Incógnitas y especulaciones sobre el asesinato del presidente haitiano
Las autoridades haitianas informaron de la detención de por lo menos 17 extranjeros que habrían participado en el ataque y asesinato del presidente Jovenel Moïse, perpetrado por un comando compuesto por 26 colombianos y dos estadounidenses de ascendencia haitiana, identificados como James Solages y Joseph Vicent, según el director de la Policía, León Charles.
También señaló que otros tres sospechosos fueron muertos por la policía y otros ocho están prófugos. Charles había dicho anteriormente que las fuerzas del orden habían matado a al menos siete presuntos responsables.
Por el momento, la muerte llena de incógnitas del presidente haitiano, quien enfrentó múltiples protestas en su contra durante meses y era acusado de corrupción y de concentrar el poder, levanta recelo en buena parte de los ciudadanos del país, que se cuestionan cómo pudo haberle ocurrido algo así al propio dirigente. «¿Dónde estaban los policías bien equipados que vigilan al presidente día y noche? ¿Por qué no reaccionaron?», se preguntan los ciudadanos y repiten los medios.
El comando llegó hasta el lugar en varias camionetas Nissan, y no fue interceptado ni siquiera cuando estacionaron los vehículos frente a la residencia presidencial. Sin dudas, tenían una cobertura importante al identificarse como miembros de la DEA, pero eso no es razón suficiente para que los custodios habituales de la mansión no tomaran recaudos para impedirles el paso sin constatar si la identidad correspondía a algo real.
Luego, entraron a la mansión también sin demasiados inconvenientes (no hubo ningún custodio herido ni muerto), se precipitaron hacia el dormitorio de Moïse y su esposa y los acribillaron a balazos, a la 1:00 de la madrugada del miércoles. Pareciera que en un país que se habla creole y francés, a nadie le llamara la atención que el comando hablara en español e inglés.
El ataque ha suscitado tanto el colapso dentro del país como el interés y las especulaciones a nivel internacional, entre ellas que integrantes de la Administración de Control de Drogas (DEA) de EEUU estuvieran implicados, después de que un video del tiroteo mostrara a hombres armados gritando en el asalto que se trataba de una operación antidrogas de la DEA.
Claude Joseph, primer ministro en funciones y quien ha asumido el mando de la nación desde la muerte del presidente, declaró en favor de la hipótesis de un ataque activado desde el exterior al asegurar que se había tratado de «mercenarios» que hablaban «inglés y español». De hecho se ha convertido en presidente provisional que hace y deshace a su gusto, o al gusto de Washington, con cuyos mandos dialoga y hace planes.
Ariel Henry, a quien Jovenel Moïse encomendó formar el nuevo Gobierno dos días antes de ser asesinado, reclamó su lugar y cuestionó al primer ministro interino, Claude Joseph. Se desató una pulseada de poder entre el premier nombrado Ariel Henry y el premier interino en Haití Claude Joseph. Henry aclaró que no está de acuerdo con el estado de sitio declarado tras el magnicidio: «No creo que estemos en una situación que requiera un estado de sitio. Creo que es un poco apresurado.»
Jovenel Moïse era un presidente mafioso, puesto por el también mafioso Martely y el régimen de EE.UU. Hay que dejarse de lamentos hipócritas. Se lo tiraron y no por bueno, ya fuere la CÍA, u otros capos mafiosos.
Difícil es pensar que el operativo contra Jovenel Moïse en su casa se hiciera sin que CÍA y Mossad lo olieran, y puede servir para que el país pase de nuevo a un control militar mayor de EEUU, con la OEA y/o la ONU como mamparas, esgrimiendo el desmadre de las bandas y el caos. Moïse contaba con bandas asesinas propias, en competencia con otras dentro de un poder político y empresarial podrido.
El modus operandi es el mismo de la operación Gedeón contra Venezuela: ONG y mercenarios colombianos y estadounidenses. Esta operación, la incursión marítima de Macuto de 2020, fue un intento de un grupo de militares disidentes venezolanos que se encontraban en el exilio en Colombia desde enero de 2019 y de tres integrantes de una fuerza de seguridad privada estadounidense, dirigidos por el exboina verde Jordan Goudreau, para infiltrarse en Venezuela. Pero fueron capturados por pescadores de la zona y entregados a las fuerzas gubernamentales.
El pueblo haitiano tenía meses movilizándose por la destitución del presidente Jovenel Moïse. Ahora es importante el relevo que podría depender mucho de quienes están detrás o manipulan el magnicidio. El asesinato no debe sorprender, menos a los que apoyaron a Jovenel sabiéndolo cúpula de un poder sórdido, mezcla de los intereses de la central estadounidense de inteligencia, la CIA, y poderosas narcosmafias.
Por ahora no hubo reacción de las fuerzas populares que todos estos años han estado movilizándose contra Moïse y lo que han de plantear los partidos y organizaciones populares de la izquierda haitiana, que desde hace tiempo proponen un gobierno de transición para intentar reconducir la situación.
Los analistas recuerdan que Moïse surgió de la mafia de su antecesor Michel Martely y recibió apoyo del entonces presidente estadounidense Donald Trump, que continuó con Joe Biden, quienes lo usaron incluso contra Venezuela. Pero todo se complicó y es posible que se contemplara descartarlo por una fórmula más afín a la familia del expresidente Bill Clinton y el PD, que son los mandamases de la corruptela en Haití. No hay que olvidar que Haití posee litio, tierras raras y titanio.
Muchas veces se habla de que el Estado haitiano es «fallido». Si es cierto, es porque así lo quisieron EEUU, Francia y Canadá, potencias colonizadoras e interventoras. Esta tesis con dejo racista, se vuelve a esgrimir para justificar más tropas invasoras.
Moïse pretendía reelegirse con un pueblo en contra y parte de las bandas mafiosas en contra, lo cual no era viable. Con gobernabilidad en riesgo, el régimen se sostenía mientras EEUU y otras potencias no decidieran reemplazarlo. Pareciera que llegó el momento de hacerlo.
CLAE / La Haine