¿A quien votamos?
La elección de las PASO [primarias obligatorias] anticipa un escenario que nos hace recordar al de 1989. En aquella oportunidad los dos grandes candidatos a llegar a la presidencia, Eduardo Angeloz y Carlos Menem, metían miedo. Uno por lo que decía, el otro por sus antecedentes.
Angeloz en su campaña electoral prometía llegar a la presidencia con un lápiz rojo para tachar gastos sociales, empresas públicas, y los sueldos de los trabajadores estatales. Menen prometía la” Revolución Productiva y el Salariazo”, pero había apoyado a Isabel Perón y se alineaba con lo peor del peronismo. Ganó Menem y padecimos 10 años del más nefasto gobierno constitucional que tuvimos en Argentina.
Los que hoy tienen mayores posibilidades de acceder a la presidencia son Larreta y Bullrich, que disputan en Juntos por el Cambio [derecha], o Sergio Massa, el seguro ganador de la interna de Unión por la Patria [peronista]. Un poco más retrasado cabalga el impresentable Sergio Milei [ultraderecha].
Larreta y Bullrich ya avisaron que van a seguir pagando la deuda externa, que profundizarán el ajuste, avanzarán sobre planes sociales y convenios laborales, limitarán el derecho a la protesta y profundizarán el extractivismo. Sergio Massa no es tan explícito, pero su actual gestión ajustadora revela la misma orientación y al igual que Menem lo traicionan sus antecedentes. No por casualidad, Mauricio Macri lo presentó en Davos como “el futuro líder del peronismo”.
Muchas de las discusiones que sostuvimos en el 89 hoy han reverdecido. Por ejemplo, nos aconsejaban la conveniencia de votar a Menem, porque aunque fuera un mal candidato tenía el contrapeso del movimiento peronista. Ese “ancla social” le iba a impedir privatizar empresas públicas, cerrar vías férreas, despedir trabajadores, etc.
Después asistimos al espectáculo: los mismos diputados peronistas que habían puesto trabas a Alfonsín para entregar a los privados los puertos, Aerolíneas Argentinas, etc, votaron con las dos manos las privatizaciones de Menem, que además incluyeron YPF, Gas del Estado, etc.
El peronismo institucional político y sindical no solo no le impidió avanzar a Menem, sino que hizo posible que el neoliberalismo avanzara en la Argentina como no lo había hecho salvo en períodos militares. El peronismo de las bases trabajadoras resistió de la misma forma que lo hizo con otros gobiernos, pero hubo muy pocos dirigentes que lucharon. Una de las excepciones fue Germán Abdala, dirigente de ATE [estatales], fallecido en 1993.
La reunión realizada el sábado por Sergio Massa con los dirigentes del Movimiento Evita, Barrios de Pie y la CCC [Corriente Clasista y Combativa] no garantizan presión alguna de esos movimientos a políticas neoliberales. Son los mismos dirigentes que se reunían asiduamente con Carolina Stanley y le cambiaban recursos por “paz social”, en tiempos de Macri.
Votar a Grabois, en blanco, a la izquierda…
La mayoría de mis amigos kirchneristas van a votar a Juan Grabois. No lo comparto, pero entiendo el sentido de ese voto. Para el que quiere seguir votando al peronismo es la mejor opción. El problema es que ese consuelo durará exactamente hasta el 13 de agosto. Después la opción va a ser votar un candidato neoliberal, votar a la izquierda o no votar.
El voto en blanco y la abstención electoral va a ser numerosa. Es una postura política que ya ha tenido peso en las elecciones provinciales y expresa el hartazgo frente a una democracia formal, que ha venido fracasando en la Argentina en cuestiones básicas como evitar que aumente el número de pobres.
En espacios militantes puede ser también la excusa perfecta para no votar a la izquierda, o para argumentar que las consecuencias de los errores de la izquierda son tan gravosas para el pueblo como la de los errores de la derecha. Esta es una postura muy forzada que además desmiente una realidad. Allí donde hay lucha o se recuperan sindicatos para asumir posiciones más combativas, se tejen alianzas amplias donde está presente la izquierda.
Finalmente, creo que en esta oportunidad la izquierda presenta una excelente candidata que es Myriam Bregman, porque representa a lo que hoy se ha podido construir en esa vereda, en términos electorales, que es el FIT-U [trotskista]. Y porque creo además que “la Bregman” es mejor que su propia alianza electoral, tiene más proyección política.
Finalmente, me parece claro que el modelo de democracia representativa, donde como dice la Constitución Argentina “el pueblo no delibera, ni gobierna…”, ha demostrado sus limitaciones. No hay posibilidad de cambios transformadores sin una democracia protagónica, revolucionaria. Es necesario una reforma Constitucional que, entre otras medidas, habilite otros mecanismos de decisión y de control de la gestión política.
Pero, mientras tanto, el 13 hay elecciones primarias y muchos nos preguntan: ¿A quién votamos?