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Asia, Europa :: 06/10/2020

Histeria en EEUU y sus satélites por avance geopolítico de Rusia y China

Vicky Peláez
Decidieron a recurrir a la táctica de ultimátum y también a las amenazas militares, creando así un abismo con estos dos países

A menos de seis semanas de las elecciones presidenciales en EEUU, el cinismo de Washington y de su títere Bruselas llegó al extremo en la demonización de Rusia y China al ver avanzar estos países, a pesar de sanciones y guerra híbrida, en formación de un mundo multilateral capaz de tener acuerdos que beneficien tanto sus países como al planeta entero, lo que el Occidente jamás ha deseado ni intentado a poner en práctica. 

Por mucho show publicitario que hagan, tanto Donald Trump como la presidenta la Unión Europea (UE), Ursula von der Leyen, rica, belicista —la expresión de la aristocracia alemana— tratando de convencer al mundo entero de la fuerza y capacidad de decisión de su liderazgo en imponer su agenda a China y Rusia, la opinión pública internacional ya se ha dado cuenta hace mucho tiempo de quien realmente está tomando decisiones y gobierna en Estados Unidos y por repercusión en su satélite: la Unión Europea. 

Hace 10 años, Michael More aclaró que "el título de comandante en jefe en EEUU es tan ceremonial como el de empleado del mes del Burger King del barrio".

De acuerdo con Bob Woodward, en su libro Obama’s War, quién gobierna realmente el país es el complejo militar-industrial y las grandes empresas productoras de armamento.

Como el mundo está en un cambio permanente, aunque lento, este grupo de poder se ha ampliado también y es definido por Rey McGovern, exanalista de la CIA con 27 años de experiencia, como MICIMATT: Complejo Militar-Industrial – Congreso – Servicios de Inteligencia – Medios de Comunicación – Academia – Think Tanks. El MICIMATT es en realidad la esencia y la columna vertebral del Estado profundo que gobierna en EEUU y en casi su colonia, Unión Europea, tratando de atemorizar a sus pueblos con la idea que "Putin se despierta cada mañana y va a la cama cada noche pensando en cómo destruir la democracia en EEUU", cita de Ray McGovern, en su libro Once we were Allies

A la vez, la Administración Trump está provocando casi diariamente a China con los vuelos de sus aviones de combate cerca de la frontera del país y la presencia de sus barcos en el mar. El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha declarado guerra ideológica contra Pekín y ha empezado a utilizar en sus discursos algunos postulados de Mao Zedong, especialmente usa algunos fragmentos de su obra Sobre la Contradicción (1937) que ni el mismo Pompeo supo entender el contenido. Para comprender lo que quiso decir Mao, Pompeo tenía que sumergirse en el estudio del materialismo dialéctico y el materialismo histórico para tener una idea de cómo funciona la ley de la contradicción de las cosas y la ley de la unidad de los contrarios. 

El secretario de Estado hizo un llamado al pueblo chino para que se rebele contra el Partido Comunista de China, que, en su opinión, se convirtió en el "enemigo de su pueblo" y no representa sus intereses. 

No cabe duda que este político ni siquiera se ha enterado de un estudio de Harvard Kennedy School que afirmó que el apoyo popular al Partido Comunista Chino (PCCh) alcanzó el 93% entre 2003 y 2016 debido a los programas sociales y la lucha contra la corrupción (9 de julio 2020). No se puede decir lo mismo respecto a la aceptación popular en EEUU del desempeño de Donald Trump que es inferior al 50%. De acuerdo a una reciente encuesta de Gallup, solo el 14% de los estadounidenses expresa su satisfacción con cómo van las cosas en EEUU, mientras que el 85% de la población no está satisfecha. 

No obstante, estos datos no interesan a los estrategas norteamericanos que decidieron por el momento concentrar toda su atención en Rusia, cuyo potencial militar es superior a el de China.

El mismo candidato demócrata Joe Biden declaró que "Rusia es un enemigo de EEUU, mientras que China es solo un competidor, aunque serio". 

Aparentemente, EEUU está buscando, al menos en su retórica, un casus belli contra Rusia al estilo de Ronald Reagan usando los actuales estrategas y los servicios de inteligencia un cinismo ya pasado de límites mostrando un desprecio total a las leyes y a la moral. 

Según una nueva estrategia elaborada por Washington, la debilidad geoestratégica de Rusia está relacionada con el espacio postsoviético que debería ser alejado de la influencia rusa, tal como estaba predicando Zbigniew Brzezinski en su libro El gran tablero de ajedrez (1998). Decía este estratega que Rusia debería ser acorralada militarmente desestabilizando sus regiones fronterizas. Las revoluciones de colores en Serbia (2000), Georgia (2003), Ucrania (2004 y 2014, Maidan) eran parte de este plan de Washington. Ahora le tocó el turno a Bielorrusia.

Según la reciente declaración del jefe del Servicio de Inteligencia Exterior de la Federación de Rusia (SVR) Serguéi Narishkin, los norteamericanos al darse cuenta de que su primer intento de sacar del poder al recientemente reelegido presidente, Alexandr Lukashenko, a través de motines y protestas de la oposición orquestadas desde Washington, no han dado resultados esperados, decidieron acudir a la segunda fase del plan que implica provocaciones, igual como pasó en Ucrania. 

Con este propósito planifican usar nacionalistas radicales bielorrusos entrenados y adoctrinados en Polonia, Georgia y los países bálticos bajo la supervisión de los instructores de la CIA y la DIA (Servicio de Inteligencia Militar Norteamericano), aliados con las ONG receptores del dinero del departamento de Estado, para hacer derramar sangre y crear mártires en Bielorrusia.

También, según Narishkin, Washington trataría de organizar enfrentamientos entre los religiosos ortodoxos y católicos bielorrusos. Para eso los norteamericanos están trabajando activamente con el Vaticano tratando de convencer a los sacerdotes católicos para que utilicen eventos religiosos como sermones, oraciones, procesiones religiosas para apoyar a la oposición en Bielorrusia. Esos estrategas occidentales necesitan provocar a Minsk (capital de Bielorrusia) a tomar medidas duras de represión y lo ideal para crear opinión pública negativa hacia el Gobierno es tener un sacerdote detenido, herido o muerto.

Lo curioso es que Estados Unidos quiere imponer sanciones a Rusia por su intervención en Bielorrusia, mientras que el país que realmente está entrometiéndose en los asuntos internos de Minsk es precisamente Norteamérica, que maneja sus marionetas de Polonia, República Checa, Ucrania, Latvia, Lituania, Estonia, involucrando a la OTAN para convertir a Bielorrusia en una nueva Ucrania y en un enemigo más de Rusia. Al darse cuenta que la planificada revolución de colores está fracasando, Washington desvía la atención de la opinión pública mundial al caso del supuesto envenenamiento del opositor ruso Alexéi Navalni con el agente nervioso Novichok quien ¡oh maravilla! ahora goza de excelente salud, sin que nadie pueda explicar cómo lo logró.

Las nuevas acusaciones contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin, como el autor de este crimen siniestro provienen esta vez de Alemania que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) se convirtió en una nueva colonia de EEUU, siendo su actual líder Angela Merkel completamente manipulada por Washington, que debe saber algo de su pasado en la República Democrática Alemana (RDA) socialista donde vivió 35 años de su vida. En 1981, Merkel fue elegida como secretaria de Agitación y Propaganda de la juventud Libre Socialista de la RDA. Los medios de comunicación alemanes están también al servicio de la CIA y del BND (Servicio Secreto Alemán).

Estas organizaciones, según el libro del periodista alemán Udo Ulfkotte, Se busca periodista: cómo la CIA compra noticias (2017), pagan a los periodistas alemanes para difundir fake news y hacer propaganda proccidental y pro-OTAN. Entonces, las declaraciones del Gobierno alemán en las que se señalan a Rusia como responsable por el envenenamiento de Navalni por un agente tóxico perteneciente a la familia Novichok sin presentar ninguna prueba concreta es una parte de la campaña antirrusa planificada con anticipación. 

Novichok pertenece a la familia de los agentes tóxicos más mortales que jamás se hayan hecho. La persona expuesta a una minúscula dosis de este agente muere en segundos. Alexéi Navalni sigue vivo y coleando. Pero su caso fue ligado inmediatamente a la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que traería gas ruso a Alemania. Estados Unidos está presionando a Angela Merkel para que ponga fin a este proyecto y reemplace el gas natural y barato ruso por el gas licuado norteamericano que es tres veces más caro que el ruso. 

El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, declaró que Alemania está adoptando la estrategia de EEUU para contener a Rusia en detrimento de sus propios intereses económicos y políticos. Mientras tanto, el secretario de Prensa del presidente de Rusia, Dmitri Peskov, acusó a Navalni de ser un agente de la CIA.

Por su parte, el presidente de la Duma Estatal, Viacheslav Volodin, afirmó que "Navalni está trabajando con servicios especiales y las autoridades de los países occidentales".

También agregó que el Bundestag no quiere aclarar nada después del traslado de Navalni a Alemania y ni siquiera envió a Rusia materiales biotécnicos y conclusiones médicas. Resulta que todo este caso fue un montaje para levantar la imagen de este opositor que ya no tiene ninguna influencia significativa en la vida política rusa. Pero este incidente logró crear tensión en Rusia a la hora de resumir resultados de las elecciones presidenciales en Bielorrusia. 

No solamente Bielorrusia era parte de la estrategia de EEUU diseñada por Zbigniew Brzezinski para aislar a Rusia y sacarla del espacio postsoviético, sino también el Cáucaso, donde coexisten tres Estados exsocialistas: Armenia, Azerbaiyán y Georgia, que eran parte de la Unión Soviética. 

El reciente conflicto militar en Nagorno Karabaj, territorio ubicado entre Armenia y Azerbaiyán que después de la desintegración de la URSS en 1991 se separó de Azerbaiyán y se declaró como República Independiente, es parte del mismo juego occidental. El rol de protagonista de este conflicto asumió Turquía, miembro de la OTAN y aliado de Azerbaiyán que desde hace tiempo se convirtió en un satélite de Turquía. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, nunca ha ocultado sus ambiciones de recrear el Imperio otomano que debería abarcar el Cáucaso encajado entre el mar Negro y el mar Caspio.

Nagorno Karabaj: el polvorín que puede hacer estallar el Cáucaso

El problema principal para Erdogan en este conflicto es que Rusia tiene una base militar en Armenia. Turquía ya tuvo desacuerdos y tensiones con Rusia en Siria y Libia y ahora le toca el turno a Nagorno Karabaj. De acuerdo a lo estipulado entre Ereván y Moscú, Rusia en el caso de una guerra debería defender a Armenia. El conflicto empezó precisamente en el período en el que el actual presidente de Armenia, Nikol Pashinián, empezó su juego al estilo de su colega bielorruso Alexandr Lukashenko con Occidente al anunciar su ministro de Relaciones Exteriores, Zohrab Mnatsakanián, que "Armenia es parte de Europa", pero también es "aliada de Rusia".

La alianza de Ereván con Moscú es bastante relativa debido a que Armenia está en un proceso de implementación de un programa para profundizar sus relaciones con la OTAN. 

Tampoco hay que olvidar que la Open Society Foundation de Soros tiene gran influencia en Armenia a través gran número de las ONG que dieron el apoyo al actual Gobierno del país. Según una simple lógica, el presidente Erdogan evitaría un conflicto militar con Rusia y Armenia y Azerbaiyán se sentarían finalmente a la mesa de conversaciones y aplazarían la solución del conflicto para el futuro. Rusia, Estados Unidos y Francia ya condenaron la escalada de tensiones en Nagorno Karabaj e instaron a Bakú y Ereván a poner fin a hostilidades. 

Sin embargo, la lucha del Occidente bajo el liderazgo de Washington por el dominio del espacio postsoviético seguirá su curso y de eso no hay ninguna duda debido a la obsesión enfermiza del Occidente por recursos naturales de Rusia que representan el 45% de todos los recursos naturales del mundo.

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