India: Modi derrotado por los agricultores
"Por fin pestañea el hombre fuerte", es lo que declaró un comentarista. El viernes por la mañana, la India se despertó con la sorpresa del anuncio por parte del primer ministro, Narendra Modi, de que iba a derogar las leyes agrícolas, que han sido el núcleo de uno de los mayores desafíos que ha afrontado su régimen en casi ocho años en el poder.
Ha sido un punto de inflexión importante, no sólo para los agricultores, sino para la política india y la reputación del régimen del partido Bharatiya Janata (BJP). Desde que Modi fue elegido por primera vez en 2014, su modus operandi ha sido el de un líder duro, inflexible y autoritario que no cede a la presión pública.
Modi no se disculpó tras la catastrófica política de desmonetización de 2016, cuando se retiraron repentinamente de la circulación millones de billetes de banco, estrangulando la economía. Su respuesta a la oposición en la disputada región de Cachemira, después de que su régimen la despojara unilateralmente en 2019 de su estatus semiautónomo, fue enviar cientos de miles de soldados y ejercer una represión que aún continúa. No se echó atrás ese mismo año cuando millones de personas salieron a la calle después de que su régimen aprobara una ley de ciudadanía perjudicial para los musulmanes. Tampoco se disculpó por los errores y desaciertos del régimen durante la segunda y arrolladora ola del Covid en abril.
Sin embargo, el viernes, Modi, con un infrecuente tono de contrición, se disculpó ante los agricultores, "con corazón puro y mente honesta, por no haber estado a la altura".
Sus conciliadoras palabras de retirada les han sonado a hueco a muchos agricultores. Después de que millones de ellos se alzaran para oponerse a esas leyes, el régimen de Modi se ha pasado el último año lanzando todo el peso del Estado contra los agricultores para intentar aplastar la disidencia.
Se recurrió a la brutalidad policial, a gases lacrimógenos y cañones de agua para impedir que entraran en Delhi. Hubo cientos de detenciones y expedientes policiales contra los agricultores y activistas que apoyaban su causa. Hubo declaraciones del régimen contra figuras como la estrella “pop” Rihanna y la ecologista Greta Thunberg, que habían expresado su apoyo a los agricultores.
El régimen intervino para impedir que la gente tuiteara en apoyo de los agricultores. En el parlamento y en los mítines políticos, los diputados del partido en el poder denominaban repetidamente terroristas a los agricultores que protestaban, separatistas sijs y antinacionales que conspiraban contra la India y trabajaban para Pakistán.
Pero, por vex primera, nada de esto ha funcionado. Los agricultores, orgullosos e igualmente testarudos, de Panyab y Haryana en su mayoría, dirigidos por poderosos sindicatos, le habían dejado muy claro a Modi que no dejarían que les desplazaran ni iban a desaparecer tranquilamente. Y a diferencia de las demás protestas y desafíos registrados desde 2014, en esta ocasión el BJP había empezado a pagar un elevado precio político.
La mayoría considera que la renuncia de Modi es una maniobra política estratégica con vistas a las elecciones estatales de Uttar Pradesh y Panyab del año que viene, antes que algo impulsado por la simpatía hacia los agricultores. Después de los malos resultados recientes en las elecciones de los estados de Bengala Occidental y Himachal Pradesh, la sensación es que el BJP está ya en la cuerda floja. Mantener el poder en Uttar Pradesh, estado más poblado de la India y corazón del BJP, resulta crucial para Modi.
Pero las leyes agrarias y la impresión de maltrato a los agricultores -que ocupan un lugar reverencial en la sociedad india- han empezado a erosionar claramente el apoyo del BJP en una carrera electoral como la de Uttar Pradesh que era ya muy reñida, a lo que no han contribuido los sindicatos de agricultores, que han prometido poner todo su empeño en restar votos al BJP. La situación se volvió todavía más grave para el BJP después de que el mes pasado fueran atropellados y asesinados en Uttar Pradesh cuatro agricultores que protestaban pacíficamente, aparentemente de modo deliberado, y se detuviera al hijo de un alto ministro del BJP en relación con esas muertes. El ataque provocó la repulsa incluso de quienes no simpatizan con los agricultores.
La percepción de que Modi se ha rendido seguramente haga mella en su reputación de hombre fuerte al que todo le resbala. Pero para muchos, el mayor significado es que ha reafirmado que sigue vigente el poder que sostenía la protesta y la lucha: la base sobre la que se edificó la India independiente. Bajo el mandato de Modi, la disidencia ha sido sistemática y exitosamente aplastada mediante una mezcla autoritaria de legislación draconiana y aparato estatal. Activistas y críticos se ven encarcelados de modo regular en virtud de las leyes antiterroristas, hay grupos de la sociedad civil que se han visto perseguidos y disueltos, y las protestas se enfrentan de manera repetida a la fuerza.
Por ello, la retirada del viernes fue aclamada como un triunfo infrecuente y muy necesario de la "democracia", en una India quecae cada vez más profundamente en el autoritarismo de Modi y su régimen. Como dijo con orgullo un agricultor que protestaba el viernes: "Con nosotros Modi se ha topado con la horma de su zapato”.
The Guardian