Iglesia y libros de texto
Escapularios, imágenes de la Virgen de Guadalupe, banderas mexicanas, carteles perfectamente rotulados, manifestantes vestidos de blanco, son parte de la escenografía presente en cerca de 30 marchas y concentraciones contra los libros de texto gratuitos, realizadas en varias ciudades, el 27 de agosto. Algunas fueron promovidas por el Frente Nacional por la Familia (FNF).
A diferencia de la marcha de Aguascalientes del 20 de agosto, la movilización nacional del pasado domingo, convocada con los hashtags #En defensa de la educación y #ConLosNiñosNo, reunió, en cada localidad, apenas unos cuantos centenares de asistentes (2 mil, en León). En algunos casos asistieron apenas unas pocas decenas de ciudadanos.
Enarbolaron demandas por una educación sana y no pervertida, como: Tecnología, no ideología; libros útiles, no hechos por inútiles; “Nuestros niños no necesitan el Kamasutra escondido”; Libros para pensar, no para ideologizar; No a la ideología de género en los niños. Sí a la familia; “Biología sí… ideología no”; Dejen que los niños sigan siendo niños y “Educación sí… perversión no”.
En redes se difundieron consignas como: Estamos marchando por una niñez libre de ideologías; El futuro de nuestros niños depende hoy de nosotros; Esta vez se metieron con lo más valioso: nuestros hijos y nuestra libertad; Nuestros derecho a educar a nuestros hijos se ve amenazado. Somos los principales educadores; Quieren destruir a las familias y ser controladores de masas; Por educación de calidad libre de adoctrinamiento e ideología de género; Los niños son lo más sagrado e importante de nuestro país, y El futuro de la niñez está en peligro.
Aunque las protestas no tuvieron apoyo de la Iglesia católica, estuvieron en sincronía con la opinión de varios de sus jerarcas. Según Ramón Castro, secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y obispo de la diócesis de Cuernavaca, los libros son un abuso de poder del gobierno, porque están poniendo una ideología que cambiaría la mentalidad del pueblo mexicano. Para él, el contenido del material educativo que la Secretaría de Educación Pública (SEP) aprobó e imprimió es dañino para la niñez mexicana.
Según el prelado, allí viene inmersa una ideología política en la que se pretende admirar a un dictador, cuando eso nada tiene que ver con las infancias y menos con la educación a esas edades en las que son vulnerables. Le preocupa que con los libros en manos de los niños exista el riesgo de replicar el sistema de gobierno de otros países en los que las condiciones de vida son malas, derivado del gobierno que los representa junto a las ideologías que fomenta. Asume que, “si a un niño desde pequeño se le enseña a admirar a un dictador –no digo que lo tengamos– nos estaríamos acercando a ser un Corea del Norte, Venezuela o Nicaragua” (https://shorturl.at/ehjpA).
Bajándole unas rayitas a la confrontación, el mitrado de la diócesis de La Paz, Miguel Ángel Alba Díaz, advirtió que no estamos en la época de la Inquisición para andar quemando los volúmenes. Estos “tienen cosas muy buenas que deben ser aprovechadas o rescatadas, aunque es cierto también que no podemos canonizarlos porque contienen errores garrafales en cuestiones de ciencia, matemáticas, historia en cosmología… además de errores de tipo ideológico”.
Advirtió que los materiales desgraciadamente sí tratan de adoctrinar en ideologías en las que no todos estamos de acuerdo: de género, política y marxista, que quiere explicar la historia como lucha de clases. Cuando entra la ideología, entran los prejuicios y la educación deja de ser laica. Cuando se quiere canonizar la obra del actual gobierno y de sus agentes poniéndolos como si fueran los héroes patrios en el marco de la Cuarta Transformación existe un verdadero error que debemos evitar (https://shorturl.at/vLMV5).
Menos beligerante, Armando Álvarez Cano, obispo de Tampico, declaró que la Iglesia acompaña a los padres de familia a que esto no se desborde y llegue a politizarse. Parece como se estuvieran disputando un botín. Según él, faltó sensibilidad para elaborar esos libros para tener una conformidad de todos los sectores y no se tomó en cuenta a los padres de familia y a especialistas en educación que tiene la Iglesia (https://shorturl.at/yHIM7).
Sin embargo, la CEM es más ponderada. Aunque ve en los textos improvisación y confusión, y en su elaboración no se dio seguimiento al marco legal y se excluyó la participación de los implicados en la educación, en su comunicado Educar es tarea de todos y es un acto de amor, verdad y esperanza, enfatiza la necesidad de cooperación entre los involucrados, poniendo en primer plano el interés superior de los niños y la responsabilidad ineludible de los padres como primeros responsables de la educación de los hijos.
La arquidiócesis de México, en el editorial en Desde la Fe, advierte que lo esencial son los niños, no los ejemplares, que son sólo una herramienta pedagógica. Exhorta a los involucrados en la enseñanza a priorizar un diálogo fecundo y solidario.
Judicializada la distribución de los textos gratuitos, con grupos de derecha confesional como el FNF empujando a tomar las calles, con algunos prelados desautorizando desde su magisterio los materiales, pareciera que la posición de la jerarquía católica consiste en, sin avalar los libros ni renunciar a su crítica, buscar impedir la radicalización de sus feligreses y convertirse en un espacio de negociación con el gobierno federal. Por ahora, no ha impulsado las movilizaciones contra los volúmenes. La duda es: ¿se impondrá la mediación institucional o ganarán quienes impulsan las protestas de los fieles descontentos? Sea cual fuere el desenlace de la disyuntiva, queda claro que, recordando al Quijote, con la Iglesia hemos topado.
@lhan55