelto a los templos, que se han confesado más, incluso algunos periodistas me llamaron porque veían mucha gente en las parroquias durante las Pascuas. Cuando la única vez, o una de las pocas veces, en que los católicos van a misa es precisamente en esa festividad. Sin embargo, la efervescencia mediática tenía que decir que hay miles y miles de fieles gracias a este nuevo Santo Padre, lo que es mentira porque no hay ninguna estructura que pueda acoger más personas. Supón que en Buenos Aires se intentaran acercase unas 100 mil, no podrían. No hay curas ni espacio ni lugar.
–¿Cuál el objetivo, entonces, de la presencia del Papa en América latina?
–Viene a fortalecer la militancia, los núcleos duros, a esos jóvenes que intentan tener una cierta identidad católica. Así supone el Vaticano que fortaleciendo esos núcleos duros, pasa la tormenta, que presiente pasajera, y después va a volver a tener credibilidad.
Así y todo, los postulados que les bajan son los mismos que los de la ortodoxia católica: no al aborto, no a la homosexualidad. ¿Cómo pega eso en la juventud del siglo veintiuno?
–Es innegable que hay muchísimas más continuidades que rupturas entre Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio. Persistencia en la manera de pensar la teología, el dogma, la Inquisición, la autoridad. Lo que sí hay es cambio de estilos. Un obispo latinoamericano tiene un proceder distinto que uno alemán, italiano o polaco. El de América latina, sobre todo en Argentina, es un catolicismo plebeyo. Es Bergoglio, es Quarracino, es Primatesta, hijos de emigrantes no de familias patricias o grandes hacendados. A la mayoría de los prelados argentinos los podés ir a ver, hablar, andan por la calle, porque si se la creen no les van a dar atención. Es importante decirlo, porque sino pareciera que Francisco es una excepcionalidad.
–Bueno, el sociólogo brasileño Emir Sader lo tilda directamente de demagogo porque cree que exagera en sus gestos. Ud mismo alguna vez dijo que no todo puede pasar por la gestualidad en un papado.
–Forman parte de una manera de ser obispo, como me referí recién, pero ese simbolismo debe demostrar si sirve para cambiar las estructuras como demandan los católicos. Esto me parece no sólo que no ha comenzado, sino que hasta el día de hoy no vemos qué es lo que se va a hacer y hacia dónde se quiere ir. Un editorialista de un importante diario habla de la “iglesia popular”, concepto si lo hay transformador, no obstante aquellos que durante 3 o 4 décadas quisieron construir comunidades populares en Latinoamérica, acompañar procesos políticos y sociales de sectores pobres, fueron expulsados de la Iglesia Católica. La persecución, prohibición y control hizo que todo aquello que aparecía como crítico a lo que era la institución católica fuera dejado de lado.
–El Papa llamó a que la Iglesia salga a la calle, ¿qué lectura se hace de esa convocatoria?
–Se convoca a esa militancia, pero con el tiempo esa misma militancia comenzará a reclamar participación. En algún momento se les dijo que participen en los llamados movimientos como Comunión y Liberación, Opus Dei, Legionarios de Cristo o Instituto del Verbo Encarnado y de repente estos movimientos aparecían haciendo negocios económicos o religiosos o sexuales, para su propio beneficio y no para el conjunto. Es decir, se les dio dinero, un espacio fenomenal en la Iglesia Católica, resultan que hoy aparecen como los responsables de los escándalos financieros y del tipo de iglesia actual.
Continuar con el Estado Vaticano, con los bancos, la presencia internacional que se tiene, ¿para qué? Para darle poder al Papa y al papado y a los amigos del Papa en sus negocios. O dejar ese banco, ese Estado, dejar esa manera de ser y dedicarse a seguir, haciendo lo que dice Francisco, una iglesia de los pobres, con los pobres, donde están los pobres, porque si no es poco creíble que les digas a los jóvenes que hay que meterse en las favelas, en las villas, en los barrios… En la Ciudad de Buenos Aires hay cerca de 800 sacerdotes activos y sólo 24 están en las villas miserias. ¿Por qué no va el resto? Ah, no, porque tienen que ocuparse de otras actividades, otros sectores sociales, estar con grandes empresarios, con los dueños de las empresas mediáticas, en las escuelas, hacer encuentros para la actividad política, etc. Todo esto me parece está en tela de juicio y ahí sí vuelvo a eso de que con los gestos no alcanzan, si no se transforman esas estructuras que han llevado a una crisis tal que el propio Ratzinger tenga que renunciar.
Esto no se entiende si uno no ve la profundidad que significó en la Iglesia Católica, que su máxima autoridad, que era infalible, considerado hasta como sucesor de Jesucristo no de los apóstoles, el Rey de reyes, hasta incluso calificado como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas del mundo entero, diga renuncio, me voy. Con lo cual mundaniza el cargo, lo desacraliza. ¿Por eso no pudieron firmar a cuatro manos la última Encíclica? Por el dogma fue… (ironiza). Todos saben que los escribió Benedicto XVI pero “el dogma dice que sólo uno puede firmar”. Esto mismo, ¿no crea cierta duda? Es decir, que mientras está sentado en el trono de San Pedro es infalible, ¿después de renunciar ya no lo es? El diario de mayor tirada de Argentina, en un artículo de un corresponsal que conoce mucho el tema, por primera vez menciona que en un tiempo no muy lejano pueda llegar la renuncia de Francisco. Se publicó en la edición del miércoles pasado. Ya está la posibilidad de que este Papa renuncie y estamos a cuatro meses nada más de que asumió.
Miradas al Sur